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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Servidor se hizo mi Rey

Lectio divina de Juan 18,33-37
Canto inicial: Rendid honor al Señor (Grupo Hesed)




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Juan 18,33-37

33 En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
- ¿Eres tú el rey de los judíos?
34 Jesús le contestó:
- ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
35 Pilato replicó:
- ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
36 Jesús le contestó:
- Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
37 Pilato le dijo:
- Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
- Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.

PROPUESTAS DE LECTURA

1. El evangelio está tomado de la pasión según san Juan. En el cuarto evangelio, el proceso de Jesús ante el procurador romano Pilato está muy cuidado desde un punto de vista teológico-literario, y todo el diálogo está encaminado a la proclamación de Jesús como Rey por parte del representante de Roma.
Los autores distinguen siete escenas en ese diálogo, determinadas por las palabras entrar y salir. En la cuarta  escena (19,1-3) no se habla de entrada, pero en 19,4 se dice que salió otra vez. Las escenas van desde 18,28 a 19,16. Ésta es la ordenación propuesta: Presentación de los protagonistas (18,28): Jesús y Pilato, en el pretorio, de madrugada; primera escena (18,29-32): acusación y petición de condena; segunda escena (18,33-38a): realeza; tercera escena (18,38b-40): Barrabás; cuarta escena (19,1-3: coronación de espinas; quinta escena (19,4-8): Ecce Homo; sexta escena (19,9-12): poder de Pilato; sétima escena (19,13-15): “Ahí tenéis a vuestro Rey”; conclusión (19,16a): Jesús condenado a la crucifixión.
Nuestro pasaje corresponde a la segunda de las siete escenas. A primera hora de la mañana del viernes, en una sala interior del palacio, Pilato somete a Jesús a un interrogatorio. En él, Jesús declara que su reino no es de este mundo. Su realeza viene de lo alto, es decir, es espiritual. Su reino no es de aquí abajo, porque no se apoya en un ejército ni en las potencias del mundo. La realeza de Jesús se manifiesta en dar testimonio de la Verdad. Y en el cuarto evangelio la Verdad es la revelación de Dios al mundo realizada por Jesús. Jesús da ese testimonio a lo largo de toda su vida y su ministerio público, pero este testimonio se concentra ahora en su pasión y muerte, un auténtico “martirio” de y por la Verdad: Dios es un Dios que ama hasta el extremo.

2. Sobre el Reino/reinado de Dios (Benedicto XVI):
[En Jesús, el Reino es] algo nuevo que se expresa sobre todo en las palabras “está cerca el Reino de Dios” (Mc 1,15), "ha llegado a vosotros” (Mt 12,18), está “dentro de vosotros” (Lc 17,21) (…) La nueva proximidad del Reino de la que habla Jesús y cuya proclamación es lo distintivo de su mensaje, esa proximidad del todo nueva reside en Él mismo. A través de su presencia y actividad, Dios entra en la historia aquí y ahora de un modo totalmente nuevo, como Aquel que obra. Por eso ahora “se ha cumplido el plazo” (Mc 1,15); por eso ahora es, de modo singular, el tiempo de la conversión y del arrepentimiento, pero también el tiempo del júbilo, pues en Jesús, Dios viene a nuestro encuentro. En Él ahora es Dios quien actúa y reina, reina al modo divino, es decir, sin poder terrenal, a través del amor que “llega hasta el extremo” (Jn 13,1), hasta la cruz”.
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(Notas tomadas de Nuria Calduch Benages, Misa Dominical 2012 (15); Secundino Castro, Evangelio de Juan. Comprensión exegético-existencial, UPComillas 20022; Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, La esfera de los libros, 2007, 83-88).
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PROPUESTAS DE MEDITACIÓN

“Mi Reino no es de este mundo”

- Jesucristo es un Rey despojado. Su “Reino” no es de este mundo. No tiene palacio, ni ejército, ni servidores, ni guardaespaldas, ni riqueza, ni poder político… Su compañía es un grupo de discípulos y discípulas, gente socialmente irrelevante… Él pasó haciendo el bien a todos, especialmente a las clases marginales de su tiempo: enfermos, “endemoniados”, mujeres, niños, pobres, gente de mala vida y de dudosa reputación. ¿Dónde radica su poder? ¿Qué les hacía a todos preguntarse, con asombro, “¿pero quién es éste?”
Jesucristo es la transparencia de Dios, el Revelador del Rostro de Dios. Él vino a dar testimonio de la Verdad. Y la Verdad es que no hay nada más poderoso que el Amor. Y la Verdad es que Dios es Amor.
- Nos empeñamos en contraponer la realeza de Dios a la realeza de los poderosos de este mundo. En defenderla, en resaltarla. Incluso con una fiesta litúrgica. Pero esa comparación y esa “defensa” no tienen objeto. Dios es incomparable. La palabra “Rey” no sólo se queda corta. Es que, hoy, distorsiona el Ser de Dios. Dios es El que Es. El Creador. El Amor. La Luz. La Vida. El Todo. El Todo inmenso e infinito, compasión infinita que se ha hecho “nada” para enseñarnos cómo vivir.
- “Quien dice que cree en Él debe vivir como vivió Él”, dice Juan. Ese es el Reino y el reinado de Dios: que la humanidad conozca y viva lo que es: hijas e hijos de Dios, Amor, Luz, Vida y Compasión. Una humanidad nueva con la misma tarea de su Señor: liberar, sanar, sacar de la postración, dar vida… transparentando a Dios.
- ¿Cómo podemos vivir esto? La oración es el camino: los ojos fijos en Jesús. El despojamiento es el camino. La acción compasiva es el camino. Vivir el evangelio es el camino. Tal como el evangelio es. Escuchándolo y actuándolo con simplicidad. Creyendo que el evangelio “no está hecho para ser leído, sino para ser recibido en nosotros” (Madeleine Delbrêl)… ¿Más caminos…?
Cuando vivamos de este modo, no estaremos lejos del Reino de Dios.

