miércoles, 20 de marzo de 2013

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Lectura orante de Is 50,4-7, Fil 2,5-11 y Lc 19,18-40

Canto: El siervo

1. No gritará, no alzará su voz,
no voceará por las calles,
no quebrará la caña cascada
ni apagará la llama vacilante.

Éste es mi siervo
en quien me complazco.
Es mi elegido
a quien sostengo,
para que traiga la salvación
a todos los pueblos (bis).

2. Yo, el Señor, te llamé,
te tomé de la mano,
para dar vista a los ciegos
y liberar al cautivo.

3. Sin apariencia humana,
desfigurado y humillado,
se escandalizan ante tu rostro,
ante Ti, mi Siervo amado. 



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Oración para disponer el corazón

1. Exulta de gozo, hija de Sión,
grita de alegría, hija de Jerusalén,
porque se acercan los días de la Pascua
y tu Señor viene a ti,
humilde y montado en un asno,
justo y victorioso
sobre todo orgullo y altanería humana.

2. Aclámalo como un niño,
corre tras Él,
pon a sus pies todo lo que eres,
expón tu vida ante sus ojos,
pues Él viene a ti como poderoso Salvador.

3. Él te mostrará la victoria de la paz
sobre las violencias humanas,
porque hoy se anuncia la paz
a través de su mansedumbre sin medida.

4. Él te hará ver la victoria de la humildad
sobre las grandezas humanas,
porque hoy son los pequeños
el centro de todas las miradas.

5. Él te enseñará la victoria de la alegría del Espíritu
sobre las tristezas humanas,
porque, a su paso, se desborda
el entusiasmo que viene de Dios.

6. Él abrirá tu corazón para que acojas
la victoria de la esperanza
sobre los desencantos humanos,
porque el Reino de Dios viene a nosotros en Él
y llena de Vida todos los rincones de nuestra casa.
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* Isaías 50,4-7

4 Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido
una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oído
para que escuche, como los iniciados.
5 El Señor Dios me ha abierto el oído;
y yo no me he rebelado ni me he echado atrás.

6 Ofrecí la espalda a los que me apaleaban,
la mejilla a los que mesaban mi barba.
No oculté el rostro a insultos y salivazos.
7 Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido,
por eso ofrecí el rostro como pedernal,
y sé que no quedaré avergonzado.

* Filipenses 2,5-11

5Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo:
6El cual, siendo de condición divina,
no retuvo ávidamente
el ser igual a Dios.
7Sino que se despojó de sí mismo         
tomando condición de siervo         
haciéndose semejante a los hombres         
y apareciendo en su porte como hombre;
8y se humilló a sí mismo,         
obedeciendo hasta la muerte         
y muerte de cruz.

9Por lo cual Dios le exaltó         
y le otorgó el Nombre,         
que está sobre todo nombre. 
10Para que al nombre de Jesús     
toda rodilla se doble       
en los cielos, en la tierra y en los abismos,
11y toda lengua confiese
que Cristo Jesús es Señor
para gloria de Dios Padre.
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Canto: En mi debilidad (Brotes)

En mi debilidad, me haces fuerte.
En mi debilidad, me haces fuerte.
Sólo en tu amor, me haces fuerte,
sólo en tu vida, me haces fuerte.
En mi debilidad, te haces fuerte en mí.


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Lucas 19,18-40

28 …Marchaba por delante subiendo a Jerusalén.
 29 Y sucedió que, al aproximarse a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, 30 diciendo: «Id al pueblo que está enfrente y, entrando en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha  montado todavía ningún hombre; desatadlo y traedlo.
31 Y si alguien os pregunta: "¿Por qué lo desatáis?", diréis esto: "Porque el Señor lo necesita."»
32 Fueron, pues, los enviados y lo encontraron como les había dicho.
33 Cuando desataban el pollino, les dijeron los dueños: «¿Por qué desatáis el pollino?»
34 Ellos les contestaron: «Porque el Señor lo necesita.»

