domingo, 28 de octubre de 2012

La oración es... "dejar que Él me programe la hoja de ruta"

CÓMO REZA DOLORES ALEIXANDRE

Desconozco si el modo de orar de Dolores Aleixandre sigue siendo el mismo que describe aquí. El presente escrito fue publicado en la revista El Ciervo en 2006. En todo caso, sigue siendo un testimonio fresco y vivo de la oración de esta mujer admirable, que sigue alentando la fe de muchos, con su presencia y sus escritos.
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El otro día, cuando un taxista me preguntó por dónde quería que fuéramos, le contesté: “Lléveme por donde le parezca mejor”. Y como no me voy a fiar de Dios menos que de un taxista, lo que trato de hacer cuando rezo es dejar que Él me programe la hoja de ruta. Llevo ya tiempo bastante convencida de que esto de la oración le importa a Dios más que a mí, de que es más asunto suyo que mío y de que, como me descuide (San Juan de la Cruz decía aquello de “dejando mi cuidado”) y me ponga a tiro de su acción, Él hará lo que acostumbra, que es hacernos parecidos a Jesús. Así que si lo suyo es amar y comunicarse como le dé su real divina gana, me parece que lo mío es ante todo no estorbar.

Cada noche leo el evangelio del día siguiente y trato de que me resuene también en el corazón la “otra Palabra” que Él ha ido pronunciando a través de las personas y las cosas que han pasado en el día y luego procuro que ese “rumor” me acompase el sueño, en vez del barullo de los tertulianos radiofónicos, televisivos o literarios. A esa hora les digo como en el cónclave: Exeant omnes!, y les cierro la puerta sin más contemplaciones. Sólo se queda dentro la gente que va a acompañarme al día siguiente cuando rece.

En la mañanita echo mano del “kit de oración” consistente en cojín de zen que me ayuda a mantenerme en buena postura, rincón tranquilo con icono y vela encendida (valiente tontería pienso a veces, porque suelo cerrar los ojos). Con el ir y venir de la respiración voy repitiendo tranquilamente el nombre de Jesús o algunas palabras hebreas como honeni, moskeni o tov hasdeha mehayim que no pienso explicar lo que significan (1). También aprovecho las “ofertas de temporada”, o sea los distintos momentos del año litúrgico: no es lo mismo respirar el nombre de Jesús en Adviento que en Pascua o en Pentecostés. Y no me pregunten por qué.

A veces me rondan las tentaciones: “Vaya desperdicio de imaginación, con la cantidad de ideas de colores que a ti se te ocurren enseguida, en vez de esta sosera tan vacía y tan oscura”. Me defiendo como puedo, agarrada a la experiencia ya antigua de que esa es para mí la puerta estrecha para “entrar en lo escondido” y quedarme ex-puesta a la mirada del Padre. Por eso me agarro como una náufraga al ir y venir de la respiración, que como una okupa benéfica, va desalojando mi corazón de ideas, de palabras y de las distracciones pesadísimas que entran y salen brincando como pulgas de playa.
En medio de tantos intentos torpes y a trompicones, sigo pensando que no sé rezar, pero me consuela pensar que lo contrario (creerme que ya he aprendido) sería mucho peor.

Luego está la oración del entredía, pero esa es otra historia.


(Publicado en la revista El Ciervo, 05.07.06)
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(1) “Honeni”, “¡Misericordia!” (cf. Sal 51,3; 56,2; 57,2…); “Moskeni ahareka”, “Arrástrame/atráeme hasta ti”, Cant 1,4; “Tov hasdeha mehayim”, "Tu amor vale más que la vida", Sal 63,4.

sábado, 27 de octubre de 2012

Lectio Divina de los evangelios dominicales - ciclo B

Calendario de Lectio Divina de los evangelios dominicales del Ciclo B, junio-noviembre de 2012:


1) 24 de junio: Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista, Lc 1,57-66.80
Lectio de la hna. Concepción González: Lc 1,57-66.80

2) 1 de julio: XIII del Tiempo Ordinario,
Mc 5,21-43 (lectio de la UPComillas; autora: hna. Conchi López, pddm)
Mc 5,21-43, hna. Conchi López, pddm

3) 8 de julio: XIV del Tiempo Ordinario, Mc 6,1-6

4) 15 de julio: XV del Tiempo Ordinario, Mc 6,7-13
Lectio de la UPComillas: Mc 6,1-13

5) 22 de julio: XVI del Tiempo Ordinario, Mc 6,30-44; Mc 6,30-44 (lectio de la UPComillas)

6) 29 de julio: XVII del Tiempo Ordinario, Jn 6,1-15

7) 5 de agosto: XVIII del Tiempo Ordinario, Jn 6,24-35

8) 12 de agosto: XIX del Tiempo Ordinario, Jn 6,41-51

9) 19 de agosto: XX del Tiempo Ordinario, Jn 6,51-58

10) 26 de agosto: XXI del Tiempo Ordinario, Jn 6,60-69

11) 2 de septiembre: XXII del Tiempo Ordinario, Mc 7,1-8.14-15.21-23 (lectio de la UPComillas)

12) 9 de septiembre: XXIII del Tiempo Ordinario, Mc 7,31-37; Mc 7,24-37 (lectio de la UPComillas)

13) 16 de septiembre: XXIV del Tiempo Ordinario, Mc 8,27-35; Mc 8,27-30 (lectio de la UPComillas)

15) 29 de septiembre: XXVI del Tiempo Ordinario, Mc 9,38-43.45.47-48
* Otra propuesta de lectura orante: Marcos 9,42-50.

