En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros." Jesús respondió: "No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
Y,
además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os
aseguro que no se quedará sin recompensa.
El
que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le
encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te
hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos
manos al infierno, al fuego que no se apaga.
Y,
si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser
echado con los dos pies al infierno.
Y,
si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de
Dios, que ser echado con los dos ojos la infierno, donde el gusano no muere y
el fuego no se apaga."
Meditación
El
evangelio de este domingo tiene tres unidades (perícopas) distintas:
a)
La intolerancia de Juan con quienes no son “de los suyos”.
b)
La recompensa a la hospitalidad con los seguidores de Jesús.
c)
El escándalo.
En
la primera parte del evangelio, y tras la enseñanza del Maestro (“sed los
últimos y los servidores de todos”), choca la actitud intolerante y violenta del joven Juan. El hecho es que los
discípulos habían visto a uno que expulsaba demonios invocando el Nombre de
Jesús y se lo habían querido impedir.
“Expulsar demonios”
describe, en el evangelio, la misión de Jesús y de los discípulos, enviados con
ese mismo poder de su Maestro (Mc 6,7). Ese “expulsar demonios” consistía en
liberar a la persona de todo aquello que la tenía sometida y anulada. De María
Magdalena se dice que Jesús había expulsado siete demonios, y el evangelio de
Marcos comienza con la actividad exorcista de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún
(Mc 1,21-28).
El
hombre que expulsa demonios en nombre de Jesús seguramente ha oído hablar de
él, ha creído vivamente en su persona, quizá ha sido testigo de lo que Jesús ha
hecho a favor de mucha gente poseída, y ha querido hacer lo mismo que hace
Jesús, “invocando su Nombre”.
Juan, el hijo del
Trueno (Mc 3,17), el mismo que quería prender fuego a los
samaritanos por no acoger a Jesús a su paso por Samaría (Lc 9,54), no se para a
pensar en el bien que está haciendo ese exorcista anónimo. Sólo piensa en clave
de poder y rivalidad. Poco tiempo antes, ellos mismos no habían podido curar a
un endemoniado epiléptico a pesar de ser “discípulos” de Jesús y haber recibido
su mismo “poder” (Mc 9,14-29). En su actitud, puede que haya un celo indiscreto
hacia su Maestro, como el que demostró Josué
hacia Moisés, en el pasaje del libro de los Números que acompaña al
evangelio, en la lectura litúrgica del domingo XXVII del tiempo ordinario. Pero
puede que haya, sobre todo, envidia, pretensión de ser los únicos, rivalidad,
afán de poder. Jesús defiende al extraño: “No
se lo impidáis… En el fondo, este hombre está a nuestro favor, es nuestro
aliado, hace el bien, siembra el Reino con su acción liberadora.”
-
Y tú, ¿te reconoces en la actitud de Juan o en la de Jesús?
-
¿Alguna vez has sentido recelo o rechazo ante el bien que hacían otros, sólo porque
“no eran de los tuyos?
-
¿Has sentido envidia, has restado reconocimiento y valor a acciones buenas de
personas hacia las que tienes prejuicios negativos?
-
¿Hay algún colectivo especial o alguna persona hacia la que sientas rechazo o
consideres una amenaza, tan sólo motivada por prejuicios: hombres, mujeres,
homosexuales, personas de otras razas, “de derechas”, “de izquierdas”, “divorciados”,
“drogadictos”, “progres”, “retrógrados”, “liberales”, “fascistas”, “comunistas”…?
-
¿Eres capaz de reconocer el bien que siembran también quienes no obran en
nombre del Señor Jesús? (personas de otras religiones, ideologías políticas…).
Oración
1.
Oración para pedir sabiduría que nos haga tolerantes y fraternos
Maestro
bueno, dame fe para expulsar demonios en tu Nombre,
mis
propios demonios y los ajenos.
Dame
sabiduría para arrojar de mí la intolerancia y la violencia.
Dame
un espíritu amplio y una mirada profunda y generosa
para
reconocer y agradecer
el
bien que viene de fuera, de los que “no son de los nuestros”.
Dame
tu bondad y mansedumbre para no ser intransigente
con
lo que no comparto y con lo que no puedo comprender.
Ayúdame
a entender que sólo Tú eres la Verdad, inabarcable para mí,
y
que, en todo ser humano, creado a tu imagen y semejanza,
hay
luz y bondad para llegar hasta Ti y para hacer el bien
por
caminos que yo ignoro.
Limpia
mis ojos para ver, en mi prójimo,
simplemente
a un hermano.
2.
Puedes orar también, expresándole al Señor, con fuerza y sinceridad, el mismo
deseo ardiente de Moisés:
¡Ojalá todo el
pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!
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Autora: Conchi López, pddm, equipo de Lectio Divina de la UPComillas
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Autora: Conchi López, pddm, equipo de Lectio Divina de la UPComillas