Me ha llegado hoy el programa de los cursos de integración y madurez psicoespiritual que orienta Emma Martínez Ocaña en la casa Santa María de los Negrales de Madrid. Como mucha gente me pregunta por ellos, a continuación os detallo información y, por supuesto, os animo a participar.a Los cursos van destinados a quienes buscan:
- integrar madurez humana y cristiana,
- un diálogo interdisciplinar psicología-espiritualidad,
- un camino de introducción a la "meditación profunda" y al silencio,
- un encuentro con el Misterio.
HORARIO: Desde el viernes, a las 20 horas, hasta el domingo a las 16 horas.
ORGANIZA: Institución Teresiana - Madrid - La Mancha.
ORIENTA: Emma Martínez, teóloga y psicoterapeuta. Profesora en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas y Catequéticas San Pío X, Madrid.
emmamartinezo@telefonica.net
LUGAR: Santa María de los Negrales; C/ San Pedro Poveda, 2; Los Negrales (Madrid) - Tlf. 918500400.
INFORMACIÓN E INSCRIPCIÓN: Josefina de Andrés: josefinandres@gmail.com
Tlf. 913 863 416
YYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY
Este año, los encuentros tendrán como lema:
Practicar la sabiduría del cuerpo: Corazón, manos, pies, cabeza, entrañas, piel.
Días 23-25 de Octubre de 2009
Corazón. Lugar de la inteligencia Amante
- El corazón, símbolo de nuestra vida afectiva y efectiva. Donde está tu tesoro está tu corazón.
- La difícil tarea de escuchar la sabiduría del corazón.
- Cómo cuidar el corazón.
Dos mujeres nos enseñan la sabiduría de su corazón: La mujer que amó mucho y la viuda del corazón generoso.
Jesús, un pedagogo que ayuda al corazón a latir al ritmo de la vida y del Espíritu.
Días 20-22 de Noviembre 2009
Cabeza lúcida, dialogante
- La cabeza, símbolo de nuestra capacidad de ser conscientes y libres.
- Cómo cultivar una inteligencia lúcida y amante.
- Cuándo nuestra cabeza es espiritual.
Algunas mujeres, de la Iglesia primitiva, que hicieron de su cabeza un lugar para el encuentro y el servicio.
Días 29-31 de Enero 2010
Manos: "Parteras" de vida
- Las manos, símbolo de nuestro "hacer" y nuestro modo de relacionarnos.
- El difícil arte de saber pedir, acoger, elegir, ofrecer...
- Las manos nos enseñan la sabiduría del tacto y del contacto.
Sifrá y Puá, parteras egipcias, nos enseñan un camino para hacer de nuestras manos lugar de vida.
Jesús, manos que pasan por la vida "haciendo el bien", construyendo el Reino.
Días 19-21 de Febrero 2010
Entrañas fecundas
- Las entrañas, símbolo de la misericordia entrañable, lugar para la vida.
- Cuándo y cómo nuestras entrañas se hacen fecundas.
- Cuándo las entrañas son revelación del Dios de entrañable ternura.
Lidia y otras mujeres misioneras muestran la fecundidad evangélica de sus vidas.
Días 21-23 de Mayo 2010
Pies: Que arriesgan caminos de humanidad
- Los pies, símbolo de la dirección y orientación de nuestra vida.
- La importancia de aprender a escuchar la sabiduría de nuestros pies.
- El largo camino para transformar nuestros pien en pies samaritanos y seguidores de Jesús.
Noemí y Rut nos enseñan caminos de solidaridad y amor incondicional.
Jesús, pies que arriesgan y orientan caminos de humanidad.
Días 4-6 de Junio 2010
Espíritu "a flor de piel"
- La piel, lugar del intercambio, de la interacción, del tacto y el contacto.
- Nuestra piel guarda memoria del amor o el desamor recibido.
- Cómo ampliar nuestra identidad más allá de las fronteras de la piel.
María de Nazaret: el Espíritu a flor de piel.