35 Y lo trajeron donde Jesús; y echando sus mantos sobre el pollino, hicieron montar a Jesús.
36 Mientras él avanzaba, extendían sus mantos por el camino.
37 Cerca ya de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, se pusieron  a alabar a Dios a grandes voces, por todos los milagros que habían visto.
38 Decían: «Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas.»
39 Algunos de los fariseos, que estaban entre la gente, le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos.»
40 Respondió: «Os digo que si éstos callan gritarán las piedras.»

CUANDO LEAS

- Puesto que el Evangelio de la celebración narra la Pasión de Jesús que también contemplaremos el próximo viernes –aunque narrado por Juan y hoy por el evangelista Lucas-, vamos a orar hoy con el evangelio de la entrada de Jesús en Jerusalén y las dos primeras lecturas de la celebración del Domingo de Ramos.

- La primera lectura invita a detener nuestra mirada sobre la figura del Siervo de Yahveh. Éste es también el protagonista de las lecturas que la liturgia nos presentará los próximos días: lunes, martes, miércoles y viernes santo.
- Las palabras de Isaías 50, 4-7 constituyen lo que se denomina el tercer oráculo o canto del Siervo y nos volveremos a encontrar con él el miércoles, con una ampliación de dos versículos más. Lo que conocemos como primer oráculo podremos contemplarlo el lunes santo: Is 42,1-7; el segundo canto del Siervo, Is 49, 1-6, la Iglesia nos lo presenta el martes santo y el cuarto y más largo, el que encontramos en Is 52,13-53,12, nos es ofrecido para la celebración del Viernes santo con objeto de conocer mejor al autor de nuestra salvación, Jesús, el Cristo.
El objeto de esta elección no es sino adentrarnos más en las actitudes y sentimientos que Jesús hizo suyas, que lo mantuvieron firme hasta su entrega radical y amorosa y que caracterizan al discípulo que, como el Siervo, saben bien que “el Señor ayuda” (Is 50,7).
- El texto se centra en la figura del Siervo de YHWH, que habiendo recibido una misión desea mantenerse en fidelidad a Dios y a los hombres, por ello permanece firme en el sufrimiento y en el aparente fracaso. La suerte de este atento discípulo de la Palabra de Dios prefigura la de Cristo, el humilde que no opuso resistencia a la voluntad del Padre, sino que “a pesar de su condición divina… se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz” (segunda lectura, Flp 2, 6-11).
La vocación del siervo lo muestra como un discípulo que, por don y misión de Dios, trasmite la Palabra a los desanimados e indecisos (“para saber decir al abatido una palabra de aliento” Is 50, 4a). Pero esto sólo ocurrirá si él el primero se abre diariamente como un discípulo pronto a escuchar la Palabra que no es suya y de la cual no puede disponer ni a su gusto ni exclusivamente para él.
- En este tercer poema se acentúa el tema del fracaso, presente también en el segundo oráculo (“me había cansado en vano y había gastado mis fuerzas para nada” Is 49,4). El siervo encuentra hostilidad y persecución, incluso violencia: golpes, insultos, salivazos y ultrajes (Is 50, 6-7). Pero consciente desde el principio de las exigencias de su vocación, el Siervo no opone resistencia a Dios; y su pleno consentimiento le hace fuerte y manso de cara a los perseguidores: ni huyó ante la Palabrayo no me he rebelado ni me he echado atrás” (Is 50,5), ni se arredró ante las injurias y la violencia de los que quisieron acallarla, reduciéndola al silencio.
- Si no se rinde ante el sufrimiento es porque confía en la ayuda de Dios: "El Señor me ayuda, por eso soportaba… sabiendo que no quedaría defraudado” (Is 50,7), porque confía en que es valioso para el Señor, y "en Dios se halla mi fuerza” (Is 49,5), y porque confía en que Dios le sostiene y le dará su Espíritu, como se afirmará el lunes: “Este es mi siervo a quien sostengo, mi elegido en quien me complazco. He puesto sobre él mi espíritu” (Is 42,1).
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El evangelio de Lucas 19,28ss

