“SOLO OS PIDO QUE LE MIRÉIS”
* Canto:
En presencia de mi Santo Dios
1. En presencia de mi Santo Dios
yo me inclino a adorar.
Él conoce lo más hondo de mí,
y me acoge con amor.
En presencia de mi Santo Dios
mi pobreza están ante Él.
Por su gracia Él renueva mi ser
y en mi alma sólo hay paz.
Y grito: Santo, Santo, Santo Dios,
eterno, justo y fiel.
Y grito: Santo, Santo, Santo Dios,
es grande tu poder.
Si yo cambié
fue en presencia de mi Santo Dios.
Si yo he cambiado
fue en
presencia de mi santo Dios.
(Para la música, pincha aquí)
* Oración para disponer el corazón:
Lo más importante no es…
Lo
más importante no es:
-
Que yo te busque,
Sino
que tú me buscas en todos los caminos. (Gen3, 9)
* Que
yo te llame por tu nombre,
sino
que el mío está tatuado en la palma de tu mano. (Is 49, 16)
-
Que yo te grite cuando me faltan las palabras,
sino
que tú gimes en mí con tu grito. (Rm 8, 26)
*
Que yo tenga proyectos para ti,
sino
que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro. (Mc 1, 17)
-
Que yo te comprenda,
sino
que tú me comprendas en mi último secreto. (1 Cor 13, 12)
*
Que yo hable de ti con sabiduría,
sino
que tú vives en mi, y te expresas a tu manera. (2 Cor 4,10)
-
Que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
sino
que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas. (Jn 13, 1)
*
Que yo trate de animarme y planificar,
sino
que tu fuego arde dentro de mis huesos. (Jer 20, 9)
-
* Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte...
si
tú no me buscas, llamas y amas primero?
El
silencio agradecido, es mi última palabra,
y
mi mejor manera de encontrarte.
(Benjamín González Buelta, sj)
* Del Evangelio según San Mateo
(6,5-13)
«Y cuando oréis, no seáis como
los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las
plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya
reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en
tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí,
en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Y al orar, no charléis mucho,
como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de
pedírselo.
«Vosotros, pues, orad así: Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga
tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Nuestro pan cotidiano dánosle
hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos
perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en
tentación, mas líbranos del mal.
..................................
De Santa Teresa sobre la oración.
Camino de Perfección, cap. 26-28
CAPÍTULO 26
1.
Ahora, pues, tornemos a nuestra
oración vocal para que se rece de manera que, sin entendernos, nos lo
dé Dios todo junto, y para -como he dicho- rezar como es razón.
La
examinación de la conciencia y decir la confesión y santiguaros, ya se sabe
ha de ser lo primero. Procurad luego,
hija, pues estáis sola, tener compañía.
Pues ¿qué mejor que la del mismo maestro
que enseñó la oración que vais a rezar? Representad al mismo Señor junto con vos y mirad con qué amor y
humildad os está enseñando. Y creedme, mientras pudiereis no estéis sin tan buen amigo. Si
os acostumbráis a traerle cabe vos y Él ve que lo hacéis con amor y que andáis
procurando contentarle, no le podréis -como dicen- echar de vos; no os faltará
para siempre; ayudaros ha en todos vuestros trabajos; tenerle heis en todas
partes: ¿pensáis que es poco un tal
amigo al lado?
2.
¡Oh hermanas, las que no podéis tener mucho discurso del entendimiento ni
podéis tener el pensamiento sin distraeros!, ¡acostumbraos, acostumbraos! Mirad que sé yo que podéis hacer esto,
porque pasé muchos años por este trabajo
de no poder sosegar el pensamiento en una cosa, y eslo muy grande. Mas sé
que no nos deja el Señor tan desiertos, que si llegamos con humildad a
pedírselo, no nos acompañe. Y si en un año no pudiéremos salir con ello, sea en
más. No nos duela el tiempo en cosa que
tan bien se gasta. ¿Quién va tras nosotros? Digo que esto, que puede acostumbrarse a ello, y trabajar andar
cabe este verdadero Maestro.
3.
No os pido ahora que penséis en Él ni que saquéis muchos conceptos ni que hagáis
grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más de que le miréis.
Pues ¿quién os quita volver los ojos del alma, aunque sea de presto, si no
podéis más, a este Señor? Pues podéis mirar cosas muy feas, ¿y no podréis mirar la cosa más hermosa
que se puede imaginar? Pues nunca,
hijas, quita vuestro Esposo los ojos de vosotras. Haos sufrido mil cosas
feas y abominaciones contra Él y no ha
bastado para que os deje de mirar, ¿y es mucho que, quitados los ojos de
estas cosas exteriores, le miréis
algunas veces a Él? Mirad que no está aguardando otra cosa, como dice a la
esposa, sino que le miremos
(Cantar 2,14).
