sábado, 30 de octubre de 2010

La transformación del pequeño Zaqueo

Lectio Divina del Domingo XXXI del Tiempo Ordinario - Ciclo C
Lucas 19,1-10

1. Oración para disponer el corazón
Oramos el canto: "Vengo a Ti, mi Señor".

 2. Leemos: Lucas 19,1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Había en ella un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, que buscaba ver quién era Jesús. Pero, como era bajo de estatura, no podía verlo a causa del gentío. Así que echó a correr hacia adelante y se subió a una higuera para verlo, porque iba a pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, levantó los ojos y le dijo:
–Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.
Él bajó a toda prisa y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban y decían:
–Se ha alojado en casa de un pecador.
Pero Zaqueo se puso en pie ante el Señor y le dijo:
–Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y si engañé a alguno, le devolveré cuatro veces más.
Jesús le dijo:
–Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también éste es hijo de Abrahán. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.


3. Cuando leas:

Entramos en el capítulo 19 del evangelio de Lucas y vamos a encontrar un episodio de la vida de Jesús conmovedor, tierno y... subversivo.

Camino de Jerusalén, Jesús entra en Jericó. Recordamos que Jericó es también el escenario del cambio de vida de un mendigo ciego (Bartimeo, según Marcos), que es curado y se convierte en modelo de discípulo itinerante de Jesús (Lc 18,35-43).
En esta ocasión, la salvación va a entrar en la casa de otro marginado social: Zaqueo, "jefe de publicanos y rico". Ya dijimos, en la lectura de Lc 18, 9-14, por qué los publicanos eran mal vistos por la gente en tiempos de Jesús.

El relato de Lucas es conmovedor en los detalles y en los contrastes de los personajes y sus reacciones.
De Zaqueo, publicano y presuntamente pecador (él mismo reconoce haber robado, quizá, en alguna ocasión...), no se esperaba la acción descrita de ávida búsqueda de Jesús. Imaginemos la escena: la muchedumbre, como siempre, rodea al Maestro, y Zaqueo, que es bajo de estatura, desea verlo y no puede; de manera que hace algo casi ridículo y poco honorable para conseguir su propósito: trepa por un árbol y se encarama en una de sus ramas para poder ver a Jesús.
La inesperada acción de Zaqueo se ve correspondida por la sorprendente reacción de Jesús, que se detiene ante él, lo mira y se autoinvita a su casa.
Lucas evidencia la alegría de Zaqueo y la murmuración de los presentes: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador". ¿Quiénes murmuran? Lucas no lo dice, pero en otros pasajes, quienes murmuran son siempre los "perfectos", los fariseos (cf. Lc 5,30; 7,39), los que se consideran justos y más dignos que los demás.
La simple presencia de Jesús en casa de Zaqueo obró en éste un cambio de vida radical: "La mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres..."

La conclusión del relato incluye varios aspectos:
- "Hoy ha entrado la salvación a esta casa". Jesús es nuestra salvación, y ésta se verifica siempre en un cambio de vida. Jesús es contemporáneo nuestro. Siempre actúa Vivo en el hoy.
- "Éste también es hijo de Abrahán". "Tenemos por padre a Abrahán" (Lc 3,7) era la pretensión y presunción de los judíos varones que se tenían por justos. Se excluía de esta filiación a las mujeres, a los enfermos, a los pecadores, a los paganos... Jesús los incluye a todos. Recordemos que en Lc 13,16 llama "hija de Abrahán" a la mujer encorvada a la que acaba de sanar. En esta ocasión, incluye al pecador Zaqueo.
- "El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido". El episodio de Zaqueo se sitúa en paralelo con las parábolas de la misericordia: la oveja perdida, la dracma perdida y el padre misericordioso (Lc 15), así como con el episodio de la vocación de Leví y la comida de Jesús con los pecadores (Mc 5,27-32).

El pequeño Zaqueo se ha convertido, por el contacto con Jesús, en un hombre nuevo, en una nueva creación, "levantado" y "resucitado" a una vida diferente. Y ese milagro lo ha obrado el que nos busca y nos salva. Ése es su Nombre, hoy, para nosotros: El Salvador que nos busca.


4. Cuando medites


1) ¿Cómo resuenan en ti las siguientes palabras de Madeleine Delbrêl y de Joan Chittister?
"Las palabras del Evangelio son milagrosas. No nos transforman porque no les pedimos que lo hagan" (M. Delbrêl)
"Instintiva y tímidamente, evitamos todo encuentro verdadero con Dios porque sabemos que cambiará nuestra vida" (J.Chittister)
2) ¿Deseo yo, con la misma fuerza de Zaqueo, encontrarme con El que me busca?
3) ¿Me alegra la salvación de otros, su conversión, su crecimiento... o soy de los que murmuran y sienten celos de las preferencias libres de Dios por los pobres, marginados, pecadores... a los que Dios colma de bienes?

5. Cuando ores

1) Agradécele al Señor, "Amigo de la Vida",  su amor, su perdón y su compasión hacia todos los seres (cf. Sab 11, 22-12,2). Agradécele que Él te busque siempre.
2) Pídele al Señor luz para conocerle y reconocer qué rincones de tu existencia necesitan una conversión-transformación.
3) Acoge al Señor, que HOY se hospeda en tu casa, con alegría y dejando que Él obre en ti su salvación.
4) Pídele al Señor que te ayude a ser agente de salvación para pobres, marginados, despreciados, necesitados...
5) Puedes terminar orando, despacio, el salmo 145/144, que trascribo aquí de forma personalizada:

Te ensalzaré, Señor, que me buscas siempre.
Bendeciré tu Nombre por siempre jamás.
Días tras día, a cada instante, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Tú eres clemente y misericordioso,
no te irritas y eres rico en amor.
Tú eres bueno con todos,
eres cariñoso con todas tus criaturas.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que hablen de tus maravillas.

Tú eres fiel a tus palabras,
bondadoso en todo cuanto haces.
Tú sostienes a los que van a caer
y enderezas y levantas a los que ya se doblan.


Nota: Podéis encontrar otra propuesta de lectura orante de este texto en:
http://www.discipulasdm.org/biblia/lectio_divina/Lectio_Comillas/lectio_Comillas_indice_01.htm

viernes, 29 de octubre de 2010

Vengo a Ti, mi Señor

Vengo a Ti, un canto para orar:




    RE        SOL LA  RE
1. Vengo aquí, mi Señor,
                                     LA
a olvidar las prisas de mi vida.
SOL                        sim
Ahora sólo importas Tú.
SOL    mi           LA
Dale tu paz a mi alma.