Páginas
▼
jueves, 24 de septiembre de 2009
martes, 22 de septiembre de 2009
Septiembre, el mes de la Biblia
No sé si confesar que sólo hace unas semanas que me enteré de que septiembre es "el mes de la Biblia". ¿Por qué un mes dedicado a la Biblia? La razón es que el 26 de septiembre de 1569 se terminó de imprimir totalmente la llamada "Biblia del Oso", traducción española realizada por Casiodoro de la Reina, no de las lenguas originales sino, al parecer, de la Vulgata. Lo del oso no tiene nada que ver con Casiodoro, sino con la tapa de la Biblia en la que estaba representado un oso comiendo miel de un panal.
Me parece muy bien que en las iglesias cristianas se dedique un mes especial a promover iniciativas que estimulen la lectura de la Biblia pero yo quiero proponer un año de la Biblia: el que comienza este mes de septiembre y concluirá el año próximo por estas fechas. Un año en que los creyentes se decidan a leer la Biblia entera al menos una vez en su vida, desde "el principio" del Génesis hasta el "amén" del Apocalipsis. Y un año para que los no creyentes lean la Biblia al menos con idéntico interés con el que pueden leer El Quijote o cualquier clásico de la literatura universal. Más que nada porque la herencia cultural y religiosa en la que se desenvuelve nuestra vida occidental hunde sus raíces en la Biblia y sólo se entiende desde ahí.
Lidia y yo hemos comenzado hace unos días este "año de la Biblia". Todos los días dedicamos unos veinte minutos a leer cuatro capítulos juntas. No es necesaria mayor inversión de tiempo para leer la Biblia entera en un año. Siempre comenzamos con una breve oración espontánea, y terminamos con otra oración.
La de ayer, correspondiente a los capítulos 13 al 16 del libro del Génesis, decía algo parecido a esto:
Te damos gracias, Señor, por poder escuchar tu Palabra todos los días,
por estos hombres y mujeres
de los que aprendemos a confiar en tus promesas,
a vivir de fe,
a vencer nuestra ansiosa búsqueda de seguridades
y a recibirlo todo de ti.
Se Tú nuestro amigo, y elevaremos a Ti,
en cada rincón de nuestra vida y en cada acontecimiento,
un altar de Alabanza y Amor a tu Nombre.
Esta noche hemos asistido a las risas de desconfianza de Abrahán y de Sara, a sus cambios de nombre, a la intercesión del único justo, y al nuevo "patinazo" de Abrahán, cuando expone a su mujer a Abimélec por salvar el propio pellejo. ¡Menos mal que Dios estaba siempre al quite de sus meteduras de pata para que no llegara la sangre al río! El mismo hombre que se muestra compasivo, heroico y casi sublime en unos episodios, aparece cobarde y mezquino en otros. Así era Abrahán. Así somos nosotros. Y así nos ama Dios.
a Diálogo con un escéptico
-Oiga, no termino de entender para qué sirve leer la Biblia si uno no es creyente. Además, se me antoja un peñazo infumable.
-Pues mire, sirve, por ejemplo, para no ir al Museo del Prado y quedarse sin entender nada del contenido de la inmensa mayoría de sus obras. Y, por otra parte, con todos mis respetos, decir que la Biblia es aburrida denota su ignorancia al respecto. Porque la Biblia no es un libro. Son 73. Puede que alguno de los 73 libros le resulte aburrido, pero alguno será interesante, entretenido e incluso hermoso, ¿no le parece? En la Biblia encontrará de todo: poesía amorosa, epopeyas, textos de los sabios, cuentos edificantes... ¡De todo!
-No me convence usted.
-No trato de convencerle. Pero me gustaría acabar con la cantinela de la que la Biblia es el libro más vendido pero menos leído del mundo, y menos aún comprendido. Hay mucha gente no creyente que, movida por un interés meramente cultural, se pone a leer el Corán, los upanishads o el Baghavad-Gita. ¿Por qué no la Biblia?
-Quizá porque todo lo que huele a Iglesia católica nos resulta antipático a los agnósticos y ateos...
-Puede ser. Pero la Biblia no "huele" sólo a Iglesia católica, sino a Cristianismo en general, y también a Judaísmo e Islam. Le sorprendería saber que tampoco el Corán se entiende sin la Biblia. Le guste o no le guste, éste es su milenario bagaje cultural. Y me parece poco sabio decidir ignorarlo.
