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martes, 28 de enero de 2014

Adorar al Padre en espíritu y verdad

Lectio divina de Juan 4,31-42

[27En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviese hablando con una mujer; pero ninguno se atrevió a preguntarle qué quería ella o de qué estaban hablando. 28La mujer dejó allí el cántaro, volvió al pueblo …..]

“  31 Mientras tanto, los discípulos le rogaban:
 --“Maestro, come algo”.
 32 Pero él les dijo:
 -- “Yo tengo un alimento que vosotros no sabéis”.
33Los discípulos  comenzaron a preguntarse unos a otros:
--“¿Será que le han traído algo de comer?”
 34Pero Jesús les dijo:
 --“Mi comida es hacer la voluntad del que me ha enviado hasta llevar a cabo su obra de salvación. 35Vosotros decís: “Todavía faltan cuatro meses para la siega”; pero yo os digo: Levantad  la vista y mirad los sembrados, que están ya maduros para la siega. 36El que siega recibe su recompensa, y la cosecha que recoge es para la vida eterna,  para que igualmente se alegren el que siembra y el que siega. 37Porque es cierto lo que dice el refrán: “Uno es el que siembra y otro el que siega”. 38Yo os envié a segar lo  que vosotros no habíais  trabajado. Otros fueron los que trabajaron, y vosotros os beneficiáis  del fruto de su trabajo”.
39Muchos de los que vivían en aquel pueblo de Samaria creyeron en Jesús por las palabras de la mujer, que aseguraba:
--“Me ha dicho todo lo que he hecho”.
40 Así que los samaritanos, cuando llegaron donde estaba Jesús, le rogaron que se quedara con ellos. Se quedó  allí dos días,  41 y muchos más fueron los que creyeron por lo que él mismo decía. 42  Por eso dijeron a la mujer:
-- “Ahora ya no creemos sólo por lo que tú nos contaste, sino porque  nosotros mismos le hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo”.

CUANDO LEAS

vv. 31-33: “Mientras tanto” es una forma de concretar el papel de los acontecimientos y las palabras que tienen lugar “entre” la partida de la mujer (27-30) y la llegada de los samaritanos (39-40). Los discípulos insisten a Jesús, son las únicas palabras que los discípulos dicen a Jesús: “Maestro, come”; también es un comienzo con imperativo (4,7). Ellos habían dejado a Jesús junto al pozo  para ir a comprar alimentos (v.8), pero cuando vuelven se encuentran con que no come. Y con que la respuesta les sume en la perplejidad pues habla de un alimento que tiene siempre y que ellos no conocen (v.32). Los discípulos no entienden porque solo conocen el alimento común, material, aquel que han pedido a Jesús que coma, y lo único que se les ocurre es que podía haberse alimentado sin que ellos lo supieran (v. 33), pero son incapaces de ir más allá. La idea de la “comida” suministra a Jesús el vocabulario que utilizará en v.34.

v. 34: “Mi alimento es, repite, hacer la voluntad del que me envió y completar su obra” (v.34). La clarificación de lo que alimenta a Jesús y que los discípulos no entienden, es fundamental para la presentación que el evangelio hace de la relación de Jesús con el Padre y sus consecuencias. Interpretamos este alimento como aquello que orienta la vida y la muerte de Jesús. Por eso Jesús pasó por Samaria: “su alimento es estar presente en esta tierra no judía, tratando con un pueblo que no era judío”. La respuesta de Jesús a su asombro es algo que no pueden entender. “¿Será que alguien le ha traído de comer?” (v.33b).

vv. 35-38: Las últimas palabras del discurso pasan de la descripción hace de su “alimento”, para centrarse en la misión de los discípulos: les dice que, aunque podrían seguirle en su misión, la cosecha estaba ya allí para recogerla. Aunque falta tiempo para la cosecha: “cuatro meses más y llega la cosecha” (v 35a) como parece evidente, Jesús contradice esta opinión diciéndoles que levantaran los ojos y podrían ver la llegada de los samaritanos (v.30). “Jesús fuerza el lenguaje. Una cosecha que “ya blanquea” sólo puede referirse a unos campos sembrados a punto de cosecharse, pero los samaritanos que llegan, respondiendo a la fe incipiente y parcial de la samaritana “blanquean ya para la siega” (v.35b). Las mieses de los campos en torno a Jesús, los discípulos y los samaritanos que se acercan podrían estar aún un tanto lejos de la cosecha, pero es un signo  “de que la presencia de Jesús trae vida a todos los que “vinieran hacia él” (v. 35).