18) 21 de octubre: XXIX del Tiempo Ordinario, Mc 10,35-45, hna. Conchi López, pddm
Otra propuesta de lectura orante de Mc 10,35-45, hna. Concepción González, pddm

19) 28 de octubre: XXX del Tiempo Ordinario, Mc 10,46-52, hna. Conchi López, pddm

20) 4 de noviembre: XXXI del Tiempo Ordinario, Mc 12,28b-34, hna. Conchi López, pddm

22) 18 de noviembre: XXXIII del Tiempo Ordinario, Mc 13,24-32, hna. Conchi López, pddm
* Otra propuesta de lectura orante en: http://discipulasdmbiblia.blogspot.com.es/2012/06/domingo-xxxiii-del-tiempo-ordinario.html

23) 25 de noviembre: XXXIV del Tiempo Ordinario. Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, Jn 18,33b-37

viernes, 26 de octubre de 2012

Con los ojos fijos en Jesús: Marcos 11-16

Mc 11: Una fe que mueve montañas

"Jesús les respondió: Tened fe en Dios. Yo os aseguro que quien diga a este monte: Quítate y arrójate al mar, y no vacile en su corazón, sino que crea que va a suceder, lo obtendrá. Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis" (Mc 11,22-24)

Este texto sobre la oración enlaza con otro texto problemático, el de Mc 11,12-14: Jesús sale de Betania, siente hambre, se acerca a una higuera aparentemente frondosa para comerse un higo pero, pese a su apariencia, la higuera no tiene fruto y Jesús la maldice.
El episodio crea malestar e incomodidad en los lectores. ¿Cómo podía Jesús ser tan irascible, tan arbitrario y caprichoso? Y, para colmo, el evangelista añade que "no era tiempo de higos". Es como pedir peras al olmo...
El lector se escandaliza de la actuación de Jesús, ¡y con razón! Si el relato tuviera que entenderse literalmente, el comportamiento de Jesús sería absurdo e inmaduro, indigno de un Maestro de sabiduría... Y, desde luego, no es ése el retrato de Jesús que tenemos en todos los evangelios. Así es que es obvio que hemos de interpretar este pasaje en otra clave distinta de la literal. El episodio hay que entenderlo de modo simbólico. En el A.T., la higuera y sus frutos son símbolo de Israel. Os 9,10 llama a Israel "fruto temprano de higuera". Jeremías tiene una visión de dos cestos, uno lleno de higos buenos y otro lleno de higos malos, no comestibles (24,1-10). Son símbolo de los exiliados fieles y de los traidores a la patria y a las raíces de su fe. Miqueas tiene un texto parecido al de nuestro evangelio: "¡Ay de mí, que he venido a ser como en las recolecciones de verano, como en la rebusca de la  vendimia! ¡Ni un racimo que comer, ni una breva que tanto desea mi alma!" (7,1ss). El desencanto de Miqueas se explica porque los piadosos y los rectos han desaparecido de la tierra y los malos hacen todo tipo de fechorías... Ése es el desencanto de Jesús al acercarse a su Israel amado y ver que no tiene frutos de vida.
Al entrar en Jerusalén, Jesús realiza dos acciones simbólicas: su entrada al estilo del Mesías manso y humilde de corazón de Zacarías, y la purificación del templo, escena situada, como en un sandwich literario, entre los  textos sobre la higuera estéril, que es el pueblo de Israel, el pueblo judío, que no da el fruto de vida esperado.
"Por extensión, las palabras de Jesús alcanzan a toda religión que se queda en la apariencia, en las formas o la imagen, olvidando lo único que realmente importa: el fruto de bondad a favor de la vida" (Enrique Martínez Lozano).

Tras la maldición de la higuera, viene el episodio del templo de Jerusalén, convertido en "cueva de bandidos". Ya no es lugar de encuentro con Dios, sino lugar de injusticia. Ya no es casa de oración, lugar de contacto con la Fuente de la vida. Está seco de raíz.
Sin embargo, quien tiene fe en Dios, verdadera confianza, es firme como una roca y da fruto abundante. "Es como un árbol plantado al borde de la acequia, da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas" (Sal 1,3).
El dicho de que "la fe mueve montañas", en Marcos, va unido al poder de la oración, que no hay que entender de un modo infantil, como un poder mágico que la persona puede usar en provecho propio.

Mc 14: Le negaron todos


"Todos os vais a escandalizar... Pedro le dijo: 'Aunque todos se escandalicen, yo no... Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré'. Y lo mismo decían también todos". (...) "Y abandonándole, huyeron todos" (Mc 14,27-31.50).

"Escandalizarse" es, en este pasaje, sinónimo de negar a Jesús, apostatar de él, abandonarle. "¡Vela, vela, Pedro! El espíritu está dispuesto pero la carne es débil", le había dicho Jesús a Pedro. Y él, con su impulsividad de siempre, había desestimado los avisos de su Maestro. "¡Moriré contigo!" Hace falta una fe muy grande y un amor más grande aún para compartir la desdicha de aquellos a quienes amamos. Cuando la amenaza de muerte fue real para Jesús, ninguno tuvo la fe y el amor suficiente.

