jueves, 14 de noviembre de 2013

La llamada de los primeros discípulos en el evangelio de Juan

Lectio divina de Juan 1, 35-51

35 Al día siguiente, estaba Juan con dos de sus discípulos. 36Viendo pasar a Jesús, dice: - “Ahí está el Cordero de Dios”. 37Se lo oyeron decir los discípulos y siguieron a Jesús. 38 Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les dice: - “¿Qué buscáis?” Respondieron: - “Rabí (que significa maestro), ¿dónde resides?”. 39 Les dice: - “Venid y lo veréis”. Fueron, pues, vieron donde residía y se quedaron con él aquel día. Eran las cuatro de la tarde.
 40 Uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. 41 Fue a buscar  primero a su hermano Simón y le dice: - “Hemos encontrado al Mesías” (que se traduce Ungido). 42 Y lo condujo a Jesús. Jesús lo miró y le dijo: - “Tú eres Simón, hijo de Juan: a ti te llamarán Cefas (que significa piedra).
43 Al día siguiente se disponía Jesús a marchar a Galilea, cuando encuentra a Felipe y le dice: -“Sígueme".
44Felipe era de Betsaida, patria de Andrés y Pedro. 45 Felipe encuentra a Natanael y le dice: -“Hemos encontrado al que describen Moisés en la Ley y  los profetas: Jesús, hijo de José, natural de Nazaret”. 46 Replica Natanael: - “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” Le dice Felipe: -“Ven y verás”. 47 Viendo Jesús acercarse a Natanael, le dice: -“Ahí tenéis un israelita de verdad, en quien no hay falsedad”. 48 Le pregunta Natanael: -“¿De qué me conoces?” Jesús le contesto: -“Antes de que te llamara Felipe, te vi bajo la higuera”. 49 Respondió Natanael: -“Maestro, tú eres el Hijo de Dios, el Rey de Israel”.
50 Jesús le contestó: -“¿Porque te dije que te vi bajo la higuera crees? Cosas más grandes verás. 51 Y añadió: -“Os aseguro que veréis el cielo abierto y los ángeles de Dios subiendo y bajando por este hombre”. 

CUANDO LEAS

Estos 16 versículos ofrecen otra versión del primer llamamiento a los discípulos para el ministerio con Jesús. Los sinópticos lo relatan como si lo hubieran visto desde la distancia, Juan lo hace como testigo de vista. Las dos unidades literarias en que podemos dividir este pasaje: 1,35-42 y 1,43-51, ocupan los días tercero, cuarto y quinto de la secuencia cronológica que presenta el evangelista. Esta sección de Juan revela progresivamente el misterio de Jesús. Los días se cuentan a partir del interrogatorio de Juan (1,19-28):

- 1,35: “al día siguiente”, día 3º: Andrés y otro, discípulos de Juan de Juan se acercan a Jesús y se quedan con él todo el día. El narrador no cuenta qué hicieron, ni de qué hablaron, pero sí que era la hora décima. Todavía quedaba un tiempo disponible para el diálogo, etc., pero probablemente evoca una hora particular, la del cumplimiento-plenitud.

- 1,41-42: “al día siguiente”, día 4º: Andrés encuentra (¿lo buscó? a su hermano Simón y le lleva a Jesús; ambos van juntos. Jesús, es presentado como Mesías y anuncia a Simón que se le conocerá como Cefas/Pedro (en griego, piedra). Pedro en adelante será reconocido por este nombre dentro del grupo de discípulos y, según dice Pablo en alguna de sus cartas, también por las comunidades cristianas del I siglo. En este primer encuentro con Jesús, Pedro tiene una actitud pasiva.
 
- 1,43-45: “al día siguiente”: día 5º: Jesús se disponía a marchar a Galilea, cuando encuentra (en singular, no iban con él  Andrés y Pedro?) a Felipe y le dice directamente: “Sígueme”. Ésta es la única llamada que Jesús hace directamente y también la primera palabra de Jesús que recoge el evangelista. Felipe le sigue. Volverá aparecer en 6.5.7 (multiplicación panes y peces; 12,21: la visita de los griegos, y en 14,8: “enséñanos al Padre”. Y otras tres veces en Hechos. Se le atribuyen dos escritos apócrifos: Evangelio de Felipe y Hechos de Felipe.
                       
