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martes, 9 de octubre de 2012

Con los ojos fijos en Jesús: Marcos 4


"¿Por qué tenéis tanto miedo? ¿Por qué no tenéis fe?" 
(Mc 4,40)

Me suscita ternura y asombro verte dormido en la barca, en medio de la tormenta. Maestro, ¡así de confiado eres! Como si reposaras en las manos fuertes y seguras de tu Dios, tu Guardián que nunca duerme.
Sin embargo, de nuestra garganta sale el mismo grito desesperado y desconfiado del orante del salmo 44:

"¡Despierta ya! ¿Por qué duermes, Señor?
¡Levántate! ¿Por qué ocultas tu rostro?
¡Levántate, ven en nuestra ayuda!
¡Rescátanos, por tu amor!
(Sal 44,24.25.27)

No somos capaces de calmar nuestro corazón agitado y de dejar de preocuparnos en la adversidad. No somos capaces de dejar nuestros agobios en las manos misericordiosas de Dios y reponer fuerzas contigo, dejándonos conducir a buen puerto por Aquel que nos ama.
Tengo miedo porque no tengo fe. 
Supongo que eso no te pilla de sorpresa. 
Me conoces mejor que yo misma.


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