jueves, 9 de mayo de 2013

Subió al cielo para llenarlo todo

Lectura orante de Lucas 24,46-53

* Canto: El Espíritu del Señor 

(lam C 2)
- Para escuchar el canto en youtube: Kairoi, El Espíritu del Señor

Lucas 24,46-53

46 Jesús dijo a sus discípulos: “Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día 47 y se predicará en su nombre la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
48 Vosotros sois testigos de esto. 49 Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte, permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de la fuerza que viene de lo alto.”

50 Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. 51 Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. 52 Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran alegría, 53 y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios.

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Hechos 1, 1-11

1 El primer libro lo escribí, Teófilo, sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó desde un principio 2 hasta el día en que, después de haber dado instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había  elegido, fue llevado al cielo.
3 A estos mismos, después de su pasión, se les presentó dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca de lo referente al Reino de Dios.
4 Mientras estaba comiendo con ellos, les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la Promesa del Padre, «que oísteis de mí: 5 Que Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días».

6 Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?» 7 El les contestó: «A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, 8 sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.»

9 Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos. 10 Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco 11 que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo.»
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Efesios 4,9-10

9 ¿Qué quiere decir «subió» sino que también bajó a las regiones inferiores de la tierra? 10 Este que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo.
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CUANDO LEAS
- Contemplamos, en nuestra oración de hoy, las dos narraciones que Lucas hace de la Ascensión del Señor, al final de su evangelio y en el comienzo del libro de los Hechos.
- El evangelio de Lucas termina con la despedida de Jesús en la que les explica las Escrituras, abriendo sus inteligencias para que pudieran comprender lo referente a Él en Moisés, los profetas y los salmos, es decir, en toda la Escritura hebrea (v.45), y con la promesa del Espíritu Santo, que les dará la fuerza necesaria para ser testigos de su Evangelio hasta los confines del mundo.
- Jesús asciende al Padre al tiempo que bendice a sus discípulos. La bendición es una palabra y un gesto de recreación. Quien te bendice te construye en lo mejor de ti mismo, en tu verdadera identidad.
Sabernos bendecidos nos hace personas que saben bendecir, a Dios, a los otros, y toda la realidad.
- Lucas comienza narrando el descenso del Verbo en la encarnación, en el vientre de María, y termina con el ascenso al Padre. Éste es el itinerario de todo discípulo: descender con Jesús a todos los lugares de su presencia (entre los pobres y necesitados, entre los últimos…) para ascender al Padre, al final de nuestro itinerario en este mundo.
- El libro de los Hechos narra el mismo acontecimiento pascual de la ascensión y añade que los discípulos se quedaron mirando al cielo, mientras que los hombres vestidos de blanco les alientan a bajar a la vida con la esperanza de que Jesús volverá. Invitación a la esperanza y al compromiso con la historia.
- La ascensión no es ausencia sino un nuevo modo de Presencia más plena: subió al cielo para llenarlo todo, dice la carta a los Efesios.

CUANDO MEDITES

- La Ascensión de Jesús supone el triunfo del amor. El que por amor había descendido a la miseria humana ahora, por la fuerza del amor, asciende hasta el corazón del Padre y recibe el nombre de Señor igual al Padre (cf. Filipenses 2, 1ss).
- La categoría de ascensión se puede traducir por “comunión”. No es que Cristo suba muy alto, sino que entra muy dentro. Penetra en el corazón de Dios, de la humanidad, de todas las cosas. Y será fermento de comunión hasta que todo y todos nos unamos en él.
- La ausencia física de Cristo es Presencia resucitada, una presencia viva y transformante. Cristo está presente por el don de su Espíritu, hasta el punto de que, estando habitados por Él, podemos decir “no soy yo quien vive sino que es Cristo quien vive en mí” (Jn 16,15; Gál 2,20). Cristo presente en su Palabra, luz para nuestro camino (Jn 14,23). Está presente en el Pan partido (Jn 6,56-57). Está presente en los hermanos (Mt 18,20; 10,40). Está presente en los pobres, en los pequeños y en quienes nos necesitan (Mt 25,35-45). Está presente en todo y en todos, más íntimamente y sin limitación de espacio y de tiempo…
¿Cómo vivo ese amor, esa comunión, esa Presencia?
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De Teilhard de Chardin sobre la presencia de Cristo en todos

Cristo me agota por completo con su mirada. Con la misma presencia penetra a los que me rodean y a quienes amo. Gracias a Él, como en un Medio divino, me uno a los demás por dentro de ellos mismos; puedo obrar sobre ellos a través de todos los recursos de mi vida.

Cristo nos liga y nos manifiesta los unos a los otros.

Lo que mi boca no es capaz de hacer comprender a mi hermano o a mi hermana, Él se lo dirá mejor que yo. Lo que mi corazón desea para ellos, con inquieto e impotente ardor, Él se lo otorgará, si es bueno. Lo que los hombres no pueden escuchar de mi voz demasiado débil, o a la que cierran sus oídos para no escuchar, tengo yo el recurso de confiárselo a Cristo, que habrá de repetírselo, algún día, a su corazón. Si esto es así, yo puedo morir tranquilo con mi ideal, ser enterrado con la visión que yo quería hacer compartir a los demás.
Cristo recolecta, para la vida por venir, las ambiciones sofocadas, las claridades incompletas, los esfuerzos frustrados, o desafortunados, pero sinceros.