2. Vengo aquí, mi Señor,
a que en mí lo transformes todo en nuevo.
Ahora sólo importas Tú.
Dale tu paz a mi alma.

3. Vengo aquí, mi Señor,
a pedir que me enseñes tu proyecto.
Ahora sólo importas Tú.
Dale tu paz a mi alma.

4. Vengo aquí, mi Señor,
a adentrarme en tu paz que me serena.
Ahora sólo importas Tú.
Dale tu paz a mi alma.


Nota: El original reza: "Vengo aquí...".

viernes, 22 de octubre de 2010

El fariseo y el publicano: dos actitudes existenciales

Lectio Divina del Domingo XXX del Tiempo Ordinario - Ciclo C
Lucas 18,9-14: El fariseo y el publicano, dos actitudes existenciales


1. Oración para disponer el corazón

Aquí estoy, Señor y Maestro mío.
Soy toda oídos para Ti.
Soy toda escucha y deseo de acoger.
Soy pura indigencia que se acerca al Dador de todo bien.

Soy alma, respiro frágil
que necesita ser alentado y sostenido.
Soy cuerpo, manos que desean ayudar,
voz que desea sanar,
ojos que quieren mirar con ternura,
pies que suplican andar
por el único camino de la compasión y del servicio.

Convierte Tú, Señor, mi súplica y mi deseo
en mi verdad más profunda.


2. Leemos: Lucas 18,9-14

En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola por algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás:
- Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era un fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh, Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo".
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh, Dios!, ten compasión de este pecador".

Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.

3. Cuando leas:


Continuamos con el capítulo 18 del evangelio de Lucas: más enseñanzas sobre la oración y, sobre todo, acerca de la vida. Si la semana pasada veíamos, a través de la parábola de la viuda obstinada, que la oración debe ser perseverante, hoy vemos que también ha de ser humilde. Pero, claro, alguien no puede orar humildemente si no es una persona humilde. Por ello, aunque la parábola se refiere al modo de orar soberbio o humilde de dos personajes, en realidad, el pasaje completo se refiere a la humildad como actitud existencial profunda que afecta a nuestro modo de andar por la vida.

Por eso, los destinatarios de la parábola no son algunos que "cuando iban a orar alardeaban de sus buenas obras y despreciaban a los demás", sino a "algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás". La parábola es sólo un ejemplo de esa actitud altanera.

En la parábola aparece dos personajes contrapuestos: un fariseo y un publicano.
El fariseo pertenece a una secta judía caracterizada por el estricto cumplimiento de la ley. Jesús no critica ese cumplimiento. Incluso puede resultar loable que alguien ayune dos veces por semana y comparta el diezmo de todo lo que tiene con otras personas. ¿Quién de nosotros da a los pobres el 10% de lo que gana?...
Estamos de acuerdo, por tanto, en que algunas prácticas de los fariseos eran ejemplares y no hay nada que objetar al respecto. Lo que a Jesús le parece reprobable es que el fariseo se creyera mejor que los demás y sintiera desprecio por los que no eran como él.

El publicano, por su parte, pertenecía a un colectivo mal visto en época de Jesús: se consideraban "colaboracionistas" con el poder invasor romano. Cobraban impuestos y aduanas y, a menudo, caían en corruptelas para enriquecerse a costa de los demás. Pero Jesús viene a decir en la parábola: "¿Y tú qué sabes, realmente, de este publicano? Contra toda apariencia, este hombre despiadado puede sentir un profundo arrepentimiento, puede cambiar, puede estar más cerca de Dios que tú".

La parábola concluye de una manera sorprendente: el cumplidor se ha ido del templo como estaba, sin encontrarse con Dios ni experimentar ningún roce de la misericordia divina en su interior, mientras que el pecador ha experimentado un cambio. A éste sí que le ha tocado la bondad de Dios.
Y una segunda conclusión: el que se enaltece es humillado y el que se humilla es enaltecido. Un mensaje que ya encontrábamos en el Magnificat de María, al comienzo del evangelio, y que será una constante en el mensaje de Jesús.

A estas conclusiones explícitas, presentes en el pasaje de hoy, yo añadiría otra: no compararnos con nadie, no juzgar, no despreciar. Realmente nunca conocemos el interior del otro.

4. Cuando medites
- ¿Dónde me sitúo, en esta parábola? ¿Me veo reflejado en el fariseo o en el publicano?
- A nadie le gusta reconocerse en el fariseo. Está claro que todo buen cristiano ni presume de dus obras ni desprecia a los demás. Y yo... creo que soy medianamente buen cristiano... Pero, ¿nunca te descubres juzgando a los demás para mal...?
- Medita este cuento que recoge Anthony de Mello en "El canto del pájaro":

De camino hacia su monasterio, dos monjes budistas se encontraron con una bellísima mujer a la orilla de un río. Al quiel que ellos, quería ella cruzar el río, pero éste bajaba demasiado crecido. De modo que uno de los monjes se la echó a la espalda y la pasó a la otra orilla.
El otro monje estaba absolutamente escandalizado y por espacio de dos horas estuvo censurando su negligencia en la observancia de la Santa Regla: ¿Había olvidado que era un monje? ¿Cómo se había atrevido a tocar a una mujer y a transportarla al otro lado del río? ¿Qué diría la gente? ¿No había desacreditado la Santa Religión? etc...
El acusado escuchó pacientemente el interminable sermón. Y al final estalló: "Hermano, yo he dejado a aquella mujer en el río. ¿Eres tú quien la lleva ahora?".

5. Cuando ores


1) Da gracias a Dios por la salvación que sólo Él nos regala, y pídele que te enseñe a vivir y a orar en la humildad.
2) Escucha, en actitud orante, el canto "No juzgues", de Glenda. 

jueves, 21 de octubre de 2010

Mantenemos la luz encendida

¿Qué sentido tiene que yo esté aquí, en esta iglesia, a la intempestiva hora de comer, para dedicar una hora y media a la oración? ¿No da igual otra hora? ¿No da igual otro lugar más próximo y, por qué no decirlo, más cómodo?
Mi presencia aquí, y la de una docena de personas a lo largo del día, es un signo que desaparecería si cada cual rezara en su hora preferida y en lugares dispersos.
Nuestra presencia aquí, ante el Señor Eucarístico, tiene un valor de signo y de memoria. Somos signo de que que la Iglesia ora ininterrumpidamente en todos sus miembros, en cada instante de las veinticuatro horas del día, en todos los rincones del mundo. Somos memoria de que el centro de nuestra comunidad cristiana es el Señor Jesús. Somos memoria de que su forma de vivir puede expresarse simplemente en un trozo de pan partido para dar de comer a todos. Somos signo de que Él es nuestro Maestro y nos llama a una cita para aprender de Él y para recibir sabiduría, luz, fuerza, amor, esperanza... en este rato que estamos junto a Él conscientemente.

En lugar de contemplar sólo el Pan eucarístico expuesto en una demasiado vistosa custodia dorada, le miro a Él sentado en la silla de Maestro enseñándonos el Evangelio. Jesús Vivo y Resucitado está realmente presente en ese frágil Pan como Maestro.


