Para este hombre joven, como para el resto de los monjes de su orden, el día termina a las 7:30 de la tarde. Se levanta a las 11.30 de la noche y ora hasta las 3, momento en que vuelve a acostarse para después levantarse a las 6 y continuar la oración hasta las 8. El resto del día, hasta el tiempo de descansar, estudia, ora y trabaja. Todos sus días transcurren entre los muros de piedra de su "celda", sumido en un gran silencio, movido por un único deseo: el deseo de Dios.
"¿Cómo podéis ser contemplativas en el mundo?" No es una tarea fácil. Yo, de hecho, no lo soy, aunque pertenezco a una Congregación que, siendo activa, propone en su Regla de vida cuatro horas diarias de oración.
-"¡Será que no rezas lo que debes! Las religiosas de hoy en día sois tan... `callejeras'"
Es cierto, confieso que no siempre rezo lo que debo y, seguramente, tampoco rezo bien el tiempo que rezo. Aprender a orar es tan difícil como aprender a amar o a vivir. Por muchos libros que se lean sobre "teoría y práctica de la oración", la experiencia es otra cosa y creo que nunca podré tener la certeza de estar orando realmente, y mucho menos de "hacerlo bien".
Lo cierto es que sólo puedo poner de mi parte el hecho de acudir a la oración y estar, en silencio, ante Dios que, como sabemos, está en todas partes (aunque ya decía Madeleine Delbrêl: "Señor, si tú estás en todas partes, ¿cómo es que yo estoy a veces en otro lugar?").
Sólo podemos buscar un pequeño rincón y dedicar algo de nuestro tiempo a darnos cuenta de su Presencia, a agradecer, a escuchar, a suplicar, a amar... Y creer que Dios se hace presente en ese momento y en ese lugar con la voluntad de entrar en contacto con nosotros y decirnos su amor.
Aunque yo no lo soy, y muchos "profesionales de la religión" no lo sean, sé que se puede ser contemplativo en medio del mundo. Y lo creo porque Jesús no se retiró a ningún claustro a vivir; vivía entre la gente que lo apremiaba hasta el punto de no tener tiempo ni para comer, lo que no impidió que fuera el mayor y el mejor contemplativo de la historia.
Sin duda, es posible ser contemplativo en el mundo. Posible para la vida monacal, para la religiosa y para la seglar. Supongo que, cuando se tienen mil tareas cotidianas, la clave está en encontrarse con Dios en esas actividades: en el autobús, delante del ordenador, entre pucheros, especialmente entre los pucheros -pero también entre la Thermomix-, al pasar cerca de un sagrario, al encontrarse a un "sin papeles" tirado en la calle o al leer en el periódico que una mujer (es decir, Cristo) va a ser lapidado en Irán. De todo podemos hacer ocasión de un encuentro con Dios y, ¿qué es eso, sino santa contemplación?
ResponderEliminarShalom!
ResponderEliminarYo no entiendo mucho de vida contemplativa pero desde luego yo no estoy hecha para ella ya tuve una experiencia hace 2 años en el monasterio de Guadalajara ¿te acuerdas? y la verdad es que unos días aguanto pero no más. ¿Eso quiere decir que no me acuerdo de Dios? Pues no. Él nos conoce a todos y cada uno de nosotros y sabe nuestros límites. Si no hubiera gente que se casase, tuviera hijos, trabajase, se preocupase por los demás... ¿Qué sería de nuestra sociedad? Dios está en todos los sitios, Él no está encerrado en ningún templo como bien nos lo dice el profeta Isaías. El rabbí Nachman de Breslau decía que la lejanía de Dios es algo subjetivo, es decir Dios está ahí somos nosotros los que nos alejamos de Él. Aunque bien es cierto que hay que dedicar parte del día a orar y conversar con Dios pero reconozco que no lo hago bien porque la mente se me suele "escapar" a otros sitios mas se que Dios está ahí.
Y Lidia ¿Se fue ya?
Por cierto sigue así de "callejera". Quizá gracias a eso nos conocimos.
Un besote
Mónica
Gracias a los dos por vuestras palabras, Víctor y Mónica.
ResponderEliminarPor cierto, mi querida Yentl, ¡shalom! Ya te estaba echando de menos. ¡Claro que recuerdo tu experiencia contemplativa de Buenafuente! ¿No quieres regalarte este año una experiencia de interioridad algún fin de semana, o en verano? Desde luego, para vivir en un monasterio no estás hecha, sabia rabina Yentl, pero sí para orar, cubierta por el talit de la oración.
Lidia se fue el día 1. He colgado por aquí las fotos de la despedida y las de su "aterrizaje" por tierras italianas. Está muy contenta con su comunidad (cuatro postulantes y dos hermanas), aunque vive en un recinto que alberga tres comunidades de unas cincuenta hermanas en total.
Este mes se dedicará a estudiar intensamente italiano.
Ya te escribiré más despacio.
Mira, si puedes, el programa de este curso de GALAPAGAR, a ver si hay algo que te guste.
Un beso
Lehitraot!