vv. 39-41: Jesús sigue junto al pozo, pero los discípulos desaparecen del primer plano cuando los samaritanos y la mujer llegan junto al pozo. A partir de v.39 es el narrador el que  informa al lector de cuanto ocurre: de la fe inicial de “muchos” samaritanos, basada en las palabras de la mujer (v. 39);  de la petición que hicieron los samaritanos a Jesús para que se quedara con ellos (v. 40a); de la respuesta positiva de Jesús a su petición (v. 40b) y también de que hay “muchos más” que creen en la palabra de Jesús (41). Atender al contraste entre los dos motivos para creer: muchos creyeron  “por la palabra de la mujer”(v.39),  pero “muchos más creyeron por la palabra de Jesús” (v.41).

v. 42: Este breve episodio sirve como punto culminante de la presencia de Jesús en Samaria: unos no judíos lo proclaman como el “Salvador del mundo”.  El término “salvador” es un título helenista utilizado con los emperadores romanos, y en el 4E no vuelve a ser utilizado. En otros libros del NT apenas aparece, sí en Lc 1,47.

CUANDO MEDITES

- El plan que estructura el evangelio de Juan es teológico. No es una biografía de Jesús (20,30), aun cuando tiene  numerosos apuntes y detalles que completan los datos sinópticos. Es una interpretación de su persona y de su obra hecha por una comunidad a través de su experiencia de fe. Esto es lo que nos da a entender la conversión de los samaritanos.

- Juan presenta a Jesús como el portador de un nuevo orden de cosas, –el verdadero orden soñado por Dios--con el que declara vencidas, caducadas, superadas las viejas tradiciones e instituciones religiosas del judaísmo de su tiempo. El culto profesado antes de Jesús era expresión de una religiosidad incapaz de descubrir un Dios-Amor.
- Juan en su evangelio tiene un claro objetivo: en todas sus páginas, a través de los seleccionados episodios de la vida de Jesús que recoge  y de las palabras a las que da preferencia, desarrolla un único tema que repite una vez y otra. El Padre revela al Hijo porque ama al mundo. “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo” (3,16)
- Ante esta revelación, el hombre-la mujer se sienten llamados a la fe –a fiarse, a creer—y al amor. Juan no habla de virtudes ni de vicios, no plantea problemas morales. Juan se centra en lo que constituye el sentido, la cumbre de todo: la fe y el amor. “Fe y amor para con el Padre, para con el Dios reconocible que en el Hijo se revela con amor, nos atrae hacía sí y nos salva”.

CUANDO ORES

- Pregúntate: ¿”creo cosas” acerca de Jesús? ¿mi adhesión a él es una “adhesión doctrinal” de todos sus dogmas?  ¿cómo es mi comunicación con él?
- ¿Saboreo el evangelio? ¿Me ocupa y me preocupa conocer más para saborear mejor?
- Adorar al Padre. Jesús no habla “de Dios”, habla “del Padre”, de adorar al Padre (tres veces lo dice el cuarto evangelio). Adora con Jesús a tu Padre-Madre que acompaña tu vida hasta el final.

- Puedes terminar orando el salmo 115 (113b)


1No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.

2¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»?
3Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.

4Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:
5tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;

6tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
7tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
8que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

9Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
10La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
11Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.

12Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
13bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.

14Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
15benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
16El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.


17Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
18Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.
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Lectio divina preparada por Trinidad Brunet (Equipo de animación de San Francisco de Borja, Madrid)

jueves, 23 de enero de 2014

Dame de tu agua viva

Lectio divina de Juan 4,1-41

1 Cuando Jesús se enteró de que había llegado a oídos de los fariseos que él hacía más discípulos y bautizaba más que Juan2 -aunque no era Jesús mismo el que bautizaba, sino sus discípulos-, 3abandonó Judea y volvió a Galilea.
4 Tenía que pasar por Samaría. 5 Llega, pues, a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6 Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.
7 Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber.», 8 pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice la mujer samaritana:
9 «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.)
10 Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: 'Dame de beber', tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva11 Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? 12 ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
13 Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; 14 pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.»
15 Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla.»
16 El le dice: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá.»
17 Respondió la mujer: «No tengo marido.»
Jesús le dice: «Bien has dicho que no tienes marido, 18 porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad.»
19 Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.»
21 Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. 23 Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. 24 Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad.»
25 Le dice la mujer: «Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo explicará todo.»
26 Jesús le dice: «Yo soy, el que te está hablando.»
27 En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: «¿Qué quieres?» o «¿Qué hablas con ella?»
28 La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: 29 «Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo30 Salieron de la ciudad e iban donde él.
31 Entretanto, los discípulos le insistían diciendo: «Rabbí, come.»
32 Pero él les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que vosotros no conocéis.»
33 Los discípulos se decían unos a otros: «¿Le habrá traído alguien de comer?»
34 Les dice Jesús: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra. 35 ¿No decís vosotros: Cuatro meses más y llega la siega? Pues bien, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos, que blanquean ya para la siega. 36 Ya el segador recibe el salario, y recoge fruto para vida eterna, de modo que el sembrador se alegra igual que el segador. 37 Porque en esto resulta verdadero el refrán de que uno es el sembrador y otro el segador: 38 yo os he enviado a segar donde vosotros no os habéis fatigado. Otros se fatigaron y vosotros os aprovecháis de su fatiga.»
39 Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por las palabras de la mujer que atestiguaba: «Me ha dicho todo lo que he hecho.»
40 Cuando llegaron donde él los samaritanos, le rogaron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días.
41 Y fueron muchos más los que creyeron por sus palabras, 42 y decían a la mujer: «Ya no creemos por tus palabras; que nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.»
CUANDO LEAS