El grupo de personas que sostiene la adoración todos los jueves en Santa Teresa representa a toda la comunidad que adora a su Señor y es sostenida por Él. Y representa a la Iglesia orante, que intercede por toda la humanidad.
Imagino la parroquia como un foco que, en medio de nuestro barrio y de la ciudad, irradia una luz muy blanca y llena de energía, de bendición, de gracia (que es el amor salvador de Dios derramado sobre todo y sobre todos).
Cuando la comunidad adora a su Señor en la Eucaristía, el templo se convierte en un faro encendido parecido al que sirve de guía a los pescadores para que lleguen, seguros, a puerto.
Y cada uno, mientras adora, es como un farero encargado de mantener la luz encendida para que todos los navegantes tengan una travesía feliz.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Le daré una piedrecita blanca y, en ella, un nombre nuevo

Lectio divina de Apocalipsis 2,12-19
Cartas a las Iglesia de Pérgamo y Tiatira


2,12 Al ángel de la Iglesia de Pérgamo escríbele: Esto dice el que tiene la espada afilada de doble filo. 13Sé dónde habitas, dónde tiene su trono Satanás.

Mantienes mi nombre sin renegar de mí, ni siquiera cuando Antipas, mi testigo fiel, fue asesinado en vuestra ciudad, donde habita Satanás. 14Pero tengo algo contra ti: que toleras allí a los que profesan la doctrina de Balaam, que indujo a Balac a poner un tropiezo a los israelitas haciéndolos comer víctimas idolátricas y fornicar. 15Lo mismo tú toleras a los que profesan la doctrina de los Nicolaítas. 16Arrepiéntete; de lo contrario, iré pronto allá para luchar contra ellos con la espada de mi boca. 17Quien tenga oídos que escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: Al vencedor le daré del maná escondido, le daré una piedra blanca y grabado en ella un nombre nuevo que sólo conoce el que lo recibe.
18Al ángel de la Iglesia de Tiatira escríbele: Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llamas de fuego y los piés como bronce bruñido: 19Conozco tus obras: tu amor y tu fe, tu paciencia y tu honradez, tus obras recientes, mejores que las precedentes. 20Pero tengo contra ti que toleras a Jezabel, que se declara profetisa y engaña a mis siervos enseñándolos a fornicar y comer víctimas idolátricas. 21Le he dado tiempo para que se arrepienta, y no quiere arrepentirse de su fornicación. 22Mira, a ella la arrojaré a un camastro y a los que fornicaron con ella, si no se arrepienten de su conducta, les enviaré sufrimientos terribles. 23Daré muerte a sus hijos, y sabrán todas las Iglesias que soy yo quien examina entrañas y corazones, para pagaros a cada uno según vuestras obras. 24A los demás de Tiatira os digo que si no habéis aceptado esa doctrina ni aprendido los supuestos arcanos de Satanás, no os impondré otra carga. 25Basta que conservéis lo que ya tenéis hasta que yo vuelva. 26Al que venza y cumpla mis instrucciones hasta el final le daré poder sobre las naciones: 27los apacentará con vara de hierro, los quebrará como cacharros de loza 28-es el poder que recibí de mi Padre-; y le daré la estrella matutina. 29 Quien tenga oídos, escuche lo que dice el Espíritu a las Iglesias.”

CUANDO LEAS

No olvidar que en estas dos cartas se repiten las notas del conjunto: la presencia de Cristo en su interpelación eclesial, el Señor conoce a la Iglesia, la anima y consuela. Sus ojos son llama de fuego. Invitación a la conversión. La Iglesia universal se hace presente en cada Iglesia local o particular. Presencia del Espíritu que habla a las Iglesias. El Señor alienta a la Iglesia que sufre inmersa en la tribulación y la persecución. Para ello ofrece un premio que corone la fidelidad. La Iglesia es contemplada como la ciudad de la victoria…
“La espada de doble filo” sirve para ejecutar sentencia (Sal 149,6; Heb 4,12).
Pérgamo, ciudad importante, célebre por el culto a Asclepios (Esculapio, dios de la medicina) y por el culto a Roma y al emperador. Satánico.
Balaam, sería instigador de la idolatría según la tradición rabínica (Nm 25, 1-5): participación en banquetes idolátricos.
El maná escondido (en el cielo) es alimento de la inmortalidad que se anticipa en la Eucaristía (Jn 6, 48-58).
La piedra blanca era un instrumento jurídico de valor positivo y el nombre nuevo (Is 62, 2) alude a la criatura nueva en Cristo.
En la carta a la Iglesia de Tiatira: Al título de Hijo de Dios corresponde la expresión “mi Padre” (2,28), característico del evangelio de Juan.
Jezabel, como Balaam, promovía cultos idolátricos -a Baal- (1 Re 18-19; 21; 2 re 9). Según el comentario del P. Luis Alonso Schökel puede ser una profetisa o todo un grupo de la Iglesia de Tiatira ya que los amantes pueden ser los ídolos y fornicar la práctica idolátrica.
Invitación a la conversión: el “camastro” nos hace pensar en una enfermedad grave, en una situación que demanda reprensión y escarmiento para el resto de las Iglesias.
Soy yo quien examina entrañas y corazones… es el Juez que penetra el interior del hombre…
Los arcanos de Satanás pueden ser doctrinas esotéricas, alusión a los misterios muy de moda entonces y, que quizás, atraían a los creyentes.
La “estrella matutina” es el mismo Cristo Resucitado (1 Jn 5, 12) que da la Vida al discípulo.
“Mis instrucciones” en griego son mis obras. Se insiste más en la conducta que en la doctrina.
Presencia del Espíritu: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias (2,7.11.17.29).”

CUANDO MEDITES

Lo primero es hacer una relectura pausada del texto, deteniéndote en la que impresione, te llame la atención y te interpele. Toma conciencia de la presencia del Señor que desea -a través de este texto- decirte algo al corazón.
La presencia del Señor: Déjate impresionar por ella pues en estas dos cartas la presencia del Señor aparece con diferentes rasgos: espada de doble filo que ejecuta sentencias, Juez que nos conoce y penetra nuestra interioridad y saca a la luz nuestros espacios de oscuridad, el Hijo de Dios que nos dará la victoria, el maná escondido…
El Señor que te conoce y sabe que has mantenido su nombre te alienta e impulsa a la confianza en él. Incluso te invita a conservar lo que ya tienes… Hasta que vuelva…
Hay un llamada a la conversión que hoy día nos puede seguir resonando pues nos invita a tomar conciencia de nuestra tolerancia con el mal, con nuestros pequeños y grandes ídolos (poder, ambiciones, deseos poco honestos, corrupción, injusticia, violencia, pobreza inhumana a nuestro lado) y que -con frecuencia- aceptamos sin más; fuera y dentro de la Iglesia.