4.
(…) Si estáis alegre, miradle resucitado;
que sólo imaginar cómo salió del sepulcro os alegrará. Mas ¡con qué claridad y
con qué hermosura! ¡Con qué majestad, qué victorioso, qué alegre!... Pues ¿es
mucho que a quien tanto os da
volváis una vez los ojos a mirarle?
5.
Si estáis con trabajos o triste, miradle
camino del huerto… O miradle atado a
la columna… O miradle cargado con la
cruz… Miraros ha Él con unos ojos
tan hermosos y piadosos, llenos de lágrimas, y olvidará sus dolores por
consolar los vuestros, sólo porque os vayáis vos con Él a consolar y volváis la
cabeza a mirarle.
6.
«¡Oh Señor del mundo, verdadero Esposo mío! -le podéis vos decir, si se os ha
enternecido el corazón de verle tal, que no sólo queráis mirarle, sino que os holguéis de hablar con Él, no oraciones compuestas, sino de la pena de vuestro
corazón, que las tiene Él en muy mucho-, ¿tan necesitado estáis, Señor mío y
Bien mío, que queréis admitir una pobre compañía como la mía, y veo en vuestro
semblante que os habéis consolado conmigo? Pues ¿cómo, Señor, es posible que os
dejan solo los ángeles, y que aun no os consuela vuestro Padre? Si es así,
Señor, que todo lo queréis pasar por mí, ¿qué es esto que yo paso por Vos? ¿De
qué me quejo? Que ya he vergüenza, de que os he visto tal, que quiero pasar,
Señor, todos los trabajos que me vinieren y tenerlos por gran bien por imitaros
en algo. Juntos andemos, Señor. Por
donde fuereis, tengo de ir. Por donde pasareis, tengo de pasar».
PARA HACER EXPERIENCIA...
- Date cuenta del modo de
orar que tiene Santa Teresa: Imaginarse a Jesús junto a ella, acostumbrarse
a estar en su compañía, dedicarle tiempo, mirarle, mirarle mucho (sobre todo en
Getsemaní), y dejarse mirar por él… Hablarle como a un amigo, pues es el amigo
verdadero…
- ¿Cómo es tu
oración? Mira a Jesús curando… enseñando… comiendo en compañía de
publicanos y pecadores… caminando con sus discípulos… orando… unido al Padre... entregándose…
resucitando… Háblale desde el corazón…
Mirarte a ti, Jesús,
es mirar la cosa más hermosa que se pueda imaginar.
Es mirar la alegría sin ocaso.
Es mirar la compasión que se inclina hacia la tierra,
hacia los pobres, hacia los últimos,
hacia los que nadie mira.
Es mirar la esperanza que amanece
como sale el sol sobre la noche.
Es mirar la sonrisa de los niños
y el ser nuevo de quienes veían su vida clausurada.
Mirarte a ti
es encontrar una vida que se despliega con las alas extendidas
sobre la belleza del mundo.
Mirarte a ti es no tener miedo a la muerte ni a la nada.
Mirarte a ti es creer que el amor es la urdimbre del mundo.
Cuando tú me miras, yo me vuelvo hermosa.
Cuando yo te miro
tengo la certeza de que cualquier vida, toda vida, tiene un valor infinito.
Todo el amor que conozco es un reflejo de tu amor inmenso.
Mirarte a ti, Jesús,
es mirar la cosa más hermosa que se pueda imaginar.
es mirar la cosa más hermosa que se pueda imaginar.
Es mirar la alegría sin ocaso.
Es mirar la compasión que se inclina hacia la tierra,
hacia los pobres, hacia los últimos,
hacia los que nadie mira.
Es mirar la esperanza que amanece
como sale el sol sobre la noche.
Es mirar la sonrisa de los niños
y el ser nuevo de quienes veían su vida clausurada.
Mirarte a ti
es encontrar una vida que se despliega con las alas extendidas
sobre la belleza del mundo.
Mirarte a ti es no tener miedo a la muerte ni a la nada.
Mirarte a ti es creer que el amor es la urdimbre del mundo.
Cuando tú me miras, yo me vuelvo hermosa.
Cuando yo te miro
tengo la certeza de que cualquier vida, toda vida, tiene un valor infinito.
Todo el amor que conozco es un reflejo de tu amor inmenso.
Mirarte a ti, Jesús,
es mirar la cosa más hermosa que se pueda imaginar.
CAPÍTULO 27
1.
«Padre nuestro que estás en los cielos».
2.
