Vamos avanzando en nuestro Curso Bíblico anual, que este año gira en torno a los personajes bíblicos y el hilo conductor de sus historias y de la revelación del Rostro de Dios en ellos.
Son historias apasionantes, bellas, escandalosas, escalofriantes, "demasiado" humanas, "demasiado" divinas, demasiado arcaicas, demasiado violentas...; en ocasiones difíciles de comprender, y otras veces, absolutamente cercanas a nuestras historias. Igual de cotidianas, de prosaicas, de mezquinas... y de agraciadas.
A veces, algún o alguna participante de los grupos se queja: "¡Esto no hay quien lo digiera! ¿Cómo se puede considerar esto Palabra de Dios?" Ayer, sin ir más lejos, en Madrid, al hilo de la lectura de 1 Re 1-11, con tanta matanza despiadada de los opositores de Salomón, alguien manifestó el escándalo de siempre. Hace semanas la queja vino de un grupo de Toledo. "¡Qué libros más feos, éstos de Josué y Jueces! ¡Cuánta guerra, cuánta sangre, cuánta matanza cruel! ¡Qué salvaje, Sansón!... etc, etc".
Pues sí, realmente en muchísimos relatos bíblicos veterotestamentarios brillan por su ausencia los derechos humanos y la caridad evangélica. Muchos nos escandalizan e incluso nos horrorizan. A veces a una se le ocurre que, en nuestras biblias, debería constar como encabezado de muchos textos el siguiente epígrafe: "El siguiente capítulo contiene palabras e imágenes que pueden herir gravemente su sensibilidad". Nos gustaría que la Biblia fuera edificante, dulce, pacífica...
Sin embargo, no le podemos pedir peras al olmo. La historia es la que es. Y Dios no podía irrumpir en nuestra historia "a saco" y enseñarnos a todos, por las bravas, el camino del amor evangélico. Poco a poco lo fue haciendo (lo va haciendo), metiéndose por los resquicios de nuestros corazones endurecidos, rompiendo brecha en las murallas de nuestra inhumanidad para dar a su pueblo un corazón nuevo. Y lo hizo (lo hace) ya del todo en su Hijo Jesús. En Él nos muestra su Rostro. En Él nos muestra su Amor. En Jesús nos enseña definitivamente cómo es Él. "A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado" (Jn 1,18).
Cuando leo, estudio y rezo el Antiguo Testamento, busco en él las huellas del Dios de Jesús. "Tarea inútil", dirán algunos. El marcionismo no era una herejía del s. II. Es una herejía también actual y casi diría que "razonable". Hace unas semanas, mientras viajaba de Madrid a Toledo, me topé por casualidad con la emisora Radio María. El obispo José Ignacio Munilla, en su explicación del Catecismo, había hecho alusión al episodio de Elías en el monte Carmelo (1 Re 18). No oí esa explicación, pero sí la réplica de una oyente: "¿Cómo es posible, padre, que justifiquemos la matanza del Carmelo diciendo que Elías estaba defendiendo la fe en el auténtico Dios? ¿Cómo es posible que Dios quisiera eso o que un profeta suyo actúe así en nombre de Dios? Me gustaría que me diera una explicación. Hay episodios del A.T. que son escandalosos, como, por ejemplo, el paso del Mar Rojo. ¿Cómo es posible que Dios matara a todos los egipcios, que sólo obedecían a un faraón loco? ¿Cómo podemos decir que Dios quiso la muerte de los primogénitos?...cómo, cómo, cómo..." Y, en esa línea iba su escándalo. El pobre José Ignacio trató de explicar que se trata de textos muy antiguos, que Jesús no había llegado aún, que así eran las costumbres crueles de la época... Pero no pudo explicar cómo se puede entender que afirmemos que aquel Dios que quiso la matanza de los niños egipcios es el Dios de Jesús, el "verdadero" Dios.
A mí se me ocurre pensar que el pueblo de la Biblia busca a tientas y a ciegas el Rostro de Dios. A veces acierta y a veces manipula a Dios según sus intereses sociopolíticos y religiosos. Y, en medio de todo eso, Dios busca hacerse paso, darse a conocer en la historia. Por eso afirmamos que toda la Biblia con todas sus partes es canónica para nosotros. No porque sea "modelo" para vivir como vivió aquel pueblo, sino porque es testimonio de que Dios nos busca y es posible encontrarse con Él (1).