-Pues, diga usted lo que diga, no pienso ponerme a leer la Biblia. Además, la verdad es que lo he intentado y no entiendo nada de nada. Dígame, ¿quién entiende las invectivas desaforadas de los profetas?
-Y dígame usted: ¿quién entiende la Divina Comedia, o la Eneida de Virgilio sin leer un buen comentario que ponga un poco de luz a los textos y los contextos? Está usted ante unos libros que se escribieron hace, como poco, dos mil años. ¿No querrá entenderlos como si se hubieran escrito ayer? Quizá sería conveniente que leyera algo sobre el posible trasfondo histórico en el que se escribieron, o sobre poética hebrea...
-¡Ve cómo no se puede leer la Biblia! ¡Demasiado esfuerzo de comprensión para tan poco provecho!
-Sobre el "provecho", nunca se sabe, amigo mío, nunca se sabe... Y respecto al esfuerzo, tiene usted toda la razón.
Al menos espero que los creyentes se decidan a hacer el esfuerzo. Ellos saben bien que el provecho está asegurado.
martes, 8 de septiembre de 2009
Carta a corazón abierto (I)
¡Buenas tardes, Señor!
Hoy, fiesta de la Natividad de María, hace veintidós años que me enrolé en este barco, que me lancé a la aventura de navegar, mar adentro, por el océano desconocido de esta vida nueva que es la vida religiosa, vida de discipulado, de escucha y de anuncio de un mensaje que no es mío, sino tuyo: el Evangelio del amor.
Todo está tan cerca, en mi memoria, que parece que fue ayer. El 6 de septiembre de 1987, Conce vino a recogerme a casa, a mi pueblo, en su Renault 5 blanco. Yo me había puesto una falda azul y una blusa blanca. Quería tener aspecto de "religiosa". Deseché mi chaqueta vaquera y mi pantalón vaquero, y me puse en camino hacia la casa de formación, en Madrid. Llevaba dos años conociéndolas y ya había llegado el momento.
Allí me esperaban Paula, la maestra, y Dori, la joven que sería mi compañera de camino durante un año, antes de pasar a otra Congregación y de salir definitivamente, después, para abrazar la vida matrimonial. También me esperaban las otras hermanas.
Entre oración, trabajo, mucho estudio y crisis de crecimiento (a veces, durísimas), pasaron mis primeros diez años. Siempre enamorada de Ti. Siempre con la certeza de que yo no podía ni quería ser otra cosa que lo que estaba llamada a ser. Siempre perseverante, obstinada, "cabezota".
Tú sabes que, en la primera etapa de mi vida religiosa, aboné mi campo con muchas lágrimas, y que mi oración recurrente era: "Danos vida por los días en que nos afligiste, por los años en que sufrimos desdichas".
En esos años murió mi hermano Javi, la felicidad de mi familia se desmoronó, y en mi vocación me acompañaba una ceguera persistente que no me dejaba ver caminos transitables, ni futuro. Pero continué, semiciega, agarrada a tu mano y a otras manos que fueron, y son, amigas, hermanas y compañeras de camino. Tu mano y tu Palabra, y la fe, y el amor primero, que nunca se ha desvanecido porque no era una imaginación, sino más real que yo misma.
Pasaron los años de estudio y se abrió una nueva etapa: la de anunciar la Palabra, en una dedicación plena a la pastoral bíblica. Mi Congregación, mis hermanas, lo han hecho posible y hoy me siento agradecida por todo cuanto he vivido. Por todo. Y por los rostros y nombres que me has dado conocer, amar y llevar en el corazón.
Cada persona y cada grupo que te busca sinceramente son, para mí, un estímulo en mi propia búsqueda de Ti, y un empuje para ser, cada vez con más verdad, lo que Tú quieres que sea.
En mí han cambiado muchas cosas, en este devenir del tiempo. Entre ellas, mi modo de entender la vida religiosa, los votos, la misión, la comunidad... Toda la vida religiosa está cambiando en tu Iglesia. Era imprescindible ese cambio hacia una re-evangelización de este estilo de vida, hacia una simplificación de los modos y las estructuras, y hacia una humanización de sus miembros. Amo esta vida religiosa en cambio y en continua búsqueda de su Señor y del Evangelio tanto como me resulta "invivible" la vida religiosa "militarizada" de antaño.
