martes, 3 de febrero de 2009

El hermano 33

Os decía en mi post anterior que, para completar mi mes (verdadera carrera de obstáculos), me faltaba solamente animar un curso de ejercicios espirituales (la tercera tanda) de la Familia Paulina de España. Escrita dejaba mi confianza firme de que el Espíritu Santo sería el animador (como lo es siempre) y que todo saldría bien. ¡Así parece que fue!
¿Que os cuente algo? Como una imagen vale más que mil palabras, he colgado más de cien fotos, con sus comentarios, para que os hagáis una idea de lo que vivimos esos días: http://picasaweb.google.es/conchipddm/Ejercicios_Espirituales_27en2feb09

Pero sí, voy a contaros una anécdota cómica e importante: uno de los rasgos de estos ejercicios, aparte de haber sido muy "chulillos" por muchos motivos (el grupo estupendo, la carta a los Gálatas, numerosos "iconos bíblicos" de referencia, la lectio divina, la joven y aún inexperta predicadora que se esforzó en que así fueran, y la solicitud de todos), fue la presencia en ellos de un virus un tanto pesado y molesto... ¡"Hermano virus"!, diría San Francisco. Y creo que así fue: que este hermano virus (el participante 33) contribuyó a crear calidez y cercanía entre nosotros, por la compasión (y el humor) que despertó en todos.
Es verdad que el segundo día cundió la alarma... "¿Por qué no nos vamos cada cual a nuestra casa?", dijo alguien. Y es que, por la noche, el virus “gastroenterítico” nos metió a 12 del grupo en la cama, y nos dejó molidos. ¡Pero el visitante no nos acobardó, a pesar de que médicos y enfermeras (mi hermana Carmen) nos aseguraban que caeríamos todos, como por "efecto dominó"! Efectivamente, caímos casi todos, pero nos pusimos en pie.
La "debilidad salvífica" de Pablo tomó carne en nosotros, pero damos testimonio de que sobreabundó la gracia... en el amplio sentido de la palabra.

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