Por eso, lo que intento al leer y enseñar la Biblia es ponerme en camino de búsqueda del Rostro de Dios y rescatar, en el A.T., los atributos del Dios y Padre de nuestro Señor Jesús. De ahí el subtítulo de cada uno de los capítulos:
1. Abrahán y Sara: El Dios de los imposibles (Gn 18,14)
2. Isaac y Rebeca: El Dios que da anchura en el aprieto (Gn 26,22)
3. Jacob, Raquel y Lía: El Dios innombrable (Gn 32,30)
4. José: El Dios que nos asiste y nos cubre de misericordia (Gn 39,2.21.23.)
5. Moisés: El Dios que nos libera (Éx 3,8)
6. Josué: El Dios que nos da la tierra (Jos 1,2)
7. Gedeón y Sansón: El Dios que nos da la fuerza (Jue 16,28)
8. Samuel I: el Dios que enaltece a los humildes (1 Sam 2,8)
9. Rut: El Dios bajo cuyas alas te refugias (Rut 2,12)
10. David: El Dios que ve el corazón (1 Sam 16, 7)
11. Salomón: El Dios que da la sabiduría (1 Re 3,12)
12. Elías: El Dios que da la vida (1 Re 17,22)
Todavía quedan otros 12 personajes para llegar al final. Sus historias van haciéndose cada vez menos violentas. Cada vez más humanas. Pero es que Dios, o se revela en esta historia miserable o no se revela en ninguna otra.
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(1) Dei Verbum I, 2: "Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad... En esta revelación, Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos y trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía..."
Shalom!
ResponderEliminarEntiendo que la gente se escandalice cuando lee ciertos pasajes del A.T. pero no hay que olvidar que en la Biblia la Palabra de Dios hay que "sacarla" de las costumbres y cultura de aquella época. En el A.T. nos encontramos en otra cultura, otra mentalidad... si nosotros hubiesémos vivido en aquellos tiempos habríamos pensado y actuado como ellos. Dios se reveló poco a poco, en un principio pensaban que Dios quería la muerte de los enemigos aunque fuesen niños pero esto pertenece a aquella mentalidad y no a Dios. Ya Ezequiel se da cuenta de esto cuando dice que "Dios no quiere la muerte del malvado sino que el malvado se convierta". Esto no debería ser un óbice para descubrir el A.T. y sus maravillosas historias aunque estén llenas de defectos como lo estamos nosotros. Personalmente tengo que aprender mucho de la fe de Abraham que confía en Dios hasta el punto de entregarle a su hijo, de José el hijo de Jacob que a pesar de sus muchos sufrimientos no pierde su fe en Dios (si yo hubiese estado en su lugar quizá sí que la hubiese perdido) y perdona a sus hermanos quienes le habían deseado tanto mal, de David que se sabe querido y perdonado por Dios después del pecado gravísimo de adulterio y asesinato... Tengo que aprender tanto de ellos... Su fe en Dios era mucho más firme que la mía.
Que el Dios de nuestros padres te guarde Conchi por haberme ayudado tanto a profundizar en el A.T.
Mónica
Querida Mónica: muchas gracias por tus palabras, y por tu bonita explicación bíblica. También tú me ayudas, enseñas y motivas para profundizar en el conocimiento de la Biblia. Contigo y con tus preguntas tan agudas ¡cualquiera no se prepara mejor!
ResponderEliminarMe hizo reír con ganas tu réplica a mi afirmación sobre el hecho de que la película de Richard Gere estuviera teñida de "humanismo moderno":
- "¿Qué escenas de la película de Richarde Gere están hechas desde el humanismo moderno? No será cuando Samuel le corta la cabeza al prisionero al principio de la película ¿no?"
No, precisamente esa escena no. Aunque, a decir verdad, incluso esa escena mitiga la afirmación bíblica de que Samuel "descuartizó" al rey de los amalecitas. En la peli fue menos agresivo...
Ahora en serio, fíjate en la justificación del adulterio de David con Betsabé (Urías la pegaba y encima no le daba hijos, o sea, que no...), o en las palabras finales de David a Salomón: "En todo, sigue a tu corazón y no hagas caso de los profetas..."
O, por ejemplo, la escena de la destrucción de la maqueta del templo de Yahveh, en la que David expresa su rebeldía hacia un Dios celoso que quiere la destrucción total de los enemigos (en este caso, su hijo Absalón).
Son muchos detalles que se oponen al relato bíblico y que merecerían un cine forum.
Un abrazo. Salgo ya para Madrid.
Hoy nos toca Elías (1 Re 17-19.21; 2 Re 1-2). ¡Precioso su ciclo!