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miércoles, 25 de mayo de 2011

La adhesión a Cristo nos capacita para vencer al mal


Lectio divina de Apocalipsis, 20,1-1


1Luego vi que un Ángel descendía del cielo, llevando en su mano la llave del Abismo y una enorme cadena. 2El capturó al Dragón, la antigua Serpiente –que es el Diablo o Satanás– y lo encadenó por mil años. 3Después lo arrojó al Abismo, lo cerró con llave y lo selló, para que el Dragón no pudiera seducir a los pueblos paganos hasta que se cumplieran los mil años. Transcurridos esos mil años, será soltado por un breve tiempo.
 4Entonces vi unos tronos, y los que se sentaron en ellos recibieron autoridad para juzgar. También vi las almas de los que habían sido decapitados a causa del testimonio de Jesús y de la Palabra de Dios, y a todos los que no habían adorado a la Bestia ni a su imagen, ni habían recibido su marca en la frente o en la mano. Ellos revivieron y reinaron con Cristo durante mil años. 5Esta es la primera resurrección. Y los demás muertos no pudieron revivir hasta el cumplimiento de esos mil años. 6¡Felices y santos, los que participan de la primera resurrección! La segunda muerte no tiene poder sobre ellos: serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él durante mil años.
7Y cuando se cumplan esos mil años, Satanás será liberado de su prisión. 8Saldrá para seducir a los pueblos que están en los cuatro extremos de la tierra, a Gog y Magog, a fin de reunirlos para la batalla. Su número será tan grande como las arenas del mar, 9y marcharán sobre toda la extensión de la tierra, para rodear el campamento de los santos, la Ciudad muy amada. Pero caerá fuego del cielo y los consumirá. 10El Diablo, que los había seducido, será arrojado al estanque de azufre ardiente donde están también la Bestia y el falso profeta. Allí serán torturados día y noche por los siglos de los siglos.
11Después vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. Ante su presencia, el cielo y la tierra desaparecieron sin dejar rastros. 12Y vi a los que habían muerto, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Fueron abiertos los libros, y también fue abierto el Libro de la Vida; y los que habían muerto fueron juzgados de acuerdo con el contenido de los libros; cada uno según sus obras. 13El mar devolvió a los muertos que guardaba: la Muerte y el Abismo hicieron lo mismo, y cada uno fue juzgado según sus obras. 14Entonces la Muerte y el Abismo fueron arrojados al estanque de fuego, que es la segunda muerte. 15Y los que no estaban inscritos en el Libro de la Vida fueron arrojados al estanque de fuego.

