domingo, 30 de diciembre de 2012

Como el primer día, te sigo queriendo

Hace tres años, en esta misma fiesta de la Sagrada Familia, les dediqué un post a todos los matrimonios que, como el primer día, se siguen queriendo. E incluso más que el primer día, con un amor a prueba de decepciones, de aburrimientos, de desapasionamientos, de pérdidas, de enfados y desencuentros. Un amor aquilatado por el tiempo y por el firme deseo de seguir eligiendo lo que un día eligieron, totalmente convencidos de que ese amor duraría siempre porque, en realidad, no lo eligieron ellos sino que les fue dado... 
Vuelvo a hacerlo hoy. Vuelvo a dedicaros un post, a vosotras y vosotros, que habéis decidido cuidar vuestro amor como el primer día. Y os dejo la misma canción de Alberto Cortez, para que la escuchéis juntos y renovéis los lazos con los que un día quisisteis atar vuestros corazones y vuestras vidas para caminar juntos y construir algo común.


El poeta y cantante argentino Alberto Cortez cuenta que, tras una discusión con su mujer en la que "pequeñas nubes empañaron por algún momento el límpido cielo del amor", ella dijo: "Pienso que ya no me quieres como antes; seguramente tu amor ha ido perdiendo el ardor de otrora y ya no te gusto".
Entonces él, en su mesa de trabajo, se sintió inspirado para escribir estos versos, como hablándole al oído:

"Te sigo queriendo como el primer día,
con esta alegría con que voy viviendo.
Más que en el relevo de las cosas idas
en la expectativa de los logros nuevos.
Como el primer día de un sentir primero,
como el alfarero de mi fantasía,
con la algarabía de un tamborilero
y el gemir austero de una letanía.
Como el primer día, te sigo queriendo.

Te sigo queriendo, valga la osadía,
con la garantía de mis pobres sueños,
es decir, empeños porque, todavía,
vive el alma mía de seguir creyendo.
Como el primer día, como el primer beso,
y el primer exceso de melancolía.
Como la folía del primer intento,
como el argumento de una profecía.
Como el primer día, te sigo queriendo.

Te sigo queriendo, si no, lo diría,
sé que no podría con mis sentimientos;
lo que llevo adentro se convertiría
en una jauría de remordimientos.
Como el primer día, eres el velero,
la estrella y el viento de mi travesía,
mi filosofía, mi apasionamiento,
mi mejor acento, mi soberanía.
Como el primer día, te sigo queriendo".



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jueves, 27 de diciembre de 2012

Bendición para cada instante presente

Estamos pisando el umbral de 2013. Estamos a las puertas del uno de enero. Me gusta ese día porque, ritualmente, podemos estrenar vida nueva. Es verdad, como dice una amiga, que es "un convencionalismo celebrar fin de año el día 31, cuando en realidad empieza un año nuevo cada segundo, cada minuto... y Dios nos regala la posibilidad de empezar de nuevo cada momento..."
De todos modos, el día uno del mes uno me sigue gustando. Es el día de BENDECIR.

La liturgia comienza con una Palabra de Bendición (Núm 6,24) y termina con una solemne bendición al final de la Eucaristía de Santa María, Madre de Dios.
Me inspira pensar en Israel como un pueblo que sabe bendecir. Israel tiene bendiciones para casi todo: para el campo, las cosechas, la casa, los hijos... y, por supuesto, para Dios. Son incontables los cánticos, himnos y salmos con que Israel bendice a su Dios. La bendición está al orden del día en el culto y en la vida corriente. Esto es lo más impresionante para mí.
En las grandes narraciones del Génesis asistimos a las bendiciones que los padres dan a los hijos, por ej., la bendición de Isaac a Jacob (cf. Gén 27,27 ss), o las de Jacob a sus hijos (cf. Gén 48-49). Henri Nouwen cuenta, en 'Tú eres mi amado' (PPC, Madrid, 1995, p. 43) cómo, en el rito de la bar mitzva, por el que los adolescentes son declarados adultos en la comunidad judía, los padres pronuncian una bendición sobre sus hijos. La bendición de la que Henri fue testigo aquel día, en una sinagoga de Nueva York, fue la siguiente: 
"Hijo, te pase lo que te pase en la vida,
tengas éxito o no,
llegues a ser importante o no,
goces de salud o no,
recuerda siempre cuánto te aman tu padre y tu madre”.

Dejo aquí escrita una bendición para hijas, para hijos, para esposas, para esposos, para amigas y amigos, para aquellos que nos importan y, quizá, para el prójimo lejano, que también nos importa porque estamos irremisiblemente unidos a él por la misma savia del amor creador de Dios que circula por todos.

Sabeos bendecidas y bendecidos 
cada uno de los días del año 
que comienza HOY:
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Foto: MCMonroy

De Dios quiero aprender
a bendecirte y a amarte,
dejándote ser lo que eres,
contemplando lo que eres,
acogiendo lo que eres,
agraciando lo que eres
con mi mirada asombrada en tu hermosura,
y benevolente con tu debilidad.

De Dios quiero aprender
a estar contigo siempre,
incondicionalmente,
eternamente,
abrazándote en un abrazo libre
y exento de posesión.

Quiero ser tu apoyo si me necesitas,
tu regazo, si quieres descanso,
oídos abiertos, si pronuncias palabras
para ser escuchada,
para saberte a ti misma
y sentirte conocida
y aceptada
en lo más profundo de tu ser.

Quiero ser ternura para ti,
y risa,
y esperanza.
Quiero ayudarte a vivir.
Quiero alentar tu felicidad.
Quiero frenar los golpes que te traiga la vida,
con mi debilidad fuerte
que apuesta por ti,
que roturará caminos para ti,
quitando piedras
y sembrando flores.

