viernes, 19 de octubre de 2007

Yo camino

Un viaje a Las Edades del Hombre



El fin de semana de la fiesta del Pilar nos fuimos juntas a Ponferrada (León). ¿Objetivo? Ver Las Edades del Hombre. ¿Que quiénes fuimos? Tres cuartas partes de mi comunidad y Esperanza, una hermana de la comunidad Divino Maestro de Madrid.
En mi comunidad de Toledo somos cuatro: Otra Esperanza, Paula, Concepción y yo. Concepción tuvo que quedarse por razones de trabajo. Habrá que inventarse otra excursión en primavera para que podamos salir a festejar el más de un año que llevamos viviendo juntas.
Porque, a decir verdad, no fue la ya tradicional exposición de arte religioso la que nos movió a hacer mil doscientos kilómetros en dos días y medio, sino las ganas de estar juntas fuera del trajín diario, entregadas a lo ocioso, lo inútil, lo lúdico, lo no programado, lo distinto. Días de re-creación.
Días radiantes, espléndidos, de cielo azul y sol caliente. En el inicio del otoño se agradece. Viajes amenizados por ecos de evangelio, cantos, salmos y “avemarías”. Estancia en casas familiares con sabor a hogar y a hospitalidad (Gracias, Pepa, por las super-camas en las que una podía estar a sus anchas). Paisajes hermosos (¡pero qué bonita es España!) y arte hasta cansar los ojos.


Ponferrada:
¿Merece la pena un viaje tan largo para ver Las edades del hombre? En mi humilde opinión, no. La exposición es escasa y poco atractiva, en esta ocasión. Su motivo es el camino de Santiago visto desde el relato de Emaús (cf. Lc 24). Por eso lleva por título “Yo camino”.
* Imágenes impactantes para mí:

1.- Caída de Cristo, camino del Calvario, un anónimo napolitano del s. XVII. La mirada de Cristo al espectador del cuadro tiene una expresión indescriptible y me introdujo, en un instante, en la Homilía antigua sobre el grande y santo sábado que leemos en el Oficio de Lectura del Sábado Santo. Como si esos ojos dijeran:
Por ti yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti yo, tu Señor, he revestido tu condición servil; por ti yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al Abismo; por ti me he hecho hombre, «semejante a un inválido que tiene su cama entre los muertos»; por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido entregado a los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado. Contempla los salivazos de mi cara que he soportado para devolverte tu primer aliento de vida; contempla los golpes de mis mejillas que he soportado para reformar, de acuerdo con mi imagen, tu imagen deformada. Contempla los azotes en mis espaldas que he aceptado para aliviarte del peso de los pecados que habían sido cargados sobre tu espalda. Contempla los clavos que me han sujetado fuertemente al madero; por ti los he aceptado, que maliciosamente extendiste una mano al árbol…”.
Me quedé un buen rato con ese “por ti” y con el "por mí" de Pablo cuando dice: "vivo de la fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí".

2.- Piedad del s.XVI. Bajorrelieve en madera policromada, de la Iglesia de San Francisco en Villafranca del Bierzo (León). Belleza y dramatismo en el Cristo hundido en el regazo de su Madre. Juan sosteniendo a María entre sus brazos, y María Magdalena, como siempre, en su sitio, a los pies de Jesús, agarrándolo como la esposa del Cantar.

3.- Escultura de San Francisco de Asís en madera policromada (s. XVIII), de la catedral de Ciudad Rodrigo (Salamanca). Confieso que recibí una buena reprimenda de un vigilante por intentar hacerle una foto al rostro de Francisco, que me dejó prendada. Es de una dulzura, inocencia y misticismo admirablemente logrados.
Fotos. Muchas fotos. El castillo de Ponferrada no fue nunca tan bien mirado. ¡Me encantan los castillos!

Astorga:


Gaudí parece un niño grande que se aprovechó de su condición de arquitecto famoso para plasmar sus sueños de la infancia en sus obras, para jugar, mientras diseñaba. ¡Su palacio arzobispal parece salido de Neverland! ¡De ensueño!

León:

La que no me canso de mirar es la catedral de León, elevada, espiritual, vestida de color, incomparablemente hermosa en su simplicidad. Como si sus arcos tirasen de ti hacia arriba, hacia el cielo.

Agradecimiento por la fraternidad, las risas, las peripecias, la familia, la belleza y un rapidísimo viaje de regreso, sin sobresaltos.

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