Fíjate en dónde ocurre cada escena: en la primera, están más o menos en la mitad del Monte de los Olivos y los personajes son Jesús y sus discípulos. La segunda escena tiene lugar en la aldea cercana y los personajes son los discípulos enviados y los propietarios del pollino. En la tercera, están ya bajando del Monte y los personajes son Jesús y la multitud de los discípulos. En lugar de conversación, hay exclamaciones de alegría y alabanza.  En la cuarta el clima jubiloso anterior es reemplazado por la murmuración de los fariseos y la respuesta tajante de Jesús.
Observa cómo todo el texto está marcado por el descenso: Jesús desciende de “arriba” (Betania, Betfagé, el Monte de los Olivos...) y va hacia “abajo” ( Jerusalén lo está con relación al Monte,  el pollino es un animal pequeño, los mantos están en el suelo...).
Mira el verde de los olivos, el colorido de los mantos tendido en el suelo, el esplendor de las murallas que rodean Jerusalén. Siente la fuerza deslumbrante del sol de la mañana,  el polvo del camino, el lomo cálido del pollino. Escucha el griterío de la gente, las alabanzas, la bendición, la aclamación que repite la que oyeron los pastores en Belén. Escucha las protestas de los fariseos que ofrecen un trasfondo oscuro a la luminosidad de la escena. Trata de escuchar también a esas piedras que gritan...

CUANDO MEDITES

Detente en algunas palabras claves del texto:

REY: al proclamar a su manera el evangelio, Lucas ha querido, más aún que los otros evangelistas, presentar a Jesús entrando en Jerusalén como para una entronización regia. El trasfondo del texto son otras dos entronizaciones célebres del AT: la del rey Salomón. «Los allegados de David hicieron montar a Salomón sobre la mula del rey... todo el pueblo gritó: 'Viva el rey...'. Subió después todo el pueblo detrás de él; la gente tocaba las flautas y manifestaba tan gran alegría que la tierra se hendía con sus voces» (1 Re 1, 38-40). Y la de Jehú: «Los oficiales se apresuraron a tomar cada uno su manto que colocaron bajo él encima de las gradas; tocaron el cuerno y gritaron: 'Jehú es rey'» (2 Re 9, 13). Jesús sigue el patrón de sus antepasados y se presenta como rey en Jerusalén y como un Rey poderoso, que da órdenes con un tono soberano, prevé las dificultades con que chocará su realización pero afirma su cumplimiento seguro: “Id al pueblo que está enfrente y encontraréis... Y si alguien os pregunta... Encontraron... Les preguntaron...»...
Pero la realeza de Jesús aparece marcada por signos diferentes: el de la paz y el de la humildad. La semejanza con la coronación de Salomón, cuyo nombre significa «el pacífico», es pretendida, con el fin de apoyar el tema, como también el recuerdo del himno cantado por los ángeles la noche de Navidad. Jesús es un rey de paz que trae a Jerusalén, la ciudad cuyo nombre significa «ciudad de paz» (Sal 122,6), la paz que su nombre reclama.

POLLINO. El término aparece 4 veces como sustantivo y 7 como pronombre (van subrayados) y evoca la profecía de Zacarías:  “Alégrate, ciudad de Sión; aclama, Jerusalén; mira a tu rey que está llegando: justo, victorioso, humilde, cabalgando un pollino, una cría de borrica.” (Zac 9, 6) Nos recuerda que nuestro rey está en medio de nosotros como el que sirve y su realeza aparece marcada por la pobreza y la mansedumbre. Ya el samaritano había echado mano de una cabalgadura para llevar al hombre herido. Aquí el pollino “sube de importancia” y de él se dice algo muy importante: ¡Jesús tiene necesidad de él!

PIEDRAS. Las palabras de Jesús están seguramente tomadas de un texto de Habacuc: ¡Ay del que mete en casa ganancias injustas y anida muy alto para librarse de la desgracia! Las piedras de las paredes gritarán alternando con las vigas de madera (Hab 2,9). Se diría que tanto el profeta como Jesús están capacitados para captar una “frecuencia de onda” inaudible para nuestros atrofiados oídos. En el contexto de Habacuc,  las piedras gritan ante la injusticia. En el de Jesús, y frente a la dureza de corazón y de mente de los fariseos, las piedras tomarían el relevo de la proclamación de su realeza si callara la aclamación de sus discípulos.

CUANDO ORES

Todos: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel!

¡Bendito eres Tú, Jesús, Señor y Maestro nuestro,
que, desde el seno del Padre, desde tu Cielo,
bajaste a nuestra Tierra y abrazaste nuestra carne
para ser la Presencia Viva de Dios
en medio de nosotros!

¡Bendito eres, Señor de todo lo creado,
porque no hiciste alarde de tu categoría de Dios,
sino que te despojaste y, por amor a nosotros,
tomaste la condición de esclavo, pasando por uno de tantos!

¡Bendito eres, Señor y Salvador nuestro,
que pasaste por el mundo haciendo el bien
y curando a muchos sus enfermedades y dolencias!

¡Bendito eres Tú, Médico y medicina!
¡Bendito eres Tú, Esperanza de los pobres!

¡Bendito eres Tú, Perdón de los pecadores,
bendito eres Tú,  Luz de los que andan en tinieblas!

¡Bendito eres Tú, manantial para el sediento,
bendito eres Tú, Pan vivo bajado del cielo!

¡Bendito eres Tú, Rostro del Padre, reflejo de su Gloria e impronta de su Ser,
misericordia hecha gesto y palabra
para la humanidad destinada a la salvación!

¡Bendito eres Tú, Jesús, que ahora subes a Jerusalén
y entras aclamado como Rey poderoso
sobre un asnillo, cabalgadura de pobres y de pacíficos!

¡Bendito eres Tú, Rey convertido en Siervo!
¡Bendito eres Tú, Príncipe de la Paz!

¡Bendito eres Tú, Maestro y Dador del Amor, la Reconciliación y la Vida!
¡Bendito eres Tú, Pan eucarístico de la Nueva Pascua
sellada con tu Cuerpo entregado y tu Sangre derramada!

¡Bendito eres Tú, el Divino hecho humano,
El Grande hecho pequeño,
El Rico convertido en pobre,
El Fuerte convertido en débil,
El Todopoderoso sometido a la impotencia...

... El Bondadoso sentenciado como a un malhechor,
El Justo condenado injustamente,
El Amado del Padre tenido por “abandonado de Dios”,
El Digno de adoración despreciado y crucificado!

Bendigamos, con todo el agradecimiento del corazón, al Bendito,
hecho maldito por amor a nosotros,
porque maldito es el que cuelga del madero!

Fijemos los ojos en Él,
entremos con Él a Jerusalén
y aprendamos su lección de amor y fidelidad.

Todos: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel!
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Canto: En la cruz  (Maite López)

En la cruz está la vida
y el consuelo
y ella sola es el camino
para el cielo (bis)

1. En la cruz está es Señor de cielo y tierra
 y el gozar de mucha paz aunque haya guerra.
Todos los males destierra en este suelo
y ella sola es el camino para el cielo.

2. De la cruz dice la esposa a su querido
que es una palma preciosa donde ha subido.
Y su fruto le ha sabido a Dios del cielo
y ella sola es el camino para el cielo.

3. El alma que a Dios está toda rendida,
y muy de veras del mundo desasida,
la cruz le es “Árbol de Vida” y de consuelo
y un camino deleitoso para el cielo.

4. Después que se puso en cruz el Salvador,
en la cruz está la gloria y el honor;
y en el padecer dolor, vida y consuelo:
y el camino más seguro para el cielo.

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La lectio divina contiene se vale de comentarios de Mª Pilar Casarrubios Lucas, del equipo de lectio divina de la UPComillas, y de mis propios materiales (oraciones) y comentarios.

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