CUANDO ORES

Cuéntale al Señor lo que estás sintiendo: tus ilusiones, tus miedos, decepciones y esperanza. El cierto recelo a la no conversión, tantas veces intentada… Ábrete al Señor en fe, en acción de gracias, súplica, ofrecimiento, aceptación…
La piedra blanca y el nombre nuevo. Reflexiona y asómbrate… ¿cuál será el “nombre nuevo” que el Señor desea darte? ¿Qué sentimientos, deseos, esperanza… provoca en ti?

(Quique Climent, Equipo de Lectio Divina de la U.P.Comillas)

lunes, 18 de octubre de 2010

El difícil arte de estar enteramente presente

Hoy no quería arriesgarme a quedarme sin la oración diaria, y he decidido asegurarla quedándome en la iglesia, tras la Eucaristía. En casa me reclaman muchas tareas pendientes y muchos cuidados inexcusables. Pero la oración es también inexcusable si quiero vivir en y desde Dios.
En el templo hace frío y el silencio está ausente. En su lugar, un ruido constante de coches y autobuses, con su chirrido estridente al frenar, constituyen la banda sonora de mi oración silenciosa. Aun así, prefiero estar lejos de la tentación de atender a lo urgente descuidando lo importante.

Llevo un minuto intentando silenciarme cuando una mujer mayor, sin presentación previa, se sienta junto a mí y comienza a hablarme: le ha hecho a la Virgen la promesa de "leer en misa", pero no sabe leer bien y quiere que alguna hermana (por ejemplo, yo) la escuche y la ayude a hacer "prácticas" para adquirir soltura y poder cumplir su promesa. (Por una parte, su deseo me resulta conmovedor).
-"Porque verá, mi marido..."

Y me cuenta toda la historia de su marido, fumador empedernido al que le diagnosticaron hace semanas un cáncer de pulmón bastante grave: su estancia en el hospital, su curación, la cabezonería del enfermo curado que no le ha dado las gracias a la Virgen por el don de su sanación... etc, etc.

Mientras escuchaba, interiormente me reía de mí misma y de mi pretensión de "retirarme apaciblemente" a rezar, a la vez que la voz de Jesús apaciguaba mi impaciencia: "No mires el reloooooj. ¿No estarás pensando en decirle que tienes que marcharte? ¿Vas a dejarla plantada como aquel sacerdote que dejó al hombre apaleado tirado en el camino porque tenía que rezar? Escúchala. Escucha con todo el corazón. Escucharla es ahora tu oración".
Y esas palabras batallaban con estas otras, clamorosas: "¡No hay derecho! ¡Será posible que no pueda yo descansar ni un rato de los problemas ajenos!..."

Y, a la vez, en medio de esa lucha, trataba de articular alguna respuesta sensata a la petición de esa mujer: "leer en misa, aunque no sé leer, porque se lo he prometido a la Virgen..."

Señor, ¡cómo la habrías escuchado Tú! ¡Cómo mirarías tú a esa mujer, como si sólo ella existiera en el mundo! Pero yo estoy dividida. No hay un único interés en mí, que es la absoluta ausencia de interés y la absoluta solicitud por esta mujer que, -por algo será-, hoy se ha acercado a mí.
Te lo suplico, Jesús: ¡Vive en mí! ¡Actúa a través de mí!

Pienso ahora que el encuentro con esa mujer era lo más importante de toda la mañana. Pero yo no estaba enteramente presente para darme del todo a ella.

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"No reces nunca en una habitación sin ventanas" (Talmud)


"Oramos para convertirnos en agentes santos del Dios que nos hizo
para que cuidáramos de la tierra y de todos sus pobladores.

Para asegurarnos de estar viviendo una auténtica vida de oración,
hemos de examinar siempre los frutos que produce en nosotros.
¿Estamos realmente preocupados por los demás por habernos acercado al Dios que los ama
o, por el contrario, hemos transformado la oración en un refugio que nos protege
de las exigencias que nos plantea el ser plenamente humanos?

La oración está destinada a hacernos ver el mundo tal como Dios lo ve.
El compromiso con las necesidades del mundo
es signo de la presencia de Dios en nosotros"


(Joan Chittister, El aliento del alma. Reflexiones sobre la oración, Sal Terrae 2010, 17-18)

sábado, 16 de octubre de 2010

Orar siempre sin desanimarse

Lectio Divina del Domingo XXIX del Tiempo Ordinario - Ciclo C
Lucas 18,1-8: La viuda insistente

1. Invocamos al Espíritu, cantando:

"Ven, Espíritu de Dios y de tu amor enciende la llama.
Ven, Espíritu de Amor. Ven, Espíritu de Amor".



El Espíritu de Dios, unido a nuestro espíritu, nos susurra en el oído palabras de Sabiduría, palabras de vida.
El Espíritu de Dios nos da una nueva visión sobre el mundo y sobre la vida. Nos proporciona el mismo modo de mirar de Dios.
Con toda nuestra capacidad de acoger, nos abrimos a la Palabra pronunciada hoy sobre nosotros.

2. Leemos: Éx 17,8-13; Salmo 120/121; 2 Tim 3,14-4,2; Lucas 18,1-8.

3. Cuando leas:

El mensaje de la Palabra de este domingo podría resumirse en cuatro palabras: ORAR SIEMPRE SIN DESANIMARSE.
En el centro de la Palabra de hoy está la oración constante, incansable, perseverante, continua. La oración no debería ser algo que los cristianos "hacemos" de vez en cuando, ocasionalmente, con ritmo mensual. Ni siquiera con ritmo semanal. Igual que somos seres "pensantes", "sentientes", somos "orantes". La oración es algo que somos, que el Espíritu hace en nosotros. Nos acompaña desde que nos levantamos hasta que nos acostamos.
Al despertar, sin pretenderlo, los ojos se elevan al único Rostro y, aun sin pronunciarlo, el corazón creyente musita el nombre de Dios. Y esa consciencia de la Presencia de Dios es ya oración.

Las lecturas de hoy nos muestran, al menos, cuatro modelos de personas orantes.
El primer modelo es Moisés. Ese episodio de la batalla de Israel contra los amalecitas durante la cual Moisés implora la ayuda de Dios, es un pasaje clásico para hablar de la importancia de la oración de intercesión. Es importante "permanecer en pie en la cima del monte", permanecer firme y resistente en la presencia de Dios, con la confianza de que la ayuda viene de Él que, como un Guardián cuidadoso y atento, no duerme. En el salmo 121, Dios es como un guardaespaldas pegado a nosotros para que nada ni nadie nos haga daño.

El segundo modelo de oración es el de la viuda perseverante y obstinada. Éste es un buen título para la famosa parábola "del juez inicuo". Esta mujer termina arrancándole una acción justa a un hombre cínico y desvergonzado que ocupaba el puesto de juez para el que no era digno (ni le importaban las personas ni tenía temor de Dios). La distancia entre el Dios justo y amoroso y este hombre es infinita. Y si ese hombre malvado hizo, al final, algo bueno, ¡cuánto más escuchará Dios los clamores de sus hijos, como ya lo hizo en el pasado de su pueblo!

