lunes, 28 de noviembre de 2011

Adviento


"Ni la tiniebla es oscura para ti"
Foto: Mi instagram
Ayer hemos empezado el ADVIENTO y un año NUEVO. Año litúrgico. Ciclo en espiral para aproximarnos al centro, como qien es subsumido por un huracán o un ciclón, pero con suavidad, y transportado hacia el corazón de uno mismo y de Dios.
La liturgia es, bajo cierto aspecto, una escuela de sabiduría. Una escuela para aprender a vivir desde Dios, y para conocer a Dios, a la que asistimos, anualmente, miles de cristianos. La Palabra es el texto base, y la oración, el momento en el que devoramos ávidamente el libro, como Jeremías, o lo saboreamos lentamente, como Ezequiel o Juan el presbítero.
En el año litúrgico "aprendemos" a Dios o, mejor, aprendemos a conocer como somos conocidos. El uso del pasivo es muy importante en la espiritualidad: somos buscadas, amadas, conocidas, llevadas, recreadas... Aprender el abandono y el consentimiento: sí, sí, sí, sí, sí...
El adviento no es tiempo de penitencia, ni de sacrificio, ni de ayunos, ni nada que se le parezca. Es tiempo para ESCUCHAR, para ALEGRARSE, para ESPERAR a quien hace nuevas todas las cosas.

3 comentarios:

M Luisa dijo...

Totalmente de acuerdo. La espera activa de ese Dios amor que nos envuelve en todo momento. Gracias por tus post. Un saludo,

Conchi dijo...

Gracias por tu comentario.
Un beso y feliz Adviento.

Celina dijo...

Gracias Conchi pr tu comentario de Adviento... sí es tiempo de escuchar, de abrirnos a un amor tan increíble.
Celina