jueves, 7 de febrero de 2013

Una llamada junto al lago


Oración con Lucas 5,1-11 y otros textos en torno a Pedro



Canto: Ven, Espíritu de Dios (Ain Karem, C1)


Música del canto...

1. FASCINACIÓN Y LLAMADA

Lucas 5,1-11

1 Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios, 2 cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes.
3 Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.
4 Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Rema mar adentro, y echad vuestras redes para pescar”.
5 Simón le respondió: “Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.”

6 Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. 7 Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. 8 Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: “Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.”
9 Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. 10 Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: “No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.” 
11 Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

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“La gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios…” ¿Cómo es tu deseo, tu hambre y tu sed de escuchar a Jesús?... ¿cómo le buscas?... ¿cómo cuidas los espacios en los que resuena su voz?... ¿Es Él el verdadero Maestro de tu vida?... ¿A quién acudes para aprender lo que has de hacer?....

“Rema mar adentro…” Jesús siempre invita a expandir la vida, a arriesgar caminos inexplorados, a remar más allá, más adentro, más profundo, hacia lugares donde no has estado antes en ti y fuera de ti… 

“Hemos estado bregando toda la noche…” En la noche, la brega resulta inútil… Él lo da a sus amigos mientras duermen… Todos nuestros afanes, sin Él, no sirven… El más mínimo acto de obediencia a su Palabra, con Él, obra milagros y multiplica los frutos inesperados…

“Por tu Palabra, echaré las redes…” Pedro no tenía confianza en poder pescar nada. Tenía experiencia de fracaso, de esfuerzos estériles… Pero actúa fiándose de Otro. Actúa con la fe de Jesús y con la fe en Jesús…”

“Llenaron tanto las dos barcas…” Sobreabundancia. Donde está Jesús, abunda la vida, abundan los frutos, abunda el sentido… Como abundó el vino en las bodas de Caná, como abundaron los panes y los peces a orillas del mar de Galilea, como abundó la alabanza en la boca de la mujer enderezada y curada, como abundó la luz en los ojos del ciego Bartimeo, como abundó la gracia en la vida de Pablo y de los que se dejaron amar por Jesús… ¿En qué abunda tu vida cuando estás con Jesús?...

“Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador…” Ante Jesús, nos sentimos pequeños… El asombro se apodera de nosotros ante el más bello de los seres humanos…, ante el Hijo de Dios, nacido de María… Es bueno tomar conciencia de nuestra verdad ante Él: limitados frente al Ilimitado, mezquinos frente al absoluto Amor, pecadores frente al único Santo… Es bueno saber quiénes somos para pegarnos a Él y dejarnos sostener por el único consistente…

“No tengas miedo… desde ahora serás…” ¿Qué nombre nuevo pronuncia Jesús para ti?... ¿Qué identidad te desvela?... Abraza, sin miedo, lo que Él ha pensando y deseado para ti…


Canto: El nombre de Jesús



ORACIÓN: Señor, sé tú mi vida…

Sé que no arriesgo mi vida si confío en Ti, Señor,
que no pierdo la suerte si me entrego a Ti.
Sé que no me engaño si en Ti creo,
que no me evado si te invoco.

Sé, Señor, que tú me esperas y me amas,
que tú me quieres y perdonas,
que tú me llamas y me envías,
que tú me miras y me entrañas.

Sé que no me pierdo si voy por tu camino,
que no yerro si a tu puerta llamo,
que no es inútil la entrega ni vana la esperanza.
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2. MIEDO

Mateo 14,23-33

23 Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí. 24 La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. 25 Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar. 26 Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a  gritar. 27 Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Animo!, que soy yo; no temáis.»

28 Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas.» 29 «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. 30 Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!» 31 Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?» 32 Subieron a la barca y amainó el viento. 33 Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios.»
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“Le entró miedo y comenzó a hundirse…” El miedo de Pedro, su poca fe… es como nuestro miedo, como nuestra poca fe… Pero hay una mano que nos agarra y tira de nosotros sacándonos de las aguas, cuando nos llegan al cuello. Una mano fuerte y sólida. Una mano amorosa… ¿Has tenido experiencia de ser salvada, sacada de las aguas, agarrada, sostenida…?

Canto: Sé mi luz


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3. NEGACIÓN

Lc 22,55-62

55 Habían encendido una hoguera en medio del patio y estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre ellos. 56 Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: «Este también estaba con él.» 57 Pero él lo negó: «¡Mujer, no le conozco!»
58 Poco después, otro, viéndole, dijo: «Tú también eres uno de ellos.» Pedro dijo: «Hombre, no lo soy!» 59 Pasada como una hora, otro aseguraba: «Cierto que éste también estaba con él, pues además es galileo.» 60 Le dijo Pedro: «¡Hombre, no sé de qué hablas!» 
Y en aquel momento, estando aún hablando, cantó un gallo, 61 y el Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor, cuando le dijo: «Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces.» 
62 Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.
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“Estabas con él… eres uno de ellos… estabas con él… No le conozco… no lo soy…” Es siempre estremecedor el relato de las negaciones de Pedro. Negar al amigo… negar al ser amado… negar a aquel que te afirma y te da vida… es negar la propia identidad… 
Jesús nos mira con amor, con compasión cuando le negamos, negamos a otros o nos negamos… Déjate alcanzar por esa mirada compasiva… Así lo hizo Pedro. Se dejó perdonar y alcanzar por un amor más grande que todo su pecado.

