Lectio divina de Juan 4,31-42
[27En
esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviese hablando con una
mujer; pero ninguno se atrevió a preguntarle qué quería ella o de qué estaban
hablando. 28La mujer dejó allí el cántaro, volvió al pueblo …..]
“ 31 Mientras tanto, los
discípulos le rogaban:
--“Maestro, come algo”.
32 Pero él les dijo:
-- “Yo tengo un alimento que vosotros no
sabéis”.
33Los
discípulos comenzaron a preguntarse unos
a otros:
--“¿Será
que le han traído algo de comer?”
34Pero Jesús les dijo:
--“Mi comida es hacer la voluntad del que me
ha enviado hasta llevar a cabo su obra de salvación. 35Vosotros
decís: “Todavía faltan cuatro meses para la siega”; pero yo os digo:
Levantad la vista y mirad los sembrados,
que están ya maduros para la siega. 36El que siega recibe su
recompensa, y la cosecha que recoge es para la vida eterna, para que igualmente se alegren el que siembra
y el que siega. 37Porque es cierto lo que dice el refrán: “Uno es el que siembra y otro el que siega”.
38Yo os envié a segar lo que
vosotros no habíais trabajado. Otros
fueron los que trabajaron, y vosotros os beneficiáis del fruto de su trabajo”.
39Muchos
de los que vivían en aquel pueblo de Samaria creyeron en Jesús por las palabras
de la mujer, que aseguraba:
--“Me
ha dicho todo lo que he hecho”.
40
Así que los samaritanos, cuando llegaron donde estaba Jesús, le rogaron que se
quedara con ellos. Se quedó allí dos
días, 41 y muchos más fueron
los que creyeron por lo que él mismo decía. 42 Por eso dijeron a la mujer:
--
“Ahora ya no creemos sólo por lo que tú nos contaste, sino porque nosotros mismos le hemos oído y sabemos que
él es verdaderamente el Salvador del mundo”.
CUANDO LEAS
vv. 31-33: “Mientras
tanto” es una forma de concretar el papel de los acontecimientos y las palabras
que tienen lugar “entre” la partida de la mujer (27-30) y la llegada de los
samaritanos (39-40). Los discípulos insisten a Jesús, son las únicas palabras
que los discípulos dicen a Jesús: “Maestro, come”; también es un comienzo con
imperativo (4,7). Ellos habían dejado a Jesús junto al pozo para ir a comprar alimentos (v.8), pero
cuando vuelven se encuentran con que no come. Y con que la respuesta les sume
en la perplejidad pues habla de un alimento que tiene siempre y que ellos no
conocen (v.32). Los discípulos no entienden porque solo conocen el alimento
común, material, aquel que han pedido a Jesús que coma, y lo único que se les
ocurre es que podía haberse alimentado sin que ellos lo supieran (v. 33), pero
son incapaces de ir más allá. La idea de la “comida” suministra a Jesús el
vocabulario que utilizará en v.34.
v. 34: “Mi
alimento es, repite, hacer la voluntad del que me envió y completar su obra”
(v.34). La clarificación de lo que alimenta a Jesús y que los discípulos no entienden,
es fundamental para la presentación que el evangelio hace de la relación de
Jesús con el Padre y sus consecuencias. Interpretamos este alimento como
aquello que orienta la vida y la muerte de Jesús. Por eso Jesús pasó por
Samaria: “su alimento es estar
presente en esta tierra no judía, tratando con un pueblo que no era judío”. La
respuesta de Jesús a su asombro es algo que no pueden entender. “¿Será que
alguien le ha traído de comer?” (v.33b).
vv. 35-38: Las
últimas palabras del discurso pasan de la descripción hace de su “alimento”,
para centrarse en la misión de los discípulos: les dice que, aunque podrían
seguirle en su misión, la cosecha estaba ya allí para recogerla. Aunque falta
tiempo para la cosecha: “cuatro meses más y llega la cosecha” (v 35a) como parece evidente, Jesús contradice
esta opinión diciéndoles que levantaran los ojos y podrían ver la llegada de
los samaritanos (v.30). “Jesús fuerza el lenguaje. Una cosecha que “ya
blanquea” sólo puede referirse a unos campos sembrados a punto de cosecharse,
pero los samaritanos que llegan, respondiendo a la fe incipiente y parcial de
la samaritana “blanquean ya para la siega” (v.35b). Las mieses de los campos en
torno a Jesús, los discípulos y los samaritanos que se acercan podrían estar aún
un tanto lejos de la cosecha, pero es un signo
“de que la presencia de Jesús trae vida a todos los que “vinieran hacia
él” (v. 35).