Otro modelo de "orante" es Timoteo, al que Pablo exhorta a "permanecer" en lo aprendido y en la Escritura que conocía desde niño, de la que podía aprender sabiduría que conduce a la salvación y a la vida. La manera de "permanecer" en la Palabra es darle vueltas, rumiarla, orarla con fe.

Y el último modelo de orante es Jesús. Lo que Él recomienda a sus discípulos es lo que él mismo hace: orar siempre sin desanimarse. La acción de gracias era su oración habitual. Y los salmos. Y la invocación a su Abbá... Antes de amanecer, ya estaba Él despierto en algún lugar apartado, orando al Padre con el que era una sola cosa.

4. Cuando medites

- ¿Mi oración es continua y llena de confianza?
- ¿Cómo suelo orar?
- ¿Es una oración intimista y cerrada en mis propias necesidades o universal, inclusiva, compasiva, solidaria?

5. Cuando ores

1) Ora despacio, lentamente, el salmo 121, en primera y segunda persona:

Levanto mis ojos a los montes,
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene de Ti, Señor,
que hiciste el cielo y la tierra.

Tú no permites que resbale mi pie.
Tú, guardián mío, no duermes.
No duermes ni reposas,
Señor, Padre nuestro y de Jesús.

Tú, Señor, me guardas a tu sombra,
estás a mi derecha;
de día el sol no me hará daño,
ni la luna de noche.

Tú, Señor, me guardas de todo mal,
Tú guardas mi alma.
Tú guardas mis entradas y salidas
ahora y por siempre.

2) Una forma de permanecer en continua oración es repetir, al ritmo de la respiración, la oración de Jesús: "Señor Jesucristo, hijo de David, ten misericordia de mí...".

3) Tanto si se reza en grupo como individualmente, se pueden presentar oraciones espontáneas intercalando la antífona cantada (u otra similar): "Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá; pedid y se os dará".

6. Oración final

Jesús, Maestro y Señor, gracias por tu Palabra y por el don de tu Espíritu, que ora en nosotros con gemidos inefables y viene en ayuda de nuestra debilidad. Que Él nos ayude a orar siempre sin desfallecer, con confianza en Aquel para el que nada es imposible.

viernes, 15 de octubre de 2010

Oración a Santa Teresa, compañera de camino

Teresa, compañera de camino en la fe,
amiga fuerte de Dios:
enséñanos a confiar en Jesús
y a entregarnos del todo a Él,
con total abandono y confianza,
sin reservarnos nada de lo nuestro,
sin retirar nada de sus manos
una vez que se lo hayamos ofrecido.

Ayúdanos a creer que Él no se cansa nunca de dar,
ni se pueden agotar sus misericordias.
Despiértanos para que no nos cansemos nosotros de recibir,
con humildad y pobreza,
el perdón y la salvación que nos regala sin medida.

Teresa, compañera de camino en el amor:
enséñanos a acudir todos los días a su cita,
en oración y soledad,
para tratar de amistad
con quien sabemos nos ama.
Queremos aprender de ti a entrar todos los días
en la morada del centro del corazón,
allí donde pasan las cosas de mucho secreto
entre Dios y el alma.

Que el amor de Cristo nos apremie
y que los quehaceres cotidianos,
la pereza o la tibieza,
no nos impidan reservar
un espacio privilegiado
para el Dueño y Señor de nuestra vida.

Teresa, compañera de camino en la esperanza:
enséñanos a no tener miedo en la tribulación,
a no desanimarnos en la adversidad,
a no desfallecer en el fracaso,
a no temer la enfermedad,
a caminar como tú, andariega de Dios,
por los caminos de la vida,
dando a conocer su Nombre.

Teresa, enamorada de Dios,
ayúdanos a decir y a sentir contigo:
“Aunque todo lo pierda, sólo Dios basta;
siendo Dios mi tesoro, nada me falta”.





Cantado por Mina

miércoles, 13 de octubre de 2010

Lectio divina de Apocalipsis 2,1-11

"Has abandonado el amor primero"
Lectura orante de Apocalipsis 2, 1-11


2“1 Al ángel de la Iglesia de Éfeso escríbele: Esto dice el que sujeta en la diestra las siete estrellas, el que camina entre las siete lámparas de oro: 2 “Conozco tus obras, tus fatigas, tu paciencia, que no toleras a los malvados; que has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles sin serlo y has comprobado que son falsos; 3 has soportado y aguantado por mis causa sin desfallecer. 4 Pero tengo algo contra ti: que has abandonado tu amor del principio. 5 Fíjate de dónde has caído, arrepiéntete y haz las obras del principio. De lo contrario, si no te arrepientes, vendré y removeré tu lámpara de su puesto.
6 Aunque cuentas con esto, que detestas la conducta de los nicolaítas, como yo la detesto. 7 ¡Quien tenga oídos, escuche lo que dice el Espíritu Iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios.
8 Al ángel de la Iglesia de Esmirna  escríbele: Esto dice el primero y el último, el que estaba muerto y revivió. 9 Conozco tu aflicción y tu pobreza, pero eres rico; que te injurian los que se dicen judíos y son más bien la sinagoga de Satanás. 10 No te asuste lo que has de padecer; porque el diablo va a meter en la cárcel a algunos de vosotros y sufriréis durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida. 11 Quién tenga oídos escuche lo que dice el Espíritu a las Iglesias. El vencedor no padecerá la muerte segunda.

CUANDO LEAS
En la lectura del jueves pasado Juan narraba con abundancia de detalles, la génesis del encargo que Jesús, el Resucitado, le confía: “lo que ves escríbelo en un libro y envíalo a las siete iglesias”, (1,11). Juan se presenta como vidente y pone énfasis en ello: él vio -el verbo ver aparece unas 55 veces-, pero antes oyó (1,10). Lo que Juan atestigua está contenido en las cartas que forman la primera parte del Libro del Apocalipsis. La lectura orante de hoy y los dos próximos jueves está dedicada a estas cartas. Esta tarde veremos los mensajes dirigidos a las comunidades de Éfeso (2,1-7) y de Esmirna (2,8-11). Las cartas forman un conjunto que es preferible no dividir pero, en nuestro caso, es obligado. Por otra parte, parece útil una presentación general del conjunto de lo que algún historiador ha llamado cartas desde el exilio (pues son palabras de un desterrado), y también cartas de teofanía  (el vidente escribe “lo que el mismo Señor pascual le encarga diga a las iglesias”). Estas composiciones son importantes para la comprensión del libro entero, pues proporcionan más información sobre este grupo de iglesias de lo que es habitual en los libros del N.T.