¡Oh Hijo de Dios y Señor mío!, ¿cómo dais
tanto junto a la primera palabra? Ya que os humilláis a Vos con extremo tan
grande en juntaros con nosotros al
pedir y haceros hermano de cosa tan baja y miserable, ¿cómo nos dais en nombre de vuestro Padre todo lo que se puede dar,
pues queréis que nos tenga por hijos,
que vuestra palabra no puede faltar? Obligaisle a que la cumpla, que no es
pequeña carga, pues en siendo Padre nos ha de sufrir por graves que sean las
ofensas. Si nos tornamos a Él, como al hijo pródigo hanos de perdonar, hanos de consolar en nuestros trabajos, hanos de sustentar como lo ha de hacer un tal Padre, que forzado ha de ser mejor que todos los
padres del mundo, porque en Él no puede haber sino todo bien cumplido, y
después de todo esto hacernos participantes
y herederos con Vos.
6.
(…) Buen Padre os tenéis, que os da el
buen Jesús. No se conozca aquí otro padre para tratar de él. Y procurad,
hijas mías, ser tales que merezcáis regalaros con Él, y echaros en sus brazos. Ya sabéis que no os echará de sí, si sois buenas hijas. Pues ¿quién no procurará
no perder tal Padre?
7. ¡Oh, válgame Dios! (…) Que por
disparatado que ande el pensamiento, entre tal Hijo y tal Padre forzado ha de estar el Espíritu Santo, que
enamore vuestra voluntad y os la ate tan grandísimo amor.
PARA HACER EXPERIENCIA...
- Jesús nos da
a su Padre. En el Padre nuestro nos da el mayor regalo que se nos puede
hacer: nos revela a Dios como Padre. Somos hijos, somos hijas de Dios, y Él,
como al hijo pródigo de la parábola, nos perdona, nos consuela, nos sustenta,
nos ama y nos lo da todo.
- ¿Cómo es tu relación con el Padre? ¿Te sientes amado/a por Él?
¿Sientes enamorada y atada tu voluntad por tan grandísimo amor? ¿Tienes la confianza de
echarte en sus brazos, de descansar en Él, de dejarte consolar por Él, de
contarle todas tus cosas como al mejor de todos los padres el mundo?...
CAPÍTULO 28
1.
Ahora mirad que dice vuestro Maestro: «Que estás en los cielos».
¿Pensáis
que importa poco saber qué cosa es cielo
y adónde se ha de buscar vuestro sacratísimo Padre? (…)
2.
Ya sabéis que Dios está en todas partes.
Pues claro está que adonde está el rey, allí dicen está la corte. En fin, que adonde está Dios, es el cielo.
Sin duda lo podéis creer que adonde está Su Majestad está toda la gloria. Pues
mirad que dice San Agustín que le
buscaba en muchas partes y que le vino a hallar dentro de sí mismo.
¿Pensáis que importa poco para un alma derramada entender esta verdad y ver que
no ha menester para hablar con su Padre Eterno ir al cielo, ni para regalarse
con Él, ni ha menester hablar a voces? Por muy bajo y suave que hable, está tan cerca que nos oirá. Ni
ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse
en soledad y mirarle dentro de sí y no extrañarse de tan buen huésped; sino
con gran humildad hablarle como a padre,
pedirle como a padre, contarle sus trabajos, pedirle remedio para ellos,
entendiendo que no es digna de ser su hija.
3.
Se deje de unos encogimientos que
tienen algunas personas y piensan es
humildad. Sí, que no está la humildad en que si el rey os hace una merced
no la toméis, sino tomarla y entender
cuán sobrada os viene y holgaros con ella. ¡Donosa humildad, que me tenga
yo al Emperador del cielo y de la tierra en mi casa, que se viene a ella por
hacerme merced y por holgarse conmigo, y que por humildad ni le quiera responder ni estarme con Él ni tomar lo que me da, sino
que le deje solo. Y que estándome diciendo y rogando le pida, por humildad
me quede pobre, y aun le deje ir, de que ve que no acabo de determinarme!
No
os curéis, hijas, de estas humildades, sino tratad con Él como con padre y como con hermano y como con señor y como
con esposo (…)
5.
Las que de esta manera se pudieren encerrar en este cielo pequeño de nuestra alma, adonde está el que le hizo,
y la tierra, y acostumbrar a no mirar ni
estar adonde se distraigan estos sentidos exteriores, crea que lleva
excelente camino y que no dejará de
llegar a beber el agua de la fuente…
9.
Pues hagamos cuenta que dentro de
nosotras está un palacio de grandísima riqueza, todo su edificio de oro y
piedras preciosas, en fin, como para tal Señor; y que sois vos parte para que
este edificio sea tal, como a la verdad es así, que no hay edificio de tanta
hermosura como una alma limpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más
resplandecen las piedras; y que en este palacio está este gran Rey, que ha tenido por bien ser vuestro Padre;
y que está en un trono de grandísimo
precio, que es vuestro corazón.
10.