“El Reino de Dios está dentro de vosotros”
-“Quien pide en la oración la llegada del Reino de Dios, ora sin duda por el Reino de Dios que lleva en sí mismo, y ora para que este reino dé fruto y llegue a su plenitud…” (Orígenes)
- ¿A quién o a qué tienes entregada o rendida tu vida, tus pensamientos, tus acciones, tus proyectos, tu tiempo…?  
- ¿Cómo reconoces la presencia del Reinado de Dios en ti, en la Iglesia y en el mundo?
- ¿Qué pides cuando pides en el Padre nuestro: "Venga a nosotros tu Reino"?

"Todo el que es de la Verdad escucha mi voz"
La expresión "escucha mi voz" conecta la imagen de Jesús Rey con la imagen de Jesús Pastor que aparece en Jn 10,27: "Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen". Jesús realiza su reinado como un Pastor cuida sus ovejas y da su vida por ellas. Sale en busca de la perdida, venda a la herida, se ocupa de la más débil... De nuevo aparece, como motivo, la entrega de amor, que testimonia la existencia del Dios de la Vida. ¿Cómo escuchas la voz de Jesús? ¿Cómo te sientes cuidado, protegido, acompañado y guiado...? ¿Cómo cuidas y acompañas tú a otros...?

"El Reino de Dios se parece a..."
Haz memoria (o busca en tu Biblia) con qué compara Jesús el Reino. Habitualmente es algo pequeño: una semilla que cae en tierra, un grano de mostaza, un poco de levadura escondida en la masa, un tesoro escondido en un campo... Es algo pequeño que contiene un gran dinamismo de vida en su interior y está llamado al continuo crecimiento de dentro a fuera. 
- ¿Con qué compararías tú, hoy, el Reino de Dios?
- ¿Como crece el Reino de Dios en ti? 

PROPUESTA DE ORACIÓN

Orando con el Salmo 93 (92) a la luz del Evangelio.

“El Señor reina vestido de majestad…”
Te contemplamos vestido de bondad.
Tu majestad es tu bondad para con todos,
en especial para con los pequeños y los pecadores.
Tu grandeza es tu humildad,
Señor, último y servidor de todos.

“… el Señor, vestido y ceñido de poder”
Te contemplamos vestido de debilidad,
con cansancio, hambre y sed en el camino,
necesitado de compañía amiga,
con miedo y terror ante lo que se te venía encima,
indefenso y entregado a la traición de un amigo,
condenado y asesinado con una muerte vergonzosa,
despojado y convertido en “uno de tantos”.

“Tu trono está firme desde siempre y tú eres eterno”
Por toda la eternidad, estabas en el corazón del Padre,
en sus entrañas, en su intimidad, en su secreto…
Te hiciste carne y pusiste tu tienda humilde entre nosotros,
sin tronos ni honores, sin un sitio donde reclinar la cabeza.
Y cuando llegó la hora de pasar de este mundo al Padre,
habiendo amado a los tuyos, los amaste hasta el extremo.
Tu amor es firme, fiel y eterno.
No se retira, no se apaga, nunca dice “basta”.

“Tus mandatos son fieles y seguros”
Sólo Tú tienes palabras de Vida eterna.
Tu Evangelio es el Camino, la Verdad que nos hace libres,
la Vida que nos colma de alegría.

“La santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término”.
Tu santidad es tu absoluta misericordia sin fisuras.
Tu casa, el templo de tu Cuerpo, tu Persona entera
resplandecen con la luz de tu compasión
derramada por los caminos.
Eres el más bello de los hombres,
de tus labios, de tus manos, de tu mirada
se derrama la gracia, que es amor gratuito,
el amor del Padre hacia toda la humanidad perdida.

Eres Rey, sí, lleno de majestad y de poder.
Un Rey distinto a los reyes de la tierra.
Un Rey al que la humanidad entera quedaría rendida
si fuera capaz de comprender y contemplar
la belleza indescriptible
de tu humildad desconcertante
y de tu incansable compasión.
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Canto final: El amor no dice basta
(Ain Karem; C4)




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3 comentarios:

  1. Está visto que esta es la única forma que tengo de contactar contigo. ¿Recibiste mi escrito y las fotos?

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  2. ¡Felicidades! Hoy es el día de tu fundador. ¡Pasadlo bien!

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  3. :D
    ¡Gracias por la felicitación, Yentl!
    Tu escrito y las fotos las he recibido, sí.
    Perdóname que no te haya dicho nada de nada... Tengo atasco de "encargos" en la cabeza y no suelo ser muy ordenada con ellos... Así es que lo tuyo se me ha quedado ahí.
    ¡Gracias por recordármelo!!! :)
    Voy a ello.
    Un beso

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