Mc 15: Los paganos desvelan el secreto

"Verdaderamente, este hombre era hijo de Dios" (Mc 15,39)

Solo, torturado, abandonado de todos, sin figura, sin belleza, víctima de una muerte injusta, clavado en un madero... Así terminó Jesús. ¡Y éste era el hijo de Dios! Secreto guardado a lo largo de todo el evangelio y confesado ahora por un pagano.
No fueron los discípulos quienes confesaron la identidad de su Maestro.
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"¡Yo no conozco a ese hombre de quien habláis!" (Mc 14,71).
Pedro, ese hombre de quien hablaban es tu Maestro, es aquel a quien amabas.
Es aquel que te llamó en la orilla del lago y te dio una vida nueva.
Es aquel que te dejó sin palabras, tantas veces, y con una sola pregunta en los labios:
"¿Pero quién es éste?"
Es aquel que pasó sanando, liberando, haciendo andar a los cojos y ver a los ciegos.
Es aquel que puso en el centro de su compasión al hombre y la mujer
despojados de su dignidad, excluidos, marginados y oprimidos.
Es aquel que viste en la montaña, atravesado por la luz del Santo, Bendito sea.
Es aquel que te lavó los pies y te enseñó a vivir
confiado en la Providencia amorosa del Padre.
Es aquel a quien dijiste que acompañarías hasta la muerte.
Es el Mesías, el Hijo de Dios, el Servidor de los hombres.

Un pagano ha vislumbrado ese Misterio en su modo de morir.
¿No lo viste tú, Pedro, en su modo de vivir?
Te cegaron tus falsas expectativas.
Tus ideas sobre Dios y su Mesías te impidieron ver al Dios que Es,
y acoger al Mesías Servidor que Es.
Éste es el Hombre, Pedro. Éste es el Hijo de Dios. Éste es el Amor y la Vida.
Llora tu ceguera. Llora si quieres. Pero, déjala atrás.
El Dios de la Vida te sale al encuentro, nuevamente,
en la orilla del mar, y te pregunta incansable:
"Pedro, ¿me amas?, ¿me amas?, ¿me quieres?".
Y ponte en camino de nuevo, Pedro,
dispuesto, esta vez, a vivir y a morir
siguiendo las huellas de tu Maestro-Servidor.
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Mc 16: La fe es un don

"Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella [María Magdalena], no creyeron. Después de esto, se apareció bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás, pero tampoco creyeron a éstos. Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón por no haber creído a quienes le habían visto resucitado" (Mc 16,11-14).

La resurrección no es obvia.
La tumba vacía no es una prueba.
De los testigos siempre se podrá decir que mienten o que se han autoengañado... Sólo la fe y la experiencia personal del Dios Vivo es "prueba" y "garantía", para cada persona, de que Dios existe y de que Jesús está Vivo.
Es inútil tratar de "convencer" a nuestros amigos, parientes o conocidos "ateos" de la existencia de Dios. Lo único que podemos hacer es unirnos a Él de tal manera que transparentemos algo de su Ser.

Mc: El Señor trabaja con nosotros

" Éstos son los signos que acompañarán a los que crean..." (Mc 16,17).
Ellos salieron a predicar por todas partes y el Señor actuaba con ellos..." (Mc 16,20).

El signo de la fe es la victoria sobre el mal. Nada puede hacernos daño si estamos íntimamente unidos a Él y Él vive en nosotros.
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jueves, 25 de octubre de 2012

Con los ojos fijos en Jesús: Marcos 7-10

Mc 7: La fe de una mujer pagana

"Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija" (Mc 7,29)


En este capítulo, aparece una mujer que te sorprende y te "convierte". ¡También a mí me asombra!
Ella te "rogaba" y tú le "decías". El imperfecto da a entender que hubo insistencia, que hubo repetidas peticiones y repetidas negativas: "No está bien echar el pan de los hijos a los perros".
¡Duras palabras, Jesús! Como buen judío, estabas convencido de que "habías sido enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel". Pero esta mujer hizo como tu madre en las bodas de Caná: forzó tu hora, forzó tu apertura a los paganos con su confianza, su constancia y su humildad.
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"Es ella la que hace reaccionar a Jesús que, en la narración, da un giro total a su actitud (...) ¿No pudo ser que la mujer "le removiera" por dentro y se sintiera alcanzado de tal manera que le llevó a modificar su postura previa?" (Enrique Martínez Lozano). Enrique lo dice muy suavemente... Sí, parece que, efectivamente, así fue: la sirofenicia cambió a Jesús.
Marcos no resalta explícitamente la fe de la mujer, aunque la deja entrever. En Mateo, sin embargo, Jesús exclama: "Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas" (Mt 15,28).

Mc 8: La incredulidad de "los judíos perfectos"

"Los fariseos comenzaron a discutir con él pidiéndole un signo del cielo, con el fin de ponerle a prueba (Mc 8,11)

¿Por qué, Dios, permites estas cosas? ¿Por qué no haces un milagro y curas a esta persona tan buena? ¿Por qué no haces que se acabe el hambre en el mundo? ¿Por qué no impides las catástrofes naturales, detienes los huracanes y frenas las tormentas?... ¿Por qué?...
Te pedimos signos continuamente en lugar de aceptar que la vida y la materia son como son: limitadas, defectuosas, falibles, temporales... Y eso nada tiene que ver con tu existencia o tu inexistencia, con tu bondad o tu indiferencia... Bueno, sí tiene que ver. Tú estás siempre con nosotros, y más aún cuando sobreviene la catástrofe. Te pedimos signos en lugar de confiar en ti, a fondo perdido, en cualquier circunstancia.

Mc 8: Los ciegos, prototipos de la ceguera de los discípulos

"Y quedó curado, de suerte que veía de lejos, claramente, todas las cosas" (Mc 8,25-26)

Los ciegos son, en los evangelios, símbolo de la falta de fe de los discípulos. Como este ciego del capítulo 8, así también Bartimeo (Mc 10,46-52) y el ciego de nacimiento de Juan (Jn 9).
La clarividencia final de este hombre contrasta con la ceguera y el atolondramiento de los discípulos, que no entienden (Mc 7,18; 8,17-21).