s Fíjate en que, en los primeros capítulos del evangelio de Juan, Jesús se va revelando como el cumplimiento de las esperanzas de Israel. Jesús es “aquel de quien escribió Moisés en la ley y los profetas” (Jn 1,43), es el Mesías esperado (1,41), es el Unigénito de Dios; es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; es el Novio en el banquete escatológico del Reino; es el nuevo Templo; es el que ha venido de parte de Dios como Maestro y enseña su camino conforme a la verdad; es la Palabra, la Luz y la Vida.
s En el capítulo 4, Jesús se revela como el que responde a las esperanzas del judaísmo heterodoxo samaritano y a las expectativas del mundo entero. Podemos distinguir las siguientes partes en el evangelio:
  • vv.1-3: Transición que justifica el paso de Jesús por Samaría.
  • vv. 4-6: Introducción geográfica.
  • vv.7-26: Coloquio de Jesús con la samaritana
  • vv.27-30: Vuelta de los discípulos y marcha de la samaritana.
  • vv.31-38: Diálogo de Jesús con los discípulos.
  • vv. 39-42: Conclusión. Los samaritanos creen en Jesús.
s Cae en la cuenta de que, a lo largo del episodio, se produce un progresivo descubrimiento de la identidad de Jesús, reconocido, en primer lugar, como judío (v.9), más grande que Jacob (v.12), profeta (v.19), Mesías (vv. 26.29) y Salvador del mundo (v.42). Junto a este tema cristológico, aparece la novedad del don del Espíritu y de la misión simbolizada en la siega.
s El episodio sucede en una ciudad de Samaría llamada Sicar.  Samaría sugiere, en tiempos de Jesús, un lugar hostil. Los judíos y los samaritanos no se trataban. Tenemos un ejemplo de esa hostilidad entre judíos y samaritanos en el evangelio de Lucas (cf. Lc 9,51-56). Pero Jesús rompe esta oposición étnica: reconoce al leproso agradecido (cf. Lc 17,11ss), y pone como protagonista de una parábola del amor a un samaritano (cf. Lc 10, 30ss.). Y no solo rompe el antagonismo entre dos pueblos sino también las barreras del sexo. Un maestro no debía hablar con una mujer sola sin la presencia del marido (de ahí, la extrañeza de los discípulos en v. 27).
s Jesús se sienta junto a un pozo y se encuentra con una mujer que viene a sacar agua. Una pareja junto a un pozo sugiere y evoca los relatos patriarcales de los encuentros amorosos entre los patriarcas y las matriarcas: Eliezer, siervo de Abrahán, encuentra a Rebeca, futura esposa de Isaac, junto a un pozo (Gn 24,11ss); Jacob se enamora de Raquel junto a un pozo (Gn 29), y Moisés conoce a Séfora junto a un pozo (Éx 2,15). El escenario sugiere, por tanto, un encuentro de amor y de mayor intimidad.
Jesús, sentado junto a un pozo, se encuentra con una mujer sin nombre, personaje que representa al pueblo de Dios idólatra y representa a cada uno de los discípulos y discípulas con los que Jesús se hace el encontradizo aprovechando nuestra situación de carencia y necesidad.
s Fíjate en los personajes principales y secundarios de la escena:
- Jesús: Aparentemente es un hombre normal, un hombre que experimenta el cansancio y la sed tras largas horas de caminata. Es judío, pero se trata de un judío muy “extraño”, pues le dirige la palabra a una mujer y, para colmo, samaritana. Fíjate lo que dice un tratado rabínico sobre el trato con las mujeres: “Un hombre se procura tanto mal cuanto más tiempo pasa hablando con la mujer, se aleja de la palabra de la ley y su destino es la gehenna” (Abot 15). Pero Jesús no hace ningún caso de principios y normas que marginen y excluyan a los débiles.
- La mujer samaritana: La vida de esta mujer está marcada por la carencia y la rutina infecunda. Diariamente debía ir a buscar el agua, pues carecía de ella. Tampoco tenía marido. Había tenido cinco, y su compañero actual no era su marido. Esta mujer representa el pueblo idólatra, incapaz de saciar su sed de vida con los numerosos dioses paganos a los que se había ido aferrando sin encontrar lo que pedía su corazón. Recordemos que muchos profetas utilizan la imagen de una esposa que se prostituye para representar al pueblo infiel a Dios (cf. Oseas 1-2; Ez 16,15ss; Jr 3...). La referencia a los cinco maridos puede ser una alusión a las cinco ermitas de los dioses paganos que se mencionan en 2 Re 17,24-41.
- Los samaritanos de Sicar: Creen en Jesús por el anuncio de la mujer. Pero no se conforman con una fe “recibida”, “heredada”, “externa”. La hacen suya cuando ellos mismos conocen a Jesús y le oyen (vv. 39-41). Fíjate en el proceso que sigue su fe: el testimonio de alguien à la fe desde lo escuchado à la personalización de la fe à la confesión. Es un itinerario catecumenal.
- Los discípulos entran en escena en los vv. 27-38. Tienen en común con la samaritana que no entienden el lenguaje de Jesús ni entran en su modo de pensar. Ellos están empeñados en que coma y Jesús les está hablando de “otro alimento”, como la samaritana estaba obstinada en hablar del agua H2O, del cubo y de cómo se las arreglaría Jesús para sacarla del pozo... mientras que Jesús estaba hablando del agua viva del Espíritu.
s Fíjate en el proceso que va haciendo esta mujer: pasa de sus búsquedas más superficiales a las más profundas; del agua material al agua viva; de la percepción de Jesús como un “judío”, un simple “hombre”, al reconocimiento de Jesús Profeta y Mesías-Cristo.
Su fe sorprendida la arrastra a dejar el cántaro (“cisternas agrietadas que no retienen el agua”, diría Jeremías), y a ir corriendo a anunciar lo que ha visto y oído. Su fe contagia de fe a sus paisanos, quienes terminan confesando: “Éste es verdaderamente el Salvador del mundo”.