La sección que reúne las cartas (1,4-3,22) comienza con una fórmula de inicio (1,4-5a), como si las siete cartas que siguen fueran parte de una composición más amplia. En dicha fórmula de inicio, se destacan saludo, remitente y destinatario. Son siete las iglesias a las que se dirigen las cartas. Siete en el A.T. es el número de lo completo, de la totalidad determinada o definida. En el N.T. se mantiene este simbolismo, lo vemos aplicado desde la genealogía de Mateo hasta el Apocalipsis. Por una parte, que sean siete facilitó que adquirieran una dimensión simbólica y típica, aplicable a la Iglesia en general. Por otra, la cercanía entre dichas comunidades y los detalles concretos con los cuales Juan las caracteriza, hace pensar que se trata de comunidades reales e históricas, con problemas específicos que él conoce y manifiesta en las cartas,  se pueden reunir en tres grupos: falsa doctrina (Éfeso, Pérgamo y Tiatira); persecución (Esmirna y Filadelfia); autocomplacencia (Sardes y Laodicea). Son comunidades fundadas en los años cincuenta por Pablo o alguno de sus colaboradores. El tiempo transcurrido ha erosionado su cristianismo y ya no tienen el empuje anterior.

En cada carta encontramos el mismo esquema:
- dirigidas “al ángel de” .. En el Apocalipsis los ángeles actúan constantemente,
- un título específico dado a Jesús, procedente de la visión del cap. 1,
- el cuerpo de la carta, en el que el Cristo se presenta como el que la conoce a fondo: “conozco”,
- un examen y una reprensión o alabanza según los casos,
- una promesa para el vencedor: se describe con alguna imagen asociada a la vida futura

El centro de todo lo narrado en el libro, desde el principio, es Jesucristo resucitado, “el que vive” (1,18). A su persona y a su actividad se refiere constantemente el libro. A lo largo de sus páginas se presenta a Cristo como Cordero sacrificado, aunque ya glorificado, que se desposa con la Iglesia. El mensaje es: se acercan momentos decisivos y, en tal encrucijada, los cristianos han de elegir y ser consecuentes, incluso exponiendo sus vidas. Las cartas son una poderosa llamada a la conversión.

Cartas a Éfeso y Esmirna . Ambas eran ciudades muy importante dentro del Imperio romano.
Éfeso, capital de la poderosa Provincia de Asia, con 250.000 habitantes y derecho a tener magistraturas, albergaba el Templo de Artemisa (Diana para Roma), considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo. El mensaje para Éfeso del que “camina entre las siete lámparas de oro” (2,1-7), testifica que conoce  “sus obras, su paciencia, su perseverancia”; el haber descubierto a quienes se presentan como apóstoles y no lo son; pero le reprocha el abandono de “amor del principio”  (2,4), el “primer amor”, y le pide conversión,  arrepentimiento y volver a las obra del principio (2,5). Primera ciudad en lo político, es invitada a mostrarse la primera en la fe, así “le dará a comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios” (2,7b), es decir podrá participar del ágape , gozar de de una perenne plenitud de vida.
Esmirna es admiraba por los antiguos por el conjunto de magníficos monumentos que rodeaban la cima del monte Pago; se hablaba de la “corona de Esmirna”, además de estadios, uno de ellos para 24.000 espectadores; ciudad famosa por sus juegos, pero pobre como iglesia. La carta la presenta como “comunidad en lucha”, perseguida por la comunidad judía. Jesús es presentado como “el que estaba muerto y revivió”  (2,8), como vencedor de la muerte. A esta comunidad pobre sólo se le aplican elogios porque en medio de la persecución, la pobreza y las injurias, la comunidad es rica por su adhesión a Jesús (2,9-10). La promesa al vencedor entregarle: “la corona de la vida”, no padecerá la “la muerte segunda” (20,14). “Además de la muerte física que, para el cristiano no interrumpe la vida, hay una muerte definitiva y total, que no padecerá quien colabora en la obra liberadora de Jesús”.

CUANDO MEDITES
Éste es un texto, un libro, para leerlo y releerlo.
Si Juan se dirigiera hoy directamente a nosotros, a nuestras Iglesias, ¿volvería a hacerlo como lo hizo hace dos mil años?
¿Encontraría como entonces un mundo tan lleno de injusticias y de “plagas” como el nuestro (guerras, hambre, crisis financiera, calentamiento global, prepotencia de los países ricos en sus relaciones comerciales, violencia contra la muerte y, en general, los más débiles, la droga como un cáncer social?
¿Encontraría unas comunidades vigorosas o, por el contrario, las encontraría “complacidas” por interpretaciones light  del compromiso cristiano “que predican un cielo que no baja a esta tierra”, que no exige de nosotros un compromiso a favor del reinado de Dios, una opción por los excluidos del sistema?
Vería también la cantidad ingente de mártires por persecución, por confesión de la fe, por trabajar por unas Estructuras más dignas. Vería, sin duda, que sigue existiendo el imperio y que seguimos doblando nuestras rodillas ante él.
Pero en este mundo, tan parecido al que Juan conoció y padeció, volvería a escribir un mensaje de esperanza que fundamentara profundamente la resistencia y la esperanza de las comunidades cristianas que se mantienen fieles al “amor primero”.
¿Qué nos dice Juan de nosotros mismos? ¿Nos ayuda a conocer mejor algunos rasgos, positivos o negativos, de nuestra manera de ser cristianos? ¿Qué rasgos de fidelidad o infidelidad al Evangelio encontramos en nosotros, en nuestro grupo de fe? ¿Cómo influye la cultura dominante en nuestra fidelidad e infidelidad al evangelio?
En estos momentos de silencio repasemos lo que más nos ha llamado la atención, o lo que hemos descubierto en esta lectura y meditación.

CUANDO ORES

Hemos leído y meditado “lo que dice el Espíritu a las Iglesias”, las cartas dictadas por el Señor Resucitado. Dejemos que resuene en el silencio de nuestro corazón sus palabras a Juan “no temas”, que también son para nosotros, porque conoce bien nuestras flaquezas, problemas, olvidos, también nuestra fidelidad.
Quedémonos a su lado escuchando las promesas que contienen las cartas.
La promesa a la comunidad de Éfeso: al vencedor, es decir, al que renueva eficazmente su “amor primero” (2,4), “le daré a comer del árbol de la vida” (2,7), una comunión con Dios como aquella de que gozaban en el paraíso, puede ser también una promesa para nosotros, si “pasamos el examen”.
A Esmirna: “sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida”, la “corona que es la vida”, es decir, la vida en plenitud, como coronación de una fidelidad esforzada a Cristo.
Pidamos amplitud para nuestra esperanza, que se haga “teologal” de verdad. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! (20,6).




