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miércoles, 9 de abril de 2014

Dios sí, pero ¿qué Dios?

"El Hijo de Dios encarnado nos invitó a la revolución de la ternura" (EG 88)

A vueltas con la ternura para un curso de fin de semana, y con algo que alguien me dijo ayer:
- "Yo creo. Pero no puedo creer en un Dios así."

El caso es que no hablábamos de esas caricaturas de Dios que a veces se hacen en ciertas predicaciones y discursos sobre él. Hablábamos de algo "razonable" y casi que aceptable respecto a Dios... 
Está bien poner en cuestión seriamente nuestras creencias de vez en cuando, aunque ese cuestionamiento nos desestabilice e incluso llegue a desarraigar de nosotros lo que creíamos pilares irrenunciables durante años. Dios no se va a molestar por ello.

Yo he elegido vivir una vida desde Dios y en Dios. Mi vida se define por esta búsqueda, siguiendo a Jesús. A medida que pasan los años, me doy cuenta de la osadía que supone decir que Dios es esto o aquello, de este modo o de aquel; que su voluntad es ésta y que ya le conozco como si estuviera dentro de su Misterio insondable.

"Creo en Dios, pero no así..."
Es como decir... Dios es así, pero no así.
Dios se parece a esto, pero es distinto.
Dios no puede entretenerse en pormenores tan ridículos de nuestra vida corriente y cotidiana como a veces podemos creer...

Alguien me llama por teléfono y me pregunta de qué manera puede vivir la Semana Santa de forma más "intensa". Por intensidad entiende una especie de "autoinmolación" y renuncia de todo lo que le resulta agradable hacer. Le digo que si esas cosas que piensa hacer le dan paz y le acercan más a Dios de alguna forma, adelante, que lo haga. Pero... no puedo dejar de decirle, sinceramente, que no creo que Dios quiera eso de nosotros... Dios es amor, y vida, y alegría, y salud, y bondad, y generosidad, y ternura, y justicia... y muchas otras cosas luminosas que, creo, no tienen nada que ver con nuestras autoaniquilaciones. Causarnos daño no puede agradar a Dios. Y el Dios que ha creado la inmensidad de un universo tan milagroso, bello y maravilloso, no puede detenerse en reclamos tan mezquinos como que nos privemos de cosas que podrían hacernos bien durante una semana o dos, o incluso durante toda la vida. Si esas privaciones nos hacen sentir mejor por el motivo que sea, hagámoslo. Es cosa nuestra. Pero no lo hagamos en nombre de Dios. 

Dios sí, pero ¿qué Dios? ¿Cuáles son mis creencias al respecto? 
¿Qué creencias tienen que ver con lo que Jesús dice de él, y qué creencias son solo proyecciones de nuestra raquítica humanidad, tan poco magnánima y generosa en ocasiones?


"... el Dios que ha creado la inmensidad de un universo tan milagroso,
bello y maravilloso, no puede detenerse en reclamos tan mezquinos..."

(Foto: Javier Barquilla Sánchez)

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