CUANDO LEAS

Este texto inicia la conclusión del Libro del Apocalipsis y abre a los siguientes capítulos con la llegada de la Nueva Creación, el cielo nuevo, la nueva tierra, la nueva Jerusalén. Tiene, por tanto, un carácter muy positivo, pese a las muchas interpretaciones milenaristas que ha suscitado.
La narración se articula, como en pasajes anteriores, en torno al verbo VER y a la utilización de fuertes contrastes y repeticiones. Temáticamente se puede dividir en dos secciones: la primera, v. 1-10, en la que con un lenguaje simbólico se explica la constante presencia de Dios y, la segunda, v. 11-15, en la que se presenta una escena de juicio. Hay una gran parábola, von fuertes resonancias de otros pasajes bíblicos (Gn, Re, Ez, Dan, Sof, Hch, Cor, Rom,…)  en la que se juega con segmentos temporales y con las categorías de totalidad y parcialidad
La correcta interpretación de la expresión “mil años”, repetida en siete ocasiones, es lo que posibilita la comprensión de todo el relato. Parece una clave temporal pero, en realidad, es mucho más que eso. Mil años es el tiempo, el espacio, la expresión de la presencia activa de Dios. Cuando Dios está presente nada, ni nadie le puede hacer frente. Se opone a la idea de “breve tiempo” momento de la posibilidad de acción del mal, de todo aquello que se opone a Dios.
El relato comienza con la acción del Ángel que impide la seducción del Dragón, al ponerlo bajo cerrojo. Con la expresión “hasta que se cumplieran los mil años”, se alarga la participación salvífica en el tiempo.
En el v.4 comienza una nueva visión en la que se ve a “quienes tiene autoridad para juzgar” y a las almas de los que han sido decapitados, clara alusión al martirio. En la primera parte de la visión se presenta a los que son seguidores de Cristo a quienes la muerte no puede alcanzar. Son una minoría, pero la minoría fiel, lo que no habían adorado a la bestia. Ellos participan de la vida y la vinculación explicita a Cristo y son “felices y santos”, un macarismo con el que se manifiesta la opción clara por Dios.
A partir del versículo 7, se plantea el contraste con la primera visión. Satanás será liberado y se producirá la seducción que se había evitado durante mil años. Satanás es, sin duda, una alusión al Imperio que se extiende por todo el orbe conocido y bajo yugo se someten muchos pueblos. Sin embargo, una minoría se opondrá. La liberación del mal y su acción son efímeras y contrastan claramente con el tiempo de acción de Dios. Todo el pasaje conduce a la desaparición de de Satán, una vez que había desaparecido al primera y la segunda bestia.
La destrucción viene sucedida por la presencia del gran trono blanco….y se produce la apertura positiva. Ya no hace falta encerrar, sino que con Dios presente todo se abre. Se abren los libros y se continúa la posibilidad de vida. Es la escena del juicio en la que lo importante es la desaparición activa del mal: la muerte y el abismo pues ellos mismos son arrojados en el estaque del fuego. La llave con la que se cerraba el Abismo abría para dar salida a los monstruos (9,1) ahora los encarcela. La insistencia sobre la neutralización del demonio “durante mil años” indica la presencia activa y totalizadora, capaz de reducir a la impotencia al antagonista.
Todo lo que el pasaje intenta es mostrar la oposición entre el  poder de Cristo y de todo aquello que no es él, como Satanás. La adhesión a Cristo posibilita la victoria sobre el mal, pues ya gozan con Cristo de la primera Resurrección, la presencia junto a él.

CUANDO MEDITES

- El texto plantea claramente la victoria de la vida, de lo positivo sobre lo negativo. El tiempo extenso frente al tiempo breve, la presencia de Dios continua, frente a la acción puntual de la seducción maligna y el engaño. Medita en los momentos en los que te dejas vencer por el desánimo al contemplar la realidad económica, social, política, familiar y no permites la victoria de Dios al no reconocer los signos de la resurrección.
- El relato invita a pensar en la importancia de la fidelidad a Dios, independientemente del número de seguidores. Lo relevante es la vinculación, la centralidad en Cristo y la esperanza puesta en él. Toma conciencia de cuándo en tu propia vida y en la Iglesia te apoyas en el número y la relevancia social en lugar de en Jesús y su proyecto.
- El pasaje pone en guardia al cristiano, por un lado, respecto a la vivencia de un pesimismo inerte o de la ilusión de un paraíso en la tierra y, por otro, le pide asumir la responsabilidad de una fe fuerte, consciente de colaborar con un Cristo siempre presente y activo.
- La narración recuerda a aquello que se esfuerzan por dar cada día lo mejor de sí, pero sin pretender controlar el resultado, independientemente de las consecuencias que ello pueda acarrear (martirio/muerte).
- En el encuentro con Aquel que es más que el cielo y la tierra no importa ser grande o pequeño. La invitación es universal. Todos estamos convocados. Ese será el momento de la exclusión, no ahora.

CUANDO ORES

- Agradece la presencia constante de Dios, de un Dios que muestra su acción durante “mil años” y que valora a los pequeños y a los grandes.
- Pide lucidez para ser capaz de descubrir todo aquello que necesita ser puesto bajo cerrojo
- Presenta a Dios a todos aquellos “decapitados”, a todos los que sufren por el seguimiento de Cristo, por las condiciones adversas de una sociedad, por el olvido de las instancias de gobierno.
- Da gracias por todas las personas seguidoras que te han ayudado en tu camino, en tu proceso, que se han mantenido fieles en el seguimiento.
- Recita lentamente el salmo 89:

Baje a nosotros la bondad del Señor.
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.

Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios.

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: "retornad, hijos de Adán".
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna.

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Autora: Carmen Yebra, equipo de Lectio Divina de la UPComillas

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