vv. 39-41:
Jesús sigue junto al pozo, pero los discípulos desaparecen del primer plano
cuando los samaritanos y la mujer llegan junto al pozo. A partir de v.39 es el
narrador el que informa al lector de
cuanto ocurre: de la fe inicial de “muchos” samaritanos, basada en las palabras
de la mujer (v. 39); de la petición que
hicieron los samaritanos a Jesús para que se quedara con ellos (v. 40a); de la
respuesta positiva de Jesús a su petición (v. 40b) y también de que hay “muchos
más” que creen en la palabra de Jesús (41). Atender al contraste entre los dos
motivos para creer: muchos creyeron “por
la palabra de la mujer”(v.39), pero
“muchos más creyeron por la palabra de Jesús” (v.41).
v. 42: Este
breve episodio sirve como punto culminante de la presencia de Jesús en Samaria:
unos no judíos lo proclaman como el “Salvador del mundo”. El término “salvador” es un título helenista
utilizado con los emperadores romanos, y en el 4E no vuelve a ser utilizado. En
otros libros del NT apenas aparece, sí en Lc 1,47.
CUANDO MEDITES
-
El plan que estructura el evangelio de Juan es teológico. No es una biografía
de Jesús (20,30), aun cuando tiene
numerosos apuntes y detalles que completan los datos sinópticos. Es una
interpretación de su persona y de su obra hecha por una comunidad a través de
su experiencia de fe. Esto es lo que nos da a entender la conversión de los
samaritanos.
-
Juan presenta a Jesús como el portador de un nuevo orden de cosas, –el
verdadero orden soñado por Dios--con el que declara vencidas, caducadas,
superadas las viejas tradiciones e instituciones religiosas del judaísmo de su
tiempo. El culto profesado antes de Jesús era expresión de una religiosidad
incapaz de descubrir un Dios-Amor.
-
Juan en su evangelio tiene un claro objetivo: en todas sus páginas, a través de
los seleccionados episodios de la vida de Jesús que recoge y de las palabras a las que da preferencia,
desarrolla un único tema que repite una vez y otra. El Padre revela al Hijo
porque ama al mundo. “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo” (3,16)
-
Ante esta revelación, el hombre-la mujer se sienten llamados a la fe –a fiarse,
a creer—y al amor. Juan no habla de virtudes ni de vicios, no plantea problemas
morales. Juan se centra en lo que constituye el sentido, la cumbre de todo: la
fe y el amor. “Fe y amor para con el Padre, para con el Dios reconocible que en
el Hijo se revela con amor, nos atrae hacía sí y nos salva”.
CUANDO ORES
-
Pregúntate: ¿”creo cosas” acerca de Jesús? ¿mi adhesión a él es una “adhesión
doctrinal” de todos sus dogmas? ¿cómo es
mi comunicación con él?
-
¿Saboreo el evangelio? ¿Me ocupa y me preocupa conocer más para saborear mejor?
-
Adorar al Padre. Jesús no habla “de Dios”, habla “del Padre”, de adorar al
Padre (tres veces lo dice el cuarto evangelio). Adora con Jesús a tu
Padre-Madre que acompaña tu vida hasta el final.
-
Puedes terminar orando el salmo 115 (113b)
2¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»?
6tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
1No
a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
2¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»?
3Nuestro
Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
lo que quiere lo hace.
4Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:
hechura de manos humanas:
5tienen
boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen ojos, y no ven;
6tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
7tienen
manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
8que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
cuantos confían en ellos.
9Israel
confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
10La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
11Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
él es su auxilio y su escudo.
10La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
11Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
12Que
el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
13bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
13bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.
14Que
el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
15benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
16El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.
a vosotros y a vuestros hijos;
15benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
16El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.
17Los
muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
18Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.
ni los que bajan al silencio.
18Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.
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Lectio divina preparada por Trinidad Brunet (Equipo de animación de San Francisco de Borja, Madrid)