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jueves, 23 de mayo de 2013

Dios Amante, Amado y Amor

Para orar el día de la Santísima Trinidad


Al comenzar tu oración, adopta una postura cómoda. Date cuenta de la postura y de las sensaciones de tu cuerpo. Respira sosegada y profundamente.

Percibe los latidos de tu corazón, el ritmo de tu respiración, el calor del cuerpo... Eres un ser lleno de vida. Pero no está en ti la FUENTE de la vida. Otro te sostiene en ella.
- Dedica un tiempo a darte cuenta de esta experiencia de ser sostenida…

- Ahora, puedes rezar despacio la siguiente Copla de San Juan de la Cruz:

Entreme donde no supe
y quedéme no sabiendo
toda ciencia trascendiendo.

Yo no supe dónde entraba
pero cuando allí me vi
sin saber dónde me estaba
grandes cosas entendí
no diré lo que sentí
que me quedé no sabiendo
toda ciencia trascendiendo.

De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida vía recta
era cosa tan secreta
que me quedé balbuciendo
toda ciencia trascendiendo.

Estaba tan embebido
tan absorto y ajenado
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo
toda ciencia trascendiendo.

El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece
y su ciencia tanto crece
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Cuanto más alto se sube
tanto menos se entendía
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Este saber no sabiendo
es de tan alto poder
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer
que no llega su saber
a no entender entendiendo
toda ciencia trascendiendo.

Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber
que no hay facultad ni ciencia
que le puedan emprender
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Y si lo queréis oír
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo
toda ciencia trascendiendo.

Canto: Ven, Espíritu (Tierra de Bendición)


LEEMOS LA PALABRA

Juan 16,12-15

14 16Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros para siempre, 17 el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros (…)
20 Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros.
26 El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.

15 26 Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí.

16 12 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 12 Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. 13 Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.
14 El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.
15 Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.
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Romanos 5,5

“… el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado”

Romanos 8,14-15.26

14 En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. 15 Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!
26 El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
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Gálatas 4,6-7

6 La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: “¡Abbá, Padre!” 7 De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, también eres heredero por voluntad de Dios.

Gálatas 5, 19-25

19 Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje,20 idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, 21 envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios.

22 En cambio, el fruto del Espíritu es amor: alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, 23 mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. 24 Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. 25 Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu.
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PARA MEDITAR

Misterio de bondad

A lo largo de los siglos, los teólogos se han esforzado por investigar el misterio de Dios ahondando conceptualmente en su naturaleza y exponiendo sus conclusiones con diferentes lenguajes. Pero, con frecuencia, nuestras palabras esconden su misterio más que revelarlo. Jesús no habla mucho de Dios. Nos ofrece sencillamente su experiencia.

A Dios Jesús lo llama “Padre” y lo experimenta como un misterio de bondad. Lo vive como una Presencia buena que bendice la vida y atrae a sus hijos e hijas a luchar contra lo que hace daño al ser humano. Para él, ese misterio último de la realidad que los creyentes llamamos “Dios” es una Presencia cercana y amistosa que está abriéndose camino en el mundo para construir, con nosotros y junto a nosotros, una vida más humana.

Jesús no separa nunca a ese Padre de su proyecto de transformar el mundo. No puede pensar en él como alguien encerrado en su misterio insondable, de espaldas al sufrimiento de sus hijos e hijas. Por eso, pide a sus seguidores abrirse al misterio de ese Dios, creer en la Buena Noticia de su proyecto, unirnos a él para trabajar por un mundo más justo y dichoso para todos, y buscar siempre que su justicia, su verdad y su paz reinen cada vez más en entre nosotros.

Por otra parte, Jesús se experimenta a sí mismo como “Hijo” de ese Dios, nacido para impulsar en la tierra el proyecto humanizador del Padre y para llevarlo a su plenitud definitiva por encima incluso de la muerte. Por eso, busca en todo momento lo que quiere el Padre. Su fidelidad a él lo conduce a buscar siempre el bien de sus hijos e hijas. Su pasión por Dios se traduce en compasión por todos los que sufren.
Por eso, la existencia entera de Jesús, el Hijo de Dios, consiste en curar la vida y aliviar el sufrimiento, defender a las víctimas y reclamar para ellas justicia, sembrar gestos de bondad, y ofrecer a todos la misericordia y el perdón gratuito de Dios: la salvación que viene del Padre.

Por último, Jesús actúa siempre impulsado por el “Espíritu” de Dios. Es el amor del Padre el que lo envía a anunciar a los pobres la Buena Noticia de su proyecto salvador. Es el aliento de Dios el que lo mueve a curar la vida. Es su fuerza salvadora la que se manifiesta en toda su trayectoria profética.
Este Espíritu no se apagará en el mundo cuando Jesús se ausente. Él mismo lo promete así a sus discípulos. La fuerza del Espíritu los hará testigos de Jesús, Hijo de Dios, y colaboradores del proyecto salvador del Padre. Así vivimos los cristianos prácticamente el misterio de la Trinidad.

 (José Antonio Pagola)
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Dios, amante, amado, amor

Dios es amor, pero ese amor no responde a nuestra idea de amor.
Dios es El que ama, el amado y el amor. Los tres a la vez.
Incomprensible para nosotros, porque en nosotros son realidades diferentes.
En nosotros siempre habrá un sujeto que ama,
un objeto amado y el amor mismo.

La creación no es más que la manifestación de ese Dios.
En toda criatura queda reflejada su manera de ser.
En todo ser creado está el amante, el amado y el amor.
El hombre tiene la capacidad de entrar conscientemente en esta dinámica.

No puede haber meta más alta que dejarse arrastrar por ese torbellino.
Es Vida en el sentido más profundo de lo que podemos entender.
Vida que me lleva más allá de mí mismo y colmaría mi ser.
Vida que colmaría mi ansia de felicidad.

(Fray Marcos)

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PARA ORAR

™ Oración: No un Dios solo

‘Sólo Dios basta’,
pero un Dios al que no basta
andar él solo por todo el universo.

Dios se nos acerca
en cada ser del cosmos,
que es para nosotros
hogar, alimento,
tarea y horizonte.

¡Comunión cósmica
que nos une a Dios
en la vida que nos llena
a través de los sentidos,
don y presencia suya
en nosotros sin medida!

Dios libre y único
en el último rincón
de callada intimidad,
donde cada persona
se hace consistente.

‘Sólo Dios basta’, pero un Dios
al que no basta andar él solo
por todo el universo.

(Fragmentos de un poema de Benjamín Glez. Buelta, sj)
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Oración: Dios

Dios, palabra que me quema los labios
y me arde amorosamente en el alma.
Dios, Ser que se me entraña cercano
y me desconcierta distante.
Dios, más íntimo a mí que ninguna otra persona,
incluida yo misma.
Dios, más inaccesible a mí que lo más lejano a mí.
Dios, nube oscura y luminosa
que ilumina la noche de mis días.

Dios, Aquel que no se puede pensar, ni imaginar,
ni contener en palabras,
pero habita mi pensamiento, mi imaginación y mis palabras
en todo tiempo.
Dios, Amor, Amor inmenso, el más grande Amor.
Dios, Amante, Amado y Amor
que me envuelve, se me derrama y se me comparte.
Dios, en Él somos, nos movemos y existimos.
Dios, Aliento, Respiro, Vida y Don.

(Conchi López, pddm)
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Nota: Remito a los artículos de diversos autores, que podremos encontrar en feadulta.com. Entre ellos, los de fray Marcos, sacerdote dominico, sobre la Trinidad.

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