Mc 9: El poder de la fe

"¡Todo es posible para quien cree!" (Mc 9,23)

El pasaje del endemoniado epiléptico es uno de los más emblemáticos del evangelio de Marcos sobre la fe. Es un episodio lleno de dramatismo y de contrastes: una generación incrédula, unos discípulos impotentes porque no tienen fe, un padre que cree, pero no lo suficiente, y Jesús... Jesús, que tiene una fe capaz de hacer posible lo imposible.
El pasaje pone en conexión, además, la fe con la oración.
"El roce hace el cariño", el trato asiduo con Dios acrecienta y fortalece la fe. Es más, ese trato asiduo nos hace parecidos a Dios.
La oración de Jesús era ininterrumpida. Él era uno con el Padre...

Mc 10: El ciego que ve

"'Vete, tu fe te ha salvado' Y, al instante, recobró la vista y le seguía por el camino" (Mc 10,52)

Otro texto emblemático de Marcos: la curación del ciego Bartimeo.
Si leemos seguidos y con atención los capítulos 8,31 a 10,52, veremos que es una sección en la que Jesús les dirige una enseñanza especial a sus discípulos. Se trata del "manual del buen discípulo": uno que "pierde su vida" en lugar de guardársela ("lo que no se da, se pierde"), uno que sube a la montaña de la transfiguración y oye la voz del Padre que le llama "hijo", "hija", uno que expulsa demonios y cura, como hace su Maestro, porque tiene una fe como para mover montañas, uno que busca los últimos puestos, del servicio y la entrega, uno que deja todas sus riquezas, porque su tesoro es el Reino de Dios... Pero, sobre todo, lo más repetido es uno que sirve. "Servir" es el verbo que caracteriza a Jesús. Servir y dar la vida, haciéndose el último de todos, como un niño...
Esta enseñanza está articulada con los tres anuncios de la pasión, tras los cuales los discípulos demuestran no haber entendido nada, puesto que continúan con sus pretensiones ambiciosas (ser "los primeros"). Los discípulos están ciegos.
Por eso, la colocación estratégica de este relato de Bartimeo al final de esta sección hace de este ciego prototipo del buen discípulo que, dejándolo todo, sigue a Jesús por el camino.

Curiosamente, ni los que se consideran la élite del judaísmo (fariseos, escribas, sumos sacerdotes), ni aquellos de los que se esperaría una respuesta de fe (los discípulos "oficiales", los apóstoles) creen en Jesús. No le comprenden. No le entienden. Y son los pobres, ciegos, cojos, mujeres, niños, paganos... los que aciertan a entrever algo de su maravillosa identidad.
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miércoles, 24 de octubre de 2012

"Recobró la vista y lo seguía por el camino"

Lectura orante de Marcos 10,46-52

Canto:
El Señor nos dará su Espíritu Santo.
Ya no temáis, abrid el corazón.
Derramará todo su amor.
(bis)

Oración: 
Espíritu Santo,
Luz que penetra los corazones,
abre nuestros ojos 
al asombro de su amor.
Somos ciegos en el camino de la vida,
incapaces de comprender 
lo que Dios quiere hacer con nosotros.
Revélanos su paso, en el camino,
danos fe para salir a su encuentro
y suplicarle, como Bartimeo:
«Señor, que yo vea».

Canto: El Señor nos dará…

Marcos 10,46-52
46 Al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
47 Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
- Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.
48 Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más:
- Hijo de David, ten compasión de mí.
49 Jesús se detuvo y dijo:
- Llamadlo.
Llamaron al ciego, diciéndole:
- Ánimo, levántate, que te llama.
50 Él, arrojando su manto, dio un salto y vino ante a Jesús.
51 Jesús le dijo:
- ¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
- Rabbuní, ¡que vea!
52 Jesús le dijo:
- Vete, tu fe te ha salvado.
Y al instante recobró la vista y lo seguía por el camino.

PROPUESTAS DE LECTURA

1. El relato del ciego Bartimeo es un pasaje clave en el evangelio de Marcos, ya que sobre él descansa la tensión narrativa de toda una sección en la que Jesús va instruyendo a sus discípulos, camino de Jerusalén. Desde que Pedro le confiesa como Mesías, Jesús comienza a enseñarles cómo es su mesianismo y cómo ha de ser el discípulo que desee seguir a un Mesías que se hace siervo por amor. 
Pero los discípulos que, como venimos viendo en domingos anteriores, se muestran bastante faltos de fe, demuestran, a estas alturas del proceso de seguimiento, que todavía no comprenden al Maestro. Leyendo los capítulos 8,31-10,45, nos damos cuenta de que los discípulos pretenden privilegios y poder, mientras que Jesús quiere conducirlos por el camino del servicio y del amor sin límites.
Ese contexto nos hace comprender por qué Marcos sitúa aquí, estratégicamente, el relato del ciego Bartimeo. En otro contexto, este relato sería, simplemente, un milagro de curación. Aquí es, además, un relato de llamada, seguimiento y discipulado.

