Seminario internacional sobre San pablo
El miércoles, aunque me pareció sugerente, me resultó débil y poco clara la presentación que Neil Elliott hizo del "antiimperialismo" de Pablo, expresado en la carta a los Romanos. Según Neil, Pablo habría escrito su carta, entre otras cosas, para contraatacar la arrogancia antijudía de las asambleas cristianas de Roma, influenciadas, de algún modo, por la propaganda imperial.
Hoy, sin embargo, me ha parecido clarísima y muy iluminadora su exposición, en algún punto sangrante, de Pablo como promotor de liberación a nivel político y socioeconómico.
En 1994, Neil escribió un libro (no traducido aún al español) titulado Liberating Paul con el que pretendía dasafiar a la Iglesia y a los investigadores a afrontar de un modo honesto a Pablo, sin intentar "domesticarlo", para que Pablo diga todo lo que tiene que decir sobre la opresión y la injusticia en el mundo.
Neil tomó como punto de partida las experiencias de muchas personas inocentes que han sufrido a causa de una equivocada interpretación de Pablo o de una manipulación de sus palabras. Por ejemplo, mujeres que han sufrido violencia de género porque sus maridos, al parecer creyentes, sostenían que Pablo dice que las mujeres han de someterse a ellos.
Es indudable que san Pablo se ha utilizado y manipulado para legitimar la subordinación de unos a otros e incluso el imperialismo de las grandes superpotencias como EE.UU. y sus gerras injustas. Por eso, Neil creyó necesario escribir Liberating Paul: para liberar a Pablo de esta manipulación y para preguntarnos si Pablo puede abrir nuestros ojos a una visión más justa del mundo. A Neil le fascina la frase de Erns Käsemann: "La historia de la interpretación paulina es la historia de la domesticación eclesiástica del apóstol".
Tras la publicación de Liberating Paul, ha habido tres desarrollos importantes en la línea del libro de Neil:
1. El estudio de Pablo desde su relación con el imperio romano y con el imperialismo actual.
2. La aproximación feminista a Pablo, que pone en guardia contra la interpretación desde modelos patriarcales.
3. Y la revalorización de Pablo en ámbitos no creyentes como un revolucionario o un radical contemporáneo.
¿Cómo nos ha presentado Neil a Pablo como promotor de liberación? Desde tres perspectivas. Pablo quiso hacer presente el Cuerpo de Cristo de tres formas: a través de la anámnesis, a través del mutualismo y por medio de la justicia.
Por la memoria, Pablo quiso hacer presente a Cristo Crucificado. La crucifixión era el modo como el emperador mostraba su dominio sobre los cuerpos de personas que no eran tratados como tales, personas que podían ser maltratadas, apaleadas, flageladas, atravesadas... El emperador distinguía entre cuerpos de personas libres y cuerpos de personas sometidas.
En la ekklesía de Pablo no hay distinción entre esclavos y libres. Por otra parte, en Filp 2, se dice que Jesús no sólo se hizo un ser humano común, no sólo se encarnó y se hizo uno de tantos, sino que murió con la muerte de un esclavo en un contexto imperial.
Hoy los grandes imperios no respetan el habeas corpus y siguen ejerciendo, con total impunidad, la tortura. En las fotos de la cárcel de Abú Ghraib hay cuerpos rotos y humillados y otros cuerpos fuertes, poderosos, dominadores. La tortura distingue entre la dignidad de un cuerpo y otro. Ser el Cuerpo de Cristo en un mundo que tortura implica hacer causa común con los torturados y los desaparecidos.
El segundo punto es el del mutualismo, la vida común, la solidaridad, el compartir, como pone de manifiesto Pablo en 1 Cor 11,17-22. Quien participa en la cena del Señor no puede permitir el hambre, la injusticia, las desigualdades de nuestra sociedad capitalista.
El tercer punto es la resistencia a asumir el orden actual injusto como inevitable y el único posible. La ideología imperante hace parecer natural lo que es fruto de nuestras relaciones de poder. Pero Pablo no se somete a la ideología y espera, con obstinación, un futuro diferente, un futuro en el que impere el orden justo querido por Dios. Pablo cree en otro mundo posible. Y mientras éste llega, nos invita a compartir el camino y el destino de los oprimidos, de los últimos (cf. Rom 12,16).
Esta aproximación a Pablo es distinta, pero real, incómoda y provocativa.
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