Quiero amarte con el corazón de Dios,
creyendo en ti,
esperándolo todo de ti,
(lo mejor de ti),
perdonándolo todo en ti,
sin más interés
que tu crecimiento y tu felicidad.

Te contemplo, y siembras mi futuro
con tus ganas de vivir,
y pueblas de alegrías mi presente
con tu alegría de niña
y tu proyecto recién estrenado.

Unas palabras acuden, atropelladas,
a mis labios,
al comenzar este camino acompañado,
para expresar de qué modo de bendigo
y te amo:
'Te apoyaré en todo lo que hagas,
te ayudaré en todo lo que necesites.
me uniré a ti en todo lo que sufras,
te animaré en todo lo que intentes,
te comprenderé en todo lo que hay en tu alma.
te amaré en todo lo que eres'.
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Las palabras en cursiva están tomadas del libro Viviendo juntos de Carlos González Vallés, Sal Terrae 1985, 52.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Interrogantes a Jesús. Lectio divina de Mc 12,13-27

Lectio divina de Mc 12,13-27
  
Después le enviaron unos fariseos y herodianos para ponerle una trampa con las palabras. Se acercan y le dicen: “Maestro, nos consta que eres veraz y que no te importa de nadie porque no eres partidista, sino que enseñas sinceramente el camino de Dios. ¿Es lícito pagar tributo al César o no?, ¿lo pagamos o no?” Adivinando su hipocresía, les dijo: “¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea”. Se lo llevaron y les pregunta: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?” Le contestan: “Del César”.Y Jesús replicó: “Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Y quedaron sorprendidos de su respuesta.

Se acercaron unos saduceos (que niegan la resurrección) y le dijeron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que cuando uno muera sin hijos, su hermano se case con la viuda, para dar sucesión al hermano difunto. Eran siete hermanos: el primero se casó y murió sin descendencia; el segundo tomó a la viuda y murió sin descendencia; lo mismo el tercero. Ninguno de los siete dejó descendencia. La última de todos murió la mujer. En la resurrección cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será la mujer? Pues los siete estuvieron casados con ella”. Jesús les respondió: “Andáis descaminados, porque no entendéis la Escritura, ni el poder de Dios. Cuando resuciten de la muerte, no se casarán los hombres y las mujeres sino que serán en el cielo como ángeles. Y a propósito de que los muertos resucitarán, ¿no habéis leído en el libro de Moisés el episodio de la zarza? Dios le dice: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac; el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos. Andáis muy descaminados”.
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CUANDO LEAS

Estamos en el templo de Jerusalén, donde hay maestros rodeados de discípulos y curiosos. Cada maestro ofrece su personal interpretación de la ley y responde a las preguntas que le formulan. También Jesús está allí con sus discípulos. Algunos fariseos, herodianos y saduceos escuchan sus palabras. Jesús ha subido a Jerusalén para celebrar la Pascua. Un maestro galileo que atrae a la gente con sus palabras y sus gestos sanadores. Los maestros le preguntan para comprobar la ortodoxia de su enseñanza.

Marcos nos presenta de entrada la mala intención de fariseos y herodianos, cuya pregunta es en sí misma una trampa. Si Jesús respondiera que se debe pagar el tributo, se enemistaría con los fariseos nacionalistas. Si dijera que no, los herodianos colaboracionistas le denunciarían a la autoridad romana. Jesús descubre su propósito: ¿Por qué me tentáis? Una forma de poner en evidencia a qué rey servían en verdad, a Satanás, con el que Jesús había comenzado a pelear en el desierto (cf. Mc 1, 12-13) y acabaría venciendo definitivamente en Jerusalén por su obediencia al Padre (cf. Mc 14, 36).

El maestro de Galilea no responde a la pregunta política que le formulan, sino que se sirve de ella para hablar de Dios y de su Reino. La moneda con la imagen del César era signo del poder del César. La Ley prohibía toda imagen de Dios, porque él mismo había creado su propia imagen: Y creó Dios a la humanidad a su imagen; varón y mujer los creó, Gn 1, 26. La humanidad pertenecía a Dios, aunque hubiera renunciado a él entregándose a las insinuaciones de la serpiente (cf. Gn 3, 5), al reinado de Satanás.

Jesús carga el acento en la segunda parte de su sentencia: Dad a Dios lo que es de Dios, como si dijera a sus interlocutores que lo importante era reconocer que Dios no reinaba en ellos, como si les recordara sus primeras palabras: Se ha cumplido el plazo, ya llega el reinado de Dios. Enmendaos y creed la buena noticia, Mc 1, 15. Dios en Jesús comenzaba a recuperar su reinado sobre la humanidad, a recrear su verdadera imagen. Jesús desenmascara a fariseos y herodianos, revelándoles su verdad más profunda, y les invita a abrirse al poder de Dios, que desea restaurar su imagen en ellos, reinar en ellos.

Marcos escribe conociendo el desenlace de ese viaje de Jesús a Jerusalén. Jesús acabará siendo crucificado para resucitar el primer día de la semana. Así, el maestro de Galilea culminará su obra. Jesús da a Dios lo que es de Dios durante toda su vida, lo que quedará patente en la crucifixión. De hecho, fue reconocido por el centurión que estaba al pie de la cruz como perfecta imagen de Dios: Verdaderamente este hombre era hijo de Dios, Mc 15, 39. Jesús crucificado y resucitado es síntesis y cumbre de la humanidad, el lugar donde Dios reina plenamente. Es la diminuta semilla de mostaza (cf. Mc 4, 30-32) que crecerá incorporando a su plenitud de vida a todos los que se conviertan y crean, hasta que el reino de Dios sea una realidad perfecta.     

