lunes, 18 de febrero de 2008

Lunes de la segunda semana de Cuaresma

Daniel 9,4-10; Salmo 78,8.9.11.13; Lucas 6,36-38


- Comienzo la oración silenciando la mente y el cuerpo, respirando profunda y lentamente, tomando conciencia de las sensaciones de mi cuerpo y haciéndome consciente de la presencia de Dios en mí, en mi habitación, en toda la realidad.

Hago eco, interiormente, lentamente, saboreando las palabras, de versículos bíblicos sobre la fuerza vivificante de la Palabra de Dios:

"Tu Palabra es lámpara para mis pasos, luz en mis senderos".
"Señor, ¿a quién vamos a acudir? Sólo tú tienes palabras de vida eterna".
"Espero en ti, espero en tu Palabra".
"Tu Palabra me da vida".
 
- Una amiga, que está orando conmigo, me comparte el eco del evangelio de Mateo que se proclama el miércoles de ceniza:

"Ora a tu Padre, que está en lo escondido".
Y en relación con eso, añade: "el hombre mira la apariencia, pero Dios ve el corazón".


Concluimos suplicando: "Danos un corazón que escuche".


- Tras leer y meditar el evangelio, concluyo con la siguiente oración:

Tú eres el Compasivo.
Tú eres el que perdona.
Tú eres el que no nos tratas como merecen nuestros pecados
ni nos pagas según nuestras culpas.
Tú eres el que no lleva cuentas del mal.
Tú eres el Dador de todo bien.
Tú eres el Generoso, el Derrochador de misericordia.
Y yo soy la agraciada por tanto amor.

Creo en ti, Amor de los amores.
Creo en ti, Amor que me amas más de lo que yo puedo amar ni entiendo.
Dame la gracia de callar ante las limitaciones de los demás;
dame la gracia de ponerme en su lugar, antes de que una palabra
de juicio o de condena
llegue a mi boca.
Contágiame de tu compasión y siémbrala en mí
a través de mi costoso y desacostumbrado silencio.

- Y mi compañera orante eleva, ante el Señor, la siguiente plegaria:

"Con la misma medida con que vosotros midáis a los demás..."
¿Así me medirás, Señor?
Sed compasivos,
no juzguéis,
perdonad,
dad...
Así eres Tú, mi Señor, es a lo que hoy nos invitas.

¿Cómo voy a ser compasiva a tu manera?
¿Cómo moverme a perdonar cuando me siento ofendida?
¿Cómo puedo no juzgar a los demás y festejar que Tú habitas en ellos?
¿Cómo no fijarme siempre en las diferencias y celebrar lo que nos une?
Tú, que conoces los misterios del corazón,
sabes qué lejos estoy de vivir así.
Tu medida no es mi medida:
llenarás nuestra bolsa con una medida
buena, apretada, sacudida y repleta.
Sí, mi Señor, tus medidas son desmedidas:
perdón saca perdón,
cuando me siento perdonada, más me muevo a perdonar.
Hay más alegría en dar que en recibir,
no me quitas nada y me lo das todo.
¿Por qué, entonces, no dejo de calcular y escatimar...?
Contágiame, mi Señor, de tu desmesura.

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* Sugerencias para vivir el día de hoy:

- Da gracias a Dios si hoy, en alguna ocasión, "llegas a tiempo" para callar un comentario negativo, juicio o murmuración sobre alguien.
- Repite con frecuencia: "Jesús, te amo. Enséñame tu compasión".

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