El texto de esta tarde podría resumirse en dos palabras: llamada y seguimiento. El evangelista quiere escribir más que una escena realista, un modelo de llamada y seguimiento.  El proceso por el cual  son llamados los discípulos en Juan difiere del relatado en los sinópticos. En éstos, Jesús llama personalmente a sus primeros discípulos (Mc 1,16-20; Mt 4,18-22). En este evangelio encontramos al Bautista como testigo de Jesús, no en la familiar figura de predicador de conversión, un testigo que, cumplido su cometido, desaparece para que aparezca la figura de Jesús y y el relato de cómo los discípulos reconocen a Jesús gradualmente y más en profundidad. La valoración de los TÍTULOS con los que designan a Jesús nos lo índica: Cordero de Dios – Mesías – Maestro – Rey de Israel – Hijo (ó Elegido) de Dios.

Desde un punto de vista histórico es más que probable un encuentro entre el Bautista y Jesús. El Bautista pudo considerar presentar a Jesús como el enviado de Dios, pero los títulos que utiliza para presentarle sólo son pensables después de la resurrección, a la luz de la Pascua. Es admisible que, una vez desvelado el misterio de Jesús, se pongan los títulos en boca de su presentador oficial, el Bautista. (Mollat). El relato es, pues, histórico, pero ha sido reelaborado con una reflexión teológica a partir, probablemente, de las experiencias y percepciones de las comunidades.

La expresión os lo aseguro”, que es traducción aproximada del Amén, amén,  que figura en el texto en duplicado y colocado
antes de una afirmación significa la certeza total, que excluye toda posibilidad de error. En Juan, Jesús lo utiliza 25 veces y siempre duplicado. Mediante esta fórmula Jesús se manifiesta con toda su autoridad en la cuestión que sea, por eso se suele traducir como “os aseguro”. Para otros evangelistas esta visión se cumplirá al final de los tiempos; para Juan se cumple durante el ministerio porque el Hijo del hombre ya ha bajado del cielo.

Los relatos evangélicos hablan de forma inequívoca de que Jesús llamó al seguimiento. El hecho de que en su origen haya una llamada de Dios, nos recuerda que el seguimiento es un don, algo ajeno al voluntarismo. El discipulado es un  “horizonte de gracia”, una  relación de seguimiento Jesús-discípulo que  se expresa en tres actitudes: 
 -- escuchar a Jesús,
 -- contemplar su forma de actuar, y
-- dejarse iniciar por él en la experiencia de Dios.


CUANDO MEDITES 

 A la luz de este evangelio puedes plantearte las siguientes cuestiones u otras que sintonicen mejor con tu situación hoy:

- ¿Ves reflejada tu experiencia de fe y seguimiento en las experiencias narradas en este pasaje?

- En tu vida de fe habrás encontrado seguramente testigos, como lo fueron en su momento Juan Bautista, Andrés, Felipe, que te han mostrado a Jesús, ayudado a ir a él, o a volver … pero ¿has descubierto de que sólo cuando vas tras Jesús y pasas tiempo con él te descubre su auténtico rostro?

- ¿Cuánto tiempo, momentos, días paso con Jesús? ¿Su presencia se diluye en mi vida? ¿Qué presencia, importancia y atención tiene la oración en mi vida? ¿Creo de verdad que es camino para mi seguimiento no encuentre ”tiempos muertos”?

- ¿Qué soy testigo de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, para los demás…? ¿Cómo puedo crear espacios –si es que no los hay, o mejorarlos si los hay- en los grupos por donde me muevo, en mi comunidad, familia, amigos, donde se hable de Jesús?
  
CUANDO ORES

- Aprovecha este “tiempo descalzo” de otras ocupaciones, preocupaciones, trabajos, compañías complicadas, etc., etc., y disfrútalo conversando con el Padre que te entiende, conoce tus ilusiones, límites, afanes y fracasos, y que puede ayudarte porque para eso está el Espíritu ¿o no?

-  Puedes decirle despacio como concreción de este rato de compañía y con la fuerza de tu deseo:

       “AQUÍ ESTOY, SEÑOR: He escuchado tu voz  // en el secreto de mi corazón,
       en la mirada de los que te buscan,   // en la necesidad de mi comunidad, (grupo, familia…)
para anunciarte a los más jóvenes // y quiero seguir buscándote
       acompañando otras búsquedas.
      
       Aquí estoy, Señor, para caminar hacia ti,   //  acompañando los pasos de otros.
       No soy ningún portento  /// ni tú necesitas “poderosos”.
       El evangelio no es mío;  // se hace paso por la fuerza de tu Espíritu, no por mis fuerzas.

       Aquí estoy, Señor, para decir mi fe  // para decir a todos que tú eres mi Dios y Señor
       Y que tu evangelio riega mis días y es el alimento de mi vida.
       Aquí estoy, Señor, para hablar de ti a mis hermanos.

                                                                               Espe González, catequista

.............................
Lectio divina preparada por Trinidad Brunet (Equipo de animación de San Francisco de Borja, Madrid)

No hay comentarios: