SERIE: "Orad constantemente" (1 Tes 5, 17)
“El que tenga sed que venga y que beba” (Jn 7, 37)
Señor, tengo sed de tu Palabra
que, como lluvia fresca de otoño,
empape mi tierra seca y la haga germinar.
Tengo sed de Ti, Manantial de agua viva,
Fuente de Salvación.
Y a Ti acudo con mi cántaro, como la samaritana,
a sacar agua que alivie mi sed de caminante,
tan sólo para hoy, para ahora,
para este momento de gracia
en el que vengo ante tu fuente.
Unas gotas de tu agua viva bastarán para saciarme,
como a la cananea le bastaron unas migajas de tu mesa
para ver recreada su vida en tu gracia,
poderosa y amante.
Vengo a sacar agua de Ti, Fuente inagotable de Salvación,
con gozo, con confianza,
con corazón necesitado y pobre.
Tú eres mi Dios y Salvador.
Me apoyo en Ti y no tengo miedo,
porque Tú eres mi fuerza y mi esperanza,
el Único Dios que puede salvar.
Tira de mí, fuerte y suavemente,
hacia tu vida nueva;
sáciame de tu luz y compasión;
enséñame el camino que he de seguir;
mantén mi corazón entero
en el Amor a tu Nombre;
dame tu agua viva
para que nunca más tenga sed.
(Oración inspirada en Is 12,1-6; Jn 4,15; Sal 139; Mc 7,28)
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lunes, 28 de enero de 2008
viernes, 25 de enero de 2008
El Evangelio del Domingo: Mateo 4,12-25
Esta semana le tocaba a mi hermana Pilar Casarrubios preparar la lectura orante para el grupo de la Universidad de Comillas del jueves, sobre el evangelio de este Domingo III del Tiempo Ordinario. Seguramente sus propuestas de lectura, meditación y oración os resultarán sugerentes.
Mt, 4,12-25: Predicación y llamada a los primeros discípulos
12 Cuando Jesús oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. 13 Y dejando Nazaret, vino a residir en Cafarnaún, junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí, 14 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:
“15 ¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles!
16 El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló!”
17 Desde entonces, comenzó Jesús a predicar y decir: “Convertíos, porque está cerca el Reino de los Cielos”.
18 Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, 19 y les dice: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”. 20 Y ellos, al instante, dejando las redes, le siguieron.
21 Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago el de Zebedeo y a su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. 22 Y ellos, al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 24 Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos, paralíticos, y los curó. 25 Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.
CUANDO LEAS
El fragmento mateano al que hoy nos acercamos se divide en tres partes: la retirada de Jesús a Galilea, la llamada a los primeros discípulos y la predicación en esta tierra, después de abandonar Nazaret.
La semejanza del mensaje inicial de Jesús con el de Juan indica que era solidario con el Bautista (cf. 3,2 con 4,17; 3,8 con 7,17-20; 3,12 con 13,30.41; también con Jn 3,22-4,3). En Galilea empieza su ministerio. Se traslada a Cafarnaún, junto al mar, citando a Is 9,1-2 (vv. 14-16), se mencionan los lugares geográficos que conducen a Galilea de los gentiles.
Isaías había dicho de los que habían sido deportados que encontrarían esperanza en un futuro jefe mesiánico que les traería paz y promesas cumplidas (9,5-6). Mateo ha puesto el texto de Isaías en relación más estrecha con la misión de Jesús de representar a Israel (Is 42,1) en cuanto pueblo-alianza, como luz de las naciones (42,6). Así vemos a Jesús comenzando su misión por el lugar al que primero se había hecho la promesa de la luz, conocido como Galilea de los gentiles. Respuesta firme a las objeciones de que el Mesías no podía venir de Galilea.
A pesar de que inicia su ministerio con el mismo mensaje que el Bautista (3,2), mediante la referencia a Galilea de los gentiles, la buena noticia de Jesús, a diferencia de la de Juan, alcanza una dimensión universal desde el principio. Además, la invitación al arrepentimiento no va acompañada de la amenaza de ira manifestada por el Bautista.
El precursor había sido entregado, detenido por Herodes. El verbo “entregar” se usa en el NT a propósito del destino de Jesús, de traición, prendimiento y muerte violenta.
Es en este momento cuando Jesús comienza a reunir a sus primeros discípulos (v.18). Los nombres de los dos hermanos indican la cultura mixta de Galilea. Simón es la forma griega del “Simeón” hebreo, y su hermano tiene nombre griego, Andrés. En contra de lo habitual en un rabí, es Jesús quien escoge a sus discípulos, y no ellos quienes lo eligen a él. Los discípulos le siguen, no simplemente para escuchar y aprender, sino para participar activamente: ser pescadores de hombres (cf. Jr 16, 15-16). Como habían reunido peces en sus redes, son llamados ahora a reunir a los hombres en el Reino de Dios (Is 49,5.6).
A Santiago y Juan (vv. 21-22) se les llama a menudo simplemente “los hijos de Zebedeo”. Esto podría indicar el respaldo del padre a la misión, pues parece que la familia entera estaba comprometida con la causa (20,20; 27,56).
El ministerio de Jesús consiste en enseñar, proclamar y curar. Para Mateo, enseñar es la actividad principal de Jesús. Enseña con autoridad para llamar al pueblo a cumplir su objetivo en cuanto Israel Siervo, como testigo de la gloria de Dios (Is 43, 10-12), y a que tuviera la enseñanza de Dios en su corazón (Is 51,7; Jr 31,31-34).
La proclamación en Mateo tiene como objeto el reino de los cielos (3,1; 4,17.23; 9,35). Proclamar el Evangelio procede de la expresión de Isaías del anuncio de liberación del exilio y la restauración del reinado de Dios.
La tercera expresión, curar, tiene el significado más amplio de “atender, cuidar”. Curar está relacionado con proclamar, y realmente forma parte de la proclamación. Tiene su origen en la promesa de Jeremías del retorno y restauración como curación (Jr 30, 12,17).La buena noticia es lo que trae restauración y curación. Enfermedades y dolencias remite al Israel que sufre en Is 53,3-4. Jesús cura y restaura al pueblo para que cumpla lo que Dios le marca (Mt 8,17). No existe distinción real entre curación espiritual y física.
CUANDO MEDITES
- Galilea de los gentiles. La buena noticia de Jesús es propuesta universal desde el principio de su ministerio. Tal vez tu visión no coincida enteramente y siempre con la del Maestro, ¿qué crees que te lo impide (sentirte superior, hacer acepciones, particularismos, etc)?
- Jesús aparece después de “la entrega” del Bautista. Tu existencia quizás deja algo que desear porque no se desarrolla totalmente en esa clave, como la de ellos; ahonda en ello.
- Jesús escogió, llamó a sus discípulos. Medita si cuidas y renuevas en ti la llamada de Jesús por tu propio nombre y a una misión muy particular e irremplazable.
-Enseñar, proclamar y curar. ¿Sientes vivamente que Jesús es tu Maestro, el único Maestro que tiene Palabras de vida eterna que puede enseñarte todo y orientar y planificar tu existencia? ¿Experimentas que tú también eres llamado a enseñar, a ser buena noticia con palabras y vida, a cuidar a los hermanos con los que te cruzas en el camino? No pierdas nunca de vista tu hermosa vocación de bautizado, hijo en el Hijo.
CUANDO ORES
- Da gracias a Dios por su llamada a seguirle, a vivir cerca de él, a conocerle y amarle. Da gracias de corazón porque confía plenamente en ti y te confía su Palabra y su evangelio para vivirlo y ser testigo de su amor en este mundo.¡Gracias Jesús porque has venido y sigues viniendo a llamar a los pecadores, no a los perfectos y justos!
- Gracias por hacerme libre y profundamente feliz en tu seguimiento.
- Gracias por todos aquellos que has puesto en mi camino y hacen que se confirme una y otra vez la llamada que me haces a vivir el Evangelio de la Vida, la Verdad, el amor y la libertad del Espíritu. ¡Gracias por hacerme testigo del amor que es lo único que vale, llena e importa en esta vida!
- Gracias por la fe de los que me han sostenido cuando la mía vacilaba cual pábilo vacilante. Gracias porque al creer y esperar en ti puedo soñar otro mundo posible.
- María, primera discípula del Maestro, que mi “Sí” se apoye en tu fe sin reservas más allá de toda aparente contradicción. Porque el Dios Padre y Madre tiene sólo proyectos de paz.
- Desde tu corazón, renueva hoy tus ganas de seguirle con palabras de S. Ignacio:
“Toma, Señor, y recibe toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer.
Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo torno. Todo es tuyo.
Dispón de todo según tu voluntad.
Dame tu amor y tu gracia, que ésta me basta.”
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Mt, 4,12-25: Predicación y llamada a los primeros discípulos
12 Cuando Jesús oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. 13 Y dejando Nazaret, vino a residir en Cafarnaún, junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí, 14 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:
“15 ¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles!
16 El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló!”
17 Desde entonces, comenzó Jesús a predicar y decir: “Convertíos, porque está cerca el Reino de los Cielos”.
18 Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, 19 y les dice: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”. 20 Y ellos, al instante, dejando las redes, le siguieron.
21 Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago el de Zebedeo y a su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. 22 Y ellos, al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 24 Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos, paralíticos, y los curó. 25 Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.
CUANDO LEAS
El fragmento mateano al que hoy nos acercamos se divide en tres partes: la retirada de Jesús a Galilea, la llamada a los primeros discípulos y la predicación en esta tierra, después de abandonar Nazaret.
La semejanza del mensaje inicial de Jesús con el de Juan indica que era solidario con el Bautista (cf. 3,2 con 4,17; 3,8 con 7,17-20; 3,12 con 13,30.41; también con Jn 3,22-4,3). En Galilea empieza su ministerio. Se traslada a Cafarnaún, junto al mar, citando a Is 9,1-2 (vv. 14-16), se mencionan los lugares geográficos que conducen a Galilea de los gentiles.
Isaías había dicho de los que habían sido deportados que encontrarían esperanza en un futuro jefe mesiánico que les traería paz y promesas cumplidas (9,5-6). Mateo ha puesto el texto de Isaías en relación más estrecha con la misión de Jesús de representar a Israel (Is 42,1) en cuanto pueblo-alianza, como luz de las naciones (42,6). Así vemos a Jesús comenzando su misión por el lugar al que primero se había hecho la promesa de la luz, conocido como Galilea de los gentiles. Respuesta firme a las objeciones de que el Mesías no podía venir de Galilea.
A pesar de que inicia su ministerio con el mismo mensaje que el Bautista (3,2), mediante la referencia a Galilea de los gentiles, la buena noticia de Jesús, a diferencia de la de Juan, alcanza una dimensión universal desde el principio. Además, la invitación al arrepentimiento no va acompañada de la amenaza de ira manifestada por el Bautista.
El precursor había sido entregado, detenido por Herodes. El verbo “entregar” se usa en el NT a propósito del destino de Jesús, de traición, prendimiento y muerte violenta.
Es en este momento cuando Jesús comienza a reunir a sus primeros discípulos (v.18). Los nombres de los dos hermanos indican la cultura mixta de Galilea. Simón es la forma griega del “Simeón” hebreo, y su hermano tiene nombre griego, Andrés. En contra de lo habitual en un rabí, es Jesús quien escoge a sus discípulos, y no ellos quienes lo eligen a él. Los discípulos le siguen, no simplemente para escuchar y aprender, sino para participar activamente: ser pescadores de hombres (cf. Jr 16, 15-16). Como habían reunido peces en sus redes, son llamados ahora a reunir a los hombres en el Reino de Dios (Is 49,5.6).
A Santiago y Juan (vv. 21-22) se les llama a menudo simplemente “los hijos de Zebedeo”. Esto podría indicar el respaldo del padre a la misión, pues parece que la familia entera estaba comprometida con la causa (20,20; 27,56).
El ministerio de Jesús consiste en enseñar, proclamar y curar. Para Mateo, enseñar es la actividad principal de Jesús. Enseña con autoridad para llamar al pueblo a cumplir su objetivo en cuanto Israel Siervo, como testigo de la gloria de Dios (Is 43, 10-12), y a que tuviera la enseñanza de Dios en su corazón (Is 51,7; Jr 31,31-34).
La proclamación en Mateo tiene como objeto el reino de los cielos (3,1; 4,17.23; 9,35). Proclamar el Evangelio procede de la expresión de Isaías del anuncio de liberación del exilio y la restauración del reinado de Dios.
La tercera expresión, curar, tiene el significado más amplio de “atender, cuidar”. Curar está relacionado con proclamar, y realmente forma parte de la proclamación. Tiene su origen en la promesa de Jeremías del retorno y restauración como curación (Jr 30, 12,17).La buena noticia es lo que trae restauración y curación. Enfermedades y dolencias remite al Israel que sufre en Is 53,3-4. Jesús cura y restaura al pueblo para que cumpla lo que Dios le marca (Mt 8,17). No existe distinción real entre curación espiritual y física.
CUANDO MEDITES
- Galilea de los gentiles. La buena noticia de Jesús es propuesta universal desde el principio de su ministerio. Tal vez tu visión no coincida enteramente y siempre con la del Maestro, ¿qué crees que te lo impide (sentirte superior, hacer acepciones, particularismos, etc)?
- Jesús aparece después de “la entrega” del Bautista. Tu existencia quizás deja algo que desear porque no se desarrolla totalmente en esa clave, como la de ellos; ahonda en ello.
- Jesús escogió, llamó a sus discípulos. Medita si cuidas y renuevas en ti la llamada de Jesús por tu propio nombre y a una misión muy particular e irremplazable.
-Enseñar, proclamar y curar. ¿Sientes vivamente que Jesús es tu Maestro, el único Maestro que tiene Palabras de vida eterna que puede enseñarte todo y orientar y planificar tu existencia? ¿Experimentas que tú también eres llamado a enseñar, a ser buena noticia con palabras y vida, a cuidar a los hermanos con los que te cruzas en el camino? No pierdas nunca de vista tu hermosa vocación de bautizado, hijo en el Hijo.
CUANDO ORES
- Da gracias a Dios por su llamada a seguirle, a vivir cerca de él, a conocerle y amarle. Da gracias de corazón porque confía plenamente en ti y te confía su Palabra y su evangelio para vivirlo y ser testigo de su amor en este mundo.¡Gracias Jesús porque has venido y sigues viniendo a llamar a los pecadores, no a los perfectos y justos!
- Gracias por hacerme libre y profundamente feliz en tu seguimiento.
- Gracias por todos aquellos que has puesto en mi camino y hacen que se confirme una y otra vez la llamada que me haces a vivir el Evangelio de la Vida, la Verdad, el amor y la libertad del Espíritu. ¡Gracias por hacerme testigo del amor que es lo único que vale, llena e importa en esta vida!
- Gracias por la fe de los que me han sostenido cuando la mía vacilaba cual pábilo vacilante. Gracias porque al creer y esperar en ti puedo soñar otro mundo posible.
- María, primera discípula del Maestro, que mi “Sí” se apoye en tu fe sin reservas más allá de toda aparente contradicción. Porque el Dios Padre y Madre tiene sólo proyectos de paz.
- Desde tu corazón, renueva hoy tus ganas de seguirle con palabras de S. Ignacio:
“Toma, Señor, y recibe toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer.
Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo torno. Todo es tuyo.
Dispón de todo según tu voluntad.
Dame tu amor y tu gracia, que ésta me basta.”
sábado, 19 de enero de 2008
Ave María
Me dispongo a hacer un "experimento" en mi blog: hace poco me regalaron una webcam y ando probando su utilidad apostólica. Para comenzar, y venciendo mi sentido del ridículo (que todo hay que decir, no es excesivo...), intento subirme aquí entonando un canto de acción de gracias a Dios por todo lo vivido. Pero no hay manera. Me parece que el formato de ese video no es aceptado por el servidor. Así es que, sin permiso de mis compañeras de coro en Santa Teresa de Toledo, subo esta otra grabación, realizada con una olympus-mini: un ave María que nos sale bastante chulillo, aunque un pelín agudo, por eso de que sólo hay voces femeninas (bueno, está Jesús, pero él tiene todavía una voz blanca preciosa).
El coro es mucho más numeroso y, si estuviéramos todas, pareceríamos tal cual "los chicos del coro", sin orfanato, en versión castellano-manchega, y en femenino.
¿Que el video es espantoso? No exageréis. No es para tanto. Pero, ¡tranquis!, ¡que no cunda el pánico! Es sólo un experimento... y no sé si servirá de precendente.
Se lo dedico, con gratitud por su dedicación alegre, a las incondicionales de la Eucaristía de 11, a las que cantan aquí (de izquierda a derecha: Cristina, Jesús, Cristina mami, Pilar mami y Pilar hija, y Rosario), y a las que no están.
¡Feliz domingo a todos!
El coro es mucho más numeroso y, si estuviéramos todas, pareceríamos tal cual "los chicos del coro", sin orfanato, en versión castellano-manchega, y en femenino.
¿Que el video es espantoso? No exageréis. No es para tanto. Pero, ¡tranquis!, ¡que no cunda el pánico! Es sólo un experimento... y no sé si servirá de precendente.
Se lo dedico, con gratitud por su dedicación alegre, a las incondicionales de la Eucaristía de 11, a las que cantan aquí (de izquierda a derecha: Cristina, Jesús, Cristina mami, Pilar mami y Pilar hija, y Rosario), y a las que no están.
¡Feliz domingo a todos!
El Jesús de Pagola
Hace semanas adquirí, con entusiamo y sumo interés, el libro de José Antonio Pagola sobre Jesús. Me gusta Pagola. Leo con frecuencia sus breves, lúcidos y "aterrizados" comentarios al evangelio dominical en la web de la parroquia San Vicente Mártir de Abando (http://svicentemartir-abando.org). Y realmente no me parece que sea un hereje arriano ni que pretenda negar la divinidad de Jesús, el Señor de su vida.
Este libro, que se lee con gusto por el buen estilo literario de su autor, sembrará confusión, también en mi diócesis, pequeña y humilde, que vive influenciada como todas por los fenómenos de masas, tantas veces provocados con gran aparato mediático.
Por eso me ha sorprendido la noticia de que el obispo de Tarazona, D. Demetrio Fernández, ha escrito a sus fieles una carta pastoral en Navidad alertándoles del grave riesgo que, para la integridad de su fe, supone el libro de José Antonio. Así se expresa el obispo:
"(...) Si de un libro bueno se tratara, la difusión me alegraría, porque se trata de dar a conocer a Jesús. Pero leyendo detenidamente su contenido, me produce profunda preocupación que este libro se difunda tanto, y precisamente en torno a la Navidad. El “Jesús” de Pagola no es el Jesús de la fe de la Iglesia.
Este libro, que se lee con gusto por el buen estilo literario de su autor, sembrará confusión, también en mi diócesis, pequeña y humilde, que vive influenciada como todas por los fenómenos de masas, tantas veces provocados con gran aparato mediático.
Muchos de sus lectores no tendrán elementos de juicio, y confían que sus pastores les alerten de los peligros que pueden acechar su fe en Jesucristo, el Jesús que anuncia la Iglesia y que es el único salvador de todos los hombres. Movido por esta inquietud pastoral, escribo estas notas que no pretenden ser exhaustivas y animo a otros, pastores y teólogos, a que examinen con atención este libro que tanta difusión está teniendo, y que tanto daño puede hacer a nuestros fieles, sobre todo a los más sencillos.
(...)
Nos encontramos ante una presentación de Jesús, que hará daño, sobre todo a quienes no tienen elementos de juicio para leerla críticamente. Es función de los pastores llamar la atención sobre esta presentación de Jesús, que no se atiene a la fe de la Iglesia. Que la luz del Verbo encarnado disipe todo tipo de tinieblas, sobre todo las que pueden cernirse sobre la figura de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre."
Algún medio de comunicación le ha dado publicidad al asunto.
El mismo Pagola ha sentido la necesidad de emitir un comunicado sobre los escritos contra su libro (comunicado que podéis encontrar en la web citada arriba). Y yo siento la necesidad de leer el libro para poder hacerme un juicio sobre él y poder decir una palabra documentada a quien me pregunte. Al fin y al cabo, el mismo D. Demetrio nos anima a ello.
Lo mismo os invito a hacer a todos los que os acercáis a este blog, así como a dejar vuestro comentario sobre las impresiones que os merezca la aproximación a Jesús de esta obra. ¿De veras el Jesús de Pagola no es el Jesús de la Iglesia?
miércoles, 9 de enero de 2008
Tentaciones de Jesús (Mateo 4,1-11)
Son las once y cuarto de la noche.
Mientras cuelgo estas palabras en mis "sabores de Dios", el corazón me late en la cabeza y la congestión me tiene medio mareada. Media gripe se ha apoderado de mí desde hace unos días y ni se va ni se queda definitivamente en mi persona.
A pesar de ello, hoy he estado elaborando una hojita para la lectura orante de la Palabra que me toca animar mañana en la Universidad de Comillas (1). ¿Texto? Las tentaciones de Jesús según Mateo (4,1-11). ¡Qué evangelio más inapropiado para esta época del año litúrgico! No tenemos a Jesús aún crecidito y ya le estamos llevando al desierto y sometiéndole a las encrucijadas propias de los adultos. No ha recibido todavía el bautismo en el que la voz del Padre le revistió de gracia y de fuerza para afrontar todas las pruebas y ya le ponemos ante la prueba mayor que se nos pueda ofrecer: la de si nos fiamos o no de que Dios es Amor y de que somos sus hijos amados.
En Comillas, este año, el grupo animador de la lectio ha decidido seguir la lectura continua del Evangelio de Mateo, propio del ciclo A. La ventaja de esta elección es la profundización orante del evangelio completo. El inconveniente, que el ritmo de lectura no se amolda a los tiempos litúrgicos.
En cualquier caso, siempre viene bien contemplar a Jesús en su debilidad y en su fortaleza que brotaba de la experiencia de saberse amado por el Padre.
Os ofrezco aquí unas pautas para orar con este texto, que la liturgia recogerá el primer domingo de Cuaresma del presente ciclo A.
________________________________
Mateo 4,1-11
1 Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. 2 Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al final, sintió hambre.
3 Y el tentador se le acercó y le dijo:
- Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.
4 Pero él le contestó diciendo:
- Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
5 Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el alero del templo y le dice:
- 6 Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”.
7 Jesús le dijo:
- También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”.
8 Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor, 9 le dijo:
- Todo esto te daré si te postras y me adoras.
10 Entonces le dijo Jesús:
- Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás, y a él solo darás culto”.
11 Entonces lo dejó el diablo, y se le acercaron los ángeles y lo servían.
Cuando leas
1. Fíjate en las palabras: desierto-tentado (tentación) – cuarenta- hambre, de los vv. 1 y 2. Si un judío leyera estos versículos, inmediatamente le vendría a la memoria toda la gran aventura del éxodo, en el que Israel caminó por el desierto durante cuarenta años, padeció hambre y sed, y experimentó diversas tentaciones: murmurar contra Dios, que lo había liberado de la esclavitud, desear volverse atrás, e incluso fabricarse un Dios hecho de metal (el becerro de oro), desconfiando del Dios Vivo y Verdadero.
Al leer esos versículos, el judío del que hablamos también pensaría en Moisés y en Elías, los dos grandes profetas que permanecieron cuarenta días y cuarenta noches, el uno en el Sinaí (Éx 34,28), y el otro en el desierto de Berseba (2 Re 19,8).
Tanto para Israel como para Moisés y Elías, el desierto es un lugar privilegiado de encuentro personal con Dios y de escucha de la Palabra: “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón” (Os 2,16)
2. Mateo nos presenta a Jesús como el nuevo Israel en el desierto. Como verdadero hombre que era (igual en todo a nosotros, excepto en el pecado), experimentó la debilidad de su condición humana (el hambre) y la tentación. Pero su respuesta fue muy diferente a la del pueblo de Israel.
3. Mateo nos cuenta que Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu. Y es que Jesús lo vivió todo en el Espíritu, porque en Él reposaba en plenitud, como se hizo manifiesto en el bautismo.
4. En el desierto, Jesús fue tentado tres veces por el diablo. Si nos fijamos bien, en el fondo se trata de una única tentación: “Demuestra que realmente eres el Hijo de Dios; demuestra que Dios es tu Padre y te ama...”
a) Primera tentación: el hambre y el pan - En qué consiste ser Hijo
Éxodo 16 nos cuenta que cuando los israelitas sintieron hambre en el desierto, murmuraron contra Moisés y Aarón diciendo: “Nos habéis traído a este desierto para matarnos de hambre”.
Cuando Jesús siente hambre, el tentador intenta que se aproveche de su condición de Hijo y utilice su poder en su beneficio, convirtiendo las piedras en panes.
Pero, para Jesús, ser Hijo no tiene nada que ver con demostrar su poder. Ser Hijo es fiarse de Dios y de su Palabra incondicionalmente, saberse amado y en buenas manos. En el evangelio de Juan 4,34, Jesús les dice a sus discípulos: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y realizar su obra”. Es decir, no le alimenta alardear ni hacer valer sus derechos. No “le engorda” ser poderoso.
Las palabras con las que, en nuestro evangelio responde a la tentación están tomadas del Deuteronomio 8,3: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
b) Segunda tentación: el agua y la sed – Poner a prueba al Padre.
La segunda tentación no tiene como escenario el desierto sino el Templo de Jerusalén. De nuevo, la voz del tentador le toca a Jesús la fibra más sensible: “Si eres Hijo de Dios...”. En el bautismo, Jesús había escuchado estas Palabras del Padre: “Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco”. El amor del Padre y su voluntad es lo único importante para Jesús pero, a lo largo de su vida, tuvo que escuchar muchas voces que ponían en duda su identidad de Hijo, sobre todo al final, en la cruz: “¡Sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!... Ha puesto su confianza en Dios; que lo salve ahora, si es que de verdad le quiere, ya que dijo: Soy Hijo de Dios” (Mt 27,40.43).
En el Templo de Jerusalén, Jesús siente la tentación de pedirle al Padre una prueba de su amor y protección. Sin embargo, vence esa tentación respondiendo con las palabras del Dt 6,16: “No tentarás al Señor, tu Dios”. Estas palabras evocan el episodio de Massá y Meribá, cuando los israelitas sintieron sed en el desierto y Dios hizo brotar para ellos agua de la roca. En aquella ocasión, tanto los israelitas como Moisés y Aarón desconfiaron del Señor (cf. Nm 20,1-13; Éx 17,12 ss). Jesús, por el contrario, expresa su confianza radical en el Padre.
c) Tercera tentación: la soberbia y el poder – Sólo Dios es digno de adoración
El tentador no consigue hacer mella en la confianza filial de Jesús, así es que tantea el hambre de poder y la ambición de riquezas que se esconden en todo corazón humano, para ver si puede hacerle tropezar. Lo lleva a un monte alto (los montes elevados, en algunos profetas, designan la soberbia y la altanería) y le ofrece los reinos del mundo a cambio de que se postre y lo adore. El tentador es, como dice San Juan, el mentiroso. En este caso la mentira es, además, una blasfemia, porque la misma maldad se hace igual a Dios y pretende que Jesús reconozca esa falsa divinidad a cambio de unas riquezas que él no puede otorgar, porque sólo Dios es el dueño de todo.
Jesús desenmascara esa mentira y responde con palabras del Dt 6,13-14: “Al Señor tu Dios temerás, a él servirás... No vayas detrás de otros dioses...”.
5. El episodio descansa en un desenlace apacible: el diablo se da por vencido y Jesús es confortado por los ángeles, como confortado y alentado fue Elías en el desierto hasta llegar al Horeb.
Cuando medites
- Cae en la cuenta de las tentaciones que te invaden a veces: la tentación del poder o del tener, de hacer alarde de tu fuerza, inteligencia o situación privilegiada, de buscar la fama y la aprobación de los demás, de comprar y llenarte de cosas que no necesitas, tan sólo movido por el impulso irrefrenable a acumular, de creerte más y mejor que los demás… ¿Qué haces en esas ocasiones? ¿Cómo respondes? ¿Vives la tentación en Dios y en su Espíritu o abandonado a tus fuerzas?
- Mira a Jesús:
¿Te pareces a Él? ¿Tienes su modo de sentir, de pensar, de elegir, de actuar?
¿Qué alimenta tu vida y te hace crecer más como persona y como creyente? ¿Escuchas asiduamente la Palabra de Dios?
Ante las tentaciones y tribulaciones de la vida, ¿dudas de Dios?, ¿dudas de su amor incondicional y eterno?
Cuando ores (cuando respondas a Dios con tu oración)
- Dale gracias a Jesús por compartir con nosotros nuestra condición humana, nuestras debilidades y tentaciones, por comprendernos. “Él modeló cada corazón y conoce todas sus acciones” (Sal 33,15)
- Pídele la gracia, en todo momento pero especialmente en la prueba, de poner tu mirada en el Rostro del Padre y a confiar en Él con absoluto abandono.
- Puedes concluir orando el salmo 131:
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor ahora y por siempre.
Mientras cuelgo estas palabras en mis "sabores de Dios", el corazón me late en la cabeza y la congestión me tiene medio mareada. Media gripe se ha apoderado de mí desde hace unos días y ni se va ni se queda definitivamente en mi persona.
A pesar de ello, hoy he estado elaborando una hojita para la lectura orante de la Palabra que me toca animar mañana en la Universidad de Comillas (1). ¿Texto? Las tentaciones de Jesús según Mateo (4,1-11). ¡Qué evangelio más inapropiado para esta época del año litúrgico! No tenemos a Jesús aún crecidito y ya le estamos llevando al desierto y sometiéndole a las encrucijadas propias de los adultos. No ha recibido todavía el bautismo en el que la voz del Padre le revistió de gracia y de fuerza para afrontar todas las pruebas y ya le ponemos ante la prueba mayor que se nos pueda ofrecer: la de si nos fiamos o no de que Dios es Amor y de que somos sus hijos amados.
En Comillas, este año, el grupo animador de la lectio ha decidido seguir la lectura continua del Evangelio de Mateo, propio del ciclo A. La ventaja de esta elección es la profundización orante del evangelio completo. El inconveniente, que el ritmo de lectura no se amolda a los tiempos litúrgicos.
En cualquier caso, siempre viene bien contemplar a Jesús en su debilidad y en su fortaleza que brotaba de la experiencia de saberse amado por el Padre.
Os ofrezco aquí unas pautas para orar con este texto, que la liturgia recogerá el primer domingo de Cuaresma del presente ciclo A.
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Mateo 4,1-11
1 Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. 2 Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al final, sintió hambre.
3 Y el tentador se le acercó y le dijo:
- Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.
4 Pero él le contestó diciendo:
- Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
5 Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el alero del templo y le dice:
- 6 Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”.
7 Jesús le dijo:
- También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”.
8 Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor, 9 le dijo:
- Todo esto te daré si te postras y me adoras.
10 Entonces le dijo Jesús:
- Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás, y a él solo darás culto”.
11 Entonces lo dejó el diablo, y se le acercaron los ángeles y lo servían.
Cuando leas
1. Fíjate en las palabras: desierto-tentado (tentación) – cuarenta- hambre, de los vv. 1 y 2. Si un judío leyera estos versículos, inmediatamente le vendría a la memoria toda la gran aventura del éxodo, en el que Israel caminó por el desierto durante cuarenta años, padeció hambre y sed, y experimentó diversas tentaciones: murmurar contra Dios, que lo había liberado de la esclavitud, desear volverse atrás, e incluso fabricarse un Dios hecho de metal (el becerro de oro), desconfiando del Dios Vivo y Verdadero.
Al leer esos versículos, el judío del que hablamos también pensaría en Moisés y en Elías, los dos grandes profetas que permanecieron cuarenta días y cuarenta noches, el uno en el Sinaí (Éx 34,28), y el otro en el desierto de Berseba (2 Re 19,8).
Tanto para Israel como para Moisés y Elías, el desierto es un lugar privilegiado de encuentro personal con Dios y de escucha de la Palabra: “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón” (Os 2,16)
2. Mateo nos presenta a Jesús como el nuevo Israel en el desierto. Como verdadero hombre que era (igual en todo a nosotros, excepto en el pecado), experimentó la debilidad de su condición humana (el hambre) y la tentación. Pero su respuesta fue muy diferente a la del pueblo de Israel.
3. Mateo nos cuenta que Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu. Y es que Jesús lo vivió todo en el Espíritu, porque en Él reposaba en plenitud, como se hizo manifiesto en el bautismo.
4. En el desierto, Jesús fue tentado tres veces por el diablo. Si nos fijamos bien, en el fondo se trata de una única tentación: “Demuestra que realmente eres el Hijo de Dios; demuestra que Dios es tu Padre y te ama...”
a) Primera tentación: el hambre y el pan - En qué consiste ser Hijo
Éxodo 16 nos cuenta que cuando los israelitas sintieron hambre en el desierto, murmuraron contra Moisés y Aarón diciendo: “Nos habéis traído a este desierto para matarnos de hambre”.
Cuando Jesús siente hambre, el tentador intenta que se aproveche de su condición de Hijo y utilice su poder en su beneficio, convirtiendo las piedras en panes.
Pero, para Jesús, ser Hijo no tiene nada que ver con demostrar su poder. Ser Hijo es fiarse de Dios y de su Palabra incondicionalmente, saberse amado y en buenas manos. En el evangelio de Juan 4,34, Jesús les dice a sus discípulos: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y realizar su obra”. Es decir, no le alimenta alardear ni hacer valer sus derechos. No “le engorda” ser poderoso.
Las palabras con las que, en nuestro evangelio responde a la tentación están tomadas del Deuteronomio 8,3: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
b) Segunda tentación: el agua y la sed – Poner a prueba al Padre.
La segunda tentación no tiene como escenario el desierto sino el Templo de Jerusalén. De nuevo, la voz del tentador le toca a Jesús la fibra más sensible: “Si eres Hijo de Dios...”. En el bautismo, Jesús había escuchado estas Palabras del Padre: “Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco”. El amor del Padre y su voluntad es lo único importante para Jesús pero, a lo largo de su vida, tuvo que escuchar muchas voces que ponían en duda su identidad de Hijo, sobre todo al final, en la cruz: “¡Sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!... Ha puesto su confianza en Dios; que lo salve ahora, si es que de verdad le quiere, ya que dijo: Soy Hijo de Dios” (Mt 27,40.43).
En el Templo de Jerusalén, Jesús siente la tentación de pedirle al Padre una prueba de su amor y protección. Sin embargo, vence esa tentación respondiendo con las palabras del Dt 6,16: “No tentarás al Señor, tu Dios”. Estas palabras evocan el episodio de Massá y Meribá, cuando los israelitas sintieron sed en el desierto y Dios hizo brotar para ellos agua de la roca. En aquella ocasión, tanto los israelitas como Moisés y Aarón desconfiaron del Señor (cf. Nm 20,1-13; Éx 17,12 ss). Jesús, por el contrario, expresa su confianza radical en el Padre.
c) Tercera tentación: la soberbia y el poder – Sólo Dios es digno de adoración
El tentador no consigue hacer mella en la confianza filial de Jesús, así es que tantea el hambre de poder y la ambición de riquezas que se esconden en todo corazón humano, para ver si puede hacerle tropezar. Lo lleva a un monte alto (los montes elevados, en algunos profetas, designan la soberbia y la altanería) y le ofrece los reinos del mundo a cambio de que se postre y lo adore. El tentador es, como dice San Juan, el mentiroso. En este caso la mentira es, además, una blasfemia, porque la misma maldad se hace igual a Dios y pretende que Jesús reconozca esa falsa divinidad a cambio de unas riquezas que él no puede otorgar, porque sólo Dios es el dueño de todo.
Jesús desenmascara esa mentira y responde con palabras del Dt 6,13-14: “Al Señor tu Dios temerás, a él servirás... No vayas detrás de otros dioses...”.
5. El episodio descansa en un desenlace apacible: el diablo se da por vencido y Jesús es confortado por los ángeles, como confortado y alentado fue Elías en el desierto hasta llegar al Horeb.
Cuando medites
- Cae en la cuenta de las tentaciones que te invaden a veces: la tentación del poder o del tener, de hacer alarde de tu fuerza, inteligencia o situación privilegiada, de buscar la fama y la aprobación de los demás, de comprar y llenarte de cosas que no necesitas, tan sólo movido por el impulso irrefrenable a acumular, de creerte más y mejor que los demás… ¿Qué haces en esas ocasiones? ¿Cómo respondes? ¿Vives la tentación en Dios y en su Espíritu o abandonado a tus fuerzas?
- Mira a Jesús:
¿Te pareces a Él? ¿Tienes su modo de sentir, de pensar, de elegir, de actuar?
¿Qué alimenta tu vida y te hace crecer más como persona y como creyente? ¿Escuchas asiduamente la Palabra de Dios?
Ante las tentaciones y tribulaciones de la vida, ¿dudas de Dios?, ¿dudas de su amor incondicional y eterno?
Cuando ores (cuando respondas a Dios con tu oración)
- Dale gracias a Jesús por compartir con nosotros nuestra condición humana, nuestras debilidades y tentaciones, por comprendernos. “Él modeló cada corazón y conoce todas sus acciones” (Sal 33,15)
- Pídele la gracia, en todo momento pero especialmente en la prueba, de poner tu mirada en el Rostro del Padre y a confiar en Él con absoluto abandono.
- Puedes concluir orando el salmo 131:
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor ahora y por siempre.
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(1) La sede de la UPCO está en Alberto Aguilera, Madrid. Todos los jueves, de 8 a 9, un grupo reza con el método de la lectio divina. Una vez al mes, en lugar de la lectio, se ofrece una conferencia bíblica impartida por los profesores de Sagrada Escritura de la Universidad.
(1) La sede de la UPCO está en Alberto Aguilera, Madrid. Todos los jueves, de 8 a 9, un grupo reza con el método de la lectio divina. Una vez al mes, en lugar de la lectio, se ofrece una conferencia bíblica impartida por los profesores de Sagrada Escritura de la Universidad.
Dejar nacer a Jesús
Una amiga me ha hecho llegar la carta que las monjas cirtercienses de Buenafuente del Sistal han enviado a todos los "amigos de Buenafuente" en estos días, pasada ya la Navidad, y yo he querido traer aquí sus buenos deseos para todos los que creen en Jesús.
La huella de la Navidad en nosotros no debería ser el lamento por el desembolso incontrolado que han supuesto los excesos a la mesa, los regalos de papa Noel y de Reyes, las salidas y los viajes, y todo cuanto hará que la cuesta de enero resulte muy pero que muy empinada.
La huella de la Navidad en nosotros, aparte de la contemplación arrodillada del Misterio de la Encarnación, aparte del asombro y del amor a un Dios que nos ama tanto, debería ser un consentimiento y un compromiso: que Cristo se forme en nosotros cada día un poquito más (cf. Gál 4,19).
Éste es el deseo de las hermanas de Buenafuente, expresado en forma de meditación en torno a un belén: "... que quien nos mire pueda encontrar en nosotros, en nuestras actitudes, en nuestro ritmo diario, retazos de un nuevo Nacimiento de Jesús."
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Monasterio Cisterciense Madre de Dios
Buenafuente del Sistal
8 de enero de 2008
Queridos amigos:
Parece que fue ayer cuando llenos de gozo y alegría preparábamos cada rinconcito de nuestros hogares para recibir a los nuestros y celebrar con ellos la Navidad.
Hemos sacado de sus cajas las figuritas que componen el belén, hemos adornado las habitaciones, el pasillo, el patio…, todo engalanado para recibir a nuestro Niño-Dios.
Ya han pasado los días de la Navidad y ahora toca recoger todo. Nosotras este año hemos montado el belén de forma “tradicional”, con sus pastores, sus ovejas, un horno de pan con su panadero, un zapatero en su taller, una fuente y una aguadora, un desierto con los reyes, un establo con la mula, el buey, José, María y el Niño…, todo como siempre.
Pero no queremos que este año su recogida sea “como siempre”, y por ello os invitamos a pararnos un poco en cada figurita y a guardarla sí, en su caja, pero antes en cada corazón, pues quizás en ellas podamos ver o sentir algo de lo que el Señor quiere decirnos para este año que hemos comenzado y para toda la vida.
Descolgamos la estrella, sí, ésa que no ha dejado de brillar, que es portadora de luz, de Buena Noticia; la que ha guiado a los magos hasta el Niño-Dios, ésa que en nuestro corazón nos pide que seamos luz para el mundo, guías en el buen camino, orientadores de los senderos del Señor.
Si nos acercamos a la gruta de los pastores, nos encontramos con el ángel de la Anunciación. Él, como la estrella, anuncia la Buena Noticia para todos, para los más pobres y desvalidos, para aquellos que no pueden creer que a ellos también va dirigido el Mensaje del Señor… A ésos se nos invita a anunciarles la Buena Noticia: a los pobres, a los desheredados, los marginados; empecemos por ellos y sigamos con los demás.
Nos acercamos a la fuente o al pozo y ahí está la aguadora que llena su cántaro de agua fresca para llevarla a los suyos o a los que tengan sed… Que nosotros seamos portadores del Agua Viva que sacia la sed.
Vemos cómo está el horno encendido y el panadero cociendo los panes y sirviéndolos a la mesa. Pan, alimento cotidiano hecho con amor para los demás… Hagamos que nuestros quehaceres diarios sean para los demás alimento de amor.
Pasamos por delante del taller del zapatero. Él remienda, arregla y hace zapatillas nuevas. También nosotros debemos acercarnos a los hombres y mujeres “rotos” por el alcohol, la droga, el juego, la enfermedad, la soledad, llevándoles el Mensaje de Cristo que los repare, los haga nuevos, porque son hijos de Dios.
El mielero se acerca al portal con sus pucheros de miel, ahí está el trabajo duro y afanoso de la abeja y a la vez la dulzura de la miel. Hermanos, que la palabra que salga de nuestros labios, las acciones de nuestras manos sean como “miel en la boca” para los demás.
Un pastorcillo lleva a hombros su corderillo y va a entregar al Señor su primicia. Nuestra Primicia es Cristo y a los hombres debemos ofrecérsela para que le conozcan y le amen.
Los magos de Oriente, que siguen a la estrella, que recorren los caminos para llegar a ver a Jesús y ofrecerle sus dones… Que nosotros siempre busquemos esa “estrella” que nos conduzca hasta él y enseñemos a los hermanos a encontrarlo.
Andamos por caminos diversos: el del desierto, el de las aldeas, el de los campos, pero todos ellos son senderos por los que pasar, pisar, recorrer… Seamos para el otro sendero que conduzca a Dios.
Y nos acercamos al nacimiento: allí está María, la que ha acogido confiada la Palabra del Dios y la ha hecho Vida… Nosotros también estamos llamados a dar vida a los demás y a dar nuestra propia vida. Allí está José, compañero en el silencio, que ha apostado por hacer realidad el Proyecto de Dios y que nos invita a que hagamos nosotros lo mismo.
Y Jesús, Niño-Dios, Verbo encarnado, hecho hombre, como uno de nosotros…, y nosotros en medio de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, encarnándonos allí donde el Señor nos lleve y dándolo a conocer.
Una vez que hemos recorrido algunas de las escenas de nuestro nacimiento, que hemos dejado nacer a Jesús dentro de nuestro corazón, ahora, y en cada momento de nuestra vida, dejémosle nacer y crecer. ¡Que nuestra vida siga siendo fecunda cada día, haciendo de ella un belén viviente; que quien nos mire pueda encontrar en nosotros, en nuestras actitudes, en nuestro ritmo diario, retazos de un nuevo Nacimiento de Jesús!
Feliz y santo año 2008.
Y la paz para todos vosotros.
Vuestras hermanas de Buenafuente
La huella de la Navidad en nosotros no debería ser el lamento por el desembolso incontrolado que han supuesto los excesos a la mesa, los regalos de papa Noel y de Reyes, las salidas y los viajes, y todo cuanto hará que la cuesta de enero resulte muy pero que muy empinada.
La huella de la Navidad en nosotros, aparte de la contemplación arrodillada del Misterio de la Encarnación, aparte del asombro y del amor a un Dios que nos ama tanto, debería ser un consentimiento y un compromiso: que Cristo se forme en nosotros cada día un poquito más (cf. Gál 4,19).
Éste es el deseo de las hermanas de Buenafuente, expresado en forma de meditación en torno a un belén: "... que quien nos mire pueda encontrar en nosotros, en nuestras actitudes, en nuestro ritmo diario, retazos de un nuevo Nacimiento de Jesús."
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Monasterio Cisterciense Madre de Dios
Buenafuente del Sistal
8 de enero de 2008
Queridos amigos:
Parece que fue ayer cuando llenos de gozo y alegría preparábamos cada rinconcito de nuestros hogares para recibir a los nuestros y celebrar con ellos la Navidad.
Hemos sacado de sus cajas las figuritas que componen el belén, hemos adornado las habitaciones, el pasillo, el patio…, todo engalanado para recibir a nuestro Niño-Dios.
Ya han pasado los días de la Navidad y ahora toca recoger todo. Nosotras este año hemos montado el belén de forma “tradicional”, con sus pastores, sus ovejas, un horno de pan con su panadero, un zapatero en su taller, una fuente y una aguadora, un desierto con los reyes, un establo con la mula, el buey, José, María y el Niño…, todo como siempre.
Pero no queremos que este año su recogida sea “como siempre”, y por ello os invitamos a pararnos un poco en cada figurita y a guardarla sí, en su caja, pero antes en cada corazón, pues quizás en ellas podamos ver o sentir algo de lo que el Señor quiere decirnos para este año que hemos comenzado y para toda la vida.
Descolgamos la estrella, sí, ésa que no ha dejado de brillar, que es portadora de luz, de Buena Noticia; la que ha guiado a los magos hasta el Niño-Dios, ésa que en nuestro corazón nos pide que seamos luz para el mundo, guías en el buen camino, orientadores de los senderos del Señor.
Si nos acercamos a la gruta de los pastores, nos encontramos con el ángel de la Anunciación. Él, como la estrella, anuncia la Buena Noticia para todos, para los más pobres y desvalidos, para aquellos que no pueden creer que a ellos también va dirigido el Mensaje del Señor… A ésos se nos invita a anunciarles la Buena Noticia: a los pobres, a los desheredados, los marginados; empecemos por ellos y sigamos con los demás.
Nos acercamos a la fuente o al pozo y ahí está la aguadora que llena su cántaro de agua fresca para llevarla a los suyos o a los que tengan sed… Que nosotros seamos portadores del Agua Viva que sacia la sed.
Vemos cómo está el horno encendido y el panadero cociendo los panes y sirviéndolos a la mesa. Pan, alimento cotidiano hecho con amor para los demás… Hagamos que nuestros quehaceres diarios sean para los demás alimento de amor.
Pasamos por delante del taller del zapatero. Él remienda, arregla y hace zapatillas nuevas. También nosotros debemos acercarnos a los hombres y mujeres “rotos” por el alcohol, la droga, el juego, la enfermedad, la soledad, llevándoles el Mensaje de Cristo que los repare, los haga nuevos, porque son hijos de Dios.
El mielero se acerca al portal con sus pucheros de miel, ahí está el trabajo duro y afanoso de la abeja y a la vez la dulzura de la miel. Hermanos, que la palabra que salga de nuestros labios, las acciones de nuestras manos sean como “miel en la boca” para los demás.
Un pastorcillo lleva a hombros su corderillo y va a entregar al Señor su primicia. Nuestra Primicia es Cristo y a los hombres debemos ofrecérsela para que le conozcan y le amen.
Los magos de Oriente, que siguen a la estrella, que recorren los caminos para llegar a ver a Jesús y ofrecerle sus dones… Que nosotros siempre busquemos esa “estrella” que nos conduzca hasta él y enseñemos a los hermanos a encontrarlo.
Andamos por caminos diversos: el del desierto, el de las aldeas, el de los campos, pero todos ellos son senderos por los que pasar, pisar, recorrer… Seamos para el otro sendero que conduzca a Dios.
Y nos acercamos al nacimiento: allí está María, la que ha acogido confiada la Palabra del Dios y la ha hecho Vida… Nosotros también estamos llamados a dar vida a los demás y a dar nuestra propia vida. Allí está José, compañero en el silencio, que ha apostado por hacer realidad el Proyecto de Dios y que nos invita a que hagamos nosotros lo mismo.
Y Jesús, Niño-Dios, Verbo encarnado, hecho hombre, como uno de nosotros…, y nosotros en medio de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, encarnándonos allí donde el Señor nos lleve y dándolo a conocer.
Una vez que hemos recorrido algunas de las escenas de nuestro nacimiento, que hemos dejado nacer a Jesús dentro de nuestro corazón, ahora, y en cada momento de nuestra vida, dejémosle nacer y crecer. ¡Que nuestra vida siga siendo fecunda cada día, haciendo de ella un belén viviente; que quien nos mire pueda encontrar en nosotros, en nuestras actitudes, en nuestro ritmo diario, retazos de un nuevo Nacimiento de Jesús!
Feliz y santo año 2008.
Y la paz para todos vosotros.
Vuestras hermanas de Buenafuente