Canto: Sé mi luz

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4. VUELTA AL AMOR PRIMERO

Juan 21, 14-19

14 Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.
15 Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.»
16 Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.»
17 Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. 18 En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras.»
19 Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme.»
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“¿Me amas?... ¿me amas?... ¿me quieres?...” Ser cristiano es cuestión de amor. Amar a Jesús, amar al Padre, dejarse guiar por el Espíritu… amar a un pueblo… cuidar de gente… 
responsabilizarse de la vida de otros… Y, en todo, extender las manos y dejar que alguien te ciña y te lleve incluso donde no quieras… como Isaac con Abrahán, como Jesús, por coherencia con su mensaje revelador del Reino, como los santos que han dado su vida por otros… Con amor, han tendido sus manos y se han dejado llevar adonde su ego no quería ir… Ése es el amor más grande: dar la vida como Jesús.




ORACIÓN: Irrumpe, Señor, en mi historia…

Irrumpe, Señor, una vez más, en mi historia oscura,
atraviesa mi noche, con la luz del alba.
Que la espera pueda más que el miedo
y el cansancio de la brega ceda en el almuerzo.
Quisiera acogerte y guardar muy dentro
el destello de luz que avanza el día,
conservar guardada en la memoria,
la hora de tu paso en el límite del riesgo.
¡Soy tan torpe que el presente oscuro
desplaza la certeza del alba prometida,
por más que, como amigo me aconsejas
que desplace el temor y la sospecha!

Doy fe, pasada la tormenta
de que no sucedió la quiebra
anticipada por la mente débil
anclada en la memoria adversa.
Al final de la vela, rindo el pensamiento,
adoro, enamorado, tu presencia,
hecha luz, alivio, confianza,
perdón desbordante, envuelto de ternura.
Deja que te diga, ya muy quedo,
sin más seguridad, por mi torpeza,
al menos el deseo limpio
de amarte ya, sin tiempo.

Jesús, tres veces te negó Simón aquella noche,
por no decir que tu apóstol te negó cien veces.
Cada día el justo peca siete
y el humano convive con su quiebra siempre.
Si el número señala tanta huida
de lo que debería ser fidelidad constante,
podría interpretarse mal sin cura,
enfermedad crónica, incurable.
Tú mismo anticipaste la traición
de quienes eran tus amigos íntimos.
Conoces bien el corazón humano,
la fluctuante relación amiga.
Si aventuraste tanto sinsentido,
¿por qué fijaste los ojos en aquellos pescadores?,
¿por qué depositaste tu testigo en gentes inconstantes?

Y, al contemplar relato tan extraño
de lo que parecería coherente,
se descubre dónde se encuentra la clave,
la razón de todo seguimiento.
No tanto en la respuesta adelantada y valiente,
que después resulta perjurio lamentable,
sino en tu constante decisión amiga
de elegir sin cuentas a tus compañeros.
Es tu opción de amor inquebrantable,
sostenida en los momentos más oscuros,
lo que saca a los tuyos del abismo,
de perecer en sus noches e increencias.
Es por tu declaración de amor incontenible,
envuelta en tres últimas preguntas
lo que libera al discípulo del mal
y le da posibilidad del seguimiento.

No radica en mi respuesta a la amistad contigo
mi identidad de ser discípulo,
ni se define por mi opción determinada.
Eres Tú quien sostiene la mirada.
Sigue, Señor, llamando, preguntando,
para arrancar de mis labios la respuesta.
Por frágil y débil que yo pueda
siempre declarar, de nuevo, que te quiero.

Ya no ostento mi título primero
de que Tú me llamabas a seguirte,
me define tu amor, tu perdonanza,
tu constante pregunta (si te amo).
Dame valor para no justificar exilio.
Que siempre que Tú me llames, yo responda,
humilde, sin sumar las veces que lo haces.

Hoy, aquí, ahora, en Galilea,
deseo decirte palabra limpia, sin memoria:
“Señor, tú sabes que te quiero”.
Permíteme que llegue un día a profesar,
sincero, “Tú sabes que te amo”.
Silencio meditativo


* COMPARTIMOS NUESTRA ORACIÓN…

* DANZA CONTEMPLATIVA

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Nota: Las oraciones están tomadas de Ángel Moreno de Buenafuente.


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