CUANDO MEDITES

1. Jesús, vulnerable, cansado y sediento, me pide de beber. A pesar de mi pobreza, él confía en mis recursos, en que puedo hacer algo por él… ¿Qué puedo darle yo de lo que tengo?
2. Jesús rompe los muros de separación y exclusión y se dirige a una mujer samaritana para hacerle el don de su persona, del Espíritu, de la salvación… ¿A quién incluyo y a quién excluyo yo de mi vida y mis relaciones?
3. La samaritana tiene sed. Busca agua con su cántaro. ¿De qué tienes sed tú? ¿Cuáles son tus búsquedas y deseos profundos?
4. Date cuenta de cuáles son los “maridos” en los que a veces pones tu seguridad y tu felicidad: ¿la salud, la prosperidad económica, el éxito profesional, la buena fama...?
5. Contempla a Jesús como el agua viva que te da el agua del Espíritu Santo. ¿Con qué manantiales calma Dios la sed de tu vida? ¿Qué oasis, ríos, fuentes, pozos... ha puesto en tus desiertos?
6. Cuando la samaritana se encuentra con Jesús, deja atrás su cántaro y va a anunciarlo a sus vecinos. Haz memoria de personajes bíblicos o personas que conozcas que, al encontrarse con Jesús, dejaron atrás todo lo que hasta entonces había constituido su seguridad y su riqueza. ¿Qué has dejado atrás tú? ¿Qué sientes que debes dejar atrás?...
7. Jesús dice que su alimento es hacer la voluntad del Padre y llevar a cabo su obra. ¿Con qué alimentas tu vida y tu fe? ¿Qué lecturas, conversaciones, “ritos”, hábitos, costumbres, relaciones...? ¿Qué espacios de oración dejas para que el Señor te dé de beber y te alimente?
8. ¿Crees que Jesús es el Salvador del mundo y tu Salvador, como confesaron los samaritanos? ¿Sientes la urgencia amorosa de anunciarlo así a los demás?
CUANDO ORES

w Acércate a Jesús, manantial de agua viva y exponle tu vida, tus cansancios, tus vacíos, tus búsquedas… Pídele: “Dame de tu agua viva”.
w Dale gracias porque se hace el encontradizo contigo y te da su vida, su Espíritu… todo.
w Puedes terminar rezando la siguiente oración:

Tengo sed de ti

Es verdad. Estoy a la puerta de tu corazón, de día y de noche.
Aun cuando no estás escuchando,
aun cuando dudes que pudiera ser yo,
ahí estoy: esperando la más pequeña señal de respuesta,
hasta la más pequeña sugerencia de invitación
que me permita entrar.
Y quiero que sepas que cada vez que me invitas,
Yo vengo siempre, sin falta.
Vengo en silencio e invisible,
pero con un poder y un amor infinitos […].
Vengo con Mi misericordia, con Mi deseo de perdonarte y de sanarte,
con un amor hacia ti que va más allá de tu comprensión.
Un amor en cada detalle, tan grande como el amor
que he recibido de Mi Padre.
Vengo deseando consolarte y darte fuerza,
levantarte y vendar todas tus heridas.
Te traigo Mi luz, para disipar tu oscuridad y todas tus dudas. […]
Vengo con Mi paz, para tranquilizar tu alma.
Cuando finalmente abras las puertas de tu
corazón y te acerques lo suficiente,
entonces Me oirás decir una y otra vez,
no en meras palabras humanas sino en espíritu:
«no importa qué es lo que hayas hecho, te amo por ti mismo.
Ven a Mí con tu miseria y tus pecados, con tus problemas y necesidades,
y con todo tu deseo de ser amado.
Estoy a la puerta de tu corazón y  llamo... ábreme, porque tengo sed de ti…».

(Madre Teresa de Calcuta) 

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Lectio divina preparada por Conchi López, pddm (Equipo de animación de San Francisco de Borja, Madrid)

miércoles, 22 de enero de 2014

Si tú me miras


Foto: MCMonroy

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa 

como la hierba a que bajó el rocío, 
y desconocerán mi faz gloriosa 
las altas cañas cuando baje al río. 



Tengo vergüenza de mi boca triste, 
de mi voz rota y mis rodillas rudas; 
ahora que me miraste y que viniste, 
me encontré pobre y me palpé desnuda. 

Ninguna piedra en el camino hallaste 
más desnuda de luz en la alborada 
que esta mujer a la que levantaste, 
porque oíste su canto, la mirada. 

Yo callaré para que no conozcan 
mi dicha los que pasan por el llano, 
en el fulgor que da a mi frente tosca 
en la tremolación que hay en mi mano... 

Es noche y baja a la hierba el rocío; 
mírame largo y habla con ternura, 
¡que ya mañana al descender al río 
lo que besaste llevará hermosura!


