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lunes, 17 de septiembre de 2012

"¿Quién decís vosotros que soy yo?

Lectio divina de Marcos 8, 27-30


27 Después Jesús y sus discípulos  se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. 28 Ellos le contestaron: “Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas”. 29 “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Tomando la palabra Pedro le dijo: “Tú eres el Mesías”. 30 Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.

CUANDO LEAS

Estos versículos (hasta 9,1) son centrales en el evangelio de Marcos: punto de llegada de la narración desde el inicio, pues se desvela una dimensión del secreto mesiánico de Jesús que Pedro confiesa como Mesías y, a la vez, según piensa el P. Schökel, comienzo de la segunda parte del relato (8,31-9,1).

El evangelio se inicia con el Bautista anunciando al que ha de venir y la segunda parte comienza con la confesión del Mesías… sufriente. Un camino hacia la cruz pues Jesús revela la condición sufriente del Mesías que él encarna y, frente al rechazo e incomprensión de Pedro, reinterpreta el seguimiento desde la aceptación y la implicación personales de este camino sufriente.

8,27: Cesarea de Filipo, reconstruida por Filipo, su nombre [Cesarea] es en honor del César. Jesús ha estado en Betsaida (8,22-26), un pueblo en la orilla norte del Mar Galileo. Ahora viaja a las aldeas de Cesarea de Filipo, a unos 40 kilómetros más al norte, al pie del Monte de Hermón. Lo más al norte que llegará Jesús en sus travesías, y simboliza un cambio de dirección significante en su ministerio. Ha estado trabajando en Galilea, un lugar relativamente amigable, sanando y enseñando. Ahora comenzará su viaje al sur hacia Jerusalén, el centro de su oposición y el lugar donde será crucificado.

“Por el camino” (v. 27b). La frase “por el camino” es importante en este Evangelio. Juan Bautista vino a preparar el camino del Señor (1,2), y Marcos nos señala que el camino del Señor es el camino de Jerusalén, donde Jesús será crucificado y exaltado.

 “Juan Bautista;… Elías;… alguno de los profetas” (vv. 27-28). Ante las señales y milagros de Jesús, la gente se pregunta por su identidad y llegaba a las mismas tres posibilidades – y en el mismo orden (6,14-15). La gente piensa de Jesús, no como el Mesías, sino como un gran hombre, como los grandes hombres de su historia. Jesús no entra en sus categorías.

“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (v. 29). En griego, el “vosotros” es enfático. Se marca una diferencia entre la gente y los Doce. Para la gente Jesús es un profeta más del pasado. Para los Doce (Pedro) es el Mesías.

“Tú eres el Cristo” (Christos) (v.29). Marcos omite la alusión al Primado y reduce la confesión de Pedro: 'Mesías' (como en Lucas), sin añadir, como Mateo: 'Hijo de Dios'. Marcos comenzó este Evangelio diciendo, “Principio del Evangelio de Jesucristo

(griego: Christou), Hijo de Dios” (1,1) – así estableciendo a Jesús como ambos Cristo y el Hijo de Dios. Aquí en 8,29: “Tú eres el Mesías”, con posible sentido de el ungido. Los judíos ungían a sacerdotes, profetas y reyes, Jesús es sacerdote, profeta y rey.

Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.(v. 30). Jesús ordena a sus discípulos que no hablen de esto a nadie. La confesión solamente orienta a los discípulos. Cuando llegue el momento oportuno, será Jesús mismo, no los discípulos, el que rompe el secreto.


CUANDO MEDITES

- Todos creemos en Jesús. Pero le entendemos de diversas formas. ¿Cuál es hoy la imagen común que la gente tiene de Jesús? ¿Cuál es la respuesta que la gente daría hoy a la pregunta de Jesús?

- La pregunta de Jesús a los discípulos se nos repite HOY. Es una interpelación personal e inquietante. Y pide una respuesta en hondura y verdad… Hoy día nos puede pasar como a los discípulos y a la gente que se admiraba de Jesús pero con categorías y modelos de mesianismo en los cuales no entraba Jesús

- “Jesús es Dios”, “Jesús es el Señor” ¿qué significan en nuestras vidas? ¿Es de verdad nuestro único Señor o se fueron haciendo sitio en el corazón otros dioses?

- ¿Qué nos impide reconocer a Jesús como Mesías? Profundizar en todo aquello que pueda ser un impedimento para recibir al Señor tal como se presenta: mis pre-juicios, mis necesidades de una seguridad insana… el temor a perder… liberta, afectos…

- El miedo a los límites está en el origen de toda perdición, nuestra tendencia a apoderarnos de las cosas, de las personas y de Dios mismo, para salvarnos de nuestra desnudez que rechazamos. Para llenar este vacío, el hombre alarga la mano a coger el fruto del árbol, lo coge todo, lo come todo. Pero al intentar salvarse, se pierde a sí mismo. En cambio Jesús renuncia a salvarse a sí mismo, y se pierde en solidaridad con los perdidos. Sólo así se convierte en causa de salvación.
           
CUANDO ORES

- Ahora cuéntale al Señor cómo te sientes… Si te ha iluminado y te ha hecho comprender muchas cosas, dale las gracias. Si ha despertado en ti temores, resistencias, dudas, pídele que te ilumine.

- Renueva tu decisión y propósito de seguirle. Cuéntale qué sufrimientos te ha causado hasta ahora tu intento por seguirle.

- Repetir intensamente la petición en los Ejercicios Espirituales: “demandar conocimiento interno del Señor… para que más le ame y le siga”: conocer la intimidad de Jesús, participar de los deseos de su corazón y compartir su modo de vida.

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Autor: Quique Climent, Equipo de animación de la lectio divina de la UPComillas.

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