(Trinidad Brunet, Equipo de Lectio Divina de la U.P.Comillas)

sábado, 9 de octubre de 2010

Mis claves de seguimiento de Jesús

Hoy tendremos, en Madrid, un retiro, como Familia Paulina, en preparación a la fiesta del Divino Maestro, que celebramos siempre el último domingo de octubre y es la fiesta titular de nuestra congregación, como nuestro nombre indica: Pías Discípulas del Divino Maestro.
Este año hemos invitado a Pedro Barrado a animar el retiro. Pedro es teólogo y especialista en Sagrada Escritura, y dedica gran parte de su tiempo a la divulgación de la Biblia en el ámbito parroquial. Es el director de la Escuela Juan XXIII, de Hermanandades del trabajo de Madrid, y secretario de la Asociación Bíblica Española. Ha publicado La oración del barrio (1997), Preguntas clave sobre la Biblia (2001) y Jesús de Nazaret, el Cristo de Dios (2008).
Lo que le he pedido a Pedro es que, en las charlas, nos comunique sus claves de seguimiento de Jesús desde una perspectiva totalmente personal. Que nos hable de su experiencia, de Jesús como Maestro de su vida. De lo que a Él le parece esencial para ser un buen discípulo. De cómo lo vive él. No quiero que nos hable de Jesús como Maestro en Marcos, Juan o Pablo. Sino de Jesús como Maestro en el evangelio de Pedro Barrado, aunque en la exposión, claro está, acuda a Marcos, Juan o Pablo.
Y ya que le he pedido a él este ejercicio, me he propuesto hacer lo mismo.
Así, de repente, esta mañana, en la meditación, pensaba mis claves de seguimiento en gerundio: escuchando, contemplando, amando, com-padeciendo, co-laborando, creyendo y esperando.

Aún quiero rumiar y ahondar esto durante el día.

¿Cuáles son tus claves de seguimiento?

jueves, 7 de octubre de 2010

Los jueves de Comillas

Toda la actividad pastoral comienza a activarse en el mes de octubre. También Comillas y sus jueves bíblicos.
En efecto, todos los jueves de mes hay, durante el curso, en la sede de Alberto Aguilera, 25 de Madrid, o bien lectio divina, o bien conferencia bíblica.
Las conferencias se denominan "Aula Schökel" y se imparten en el Aula Magna a las 8 de la tarde. Ésta es la programación:
Día 28 de octubre: Pablo, un hombre entre dos mundos (José Ramón Busto)
Día 18 de noviembre: Los símbolos del Apocalipsis (Francisco Ramírez)
Día 16 de diciembre: En la escuela de las mujeres orantes de Israel (Elisa Estévez)
Día 20 de enero: Los evangelios de la Infancia (Pablo Alonso)
Día 17 de febrero: La mujer en la teología y en la literatura del Cuarto Evangelio (Secundino Castro)
Día 17 de marzo: ¿Qué es la espiritualidad del A.T.? (Pedro Zamora)
Día 28 de abril: El viaje en el A.T. (Enrique Sanz)

(Equipo de Lectio Divina de Comillas)

El resto de los jueves, de 7.30 a 8.30, en la iglesia de Comillas-ICAI haremos la lectura orante del libro del Apocalipsis.
Comenzamos ya hoy, día 7, con Ap 1,1-20. El guión lo ha preparado el jesuita Quique Climent y hoy hará una introducción global al libro y al autor, más que centrarse exclusivamente en el texto.
El Apocalipsis es un libro difícil y algunos miembros del equipo de preparación experimentamos cierta "resistencia" a optar por él para rezar, dada la complejidad de su forma y su mensaje. Pero nos hemos tirado de cabeza a la piscina y esperamos que el Espíritu Santo nos saque a puerto de luz e ilumine las horas de oración en torno a esta Palabra de esperanza para tiempos recios.
Os dejo aquí el guión para la oración con el deseo de que sirva tanto a grupos como a personas individuales en su aproximación al Apocalipsis.

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Apocalipsis de Juan (1, 1-2O)

[1]Revelación que Dios confió a Jesucristo para que mostrase a sus siervos lo que va a suceder pronto; y él la manifestó enviando su ángel a su siervo Juan, [2]el cual atestigua que cuanto vio es palabra de Dios y testimonio de Jesucristo. [3]Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía y observen lo escrito en ella. Pues su plazo está próximo.

Mensaje a las siete Iglesias
[4]De Juan a las siete Iglesias de Asia: os deseo el favor y la paz de parte del que es, y era y será, de parte de los siete espíritus que están ante su trono [5]y de parte de Jesucristo, el testigo fidedigno, el primogénito de los muertos, el Señor de los reyes del mundo. Al que nos ama y nos libró con su sangre de nuestros pecados, [6]e hizo de nosotros un reino, sacerdotes de su Padre Dios, a él la gloria y el poder por los siglos [de los siglos] amén.
[7]Mira que llega entre nubes:
todos los ojos lo verán,
también los que lo atravesaron;
y todas las razas del mundo
se darán golpes de pecho por él.
Así es, amén.
[8]Yo soy el alfa y la omega,
dice el Señor Dios, el que es, y
era y será, el Todopoderoso.

Visión de Jesucristo
[9]Yo Juan, hermano vuestro, compañero vuestro en la pena y el reinado y la paciencia por Jesús, me encontraba en la isla de Patmos a causa de la Palabra de Dios y el testimonio de Jesús. [10]Un domingo, se apoderó de mí el Espíritu, escuché detrás de mí una voz potente, como de trompeta, [11]que decía: Lo que ves escríbelo en un libro y envíalo a las siete Iglesias: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea. [12]Me volví para ver de quién era la voz que me hablaba y al volverme vi siete lámparas de oro [13]y en medio de las lámparas una figura humana, vestida de túnica talar, el pecho ceñido de un cinturón de oro; [14]cabeza y cabello blancos como la lana blanca o como nieve, los ojos como llama de fuego, [15]los pies como de bronce bruñido y acrisolado, la voz como el estruendo de aguas torrenciales. [16]En la diestra sujetaba siete estrellas, de su boca salía una espada afilada de doble filo; su aspecto como el sol brillando con toda su fuerza.

[17]Nada más verlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniéndome encima su diestra, me dijo: No temas. Yo soy el primero y el último, [18]el que vive; estuve muerto y ahora ves que estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y el Abismo. [19]Escribe lo que viste: lo de ahora y lo que sucederá después. [20]Éste es el símbolo de las siete estrellas que viste en mi diestra y de las siete lámparas de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete Iglesias, las siete lámparas son las siete Iglesias.