(Vergüenza, Gabriela Mistral)


(Foto de Marina Castillo Monroy)
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miércoles, 15 de enero de 2014

Es necesario que Él crezca y yo disminuya

Lectio divina de Jn 3, 22-36

22 Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la región de Judea; donde pasó algún tiempo con ellos, bautizando. 23 También Juan estaba bautizando en Enón junto á Salim, donde había mucha agua; la gente acudía y era bautizada. 24 Esto sucedió antes de que metieran a Juan en la cárcel. 
25 Por entonces, algunos de los seguidores de Juan comenzaron a discutir con los judíos acerca de las purificaciones. 26 Y fueron a decirle a Juan: Maestro, el que estaba contigo de la otra parte del Jordán, aquel de quien nos hablaste, ahora está bautizando y todos le siguen.
27 Respondió Juan: No puede el hombre recibir algo, si no le fuere dado del cielo. 28 Vosotros mismos me habéis oído decir claramente que yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado por Dios delante de él. 29 En una boda, el que tiene a la novia, es el novio; y el amigo del novio, que está allí y le escucha, se llena de alegría al oírle hablar. Por eso, también mi alegría es ahora completa. 30 Es necesario que él crezca y que yo disminuya. 
31 El que de arriba viene, está sobre todos. El que es de la tierra, es terrenal y habla de cosas de la tierra. En cambio,  el que viene del cielo, está sobre todos 32 y habla de lo que ha visto y oído. Sin embargo, nadie cree lo que él dice. 33 Pero el que lo cree, confirma con ello que Dios dice la verdad; 34 pues el que ha sido enviado por Dios, habla las palabras de Dios, porque Dios da abundantemente su Espíritu. 35 El Padre ama al Hijo, y le ha dado poder sobre todas las cosas. 36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no quiere creer en el Hijo, no tendrá esa vida, sino que recibirá el terrible castigo de Dios.

CUANDO LEAS

El texto puede ser dividido en tres partes muy claras:

1) Situación:
* El pasaje del que estamos comentando se localiza en Judea, no ya en Jerusalén. (3,22).

2) El ocaso del mensajero: *La discusión y *La respuesta (3,25-30)
*Jesús también fue a este lugar a bautizar o, al menos, manda a sus discípulos que lo hagan. Un judío, que tal vez hubiese sido bautizado por Jesús, provocó una discusión con los discípulos de Juan concerniente al bautismo de purificación.
Juan el Bautista se vio obligado a poner las cosas en orden y les responde señalando las siguientes verdades:
a) Declara que el ministerio que él hacía no era por su propia capacidad sino un don de Dios.
b) Les recuerda que  ya había señalado en más de una ocasión que Jesús era el Mesías. Él era el precursor.
c) El bautismo de Jesús implica en este primer momento la aceptación de su persona. Ahora es Jesús el que asume toda la realidad.
Juan el evangelista quiere traer como testigo al Bautista, el último de los profetas, en quien se concentran todos. Él va a tomar partido por Jesús y le proclama el “novio” de la alianza. En la escuela joánica, el Mesías se identifica con el novio.  El Bautista se presenta como amigo del novio, que se alegra con la voz del novio. Esta será una de las claves del evangelio de Juan la idea de nupcialidad. Jesús, hijo y novio, no ha venido a condenar al mundo sino a salvarlo. Todo se mueve en el ámbito del amor. Juan Bautista no habla de conversión y penitencia como los sinópticos, sino de adherencia al amor. El Bautista nos invita aquí a ir al amado.
d) No solo manifiesta su alegría por el buen comienzo del ministerio de Jesús sino que también declara que "es necesario que él crezca, pero que yo mengüe" dando una vez más muestra de tener un corazón humilde. (En verdad, en eso se resume el Evangelio: "Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí". (Gál 2, 20). 