2. Bartimeo es, para Marcos, prototipo de la ceguera de los discípulos, aferrados a sus falsas seguridades (simbolizadas en el manto) y protagonistas de una vida estática y falta de vitalidad y dinamismo creyente. El evangelio nos dice que el mendigo ciego se hallaba sentado al borde del camino, como sentado al mostrador de los impuestos encontramos a Leví (cf. Mc 2,14). 
Sentado. Una postura que indica inactividad, falta de movimiento, de iniciativa, de fundamento para ponerse en pie y echar a andar. Indica un cierto "apoltronamiento" en "lo de siempre" y una falta de audacia y valentía para abrazar lo nuevo. De Bartimeo se dice, además, que estaba "junto al camino", es decir, parado, no haciendo camino, no construyéndose a sí mismo ni tampoco inventando una historia compartida con otros.
3. Pues bien, es ahí, en su ceguera y su anclaje en lo antiguo, donde el Maestro Jesús, movido por su compasión, lo llama. Es bonito detenerse, como testigos privilegiados, en esta escena de encuentro: el deseo del ciego Bartimeo convertido en grito y en súplica, la escucha atenta de Jesús, la llamada, el salto apresurado y gozoso del ciego, la concesión de su deseo, y el reconocimiento de una fe que lo llevó a superar su resignación y su miedo.
4. Jesús le pregunta al ciego: “¿Qué quieres que haga por ti?” Fijémonos en la ironía de Marcos. Jesús le pregunta al ciego lo mismo que a los hijos de Zebedeo: “¿Qué queréis que haga por vosotros?” Aquellos, ciegos, querían poder. Sin embargo el ciego, como buen discípulo, quiere “ver”, quiere luz, quiere sabiduría…
4. Bartimeo acude a las entrañas compasivas de Jesús, con fe, y obtiene respuesta. Como otros personajes del evangelio de Marcos, no se resignó a su situación de falta de vida y, con fe, acudió al Señor de la Vida para ser sanado. Recordemos al paralítico llevado entre cuatro (Mc 2,5), a la mujer con flujo de sangre (Mc 5,34), a Jairo suplicando por su niña “dormida” (5,36), a la mujer sirofenicia, insistiendo en la petición de unas migajas de la mesa de los hijos (Mc 7,29; cf. Mt 15,28), al padre de poca fe que suplica por su hijo epiléptico (Mc 9,24)…
5. Marcos termina así su relato: «Y, al instante, recobró la vista y lo seguía por el camino». Bartimeo deja atrás su antigua vida de ciego, representada por su manto, como Pedro, Andrés, Santiago y Juan dejaron sus redes, sus barcas y a sus familias (Mc 1,16-20), como Leví dejó su trabajo de recaudador (Mc 2,13-17), como la samaritana dejó su cántaro (Jn 4,28), como Zaqueo dejó atrás la mitad de sus bienes (Lc 19,1-8)... Y todos encontraron una alegría que nadie ya pudo quitarles, porque Jesús fue su manto protector, su padre y su madre, su torrente de agua viva... 
6. Bartimeo es el verdadero modelo de discípulo en Marcos. Para Marcos, discípulo es aquel que sigue a Jesús por el camino del servicio y de la entrega.

PROPUESTAS DE MEDITACIÓN

“El cielo Bartimeo…”
- ¿Tú también estás ciego/ciega? ¿Qué no aciertas a ver respecto de Dios, de la vida, de ti mismo? ¿Cómo es la luz de tu fe?   
“... estaba sentado al borde del camino…”
- ¿Tu vida se parece en algo a la de Bartimeo? ¿Qué te postra, qué te roba la energía para ponerte en pie, qué inercias te hacen permanecer pasivo, inactivo, sin dar un paso hacia una vida más plena…?
- ¿Vives la vida que quieres como artífice responsable de tus decisiones y acciones o estás al borde del camino, soportando pasivamente lo que te llega…?

“Al oír que era Jesús, empezó a gritar…¡Hijo de David, ten compasión de mí!”
- ¿Pides, con insistencia y con fe, a Jesús, que te ayude a salir de las situaciones oscuras o incluso “imposibles” o no confías en la compasión de Jesús y en el poder de la oración?
La Palabra de Dios te anima a confiar en el Señor y a exponer ante él todas tus sombras y las de la humanidad: Salmo 62,9: “Pueblo suyo confiad en Él, desahogad ante Él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio”; 1 Pedro 5,7: “Descargad en él todo vuestro agobio, que él cuida de vosotros”; Flp 4,6: “Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y la súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios”.
De nuevo, pregúntate, ¿cómo es tu fe?
“Jesús se detuvo… ¡Llamadle! ¿Qué quieres que haga por ti?
- Mira cómo Jesús te mira. Mira cómo se interesa por ti… Cuéntale qué necesitas que haga por ti…

“Vete, ¡tu fe te ha salvado!... Y lo seguía por el camino”
- El ciego ya no tiene más vida que seguir a su Luz, su Maestro, el que cambió su luto en danzas… ¿Cómo sigues tú a Jesús? ¿Cómo es tu relación con él? ¿Qué haces para conocerlo y amarlo más? ¿Cómo te abres a su presencia, a su amor, a sus voluntad?

PROPUESTAS DE ORACIÓN

a) La oración de Jesús: la petición del ciego Bartimeo y de otros personajes del evangelio (cf. Mt 20,30.31; Lc 17,13; Lc 18,13) se convirtió en una oración muy querida para la Iglesia de oriente y, en particular, para la Iglesia ortodoxa rusa. Dicha práctica oracional recibe el nombre de la oración de Jesús u oración del corazón, popularizada por El peregrino ruso.
La primera propuesta de oración es ésta: siéntate en un lugar tranquilo y cómodo y ora, con atención, al ritmo de tu respiración, esta oración:

Señor Jesucristo, Hijo de David,
ten misericordia de mí.

b) La primera lectura de este domingo, tomada del profeta Jeremías (31,7-9), invita a los israelitas a gritar de alegría por la salvación que el Señor va a regalar al resto de su pueblo, entre el cual se pueden contar ciegos y cojos, mujeres encinta y recién paridas. A éstos los traerá el Señor de su destierro, adonde fueron entre lágrimas, y los guiará en medio de consuelos hacia torrentes de agua donde quedará saciada su sed. Imágenes hermosas para hablar de un cambio de suerte como la que le acaeció al ciego Bartimeo y puede ocurrirnos a nosotros/as de forma inesperada. 
El salmo 125 expresa a Dios el agradecimiento y la alegría por una experiencia de salvación en la que, al llanto, ha sucedido la risa y, a la amargura, el canto.
Hacemos memoria de alguna experiencia de salvación que hayamos vivido en la última etapa de nuestra vida y oramos a Dios con estas palabras:

El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
La boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros
y estamos alegres

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

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Canto: Dame tus ojos (Marcela Gandara)


Dame tus ojos, quiero ver,
dame tus palabras, quiero hablar,
dame tu parecer.
Dame tus pies, yo quiero ir,
dame tus deseos para sentir.
Dame tu parecer.