En lo que toca a mí, me sé lejos de tu voluntad... Me pesan mis errores y espero tu misericordia y tu perdón tanto como el de aquellos a quienes he defraudado, herido o escandalizado. Pero aquí estoy, dispuesta a otros veintidos años, y a otros veintidós..., todos distintos y mejores que los pasados. Aquí estoy dispuesta a dar, cada día, un pequeño paso hacia Ti, hasta que esté tan cerca, tan pegada, tan unida a Ti, que pueda trasparentar algo de la Misericordia infinita de tu Rostro.
Hoy, fiesta de la Natividad de María, hace veintidós años que me enrolé en este barco, que me lancé a la aventura de navegar, mar adentro, por el océano desconocido de esta vida nueva que es la vida religiosa, vida de discipulado, de escucha y de anuncio de un mensaje que no es mío, sino tuyo: el Evangelio del amor.
Todo está tan cerca, en mi memoria, que parece que fue ayer. El 6 de septiembre de 1987, Conce vino a recogerme a casa, a mi pueblo, en su Renault 5 blanco. Yo me había puesto una falda azul y una blusa blanca. Quería tener aspecto de "religiosa". Deseché mi chaqueta vaquera y mi pantalón vaquero, y me puse en camino hacia la casa de formación, en Madrid. Llevaba dos años conociéndolas y ya había llegado el momento.
Allí me esperaban Paula, la maestra, y Dori, la joven que sería mi compañera de camino durante un año, antes de pasar a otra Congregación y de salir definitivamente, después, para abrazar la vida matrimonial. También me esperaban las otras hermanas.
Entre oración, trabajo, mucho estudio y crisis de crecimiento (a veces, durísimas), pasaron mis primeros diez años. Siempre enamorada de Ti. Siempre con la certeza de que yo no podía ni quería ser otra cosa que lo que estaba llamada a ser. Siempre perseverante, obstinada, "cabezota".
Tú sabes que, en la primera etapa de mi vida religiosa, aboné mi campo con muchas lágrimas, y que mi oración recurrente era: "Danos vida por los días en que nos afligiste, por los años en que sufrimos desdichas".
En esos años murió mi hermano Javi, la felicidad de mi familia se desmoronó, y en mi vocación me acompañaba una ceguera persistente que no me dejaba ver caminos transitables, ni futuro. Pero continué, semiciega, agarrada a tu mano y a otras manos que fueron, y son, amigas, hermanas y compañeras de camino. Tu mano y tu Palabra, y la fe, y el amor primero, que nunca se ha desvanecido porque no era una imaginación, sino más real que yo misma.
Pasaron los años de estudio y se abrió una nueva etapa: la de anunciar la Palabra, en una dedicación plena a la pastoral bíblica. Mi Congregación, mis hermanas, lo han hecho posible y hoy me siento agradecida por todo cuanto he vivido. Por todo. Y por los rostros y nombres que me has dado conocer, amar y llevar en el corazón.
Cada persona y cada grupo que te busca sinceramente son, para mí, un estímulo en mi propia búsqueda de Ti, y un empuje para ser, cada vez con más verdad, lo que Tú quieres que sea.
En mí han cambiado muchas cosas, en este devenir del tiempo. Entre ellas, mi modo de entender la vida religiosa, los votos, la misión, la comunidad... Toda la vida religiosa está cambiando en tu Iglesia. Era imprescindible ese cambio hacia una re-evangelización de este estilo de vida, hacia una simplificación de los modos y las estructuras, y hacia una humanización de sus miembros. Amo esta vida religiosa en cambio y en continua búsqueda de su Señor y del Evangelio tanto como me resulta "invivible" la vida religiosa "militarizada" de antaño.
En lo que toca a mí, me sé lejos de tu voluntad... Me pesan mis errores y espero tu misericordia y tu perdón tanto como el de aquellos a quienes he defraudado, herido o escandalizado. Pero aquí estoy, dispuesta a otros veintidos años, y a otros veintidós..., todos distintos y mejores que los pasados. Aquí estoy dispuesta a dar, cada día, un pequeño paso hacia Ti, hasta que esté tan cerca, tan pegada, tan unida a Ti, que pueda trasparentar algo de la Misericordia infinita de tu Rostro.