Entre otras cosas, en estos días hemos aprendido (o recordado) que no hay atajos para la resolución de conflictos ni la sanación de heridas. No hay recetas para sentirse mejor y para cambiarnos a nosotras mismas (mucho menos para cambiar a los demás), sino un largo camino de aprendizaje de la madurez, el equilibrio y el amor. Y ese largo camino se recorre con muchísimos pasos cortos. Si inicio un peregrinaje, con cien pasos no llego a Santiago de Compostela, por ejemplo. Pero sí, con cientos de miles de pasos. Pensarlo cansa y puede llevarnos a desistir del intento. Pero, quien sabe del arte de la vida, sabe que no puede invertir mejor sus esfuerzos que en el propio crecimiento y mejora, que es camino de felicidad y plenitud para uno mismo y para los demás. Amarse a uno mismo y cuidarse (física, psíquica y espiritualmente) es una forma de amar a los otros, porque cuanto mejor esté yo, más contribuiré a su bienestar y felicidad.
Quien comienza con resolución a trabajarse a sí mismo sabe que, en cada paso que da, además de esfuerzo hay alegría porque ya comienza a vislumbrarse que llegará algo mejor.
En estos días he hecho memoria de libros de psicología que a mí me han ayudado a vivir (y lo siguen haciendo):
La felicidad es una tarea interior, John Powel (y todos los libros de este autor),
El hombre en busca de sentido y El hombre doliente, Victor Frankl,
La sabiduría de las emociones, Norberto LevyLa asertividad, expresión de una sana autoestima, Olga Catanyer,
Sé amigo de ti mismo y Teología del gusano. Autoestima y Evangelio, José Vicente Bonet.
Además de la psicología humanista, la espiritualidad es otro pilar del crecimiento.
En los últimos años de mi vida, encuentro alimento en las obras de Thomas Merton, Henri Nouwen, Joan Chittister y en los místicos de siempre, sobre todo Santa Teresa.Joan Chittister |
Para ahondar la espiritualidad, aparte de la oración cotidiana, la lectura de autores espirituales resulta iluminadora. Y, en eso, como en todo, a cada uno Dios le lleva por su propio camino, según lo que Él le quiera dar para el propio bien y como don para el mundo.
Hay personajes del siglo XX cuyo descubrimiento me ha dado también mucha luz: Etty Hillesum, Simone Weill, Madeleine Delbrêl y Edith Stein. Mujeres muy distintas, de muy diversas procedencias, cuyas vidas se han desarrollado en situaciones dispares, pero han sido vidas, todas ellas, provocativas, interpelantes, creativas, generadoras del deseo de Dios.
Finalmente, el alimento insustituible es la Palabra de Dios leída, escuchada, meditada y orada. En ella me descubro y descubro, todos los días, algo del Dios que nos sostiene y nos habita.
Todo esto me ayuda y es, para mí, fuente de sentido en la misión y en las tareas, los desvelos y los cuidados cotidianos.
Muchas gracias por los consejos y la bibliografía. Aunque el mejor libro es como dices la Biblia: "A donde vayas, Yo estaré contigo", "Eres precioso a Mis Ojos", "Aunque tu padre y tu madre te olviden, Yo no te olvido"... y muchas más que Dios nos dice pero que generalmente no les hacemos caso. Si lo hiciéramos, pocas veces nos sentiríamos mal.
ResponderEliminarUn besote,
Emma Martinez Ocaña va a publicar un nuevo libro, "Senderos de felicidad", que también trata sobre el crecimiento integral. Yo estoy deseando leerlo, fue el tema de su Semana de contemplación del verano, a la que asistí, y estuvo genial.
ResponderEliminarSí, la Biblia es un tesoro precioso de sabiduría y espiritualidad, Yentl...
ResponderEliminarEn cuanto al libro de Emma, también yo lo espero con ganas. Seguramente es un libro que ayuda a vivir.