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Una pastoral de la bondad

(José Antonio Pagola)
Son los últimos momentos de Jesús con los suyos. Enseguida los dejará para entrar definitivamente en el misterio del Padre. Ya no los podrá acompañar por los caminos del mundo como lo ha hecho en Galilea. Su presencia no podrá ser sustituida por nadie. Jesús solo piensa en que llegue a todos los pueblos el anuncio del perdón y la misericordia de Dios. Que todos escuchen su llamada a la conversión. Nadie ha de sentirse perdido. Nadie ha de vivir sin esperanza.
Todos han de saber que Dios comprende y ama a sus hijos e hijas sin fin. ¿Quién podrá anunciar esta Buena Noticia?
Según el relato de Lucas, Jesús no piensa en sacerdotes ni obispos. Tampoco en doctores o teólogos. Quiere dejar en la tierra “testigos”. Esto es lo primero: “vosotros sois testigos de estas cosas”. Serán los testigos de Jesús los que comunicarán su experiencia de un Dios bueno y contagiarán su estilo de vida trabajando por un mundo más humano.
Pero Jesús conoce bien a sus discípulos. Son débiles y cobardes. ¿Dónde encontrarán la audacia para ser testigos de alguien que ha sido crucificado por el representante del Imperio y los dirigentes del Templo? Jesús los tranquiliza: “Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido”. No les va a faltar la “fuerza de lo alto”. El Espíritu de Dios los defenderá.
Para expresar gráficamente el deseo de Jesús, el evangelista Lucas describe su partida de este mundo de manera sorprendente: Jesús vuelve al Padre levantando sus manos y bendiciendo a sus discípulos. Es su último gesto. Jesús entra en el misterio insondable de Dios y sobre el mundo desciende su bendición.
A los cristianos se nos ha olvidado que somos portadores de la bendición de Jesús. Nuestra primera tarea es ser testigos de la Bondad de Dios. Mantener viva la esperanza. No rendirnos ante el mal. Este mundo que parece un “infierno maldito” no está perdido. Dios lo mira con ternura y compasión.
También hoy es posible buscar el bien, hacer el bien, difundir el bien. Es posible trabajar por un mundo más humano y un estilo de vida más sano. Podemos ser más solidarios y menos egoístas. Más austeros y menos esclavos del dinero. La misma crisis económica nos puede empujar a buscar una sociedad menos corrupta.
En la Iglesia de Jesús hemos olvidado que lo primero es promover una “pastoral de la bondad”. Nos hemos de sentir testigos y profetas de ese Jesús que pasó su vida sembrando gestos y palabras de bondad. Así despertó en las gentes de Galilea la esperanza en un Dios Salvador. Jesús es una bendición y la gente lo tiene que conocer.

CUANDO ORES

Oración: Como subiendo

Se arranca de los suyos, los bendice,
¡qué fuertes son sus manos protectoras!
Los últimos consejos y promesas,
¡qué riqueza de dones preparados!

La Ascensión del Señor, como subiendo
hasta la meta amada, el Corazón
de su Padre, en las alas del Espíritu;
la entrada en el misterio del Amor,
la comunión con Dios y con el Todo;
la plenitud de Cristo, Alfa y Omega,
la fuerza convergente, centro cósmico,
comunión con el mundo, con las cosas.

Haz que llueva tu Espíritu, Señor,
esa Nube sagrada en que te fuiste;
haznos testigos de tu nombre, Cristo,
encarnando tu amor y tu palabra,
hasta el día en que vuelvas a nosotros.

(Un manantial de amor inagotable. Cuaresma y Pascua, Caritas 1998)

Oración: Sigues aquí

Curiosa forma de quedarte, Señor,
sin imponer tu presencia,
sin apagar la sed,
sin convertir la fe en evidencia.
Y curiosa forma de irte
sin atarnos a la ausencia,
sin dejarnos solos,
sin forjar tristezas.

Y así, de ese modo,
ausencia y presencia
siembran en nosotros
hambre de respuestas.

Tú que eres Plenitud, lléname.
Tú que eres Centro, céntrame en ti.
Rebósame de Ti y muéstrame tu rostro.
Hazme capacidad.
Hazme silencio.
Hazme tú. Y eres espíritu,
aliento, fuerza.

Eres la palabra
que a veces aquieta
y a veces golpea.
Eres el silencio
poblado de historias,
eres la justicia
que llama a la puerta,
eres un profeta
pidiendo justicia,
eres el soldado
sin arma ni guerra.

Por eso te fuiste,
y así te nos quedas.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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* Canto: Pequeñas aclaraciones



- Para escuchar el canto en youtube: Laura Yáñez
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