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miércoles, 16 de marzo de 2011

La séptima trompeta

Lectio divina de Apocalipsis 11,14-19


14 El segundo ¡Ay! Pasó; he aquí que el tercer ¡Ay! Viene pronto. 15 El séptimo ángel tocó la trompeta y sonaron en el cielo fuertes voces, que decían: «Los reinos del mundo son de nuestro Dios y de su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos.» 16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios diciendo 17 «Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y el que eras, porque has asumido tu inmenso poder para establecer tu reinado. 18 Las naciones se habían encolerizado; pero ha llegado tu ira y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, pequeños y grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.» 19 Y se abrió el Templo de Dios en el cielo, y el arca de su alianza se apareció en el Templo. Y hubo relámpagos, voces y truenos y temblor de tierra y fuerte granizada.

CUANDO LEAS

Ya había anunciado el ángel los tres ayes (o tres lamentaciones) sobre los hombres (Ap 8,13). El primero lo encontramos en los acontecimientos contados con motivo de la quinta trompeta (Ap 9,1-11). El segundo se produjo como consecuencia del toque de la sexta trompeta (9,13-21). Ahora nos encontramos con el tercero.
Los toques de trompeta no anuncian otra cosa, sino los juicios divinos sobre los moradores de la tierra. Además del ¡Ay!, el ángel anuncia el sonido de la séptima y última trompeta, que traerá como consecuencia el derramarse sobre la tierra de las siete copas de la ira de Dios. Con ello, se cumple el tiempo de espera que precederá a la segunda venida de Jesucristo a la tierra y, en ese tiempo, se alcanzará también la manifestación de la ira de Dios sobre los impíos en la tierra. Pero veamos algunas de las escenas que nos presenta el texto.

a) Proclamación del reinado de Dios y de Cristo. El primer himno (v. 15), cantado por los coros angélicos, celebra y canta por el hecho de que el dominio del mundo ha pasado a manos de Dios y de su Cristo. Es un reinado sobre el mundo, sobre la humanidad histórica y trae consigo el juicio: la salvación de los fieles y la condenación de los seguidores de la Bestia. Dicho reinado será eterno.

b) La adoración de los Ancianos y segundo himno de adoración (11,16-18). En este himno, los ancianos agradecen a Dios haber hecho uso de su gran poder, haciendo de este modo efectiva su soberanía. Esta soberanía es reconocida por los ancianos en el gesto de levantarse, postrarse sobre sus rostros y adorar a Dios. El motivo de la acción de gracias no es otro que la instauración del reinado de Dios. Para esto, Dios ha desplegado su inmenso poder. Ante la rebelión de las naciones contra el pueblo de Dios, contra su Iglesia, el Todopoderoso interviene.

c) Los otros signos (11,19). La apertura del Santuario en el cielo y la aparición del arca de la alianza y los relámpagos, las voces, los truenos, el temblor de tierra y la fuerte granizada, son signos de la inminente intervención divina. Se abre ante el vidente el Templo del cielo y se hace visible el Arca de la Alianza. Ésta se encontraba en el Templo de Jerusalén, era considerada el lugar de la presencia de Dios, pero permanecía oculta a los ojos del pueblo. Desde ahora, con el establecimiento del Reinado de Dios, éste no seguirá más oculto, en una lejanía inaccesible, sino que estará siempre presente en medio de su pueblo. Los fenómenos naturales con que se cierra esta perícopa son un anuncio de los juicios que están por cumplirse.

CUANDO MEDITES

- Los ancianos celebran y cantan el hecho del paso del dominio de este mundo a las manos de Dios. ¿De qué forma doy gracias y celebro la venida del Reino de Dios que cada día pido en el Padrenuestro?
- Los ancianos sobre todo agradecen y adoran; éstas deberían ser las actitudes principales de la oración del cristiano. ¿Con qué actitud me pongo delante de Dios para orar? Cuando oro, ¿primeramente agradezco y adoro o, por el contrario, simplemente pido? ¿De qué forma reconozco la soberanía de Dios?
- ¿Estoy atento/a a los signos de los tiempos o a los signos con los que Dios se me manifiesta?
- Después de la lectura de esta perícopa, nos queda la certeza de que el mal ha sido vencido por el bien. ¿De qué manera contribuyo yo a ello?
CUANDO ORES

• Da gracias a Dios y adóralo por todos los beneficios que cada día te regala.
• Pidamos juntos a Dios que Él mismo nos enseñe a dar gracias y a adorarlo:

Enséñame, Señor a decir: ¡Gracias!

Gracias en distintos idiomas,
gracias a las distintas personas
pero, sobre todo, Señor,
gracias porque... ¡existes!

Gracias por tu Eucaristía,
gracias por tu Madre,
gracias por todos y cada uno de tus hijos, mis hermanos,
que día a día colocas junto a mí.
Gracias, en fin, por haberme enseñado

a darte y a dar las gracias.

Junto con todas tus criaturas,
las que te las hayan dado antes que yo
las que no sepan no contesten a tu amor
o las que ni siquiera se hayan enterado.

Deseo desde ahora que mis palabras
sean simple y sencillamente éstas:
¡Gracias! ¡A todos! ¡A Tí, Señor!

(José Ignacio Pedregosa, ssp, Equipo de Lectio Divina de la U.P.Comillas)

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