domingo, 4 de noviembre de 2012

Sobre la unión de hombre y mujer

Lectio divina de Marcos 10, 1-12

1 Parte de allí y viene a la región de Judea, a la otra orilla del Jordán. Y de nuevo se reúne la muchedumbre alrededor de él, y siguiendo su costumbre, les enseñaba. 2 Y se presentaron los fariseos y le preguntaron si estaba permitido al marido despedir a la esposa. Pretendían tentarle. 3 Mas él respondió y les dijo: ¿Qué os ordenó Moisés? 4 Ellos respondieron: Moisés permitió escribir un acta de divorcio y repudiarla. 5 Y Jesús les dijo: Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió Moisés este mandamiento. 6 Pero desde el comienzo de la creación los creó como marido y mujer. 7 Por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre 8 y los dos se convertirán en una carne, de manera que ya no son dos, sino una carne. 9 Lo que Dios ha unido no puede separar el hombre. 10 En la casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre el tema. 11 Y les dice: El que despide a su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra ella. 12 Y si ella, después de haber sido despedida por su esposo, se casa con otro, comete adulterio. 

CUANDO LEAS

En el principio del texto encontramos un breve sumario introductorio (Lc 10,1). La perícopa se abre con una noticia que une una indicación geográfica un tanto imprecisa con una descripción general de la actividad docente de Jesús. Es autónoma y la perícopa siguiente es independiente de ella, de ahí que se pueda calificar como pequeño sumario. Este sumario realiza la función de paso. Jesús parte de allí, concretamente de Cafarnaún (9,33) y continúa su camino. Más adelante, en 10,32 se indica con toda precisión la meta a la que se dirige Jesús: Jerusalén. Se deduce de esto una intención teológica en el evangelista: Jesús ha dejado definitivamente Galilea y se halla de camino hacia Jerusalén. También durante el camino Jesús ejerce, según su costumbre, como Maestro del pueblo. Lo que él dirá a continuación tiene importancia para todos, a pesar de que los discípulos reciban una información especial. 
Después, la perícopa se divide claramente en dos partes: 1) 10,2-9. Adoctrinamiento del pueblo. Se trata de una discusión mantenida con los fariseos de mano de una prueba escriturística, que supera el mandamiento dado por Moisés; 2) 10,10-12. Se trata de un adoctrinamiento a los discípulos. Jesús ofrece dos principios: el primero se refiere al hombre y el segundo a la mujer. Ambos están a la luz del sexto mandamiento: “No cometerás adulterio” (Ex 20,13; Dt 5,17). En el v.11 tenemos una declaración dramática para una cultura patriarcal, que no consideraba adulterio una ofensa contra la mujer. 

“Y se presentaron los fariseos y le preguntaron si estaba permitido al marido despedir a la esposa. Pretendían tentarle”. Los fariseos se acercan a Jesús, que está rodeado por la muchedumbre. Vienen con una pregunta, pero se trata de una pregunta tentadora, pues ya era conocida la opinión de Jesús sobre este asunto. El término “despedir” comprende la totalidad del proceso de divorcio. Frente al judaísmo oficial contemporáneo, que existía la posibilidad de disolver legalmente casi todos los matrimonios, estando previsto en la ley, vienen ellos a desafiar a Jesús para que contradiga la ley. Es ahí donde tenemos lo tentador del empeño. 

“¿Qué os ordenó Moisés? Ellos respondieron: Moisés permitió escribir un acta de divorcio y repudiarla”. En esta contrapregunta de Jesús no se habla de permisión, sino de mandamiento. Es decir, los fariseos preguntan por aquello que les interesa, Jesús pregunta por el mandamiento de Dios. Los fariseos se aferran a su punto de vista cuando responden que Moisés permitió un acta de divorcio y repudiar a la esposa. Ellos están pensando en Dt 24,1-4, donde en la biblia griega encontramos el mismo término (acta de divorcio) que en Marcos; hace referencia a que se hacía depender el divorcio al hecho de que el esposo ya no encontrara complacencia alguna en su esposa porque descubriera en ella “algo vergonzoso” (erwath dabar). Con el otorgamiento del acta, el matrimonio se disolvía y no podía restablecerse otra vez mediante la revocación del acta. 

“Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió Moisés este mandamiento”. Jesús confirma la prescripción de Moisés citada por los fariseos, pero la relaciona con la dureza de corazón de éstos. Utiliza la palabra esclerocardía, término veterotestamentario que significa el corazón humano insensibilizado a las instrucciones divinas como consecuencia de su continua desobediencia. En Ez 20,25 encontramos: “También les di leyes que no fueron buenas para ellos y reglamentaciones que hicieron imposible que ellos continuaran con vida”. Es decir, Mc 10,5 puede que se mueva en esta dimensión en que los mandamientos mosaicos fueron devaluados en el judaísmo, pues una vez que habían adorado al becerro de oro recibieron después de la primera legislación, otra segunda de rango más bajo, y esta distinción hacía posible una crítica parcial de la ley. Por consiguiente, la “dureza de corazón” es el punto de partida del mandamiento de divorcio, mostrando éste continuamente su dureza de corazón.  

“Pero desde el comienzo de la creación…”. La voluntad de Dios, que Jesús proclama aquí, se contrapone así tajantemente a lo que Moisés prescribió, y parte del orden de la creación. “Desde el comienzo de la creación tiene carácter de fórmula (principalmente se encuentra en la literatura sapiencial) y da paso a los dos argumentos siguientes tomados del Génesis (Gn 1,27 y Gn 2,24) como expresiones de la voluntad de Dios inscrita en la creación. Es decir no se da un enfrentamiento entre la palabra de Dios de la Escritura, sino entre la idea primigenia de Dios y el mandamiento que ha entrado de forma secundaria.  

“(…) los creó como marido y mujer (…) los dos se convertirán en una carne (…) Lo que Dios ha unido no puede separar el hombre”.  La idea es que hay que restablecer el estado originario. Representa una toma de postura en contra de la ley recogida en Dt 24,1 y se pretende fundamentar la prohibición de la anulación del matrimonio. Sin embargo, lo que se cita en el texto nada tiene que ver con una prohibición del divorcio, sino que cuenta que Dios, en la creación del ser humano estableció los dos géneros. “Los dos serán una sola carne” apunta a la unión corporal-sexual de los esposos, pero incluye más que la comunión de cuerpo, adquiriendo así una alta valoración en el orden de la creación. En el v.9 se da una contraposición entre Dios y el hombre, dándose una superación de la prescripción de Moisés sobre el acta de divorcio como norma humana, pues se presenta a Dios como el que une. 

CUANDO MEDITES 

- Ten en cuenta que en el judaísmo de los tiempos de Jesús, el matrimonio era un estado en el que la mujer era sometida al marido. Según la ley de Moisés, el marido podía romper el contrato matrimonial y expulsar de casa a su esposa. La mujer, por el contrario, sometida en todo al varón, no podía hacer lo mismo. ¿Cómo es en la actualidad la realidad de la mujer, en nuestro país, en el mundo?

- En Mt 5,27-28 se da una radicalidad de esta misma concepción: “Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”. Contempla la actitud de Jesús, sus palabras: realmente, ¿a quiénes quiere defender en esta nueva diatriba en la que se ve inmerso?¿De parte de quién se pone?¿Le preocupa realmente la reglamentación del matrimonio, o hay que buscar una intención más profunda en sus palabras?¿A quién le está otorgando Jesús toda la dignidad? ¿Quiénes son aquellos o aquellas que hoy en nuestra sociedad necesitan que se les sea restablecida su dignidad?

CUANDO ORES


“Entonces dijo Dios:
Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen,
según nuestra semejanza.
Y creó Dios a los seres humanos;
a imagen de Dios los creó;
varón y hembra los creó.
Vio entonces Dios todo lo que había hecho,
y todo era muy bueno” 
(Gén 1, 26)

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Autora: Gema Villaluenga; Equipo de animación de la lectio divina de la UPComillas.

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