miércoles, 1 de mayo de 2013

Jesús es condenado a muerte

Lectio divina  de Marcos 15,1-15


1 Al amanecer, celebraron consejo los sumos sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley, es decir, todo el tribunal supremo. Ataron a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilatos.
Pilatos le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Y él respondió: «Tú lo dices». 3 Y los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas. 4 Pilatos le preguntó de nuevo: «¿No respondes nada? Mira de cuantas cosas te acusan» 5 Pero Jesús no respondió nada, hasta el punto de que Pilatos quedó muy extrañado.
6 Por la fiesta concedía la libertad a un preso, el que ellos quisieran. 7 Había entonces un preso, llamado Barrabás, junto con los sediciosos que en un motín habían cometido un homicidio; 8 llegó la gente y se puso a pedirle la gracia que solía concederles. 9 Pilatos le dijo: «¿Queréis que os ponga en libertad al rey de los judíos?» 10 Pilatos sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. 11 Pero los sumos sacerdotes azuzaron al pueblo para que pidieran que les pusieran en libertad a Barrabás. 12 Pilatos les dijo: «¿Qué queréis que haga con el que llamáis rey de los judíos?». 13 Ellos gritaron: «¡Crucifícalo!» 14 Pilatos replicó: «Pero, ¿qué mal ha hecho?» Y ellos gritaba más alto: «¡Crucifícalo!». 15 Pilatos, entonces, queriendo satisfacer a la gente, les puso en libertad a Barrabas y les entregó a Jesús para que lo azotaran y lo crucificaran.

Cuando leas

Nos encontramos ante el juicio contra Jesús. Aunque a Marcos, no le interesa relatarnos detalladamente dicho proceso, sino que más bien quiere ofrecernos un relato teológico de los acontecimientos. Tal es así, que en el primer versículo podemos descubrir cierta relación con la parábola de los agricultores asesinos, narrada por el evangelista en el capítulo 12 y con otros pasajes de su evangelio. ¿La entrega a Pilatos no es acaso una expulsión de Jesús de la viña que es Israel? ¿No  es acaso la realización de lo que Jesús dijo en el tercer anuncio de la pasión: lo entregarán a los paganos? Situándonos en este contexto podemos descubrir como la entrega a Pilatos marca el momento, en la historia en el que comienza el paso de la viña a otras manos, momento en el que Jesús comienza a ser la piedra angular rechazada de un nuevo edificio, del nuevo pueblo de Dios (12,10), y todo esto es obra del Señor (12,11). Por tanto, lo que nos va a narrar Marcos es historia de salvación.
El mutismo de Jesús nos hace recordar y releer estos acontecimientos a la luz del cuarto Canto del Siervo. Pero, la extrañeza de Pilatos, también nos hace interpretar el relato dentro del género literario del martirio. En el cual, el mártir, testigo de Dios, con su forma de sufrir, suscita asombro incluso entre sus perseguidores.
La acusación a Jesús es de carácter decididamente político: ¿Eres tú el rey de los judíos? Para los romanos, dicha acusación es más que suficiente para condenarlo a muerte. Pero Jesús no responde. Por lo tanto, no contamos con la confesión del reo. Pilatos no tiene la certeza de su culpabilidad. Los sumos sacerdotes insisten en sus acusaciones. Pilatos espera salvar a Jesús apelando al pueblo. Sin embargo, éste es una marioneta en mano de sus dirigentes. Pilatos sucumbe ante la manipulación de pueblo, que a su vez es manipulado.
Toda la escena de los versículos 6 al 15 se enmarca dentro de la obligación, o costumbre, de la autoridad romana de liberar a un preso aquel día de la fiesta. Nos encontramos con los dos presos: Barrabas, un asesino, y Jesús, el rey de los judíos. Marcos nos detalla la «ficha policial» de cada uno. El primero, un homicida, el segundo un inocente. Barrabas, un «golpista», que ha actuado en contra del estado y, por tanto, según el derecho romano, merece la muerte; y el segundo un inocente que para los jefes judíos es reo de muerte; Barrabas es hijo (=Bar) del Padre  (=Abbá) y Jesús un pretendiente a ser rey de los judíos. Barrabas ha demostrado querer ser un libertador, mientras que Jesús no. La gente se decide por Barrabas, mientras que Jesús, el inocente, el que no había cometido delito alguno, se convierte, al caminar hacia la muerte, en liberación de no que es culpable. Teológicamente, el inocente muere para salvar a los culpables.
Pilatos lo entrega para que lo crucifique. La autoridad romana ha claudicado ante las pretensiones judías; pero esto no lo hace menos inocentes que los jefes del pueblo.
Ahora sabemos quiénes son los pecadores, los paganos y los judíos (14,41), es decir, toda la humanidad que rechaza al único que puede salvar y que ahora es conducido hacia la muerte y una muerte de cruz.

(Mario Galizzi, Evangelio según san Marcos. Comentario exegético-espiritual, San Pablo, Madrid 2007, págs. 310-313).

Cuando medites

- Trata de rememorar el relato como si de una película se tratara, intentando involucrarte dentro de ella, como si fueras una de las personas que están entre la muchedumbre. ¿Qué sentimientos se despiertan en ti?
- Imagínate que estás siendo increpado y acusado por ser seguidor de Jesús de Nazaret, no necesariamente en un juicio, sino en tu vida cotidiana. ¿Cuál sería tu actitud? ¿Te defenderías “con uñas y dientes” o adoptarías la postura del «siervo sufriente»?
- No todos estamos llamados al martirio de sangre, pero sí que sufrimos lo que podríamos llamar «pequeños martirios» en nuestra vida cotidiana. ¿Estás dispuesto a aceptar esos pequeños martirios por amor a Jesús y a los hermanos?
- Tómale el pulso a tu vida con respecto a tu ser testigo de Jesús y su evangelio.

Cuando ores

- Pide a Jesús perdón por las veces que no has sabido ser testigo fiel del evangelio.
- Pide al Padre las gracias necesarias para ser un testigo fiel de Jesús y para saber afrontar el sufrimiento por el Reino.
- Da gracias a Dios por las veces que es tu fortaleza en los momentos de peligro, y te da la energía suficiente para ser su testigo ante los demás.

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Autor: Pepe Pedregosa, ssp, equipo de Lectio Divina de la UPComillas 

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