CUANDO LEAS

- “Apokalypsis”: transcripción de un término griego que significa revelación, manifestación. Los Apocalipsis tuvieron una gran difusión en ambiente judío (incluso entre los esenios de Qumram), durante los dos siglos anteriores a Cristo. Se caracteriza por llevar el pasado a un desenlace inminente (perturbación cósmica) al que sigue el futuro dichoso definitivo. Símbolos, imágenes, números que anuncian, manifiestan y revelan la intención del autor, el mensaje que el autor sabe que debe transmitir de parte de Dios.
- Fecha: Durante el reinado de Domiciano (hacia el 95). Algunas partes pueden ser anteriores, quizás del tiempo de Nerón (antes del año 70).
- Autor: El autor del texto se llama así mismo Juan (1,9), desterrado en la Isla de Patmos por su fe en Jesucristo. El autor parece de origen judío, mediano conocedor del griego y muy versado en el A.T. (profecías) y experto en el manejo del género apocalíptico. Una tradición, representada por San Justino (finales s. II) identifica a nuestro autor con Juan evangelista.

Hay otras interpretaciones que señalan las diferencias de lenguaje, estilo y algunos puntos teológicos.
- Finalidad: El texto es un escrito demandado por la situación, pretende prevenir y, a la vez, animar la moral de los cristianos que ven la terrible persecución que ha diezmado a la Iglesia. Escribe a las iglesias de Asia Menor. Anima al cumplimiento de la voluntad de Dios en estos tiempos de oscuridad. Se alude a los grandes temas proféticos tradicionales: Dios vendrá a liberar a su pueblo.
- Juan se presenta a las Iglesias expresando su relación hacia Jesús. Juan, hermano y compañero de tribulación de los cristianos se encuentra en Patmos por causa de la Palabra de Dios y el testimonio de Jesús (1,9). Juan desea comunicar su mensaje de hermano a hermano ya que comparten el mismo destino: la relación con Jesús. De la unión con el Señor Jesús vendrá la fuerza para resistir y la participación plena en el Reino. Afirma solemnemente, atestigua, que su escrito es palabra de Dios, profecía y testimonio de Jesucristo. Todo viene de Jesús.
- La visión: un domingo (día del Señor), se apoderó de mi el Espíritu (1,10) y se le ordena comunicar lo que ve a las siete Iglesias..
- Jesucristo en medio de su Iglesia (1,9 - 3,22). En otro textos apocalípticos el anunciador es un ángel, aquí el mediador es Jesucristo, testigo fidedigno (1,5; 3,14). El ambiente es de lectura litúrgica. La primera figura vista por Juan es Jesucristo en medio de los siete candelabros. Jesucristo Poder y Majestad por el aspecto que Juan describe (1,12-16), Los siete candelabros de oro crean el ámbito de los sagrado (Ex 25,31: 1 Re 7,49) y presentan al que aparece en medio de ellos como el Señor.
- La figura del Hijo del Hombre (1,12-16): Semejante al Hijo del Hombre (Dan 7,13-14) subiendo en una nube a recibir la investidura del Anciano. Todos los detalles revelan una fuerza extraordinaria y una gran dignidad: ojos-llamas de fuego, pies-metal precioso, la voz, la mano derecha… Dignidad, majestad, fuerza, poder, sabiduría de juez… Juan cae como muerto… y Jesús posa la mano sobre él: “No temas” (1,17).
- Autopresentación de Jesús (1,17-20): “Primero y último”… Totalidad. Rasgos que en AT son propios de la manifestación de Dios. Equiparación de Jesús con Dios y también Jesús es definido por la Vida y por el poder sobre la vida. Todo queda orientado hacia la vida. El Resucitado tiene las llaves del Abismo y de la muerte…
- Los candelabros de oro están de forma permanente en el Templo ante la Majestad de Dios. Son las siete Iglesias continuamente orientadas hacia Cristo y, a la vez, son luz que guía a los hombres hacia el Señor (cf. Mt,14-16), Los ángeles muestran la vinculación estrecha entre las comunidades con el Señor, como estrellas en manos de Jesús.

CUANDO MEDITES

Releer despacio el texto. Dejarse impresionar por la experiencia de fidelidad al seguimiento de Jesús del Vidente. En la experiencia personal y en la experiencia de la Iglesia Jesús puede aparecer, con frecuencia ausente y débil… aquí aparece como el Señor de la vida, capaz de vivificar nuestra existencia más allá de las pruebas y de las oscuridades

CUANDO ORES

- Dejar que surjan sentimientos de alabanza ante el Misterio que se nos desvela.
- Acción de gracias porque Jesús posa la mano sobre nosotros. Escuchar una vez más: “No temas”
- Adoración al Cristo presente en la Iglesia y petición de ayuda para ser luz que guía a los hombres hacia el Señor (cf. Mt,14-16)
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Muy recomendable: Klemens Stock, “La última palabra es de Dios. El Apocalipsis como Buena Noticia”, San Pablo, 2005


(Quique Climent, Equipo de Lectio Divina de la U.P.Comillas)

miércoles, 6 de octubre de 2010

¿Cuál es tu tormento?

Hace días me enteré de la muerte de un conocido por el que sentía gran aprecio y simpatía. Era un hombre joven, de fe, alegre y entregado a su tarea. Era un hombre querido  allí por donde iba pasando. No estaba solo. Tenía grandes amigos y muchos conocidos con los que podía relacionarse, comunicarse y explayar su vida. Y aun así, no sé por qué misteriosa o absurda razón, se quitó la vida.

También es para mí un misterio el hecho de que una persona no pueda gritar su angustia, ni pedir ayuda, ni aferrarse a las manos de alguien para salir de su infierno. Y otro absurdo incomprensible es que podamos convivir con personas desesperadas sin darnos cuenta del abismo de su desesperación, o quizá sin atrevernos a preguntar cuál es su tormento.

En cualquier caso, este hombre joven, que tenía toda una vida de posibilidades por delante, ya no está. Creo que el Dios en quien creo, si tuviera manos y pies, hubiera corrido a detener sus pasos y hubiera tirado de él hacia la vida, exactamente como lo habría hecho un amigo, una madre o un padre.
Pero Dios "está en el cielo y nosotros aquí, en la tierra" (Qohélet), y nos ha dado la bendita y la maldita libertad de elegir lo que hacemos de nosotros mismos.
Dudo que un enfermo de desesperación tenga esa libertad. Pero a los que estamos sanos siempre nos quedará la posibilidad de arriesgarnos a preguntar: "¿Cuál es tu tormento? ¿Hay algo que pueda hacer por ti hoy?" (1).


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(1) Cf. Simone Weil, A la espera de Dios, Trotta 1998, 72: "Los desdichados no tienen en este mundo mayor necesidad que la presencia de alguien que les preste atención. La capacidad de prestar atención a un desdichado es cosa muy rara, muy difícil; es casi -o sin casi-un milagro...
La plenitud del amor al prójimo estriba simplemente en ser capaz de preguntar: "¿Cuál est tu tormento?". Es saber que el desdichado existe, no como una unidad más en un serie, no como ejemplar de una categoría social que porta la etiqueta "desdichados", sino como hombre, semejante en todo a nosotros, que fue un día golpeado y marcado con la marca inimitable de la desdicha. Para ello es suficiente, pero indispensable, saber dirigirle una cierta mirada...".