Los saduceos no tienen mejores intenciones que los fariseos y los herodianos. Para ellos no tenía sentido que la vida que vivían continuara igual tras la muerte ni les interesaba pervivir como sombras incorpóreas por el inframundo. Jesús repite las mismas palabras de Dios: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac; el Dios de Jacob. Los saduceos no interpretaban bien la Escritura. La Escritura llama a Abrahán amigo de Dios, a Isaac siervo suyo y a Jacob su consagrado (cf. Dn 3, 35). Los padres viven más allá de la muerte, reconociendo el reinado de Dios en ellos y, por tanto, siendo su perfecta imagen. Resucitar no significa seguir igual ni convertirse en un fantasma, sino entrar en la perfecta comunión con Dios con una vida transfigurada por el poder divino, vida de plena calidad, de plenitud personal, de perpetuo diálogo amoroso con Dios.

CUANDO MEDITES

Confronta tu vida con la Palabra: ¿Quién reina en mi vida? ¿Mis valores son los del reino de Dios: Vida, verdad, servicio, confianza, esfuerzo, vigilancia, esperanza, respeto, justicia, generosidad, disponibilidad…? ¿En qué medida trabajo para que Dios reine en mi familia, entre mis amistades y vecinos, en mi entorno laboral, en la vida social, en la cultura, en la política, en la Iglesia…? ¿En qué medida creo en Jesús crucificado y resucitado? ¿En qué medida esa fe da sentido a mi vida, motiva mi esperanza, mi paz y mi alegría?

CUANDO ORES

Responde al que te ha hablado: Deja que el Espíritu ore en ti con tu cuerpo, tus sentimientos, tus palabras. ¿Te postras en adoración? ¿Alzas las manos? ¿Alabas? ¿Agradeces? ¿Le cuentas a Él cómo te sientes? ¿Te comprometes con Él?

Contempla el divino rostro: Has respondido a la Palabra. ¿Sientes el amor de Dios? Déjate amar. No digas nada. Sumérgete en el amoroso silencio que te envuelve. Déjate fortalecer para que tu vida, animada por el Espíritu y obediente a él, sea testimonio, servicio y evangelización.


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Autor: Rafael Chavarría, equipo de Lectio Divina de la UPComillas

viernes, 21 de diciembre de 2012

Feliz tú, que has creído

Lectura orante de Lucas 1,39-56

Lucas 1,39-56

39 En aquellos días, se levantó María y se fue aprisa a la región montañosa, a una ciudad de Judá; 40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41 Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; 42 y exclamando con gran voz, dijo:
- Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; 43 y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? 44 Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. 45 ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!

46 Y dijo María:
Proclama mi alma la grandeza del Señor
47 se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador,
48 porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora todas las generaciones me llamarán dichosa,
49 porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí,
su Nombre es Santo
50 y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
51 Él hace proezas con su brazo,
dispersa a los soberbios de corazón.
52 Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes.
53 A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
54 Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
55 - como había prometido a nuestros padres –
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
56 María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

PROPUESTAS DE LECTURA

* Observa las dos partes del texto: la primera, el encuentro de María e Isabel; la segunda, el cántico de María. Fíjate en los verbos y en sus protagonistas.

* Constata lo que sabes al terminar de leer la escena:

- Acerca de Isabel: ha sido capaz de interpretar la señal recibida de su hijo de que está en la presencia del Señor y, yendo más allá de las apariencias (lo que sus ojos “ven” en María es a su joven pariente de Nazaret), su fe la proclama: Madre de mi Señor, bendita y dichosa. En su felicitación no usa la persona tú, sino la tercera persona: “Dichosa la que ha creído” y eso insinúa una situación de felicidad que puede repetirse en todos los que crean.
- Acerca de María: es ella la que ha tomado la iniciativa de ponerse en camino (el verbo “levantarse” es el que se usa para la Resurrección) y lo hace a toda prisa, indicándonos algo de su actitud interior de prontitud y disponibilidad. Su voz llena de Espíritu Santo a Isabel y hace que el niño da saltos de gozo en su seno. Se nos revela como Madre del Señor y como bendita (prolongación de las palabras del ángel en la Anunciación), y dichosa (anticipación de la proclamación de las bienaventuranzas). Estos títulos aluden a aspectos más profundos y receptivos que el de sus acciones y nos anuncian que su identidad más profunda consiste en su relación con Dios y su fe en El: la Madre del Señor tiene también como nombre: “la que ha creído”.

* En la segunda parte, el cántico nos hace comprender que la alegría y la alabanza de María nacen de saberse mirada por el Señor: por eso es capaz de ponerse a contemplar el mundo con Su misma mirada. Es Él quien hace cosas grandes y a ella no le queda más que “engrandecerle” y dejarle a Él todo el espacio y todo el protagonismo.
- Acerca de Dios: aparece dos veces (la repetición es la manera bíblica de subrayar la importancia de una idea) como sujeto del verbo prometer; en el cántico recibe estos títulos: Señor, Salvador, Santo, Poderoso y se hace referencia dos veces a su misericordia. Sus acciones nos revelan algo de sus “costumbres y preferencias”, las mismas que contemplaremos en  Jesús a lo largo de todo el Evangelio.

PROPUESTAS DE MEDITACIÓN

Mira a las dos mujeres portadoras de un misterio de vida, habitadas por una vida en semilla.
- las dos atentas: María a la noticia de que Isabel, la estéril, espera un hijo; Isabel, a la voz de María, a la vida invisible que lleva dentro
- las dos van más allá de ellas mismas: María sale de Galilea; Isabel va más allá de lo que ve: llama a María “Madre de mi Señor”
- cada una da, recibe y aprende de la otra: María, su saludo y su servicio; Isabel, su reconocimiento, su bendición y su proclamación de felicidad
- cada una conduce a la otra más allá de sí misma: María pro-voca la fe de Isabel y que se llene de Espíritu Santo; Isabel pro-voca a María para que cante el Magnificat.
- María visita a su prima con la Presencia de su Hijo, don para toda la humanidad. Es la nueva “Arca de la Alianza” que lleva, en su seno, al Dios que la habita para todos. Lee, desde esta perspectiva, el texto de Etty Hillesum:
“A veces, las personas son para mí como casas con las puertas abiertas. Entro, vago a través de los pasillos, de las habitaciones. La disposición es un poco diferente en cada casa. Sin embargo, todas son semejantes, y debería ser posible hacer de cada una de ellas un santuario para ti, Dios mío. Y te lo prometo, te lo prometo, Dios mío, te buscaré un alojamiento y un techo en el mayor número de casas posible. Es una imagen divertida: me pongo en camino para buscarte un techo. Hay tantas casas deshabitadas, y te introduzco en ellas como al Huésped más importante que puedan recibir” (Etty Hillesum,17 de septiembre de 1942)

PROPUESTAS DE ORACIÓN

1) - Siéntete, como María, bajo la mirada del Dios que te envuelve en su misericordia y déjate inundar por el gozo que desborda de toda la escena.
-Agradece la Vida de la que eres portador/a, el “fruto” de la acción de Dios que está ya presente en ti. Pídele ser capaz de reconocer esa Presencia y esa Vida en los demás.
- Déjate contagiar por su manera de contemplar el mundo y por sus preferencias.

2) María del Adviento (Alberto Iniesta)

¡Pobre María, tan incomprendida!,
tan incomprendida casi como tu mismo hijo,
al que aquí abajo nunca comprenderemos del todo,
ante el que tú misma, es verdad, también te pasmabas,
pero seguías,
como Abrahán seguía la palabra de Dios que le guiaba,
aunque no supiera de antemano el camino.

María había llevado el camino en sus entrañas de carne,
y lo llevaba siempre en sus entrañas de fe.
María vuelta a nuestra casa,
no como una diosa, sino como hija de Dios;
no como una madre, sino como una hermana;
no como una maestra, sino como una discípula,
la mejor discípula
del mejor maestro.

María peregrina,
que pisaba la tierra paso a paso,
que no fue llevada en volandas por los ángeles,
que, aun teniendo al Hijo de Dios dentro,
no estuvo ensimismada,
sino extasiada,
entregada al servicio del prójimo,
en viaje a casa de su prima Isabel,
en viaje a todas nuestras casas,
a servir,
a echar una mano en esas cosas corrientes
de todos los días,
en esos pucheros donde los santos
descubren a Dios.

María nos recuerda que el mundo está preñado de Dios,
que es cuestión de saber verlo,
y para saber verlo, es cuestión de saber desearlo.
¿Tendremos, al menos en Adviento, hambre de Dios?
¡Dichosos los hambrientos
porque ellos serán saciados!
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Propuestas de lectura y meditación tomadas del equipo de Lectio Divina de la UPComillas.

jueves, 20 de diciembre de 2012

A mi amada Paula, con gratitud

"Aunque nuestra apariencia exterior se va desmoronando,
el ser interior se va renovando de día en día" 
(2 Cor 4,16)


¿Hasta cuándo me conocerás 
en instantes perdidos,
en que se abre aún una brecha 
en el túnel oscuro
de tu memoria ausente?

Me miras, me besas.
Hay cariño en tu gesto.
Me sonríes, incluso, levemente.
Pero no es a mí a quien besas,
sino a una desconocida a la que acoges
con tu bondad natural de siempre.

Y tanto como tú recordar, 
necesito yo que me recuerdes, todavía.
A ti está ligada 
más de la mitad de mi vida,
más de la mitad de mis luchas,
más de la mitad de mis lágrimas, y de mis alegrías.
Y un mar de apoyo a fondo perdido.

Hermana mía, amiga mía, 
(casi madre mía, que alumbraste,
con dolores de parto,
mi resistencia y mi confianza),
zarandea mi corazón tu partida prematura
en esta muerte lenta, 
en esta devastación
de casi todo lo que has sido.

Y Tú, dime, por favor, Dios que nos amas,
¿la abrazas Tú en su soledad inalcanzable?
Es mi pregunta, muchas veces repetida.
Es mi súplica y mi único consuelo, al mirarla.


(18 de octubre de 2012)

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Te escucho, en silencio, 
en la penumbra de tu habitación,
mientras duermes.
Te beso, en silencio,
y te digo lo mucho que te quiero.

Querría saber dónde estás
cuando no estás con nosotras.
Querría saber cómo está Él contigo,
cómo llega a ti y a tu soledad opaca y triste,
en la que nadie entra.
Cómo te alcanza, en tu pérdida.
Cómo te abraza, si acaso sientes miedo.
Cómo te rodea y te cuida.
Cómo te toma de la mano en este tránsito
que vas recorriendo sin nosotras,
en las garras de la nada.
El tránsito que recorres sin mí,
compañera de camino, 
que siempre ibas conmigo.

Te miro, y sigo diciendo gracias
por tanto bien recibido de ti.
Te miro, y sigo diciendo gracias
por haberte conocido.