DAME LO QUE NECESITO PARA SER COMO TÚ.
Dame tu voz, dame tu aliento,
toma mi tiempo, es para ti.
Dame el camino que debo seguir.
Dame tus sueños, tus anhelos,
tus pensamientos, tu sentir.
Dame tu vida para vivir.

Déjame ver lo que tú ves,
dame de tu gracia, tu poder.
Dame tu corazón, Señor.
Déjame ver en tu interior
Para ser cambiado por tu amor.
Dame tu corazón.

Dame lo que necesito para ser como tú…



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Puedes descargarte la lectio divina de Marcos en documento word en este enlace de nuestra web www.discipulasdm.es:
https://skydrive.live.com/?cid=b1e8b11145380bfb&id=B1E8B11145380BFB%21266

martes, 23 de octubre de 2012

El escándalo a los pequeños

Lectura orante de Marcos 9,42-50

42 Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.
43 Y si tu mano te escandaliza, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.
45 Y si tu pie te escandaliza, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser  arrojado a la gehenna.
47 Y si tu ojo te escandaliza, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, 48 donde su gusano no muere y el fuego no se apaga; 49 pues todos han de ser salados con fuego.
50 Buena es la sal; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros.

CUANDO LEAS
 

- El evangelio de hoy es una cadena de dichos de exhortación de Jesús, hilvanados por palabras clave que sirven para conectar temas diversos. Con esta secuencia de dichos, el evangelista redondea la enseñanza de Jesús a sus discípulos que comienza en 9,33, sobre la necesidad de hacerse servidores.
Los vv. 42.43.45 y 47 forman unidad y repiten rítmicamente el tema del escándalo. El término clave es el verbo “escandalizar” (= hacer caer o tropezar, poner un obstáculo).
Los dichos sobre el escándalo y los referidos a la sal (vv.49 y 50) están conectados por la palabra “fuego”, que aparece en los vv. 48 y 49.
Los vv. 44 y 46 deben suprimirse del texto, pues no constan en los manuscritos mejores y más antiguos. Esos versículos son como el v.48.


- El primer dicho sobre el escándalo pretende proteger de manera especial a los “pequeños” de la comunidad. ¿A quién se refiere esta expresión? Lo primero que sugiere esta expresión es la idea de los niños, que han aparecido en 9,36-37 como símbolo del discípulo, último de todos, y volverán a aparecer en 10,13ss (¡que los discípulos les dejen acercarse a Jesús!). De hecho, según el paralelo de Mt 18,1-6, el v.42 seguiría inmediatamente al v.37.
La añadidura “que creen” le da otro matiz a la expresión. Los pequeños “que creen”, en el contexto de Marcos, podría referirse a los cristianos que se adhieren realmente a la enseñanza de Jesús, creen en una comunidad fraterna de iguales y de pronto descubren luchas de poder y pretensiones de superioridad precisamente entre los que deberían dar ejemplo de servicio. Juan Mateos cree que el término podría referirse a los discípulos provenientes del paganismo, frente a quienes los judeocristianos mantenían actitudes dominantes. En todo caso, son los discípulos más humildes y desprotegidos por cualquier razón.
El escándalo, el obstáculo que hace tropezar en el camino de seguimiento es, en Marcos, la ambición de grandeza, actitud que deforma el mensaje de Jesús. Escandaliza quien pretende ser superior, quien asocia el mensaje de Jesús a signos de poder. Por eso Pedro escandaliza a Jesús cuando rechaza ir detrás del Siervo sufriente y quiere ponerse delante de él, marcándole un camino de triunfo mesiánico (cf. Mt 16,23).
La gravedad del castigo (algo peor que ahogarse en el mar) se corresponde con la gravedad del daño causado a los pequeños. Es una imagen exagerada y chocante que pretende hacer reaccionar a los oyentes y que tomen en serio la coherencia en la vivencia del discipulado.

- Los tres dichos que siguen hablan de un escándalo de naturaleza diversa: no del que una persona puede ocasionar a otra, sino del tropiezo que uno se causa a sí mismo por sus acciones injustas (mano), sus caminos torcidos (pie) o sus deseos equivocados (ojo).
Las imágenes son muy plásticas y nos recuerdan expresiones del A.T. que hablan de ojos altaneros, insaciables, ambiciosos (cf. Prov 6,17; 27,20; Sal 131), de manos que derraman sangre inocente (Prov 6,18) o, por el contrario, manos que se sacuden rechazando el soborno (Is 33,15), de pies que caminan por sendas de justicia (Is 33,15), o de pies que caminan siguiendo los consejos de los malvados (Sal 1,1)…
El texto podría leerse así: “Si tu manera de actuar te pone en peligro –te hace vivir desde y para la ambición -cámbiala. Si vas por un camino equivocado, que no lleva a la entrega y al servicio, modifica su rumbo. Si tus deseos no van en esa misma línea de amor servicial a todos, transfórmalos” (Enrique Martínez Lozano).
Los verbos “cortar” y “sacar” sugieren la energía, determinación y radicalidad con que hay que actuar para arrojar de nosotros el mal, porque de ello depende “entrar en la Vida”, o en “el Reino de Dios” (que aquí, equivalen), o bien, ser arrojado a la gehenna.

- La gehena como lugar de castigo proviene de la expresión “Valle de Hinón” (heb. Ge’ Hinnôm), un lugar situado al oeste de Jerusalén (Jos 15,8; 18,16). En este valle, en tiempos antiguos se habían quemado niños en sacrificio a Moloc (2 Re 23,10). Más tarde, se convirtió en vertedero de la ciudad donde se incineraban las basuras continuamente. Jeremías lo maldijo llamándolo “valle de la matanza” (Jr 7,32), y en esta historia oscura se inspiró el judaísmo apocalíptico para hablar de un “barranco maldito” en el que tendría lugar el juicio de castigo al final de los tiempos, con un fuego inextinguible (1Henoc).
El triple dicho de Jesús se cierra, en el v. 48, con una cita de Is 66,24, referida al juicio sobre los malvados. Las imágenes del gusano que no muere y del fuego que no se apaga que ahí aparecen designan la destrucción total (Eclo 7,17; Jud 16,17) y Jesús se vale de ella para indicar la autodestrucción que supone vivir desde el pecado, en la línea de lo que ya había dicho en Mc 8,37: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?”

- El término “fuego” introduce el tema de la sal en el v. 49: “Todos han de ser salados con fuego”. Se alude aquí a la función purificadora tanto de la sal como del fuego. Todos han de ser purificados para entrar en la Vida, quizá por sufrimientos y persecuciones (situación de la comunidad de Roma).
- Y sigue el dicho sobre la sal del v.50. La sal, en este versículo, es más un condimento que un agente de purificación (Lev 2,13). “Tened sal en vosotros” puede aludir a la enseñanza de Jesús sobre los discípulos como sal de la tierra (Mt 5,18).  En Col 4,6, con la mención de la sal se exhorta a los creyentes a hablar con sabiduría espiritual: “que vuestra conversación sea siempre amena, sazonada con sal, sabiendo responder a cada cual como conviene.” También puede aludir a que no falte entre los discípulos la enseñanza de Jesús, su Palabra. De hecho, la Torá también se comparó con la sal.
- “Y tened paz unos con otros”, alude a las tensiones y discusiones del grupo de discípulos por el poder,  con las que comenzaba esta sección (9,33ss). Eireneuo (conservar la paz o vivir en paz) es un término paulino: 1 Tes 5,13; Rom 12,18; 2 Cor 13,11.
- En resumen: si los discípulos quitan de ellos mismos su ego, su ambición y sus deseos de poder y se ponen a servir, serán sal de la tierra, la palabra de Cristo habitará en ellos con toda su riqueza, edificarán a otros, no serán motivo de tropiezo, y tendrán paz en la comunidad de hermanos.

CUANDO MEDITES

 

- Pablo les escribía a los Romanos: “Por vuestra causa el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles” (2,24). Es una frase que podría aplicarse a la Iglesia como cuerpo social y a cada uno de los cristianos cuando escandalizamos a los no creyentes que buscan a Dios con sinceridad, o a los pequeños que creen. ¿Cómo resuenan en mí las palabras de corrección del Señor Jesús? ¿Soy consciente de haber causado escándalo con mi incoherencia de vida?
- Las palabras de Jesús son de exhortación y de juicio, e invitan a darnos cuenta de nuestro modo de vivir: ¿cómo la avidez de mis manos, mis acciones injustas, mis omisiones, mis pasos torcidos, mis deseos no evangelizados… constituyen un obstáculo para mí mismo y no me dejan entrar en la vida plena de amistad con Dios y en lo mejor de mí mismo?
- “Tened sal en vosotros”… ¿Qué da sabor a nuestra vida? ¿Qué nos alimenta y nos proporciona “salero cristiano”? ¿Habita la Palabra de Cristo en nosotros con toda su riqueza…?
- “Tened paz unos con otros”. ¿Cuáles son las causas de mis divisiones y confrontaciones con otros: en la familia, la comunidad, el trabajo…? A mí, ¿qué me roba la paz? Santiago dice en su carta: “¿De dónde nacen las guerras y de dónde las peleas que hay entre vosotros? ¿No será de vuestros deseos, que combaten en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis…, envidiáis pero no podéis conseguir…” (Sant 4,1ss).

CUANDO ORES
 

- Haz memoria de los escándalos que has causado a otros con tus incoherencias, ambiciones, egoísmos, pecado… y pide perdón por ello. Deja tus errores en la misericordia de tu Dios y confía en su perdón… Haz memoria también del pecado de la Iglesia, del escándalo de su violencia, sectarismo, abuso de poder,  pecado, errores… y haz lo mismo… ponlo todo ello en la entrañable misericordia de nuestro Dios, orando para que sea la comunidad de amor que quiere Dios.
- Pídele al Señor que te dé unas manos como las suyas, que sepan servir, lavar los pies, curar las heridas, como el buen samaritano, bendecir, abrazar, liberar…
- Pídele unos pies que caminan hacia donde él caminaba, hacia los últimos, los necesitados, los lugares de “abajo”… y hacia los lugares desiertos para encontrarse con su Padre.
- Pídele que te dé su mirada, sus deseos… pídele luz para ver la voluntad del Padre… pídele la gracia de ser uno con Él, como Él es uno con el Padre…
- Agradécele el don de la fe…, el don de su amor…, el don de su Palabra…, la sal que pone en tu vida…, el don de la paz…

-Oración: Manos, pies y mirada de Jesús

Señor Jesús, te he visto tocar, con tus manos divinas,
a hombres y mujeres impuros
y devolverles la salud, la vida, la fuerza y la alegría.
Te he visto tomar el pan, bendecirlo, partirlo
y repartirlo hasta saciar el hambre
de la multitud que te seguía.
Te he visto levantar a los muertos
y extender tus manos al madero para morir por nosotros.