3) El discurso de despedida de Juan (3,31-36):
* En este discurso de despedida del Bautista aparece en primer lugar la presencia trinitaria. Lo primero que se recalca es que el Padre ama al Hijo. En su aceptación como Hijo reside la clave de la fe. A su vez, el Hijo posee el Espíritu. Ese Espíritu prometido por los profetas para los últimos tiempos es patrimonio del Hijo. “Jesús es el que viene de arriba”, el que viene del cielo”. Juan Bautista, por el contrario se confiesa de la tierra (3,31). De labios del Bautista nos llega el murmullo cada vez más fuerte del AT que confiesa que ha llegado la plenitud, el final y, por tanto, un nuevo comienzo.
*Aquellos que aceptaban su testimonio afirman que Dios es verdadero (v.33), porque se dan cuenta que el testimonio de Cristo es el testimonio de Dios y como enviado por Dios habla palabras de Dios (v.34). San Pablo dirá que en Jesús habita la plenitud de la divinidad (Col 1,19; 2,9).
* Dios da abundantemente su Espíritu (v.34). El evangelio de Juan usa muchas imágenes y símbolos para significar la acción del Espíritu. Como en la creación (Gen 1,1), así el Espíritu baja sobre Jesús "como una paloma, venida del cielo” (1,32). ¡Es el inicio de la nueva creación! Jesús dice las palabras de Dios y nos comunica el Espíritu sin medida (3,34). Sus palabras son Espíritu y vida (6,63). Cuando Jesús se despide, dice que enviará a otro consolador, a otro defensor, para que se quede con nosotros. El Espíritu es como el agua que brota de dentro de las personas que creen en Jesús (7,37-39; 4,14). El Espíritu nos es dado para que podamos recordar y entender el significado de las palabras de Jesús (Jn 14,26; 16,12-13). Animados por el Espíritu de Jesús podemos adorar a Dios en cualquier lugar (4,23-24).
*El que cree en el Hijo, no es que obtenga la vida eterna, sino que ya tiene la vida eterna no obstante, la persona que no deposita su confianza en Jesucristo, no verá (no tendrá) la vida eterna (v.36).

CUANDO MEDITES

- El lugar que ocupó Juan el Bautista en el plan de Dios fue ser nada más que el precursor, el amigo del novio. En el plan de Dios somos señales que conducen a Jesús.
- El nuevo nacimiento no es un esfuerzo nuestro por mejorarnos, sino el obrar del Espíritu  en nuestras vidas. Sin el Espíritu todo se apaga en nuestro camino.
Para poder comprender estas cosas es necesario inclinarse ante Jesús.
-  Si actuamos como “el que viene de arriba” descubriremos el montón de cosas positivas que pasan continuamente a nuestro alrededor, porque el amor de Dios es acción continua a favor del hombre. Si “venimos de lo alto” amaremos a todo el mundo sin excepción, siendo nuestra vida una tarjeta de invitación para hacer lo mismo.

CUANDO ORES

- "¡Es necesario que él crezca y que yo disminuya!" ¿Qué me dice este mensaje de Juan? Es todo un programa para el seguidor de Jesús.
- Demos gracias porque Jesús nos comunica el Espíritu abundantemente. ¿Me dejo reavivar por el Espíritu, por su novedad y su verdad para ofrecer algo de interioridad a esta sociedad tan necesitada de esperanza?
- Enciéndenos, Señor, con el fuego de tu Espíritu para ser profetas de la libertad y el amor.
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Lectio divina preparada por Begoña Peciña (Equipo de animación de San Francisco de Borja, Madrid)

lunes, 13 de enero de 2014

¿Cómo puede uno nacer siendo viejo?