Parecerá esto al principio cosa impertinente -digo, hacer esta ficción para
darlo a entender- y podrá ser aproveche mucho, a vosotras en especial; porque,
como no tenemos letras las mujeres, todo esto es menester para que entendamos
con verdad que hay otra cosa más preciosa,
sin ninguna comparación, dentro de nosotras que lo que vemos por de fuera. No nos imaginemos huecas en lo interior.
(…)
12.
Cuando un alma comienza, por no la alborotar de verse tan pequeña para tener en sí cosa tan grande, no se da a
conocer hasta que va ensanchándola poco
a poco, conforme a lo que es menester para lo que ha de poner en ella… pues
tiene el poder de hacer grande este
palacio. Todo el punto está en que se
le demos por suyo con toda determinación, y le desembaracemos para
que pueda poner y quitar como en cosa propia. Y tiene razón Su Majestad, no se
lo neguemos. Y como Él no ha de forzar
nuestra voluntad, toma lo que le damos, mas no se da a Sí del todo hasta que
nos damos del todo.
PARA HACER EXPERIENCIA...
- “Que estás
en el cielo”. Es precioso este capítulo de Santa Teresa en el que habla de
nuestra interioridad como el pequeño
cielo en el que Dios habita como un huésped. No estamos huecos por dentro.
Somos habitados por la Presencia del Padre. Somos como un hermoso palacio en el
que Dios quiere vivir y darnos todos los bienes juntos.
- Conócete. Date cuenta
de que eres “un palacio de grandísima
riqueza” y tu corazón, un “trono de
grandísimo precio”… Somos pequeños, pero Dios tiene el poder de ensanchar
nuestro espacio interior para hacerse cada vez más grande en nosotros.
- El
autodesprecio no es humildad. El autodesprecio impide que
acojamos el don de Dios y sus regalos… ¿Vives con gratitud y con verdadera
humildad el regalo de la Presencia de Dios en ti? ¿Le “hablas como a padre, le pides como a padre, le cuentas tus trabajos”,
tus fatigas, tus alegrías y esperanzas?...
Padre nuestro, que estás en el cielo,
somos tu cielo.
somos tu cielo.
Tú haces de nuestra vida un cielo,
un paraíso eterno
en el que nuestra voluntad
está enamorada y atada a tu grandísimo amor.
Mi corazón es un trono precioso para ti.
Mi alma es un palacio hermoso para ti.
No estoy hueca por dentro.
Tú vives en mi casa. Eres mi huésped deseado
y tu Presencia llena de luz todos mis rincones.
Tú haces espacioso mi palacio pequeño
para llenarlo de todas tus riquezas,
y ensanchas mi corazón para que ame
con el mismo amor que recibo de tu benevolencia
en su fluir interminable.
en su fluir interminable.
....................................
* Oraciones
espontáneas…, o haciendo eco del poema “Vuestra soy”
Vuestra
soy, para Vos nací.
¿Qué
mandáis hacer de mí?
Soberana
Majestad,
Eterna sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad,
que hoy os canta amor así.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Eterna sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad,
que hoy os canta amor así.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra, pues que me llamastes,
vuestra, porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra, pues que me llamastes,
vuestra, porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme
muerte, dadme vida:
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí.
¿Qué queréis hacer de mí?
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí.
¿Qué queréis hacer de mí?
Dadme riqueza
o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno, o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno, o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si
queréis, dadme oración,
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme, pues, sabiduría,
o por amor, ignorancia,
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía;
dad tiniebla o claro día
revolvedme aquí o allí
¿Qué mandáis hacer de mí?
o por amor, ignorancia,
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía;
dad tiniebla o claro día
revolvedme aquí o allí
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis
que esté holgando,
quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
decid, dulce Amor, decid.
¿Qué mandáis hacer de mí?
quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
decid, dulce Amor, decid.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Esté callando o hablando,
haga fruto o no le haga,
muéstreme la Ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo Vos en mí vivid,
¿Qué mandáis hacer de mí?
haga fruto o no le haga,
muéstreme la Ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo Vos en mí vivid,
¿Qué mandáis hacer de mí?
.........................
* Canto final: Solo hay
una cosa importante
1. Sólo
hay una cosa importante,
sólo
hay una cosa mejor:
conocer
el Amor y el Amante,
conocer al que te conoció.
2.
Sólo hay una cosa importante,
sólo
hay una cosa mejor:
al
final contemplar su semblante
y escuchar al oído su voz.
3.
Sólo hay una cosa importante,
escuchar
la Palabra de Dios;
caminar
porque Él va delante
y llevar esa cruz que Él llevó.
4. Sólo
hay una cosa importante,
y es
buscar siempre el Reino de Dios;
lo
demás se nos da por sobrante;
todo
es gracia de Él, todo es don,
todo
es gracia de Él, todo es don.
.............................
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