(20 de diciembre de 2012)
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miércoles, 19 de diciembre de 2012

Parábola de los viñadores homicidas

Lectio divina de Mc 12,1-12

1Se puso a hablarles con parábolas. Un hombre plantó una viña, la rodeó con una tapia, cavó un lagar y construyó una torre; se la arrendó a unos viñadores y se marchó. 2Cuando llegó la vendimia, envió un siervo a los viñadores para cobrar su parte del fruto de la viña. 3Ellos le agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. 4Les envió un segundo siervo; y ellos lo maltrataron y lo injuriaron. 5 Envió un tercero, y lo mataron; y a otros muchos: a unos los apalearon, a otros los mataron. 6Le quedaba uno, su hijo amado, y lo envió en último término, pensando que respetarían a su hijo. 7 Pero los viñadores se dijeron: Es el heredero. Lo matamos y la herencia será nuestra. 8 Así que lo mataron y lo echaron fuera de la viña. 9Pues bien, ¿qué hará el dueño de la viña? Irá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros. 10 ¿No habéis leído aquel texto de la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular; 11es el Señor quien lo ha hecho; ha sido un milagro patente. 12 Intentaron arrestarlo, porque comprendieron que la parábola era para ellos. Pero, como tenían miedo a la gente, lo dejaron y se fueron.

CUANDO LEAS

Jesús dirige esta parábola a los jefes de Israel (sumos sacerdotes, escribas y ancianos) que le habían pedido razón de su autoridad (Mc.11,28). Están situados en la explanada del templo y Jesús con un lenguaje simbólico les explica quién es y cuál será su destino. Veamos el significado de la parábola deteniéndonos en los perfiles de los personajes que aparecen en ella:
a)      Dueño
b)      Los labradores arrendatarios
c)      La viña
d)     Los siervos
e)      El Hijo.

El Dueño es presentado en la parábola como un hombre con tierras pero ausente de su heredad. Tiene una viña que prepara para el arrendamiento: pone una tapia, cava un lagar y construye una torre (12,1). El vínculo afectivo que le une a la viña no aparece hasta el final de la parábola, es más, al principio parece que al dueño sólo le interesan los frutos de la viña.
Cuando empieza a enviar criados a recoger los frutos de la viña y envía hasta tres sin éxito alguno, el dueño se muestra generoso, paciente y hasta pasivo.
Pero a partir de Mc 12,6 cambia el perfil del dueño que se deja ver como padre con un hijo amado. Al enviar a su hijo no sólo nos revela su interés por la viña sino también su confianza en que los arrendatarios puedan cambiar y respetar a su hijo. Al dueño le saldrá caro el respeto que muestra a la autonomía y libertad de los labradores.

Los labradores arrendatarios son violentos de principio a fin. Sus acciones vienen expresadas con los verbos agarrar, azotar, golpear, insultar, asesinar, expulsar. Van en grupo y no sólo ejercen la violencia sino que la planean (se dijeron: matémosle) (12,7). Por fuera (acciones) y por dentro (pensamientos) les invade la violencia. Les interesa crecer a costa de lo que sea y convertirse en propietarios de la viña. El perfil final es totalmente negativo y la parábola les muestra como fríos asesinos, calculadores, ambiciosos, usurpadores de la herencia y sordos a los mensajes positivos del dueño. Frente a la bondad del dueño ellos se endurecen cada vez más hasta el punto que después de matar al heredero lo expulsan de la viña.

La viña es objeto de preparación y cuidado por parte del dueño y de disputa por parte de los labradores. Objeto querido por ambos aunque por distintas razones. Para el dueño la viña pasa de tener un valor por los frutos hasta tener un valor por sí misma al enviar a su hijo. En cambio, para los labradores es siempre un valor instrumental porque con ella adquieren prestigio y poder.

Los siervos son los emisarios del dueño. Son los intermediarios entre el dueño y los labradores. Las únicas noticias que recibe el dueño de los labradores es el trato que éstos dan a sus siervos. Él los envía a recoger los frutos de la viña y ellos con su vida pagan el precio a su fidelidad.

El Hijo aparece definido con una sola palabra: amado. Ya en la Transfiguración se había presentado Jesús, ante los discípulos, como hijo amado. Ahora se presenta ante las autoridades de Israel también como el último enviado por Dios. Mientras el padre ve en su hijo la esperanza de que todo sea distinto, los labradores sólo ven en él al heredero.

Jesús explica el final de la parábola desarrollando su identidad: Él es el enviado del Padre, no un siervo más sino el Hijo amado. La piedra angular que, aunque desechada, será la que sostenga el nuevo templo.
Los destinatarios de la parábola, autoridades de Israel, parecen comprender que se refiere a ellos pues intentan arrestarle. Sólo el miedo les paraliza aunque seguirán buscando aliados para acusarle.

CUANDO MEDITES

En la piel del dueño de la viña: ¿en qué me parezco a él?
En la piel de los labradores: ¿en qué momentos de mi vida reacciono como ellos?
En el lugar de la viña: ¿cómo me siento cuidado por Dios Padre?
En la piel de los siervos: ¿a quiénes soy enviado yo?, ¿cómo cumplo mi misión?
En la piel del Hijo amado: ¿cómo vivo la predilección del Padre por mí?.

CUANDO ORES

* Recuerda todo lo que Dios hace por su viña y ora agradecido. 

1Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña: mi amigo tenía una viña en fértil collado. 2La entrecavó, la descantó y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diera uvas, pero dio agrazones.3 Y ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sed jueces entre mi viña y yo. 4 ¿Qué más cabría hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? (Is 5,1-4).

* Pide a Dios que restaure de nuevo su viña:

Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tu hiciste vigorosa.
La han talado y le han prendido fuego: con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tu fortaleciste.
No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre. (Salm 79)





C.f. K. STOCK, Marco Comento contestuale al secondo Vangelo. Roma 22010. 238-243 y M. NAVARRO PUERTO, Marcos Guías de Lectura del Nuevo Testamento. Estella (Navarra) 2006. 414-429.

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Autor: Azucena Fernández, equipo de Lectio Divina de la UPComillas

martes, 18 de diciembre de 2012

Una fe que mueve montañas

Lectio divina de Marcos 11,20-33

11 20 Cuando a la mañana siguiente pasaron junto a la higuera, vieron que se había secado hasta la raíz. 21 Entonces Pedro, recordando lo sucedido, dijo a Jesús:
- Maestro, mira: la higuera que maldijiste se ha secado.

22 Jesús le contestó:
- Tened fe en Dios. 23 Os aseguro que, si alguien dice a ese monte que se quite de ahí y se arroje al mar, y lo dice sin vacilar, creyendo de todo corazón que va a realizarse lo que pide, lo obtendrá. 24 Por eso os digo que obtendréis todo lo que pidáis en la oración, si tenéis fe en que vais a recibirlo. 25 Y cuando estéis orando, si tenéis algo contra alguien, perdonádselo, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone el mal que vosotros hacéis. 26 Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro padre os perdonará el mal que vosotros hacéis.
27 Cuando llegaron de nuevo a Jerusalén, mientras Jesús estaba paseando por el Templo, se acercaron a él los sumos de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos, 28 y le preguntaron:
- ¿Con qué derecho haces tú todo eso? ¿Quién te ha autorizado a hacer lo que estás haciendo?
29 Jesús contestó:
- Yo también voy a preguntaros una cosa. Respondedme y os diré con qué derecho hago todo esto. 30 ¿De quien recibió Juan el encargo de bautizar: de Dios o de los hombres? ¡Respondedme!
31 Ellos se pusieron a razonar entre sí: «Si contestamos que lo recibió de Dios, el dirá: '¿Por qué, pues, no le creísteis?' 32 Pero ¿cómo vamos a decir que lo recibió de los hombres? Y es que temían la reacción del pueblo, porque todos tenían a Juan por profeta. 33 Así que respondieron:
- No lo sabemos.
Entonces Jesús les replicó:
- Pues tampoco yo os diré con qué derecho hago todo esto.

CUANDO LEAS

Nos encontramos con un fragmento, al menos interesante en este año de la fe. Desde el punto de vista histórico de estos versículos estamos en la última etapa, o ultimo día de verdadera libertad para Jesús. Vamos camino de Jerusalén. No casualmente pasan por delante de la higuera, la cual estaba seca de raíz. Es imposible no recordar la maldición de Jesús que casi a pasado a vuela pluma unos versículos más atrás.
Jesús la mira y hace del acontecimiento objeto de enseñanza para sus discípulos. Hasta once veces se repite el término vosotros, manifestando el interés que Jesús tiene hacia su comunidad. Toda comunidad cristiana, una vez escuchada la Palabra, no da el fruto esperado, se hace inútil, se seca de raíz. ¿Cómo evitar esto? Tres imperativos, tres acciones, impedirán a una comunidad secarse, dando abundantes frutos.
Tened fe en Dios. En realidad el texto griego dice tened fe de Dios (Exete pistin Theou). Interpretamos que es un genitivo objetivo y por eso traducimos: creer en Dios o tener fe en Dios, es decir, confiaos a Él, abandonaos a Él, entonces seréis fuertes, no por méritos propios, sino por su omnipotencia. Entonces la obra, la acción vendrá de Dios y no de nosotros mismos. Pero, solo quien cree incondicionalmente, sin dudas y sin «si...» de ningún tipo, puede cumplir su misión.
Orad. Hemos de orar sin olvidar la fe, que debe entenderse, como hemos dicho antes, en sentido de confianza. Cuando dirigimos a Dios nuestra súplica hemos de confiar totalmente en Él.
Perdonad. Estrechamente unido a las dos actitudes anteriores. Sólo existe la comunidad de hermanos cuando se vive el perdón mutuo. Además, es imposible presentarse ante Dios estando en  desacuerdo con el hermano. No estar en sintonía con el hermano es no estar en sintonía con Dios. El perdón restablece la comunión con el hermano y con Dios. Sólo así es posible la oración verdadera, llena de confianza en Dios.

La segunda parte (11,27-33) nos habla acerca de la autoridad de Jesús. El cual es sometido a un auténtico interrogatorio en el Templo por parte de los sumos sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos, casi una delegación del Sanedrín. Se encuentran allí buscando un motivo para condenar a Jesús.
¿Con qué autoridad? ¿Quién te la ha dado? Jesús con sus obras y sus palabras, ya ha respondido a estas preguntas. Su autoridad viene de arriba. Están ellos dispuestos a entenderlo así y a acoger a Jesús. Creen que su autoridad es ¿de origen humano o divino? Jesús le pone el ejemplo de Juan el Bautista. Simplemente para ver si están en la misma onda, para saber, ¿quién es Juan para ellos? Como no están en búsqueda de la verdad, sino que actúan con doble intención, no pueden responder nada más que de la forma que lo hacen: «No lo sabemos»

CUANDO MEDITES

- ¿Hay alguna palabra o versículo que, por lo que sea, capta tu atención, te toca el corazón?
- ¿Qué querrá decirte Dios en este momento concreto de tu vida con esta palabra o versículo?
- Durante este año de la fe. ¿Estoy dando el fruto esperado por Jesús?
- ¿Entiendo la fe como confianza absoluta en Dios?
- ¿Cuándo oro confío totalmente en Dios?
- ¿Perdono de corazón a mi hermano?
- ¿Busco en todo momento  la Verdad o, como los representantes del Sanedrín, busco mi propio interés?

CUANDO ORES

Padre, ignoro lo que me tienes preparado desde toda la eternidad;
y no sé lo que ocurrirá ni hoy ni mañana.
Pero sé que nada sucederá sin que tú lo hayas previsto y dispuesto
para mi bien y el de mis hermanos.
No pido más, eso me basta.
Me pongo en tus manos
y acepto con todo el corazón, todo lo que me vaya a ocurrir.
Me ofrezco a Ti de manera incondicional.
Pero, mi fe es débil.
Por eso, te pido firmeza en las contrariedades,
para aceptar, sin reservas, todo los que dispongas o permitas.
En la esperanza de que todo ello sirva para tu mayor gloria,
mi propia santificación y la de mis hermanos.

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Autor: José Ignacio Pedregosa, Sociedad de San Pablo, equipo de Lectio Divina de la UPComillas

lunes, 17 de diciembre de 2012

Jesús en Jerusalén

Lectio divina de Marcos 11,1-20

11 1Cuando se acercaban a Jerusalén, a la altura de Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos,  Jesús envió a dos de sus discípulos  2con este encargo: “Id a la aldea de enfrente. Al entrar en ella, encontraréis en seguida un borrico atado, sobre el que nadie  ha montado todavía. Soltadlo y traedlo. 3Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, le decís que el Señor lo necesita y que en seguida lo devolverá”. 4Los discípulos fueron, encontraron un borrico atado junto a la puerta, fuera, en la calle, y lo soltaron. 5Alguno de los que estaban allí les preguntaron: ¿Por qué desatáis el borrico? 6 Los discípulos les contestaron como les había dicho Jesús, y ellos se lo permitieron. 

7 Llevaron el borrico, echaron encima sus mantos, y Jesús montó sobre él. 8 Muchos tendieron sus mantos por el camino y otros hacían lo mismo con ramas que cortaban en el campo. 9Los que iban delante y detrás gritaban: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!  10¡Bendito el reino que viene,  el de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!”. 11Cuando Jesús entró en Jerusalén, fue al templo y observó todo a su alrededor  pero,  como ya era tarde, se fue a Betania con los doce. 12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre. 13Al ver, de lejos, una higuera con hojas,  se acercó a ver si encontraba algo en ella. Pero no encontró más que hojas, pues no era tiempo de higos. 14Entonces le dijo: “Que nunca jamás coma nadie fruto de ti”.  Sus discípulos lo oyeron. 
15 Cuando llegaron a Jerusalén,  Jesús entró en el templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban en él. Volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían las palomas, 16y no consentía que nadie pasase por el templo llevando cosas. 17 Luego se puso a enseñar diciéndoles: “¿No está escrito: Mi casa será casa de oración para todos los pueblos? Vosotros, sin embargo, la habéis convertido en una cueva de ladrones”. 18Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley se enteraron y buscaban el modo de acabar con Jesús, porque lo temían, ya que toda la gente estaba asombrada de su enseñanza. 19 Cuando se hizo de noche, salieron fuera de la ciudad.

CUANDO LEAS

- Este relato se desarrolla entre el camino, Jerusalén y  el templo, objetivo y meta del camino. Las abundantes anotaciones de tiempo y espacio –una de las características de la escritura de Marcos-, permiten distinguir varias jornadas y la diversidad de actividades de Jesús. Lugares: el camino, la “entrada” a la ciudad, el templo. Actividades: encargo del borrico, entrada en la ciudad y en el templo al que observa y vuelta a Betania; nueva entrada en Jerusalén tras el episodio de la maldición de la higuera, y expulsión de vendedores y marchantes del templo.
- Con la entrada de Jesús en Jerusalén, no muy solemne en Marcos (11,1-11) al atardecer del primer día, y el relato de los   actos proféticos: maldición de una higuera y purificación del templo (11,12-19), del segundo día, Marcos comienza la narración de los sucesos de la última semana de la vida terrena de Jesús. Los sucesos de estos dos días ocupan nuestra lectura orante de hoy.  Marcos escribe su evangelio hacia el año 65/70, es decir,  unos cuarenta años después de los sucesos que narra. Como iremos viendo en jueves sucesivos,  los caps. 11-15 parecen formar “una deliberada base para una liturgia de Semana Santa” que va desde el Domingo de Ramos hasta el de Pascua, como una unidad sin cortes, y que probablemente ya era seguida en estos años en la iglesia de Roma. Son los recuerdos a los que volvían, sin duda, una y otra vez los cristianos de la segunda generación. El evangelio de Marcos es, como todos, “una combinación de historia recordada e historia interpretada”, y es también, el utilizado como material de base en la redacción de  sus respectivos evangelios por Mateo y Lucas con modificaciones varias. Este episodio es recogido por ambos.
- vv. 1-11: Primer día: entrada en Jerusalén. Rápida inspección en el templo (v.1-11).  Jesús, junto con los Doce, en la última jornada de la peregrinación a la Ciudad Santa, camina de Betania a Jerusalén y su templo, y regreso a Betania. Toda la escena tiene como fondo un pasaje de Zacarias (9,9), aunque  Marcos no lo cita expresamente, pero sí recoge que el borrico aún no había sido montado. Jesús monta, pues, sobre un animal “sagrado” al que cubren algunos mantos de discípulos y que pisará sobre un alfombrado de ramajes del camino. Ambos son dos rituales típicos de la realeza. Jesús entra en Jerusalén como rey verdadero de Israel pero, en Marcos, esta entrada apenas conmueve a la ciudad. Es un suceso sólo para los íntimos y pocos más que entonan aclamaciones acompañándole hasta el templo donde “observó todo a su alrededor” (v.11). Y “cuando anocheció”-la noche siempre infunde temor- se volvieron a Betania.  Los nombres de Jerusalén y Betania forman el marco para delinear este episodio inicial.
- vv. 12-19: Los acontecimientos del segundo día comienzan en el camino de Betania a Jerusalén. Marcos describe los acontecimientos de este día utilizando una inclusión literaria formada por dos acciones simbólicas proféticas: maldición de la higuera y resultado; conmoción en el templo y resultado.  Jesús realiza ambas acciones al estilo de los profetas de Israel, que recurren a la imagen de la higuera y de la viña como figuras de Israel  para hacerse oir por Israel, para quejarse de un pueblo que ha abandonado al Señor y a su Ley  (Jer 19,1.10-11; 8,13); Oseas (9,10; 9,16). Jesús sabe que no era tiempo de higos, y también sabe que en primavera –y era primavera, el mes de Nisán- solían encontrarse algunos higos invernales o algunos higos tempranos amargos, que podían comerse con gusto. Pero esa higuera solo tenía hojas; era una planta estéril, y es un símbolo de la esterilidad de Israel como clamaron los profetas  (Miq. 7,1ss).  Jesús dijo: que “nadie coma jamás fruto de ti”. La formulación de esta condena es típica de Marcos, que subraya que estas palabras de Jesús no la oyen los que rechazan a Jesús, sino sus discípulos. Será a ellos a quienes les explique esta palabra actualizándola para ellos (11,20-25) y que nos queda para el próximo jueves.
- vv. 15-19: Es un fragmento pequeño que está enmarcado entre dos verbos de movimiento. El primero señala la llegada a la ciudad (v.15); el segundo, la salida de ella (v.19). Lo que sucede entre medias presenta a Jesús como profeta y se interpreta acudiendo a los profetas. Cuando Marcos une la maldición de la higuera con la limpieza del templo, está mostrando que la higuera es figura del templo, de “la ley existente, cuyo final anuncia Jesús”. De la misma manera que la higuera no tiene frutos, así tampoco el templo que se ha secado y convertido en un lugar “sin frutos”, en un lugar en el que  cambistas de moneda para el pago de los impuestos  y vendedores de animales para los sacrificios, junto con los sacerdotes, hacen negocio y se enriquecen. Ya no es un espacio de oración, del encuentro con el Dios verdadero. Marcos siempre describe el templo de forma negativa. La expulsión de los mercaderes, el vuelco de las mesas de los cambistas, etc., son una manera de Jesús de “ilustrar” su palabra. Los Sumos Sacerdotes y los letrados “se enteraron” (v.18)  y reaccionan con la decisión de matarle. Han comprendido que con él, con Jesús, comienza el nuevo templo en el que todos los pueblos tienen entrada, pero ellos no tienen lugar.

CUANDO MEDITES

- Recuerda:  “las narraciones evangélicas ni son crónica histórica, ni cuento de hadas. Ni verdad histórica literal, ni mera ficción para entretener, sino verdad profunda por medio de ficción poética”.   Por eso, pregúntate: ¿cómo se revela Jesús en estas páginas del Evangelio? ¿Cuál es la verdad profunda de esta lectura de hoy para mí?
- Después de ser aclamado como portador del “reino de nuestro padre David”, ¿qué queda de tanto entusiasmo? Los discípulos ¿se han dado cuenta de las dimensiones simbólicas de aquel cortejo en el que han participado? Quizá Jesús  se haya sentido muy solo en aquella tarde…. Durante toda esta escena Jesús no habla. Y en mi vida ¿cuenta Jesús de tal manera que mi vida no tiene sentido sin él?
- Jesús no sólo entra en la ciudad, también en el templo convertido en mercado, en un lugar ruidoso y sucio, el lugar de los sacrificios externos. Para Jesús el templo es  espacio de oración, del encuentro con el Dios verdadero. Esta posición crítica de Jesús respecto del templo debe ser una interpelación constante en nuestra vida, para discernir si nuestro ejercicio religioso no se ha convertido también en una mera actividad más. ¿Es importante para mí realmente Dios cuando rezo o utilizo a Dios para que me vaya bien?
- Marcos apunta: “los discípulos lo oyeron” (v.14). Por tanto Jesús quiere dar una lección, hacer entender algo. Estamos en el campo de la enseñanza, por eso realiza un gesto simbólico. Por eso la cuestión más importante no está en el hecho en sí. Se trata más bien de sacar el significado. Por eso, más que concretar qué ha pasado debemos preguntar qué mensaje quiere comunicarnos.
- “Mi casa será casa de oración para todos los pueblos”. Estas palabras ¿las tomo como un aviso para, para nuestra comunidades cristianas, para que no nos comportemos como los expulsados por Jesús, para no repetir sus conductas?

CUANDO ORES

- Recuerda que este tiempo es también para “hallar descanso” para el alma: sabemos que el Señor nos comprende y perdona aunque cuando busque frutos de entrega, generosidad, amor …. encuentre  a veces “follaje”. Follaje es lo que impresiona pero no existe, lo que promete pero no da.  Revisa tu follaje, lo que ven los demás frente a la realidad que ve Dios
- Sorpréndete de que el único milagro realizado por Jesús en Jerusalén sea una maldición … pero no para los hombres o las mujeres, para nosotros se trata de una dura advertencia, y por tanto, de una invitación  a la revisión  y al cambio. Que nuestra oración de esta tarde sea un compromiso para “ir a mejor”, cada uno a su paso, a su ritmo.
- Que no nos desanime nuestra pobreza espiritual: ante Dios “siempre estamos en números rojos”, pero ese Dios ama nuestra pobreza y tiene necesidad de cada uno, porque el mensaje de salvación de Jesús va dirigido a cada uno. Solamente reconoce a Jesús como el Cristo aquel que siente la necesidad de ser salvado por Cristo.

-Dirígete a él con palabras sencillas: 

A veces, Señor, es difícil rezar.
Hay situaciones que superan nuestra comprensión y nuestro aguante.
Nos sentimos desfallecer y no sabemos articular palabras.
Y Tú acoges, misericordioso,
nuestra simple presencia como oración silenciosa.
Ayúdanos  a sacar fuerzas de nuestro silencio,
a tomar aliento de nuestra presencia orante,
a reanimarnos en tu promesa de salvación.
Así toda nuestra vida desembocará
en un cántico de acción de gracias por tu ayuda.

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Autora: Trinidad Brunet, equipo de Lectio Divina de la UPComillas