Lectio divina de Juan 3,1-21

1Había un fariseo de nombre Nicodemo, una autoridad entre los judíos.
2El visitó a Jesús, de noche, y le dijo: -Rabí, sabemos que tú eres un maestro, que ha venido de Dios, pues nadie puede hacer los signos que tú haces, si Dios no está con él. 3Jesús le respondió: En verdad, en verdad te digo: si alguien no nace de nuevo, no puede entrar en el Reino de Dios.
4Nicodemo le replicó: ¿cómo puede nacer una persona que ya es adulta? No puede volver al seno de su madre y nacer por segunda vez.
5Jesús respondió: En verdad, en verdad yo te digo: si alguien no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. 6Lo que ha nacido de la carne, es carne; pero lo que ha nacido del Espíritu, es espíritu. 7No te asombres de que te diga: tenéis que nacer de nuevo. 8El viento sopla donde quiere; oyes su silbido, pero no sabes, de dónde viene y a dónde va. Así es con aquel que ha nacido del Espíritu.
9Nicodemo le replicó: ¿cómo puede ser esto?
10Jesús respondió: Tú eres el maestro en Israel y ¿no comprendes esto? 11En verdad, en verdad te digo: de lo que sabemos, de eso hablamos, y lo que hemos visto, eso atestiguamos, y, sin embargo, no aceptáis nuestro testimonio. 12Si yo os he hablado de cosas terrenas y vosotros no creéis, ¿cómo vais a creer, si os hablo de cosas celestiales? 13Y nadie ha subido al cielo, excepto aquel que ha bajado del cielo: el Hijo del Hombre. 14Y como Moisés ha elevado la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, 15para que todo el que cree (en él), en él tenga la vida eterna.
 16Pues Dios ha amado tanto al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en él, no perezca, sino que tenga la vida eterna. 17Pues Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
 18Quien cree en él, no es juzgado; quien no cree, ya ha sido juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. 19Pues con el juicio es así: la luz vino al mundo, y los hombres amaron más la tiniebla que la luz; pues sus hechos eran malos. 20Todo el que hace el mal, odia la luz y no  viene a la luz, para que sus hechos no sean descubiertos. 21Pero quien hace la verdad, viene a la luz, para que se manifieste que sus hechos han sido cumplidos en Dios.

CUANDO LEAS

Este texto es un diálogo entre Nicodemo y Jesús donde se habla del origen y el destino del hombre que es el mismo origen y destino de  Jesús. Fácilmente se distinguen dos partes en el mismo:
a) Jn 3, 2-10: Diálogo de Jesús con Nicodemo:
La palabra maestro aparece al principio y al final del párrafo (3,2.10).  Palabra que adquiere dos significados: uno cuando se refiere a Jesús y otro cuando se refiere a Nicodemo. Jesús es maestro no sólo por lo que dice sino, sobre todo, por los signos que hace.
El magisterio de Nicodemo no tiene la talla del de Jesús, pues no sólo no realiza signos sino que, ni siquiera, comprende lo que está diciendo Jesús.  Jesús, como buen maestro, le explica que hay dos tipos de nacimiento:
El nacimiento de la carne es el nacimiento del seno materno, tiene lugar de una vez por todas, se nace a la carne, a lo corruptible y perecedero. Es la carne que envejece y muere.
El nacimiento del Espíritu de Dios tiene lugar en medio de la vida y al tener a Dios como su origen también lo tiene como su destino. Es un nacimiento a lo permanente, a lo eterno. Al tener la simiente de Dios es un nacimiento a lo nuevo, es desde arriba y es eterno.
b) Jn 3, 11-21: Monólogo de Jesús:
En esta segunda parte Jesús habla de las realidades celestiales. Continúa desarrollando el nacimiento del hombre desde Dios a través de tres aspectos:
El descenso y ascenso del Hijo del hombre (3,11-15)
El amor de Dios probado en el envío de su Hijo al mundo = Hijo de Dios (3,16-18)
El juicio del mundo que la venida de Jesús realiza = Luz del mundo.  (3,19-21)

CUANDO MEDITES

Nicodemo formula sus resistencias con preguntas que muestran su incomprensión de las lecciones espirituales. ¿Cuáles son mis preguntas?, ¿cómo formularía mis resistencias?
¿Qué necesito que Dios haga nacer en mi corazón en este momento de mi vida?

CUANDO ORES

Porque, Señor, yo te he visto y quiero volverte a ver, quiero creer.
Te vi, sí, cuando era niño y en agua me bauticé, y, limpio de culpa vieja, sin velos te pude ver.
Devuélveme aquellas puras transparencias de aire fiel, devuélveme aquellas niñas de aquellos ojos de ayer.
Están mis ojos cansados de tanto ver luz sin ver; por la oscuridad del mundo, voy como un ciego que ve.
Tú que diste vista al ciego y a Nicodemo también, filtra en mis secas pupilas dos gotas frescas de fe.
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Sigo a VAN TILBORG, S. Comentario al evangelio de Juan. Estella (Navarra), Verbo Divino, 2005. 62-69.
Lectio divina preparada por Azucena Fernández (Equipo de animación de San Francisco de Borja, Madrid)