Te he visto caminar en busca de la oveja perdida,
y correr al encuentro del perdido que vuelve.
Te he visto recorrer los caminos de Galilea
sembrando vida a tu paso, recreando la historia.
Te he seguido a lugares solitarios,
donde tu corazón te llevaba al encuentro de tu Padre.
Te he visto transfigurado en la montaña,
inundado por la Luz del Padre que te ama.


Te he visto mirar con tus ojos luminosos,
te he visto mirar con tu compasión infinita,
como sólo Dios mira.


Te he visto, y tu vida me parece hermosa.
Te he visto, y me avergüenzo de mis manos, de mis pasos,
de mi forma de mirar indiferente o esquiva.
Te he visto, y tu vida pone sal y pone paz en la mía.


Dame tus manos… ¡que sirva!
Dame tus pies… ¡que busque al Padre y a la oveja perdida!
Dame tus ojos… ¡que mire con tu misma compasión infinita!



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(Notas del comentario tomadas de: Joachim Gnilka, El evangelio según San Marcos, Vol II, 1997, 113-121 y Enrique Martínez Lozano, Sabiduría para despertar. Una lectura transpersonal del evangelio de Marcos, Desclée de Brouwer, Bilbao 2011)

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Autora: Conchi López, pddm; Equipo de animación de la lectio divina de la UPComillas.

viernes, 19 de octubre de 2012

Un sí que me hace libre


“¿Quién es éste de quien oigo tales cosas? Y buscaba verlo” (Lc 9, 9)

Quiero compartir contigo, (sí, contigo que lees estas líneas), algunos trazos de mi historia vocacional. Mientras meditaba este fragmento del Evangelio hacía memoria del paso de Dios en mi camino y de aquella llamada que ha cambiado completamente mi vida.

Sor M. Natália, pddm
No puedo decir que me he convertido. De hecho, siempre he frecuentado la iglesia, pero vivía como si no la frecuentase. Fui a la catequesis, iba a misa cada domingo, pero lo hacía como una obligación, como un ir por ir.
Hoy estos versículos del Evangelio me han hecho regresar a aquel tiempo en el que yo no sabía qué pensar. Al final, ¿quién era Dios para mí? ¿Para qué iba a la Iglesia? ¿Por qué la obligación de ir todos los domingos a misa sólo porque mis padres querían? Dios existía pero era un Dios lejano que no tenía nada que ver conmigo, con mi vida. Y yo tenía sed de vida, no de obligaciones paralizantes, de algo que empujaba mi corazón a cosas grandes.
Un día me hablaron de Jesús en un modo nuevo, muy diverso de aquello que había escuchado hasta entonces y muy diverso de cuanto había aprendido en la catequesis. Comencé a hacer un camino de fe acompañado por el RnS y comencé a experimentar a un Dios cercano, que desde siempre me había pensado y amado, un Dios encarnado que era parte de mi vida. Así, poco a poco, mi sed aumentaba siempre más y supe que aquello grandioso, que lo que buscaba, tenía un rostro, el rostro de Jesús, de aquél que yo intentaba ver y conocer y que estaba vivo y vive en mí.
Esta experiencia de un Dios presente en mi vida, en mi ser, me llenó de una felicidad tal que no podía tenerlo sólo para mí.  Poco a poco, a medida que hacía camino, sentía que Dios quería algo más grande para mí: la entrega total de mi vida. Al principio me negué por completo; tenía mis proyectos, mis sueños… toda una vida que quería construir, pero Dios no se cansa de llamar a nuestra puerta… y así hizo conmigo hasta conquistarme plenamente. Finalmente, entendía que cuanto deseaba y soñaba era ridículo en comparación al gran proyecto de amor que Él tenía para mí. 

Junioras pddm en su preparación a la profesión perpetua
La decisión de abrazar la vida consagrada en la que hoy es mi congregación de las Pías Discípulas ha sido un poco difícil. Al principio me parecía que mi sitio era otro, en la vida de clausura, pero Dios, con su luz, me iluminaba en mi necesidad hasta conducirme a las pddm.
Inicié este camino el 8 de septiembre de 2001. En estos años de discipulado he intentado ver cada vez más, quién es este Jesús que me ha atraído y elegido. Me doy cuenta de que ésta es una aventura de cada día, como la de los enamorados que descubren con asombro algo nuevo uno del otro; así es la experiencia con el amor de Dios, que se revela en el rostro de Jesús en la cotidianidad.
En este momento, me preparo al Sí definitivo con la Profesión Perpetua. Un sí tejido de tantos otros sí que he dado a lo largo de estos once años de vida consagrada. Un sí que me hace libre para amar a Dios y a cuantos Él pone en mi camino.
Siento que mi vida es un desafío cotidiano: vivir como una mujer enamorada de Dios y vivir mi discipulado en continua búsqueda de su rostro en las personas y en los acontecimientos de la historia en el mundo de hoy. Soy discípula de Jesús Maestro llamada a vivir su amor en primera persona. Sólo así mi vida donada puede propagarse comunicando al mundo la Belleza que salva: Jesucristo.

Sor M. Natália Gomes Simoes, pddm
Delegación de Portugal