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jueves, 21 de enero de 2010

La fe de los niños

Mientras hoy hacía la adoración en nuestra parroquia, a la hora de nona, una joven ha entrado en la iglesia con una niña de unos cuatro años, y se ha arrodillado en un banco, detrás de mí. De repente, la niña ha salido corriendo y, en un instante, ha llegado al presbiterio subiendo, como en volandas, sus cinco escalones. La joven ha corrido a detenerla y la niña hacía esfuerzos ímprobos para soltarse. Parecería que quería corretear por allí para explorar la zona del altar y juguetear con lo que encontrase a su paso (¡normal!). Pero no. Cuando ágilmente ha conseguido librarse de la joven, se ha dirigido al Crucificado y se ha clavado de rodillas ante él, mirándole fijamente. La joven se ha quedado perpleja (igual que yo) y ha ido a arrodillarse, también ella, junto a la niña. Cuando ésta ha hecho su oración, ha exclamado: "¡ya!", se ha puesto en pie ágilmente y, dando media vuelta, ha regresado a su banco.
Y yo, estremecida, he recordado el salmo que dice: "De la boca de los niños... has sacado una alabanza".
La contemplación de esa niña ha sido, hoy, mi mejor oración.

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