lunes, 8 de octubre de 2007

María del rosario, María del "hinnení"

A mi amiga Mónica no le gusta la oración del rosario. Considera que la Iglesia católica ha exaltado demasiado a María y que incluso la ha idolatrado. Considera que sólo Dios merece el reconocimiento de nuestra oración. Y, para más inri, le parece un tostón esta forma de repetir "avemarías" mecánicamente, hasta la saciedad.
No es la única de mis amigas que ofrece ligeras resistencias a este modo centenario de oración.
En agosto fui a pasar cuatro días a Alicante con Mónica y con su madre, Angelines. Contaría muchas cosas sobre estas dos mujeres extraordinarias por las que me sentí acogida con gran hospitalidad, solicitud y cariño. Pero sólo voy a relatar algo del paseo que Mónica y yo dimos a la Iglesia de la Santa Faz, junto a un monasterio de Clarisas, a las afueras de la ciudad.
Fuimos a visitar el lugar por la tarde, media hora antes de la Eucaristía. La Iglesia estaba llena de gente, las monjas estaban fuera de su recinto, junto al presbiterio, y comenzó la oración comunitaria... ¡del temido rosario!

- Oye, si rezan el rosario yo me voy a dar una vuelta y te dejo aquí. Ya vendré para la misa .-Me dijo Mónica, muy resuelta.
- ¡No puedes dejarme aquí sola! Aprovecha para rezar de otra manera.
- ¿Y qué voy a rezar con vosotros murmurando "avemarías"?
- Reza un mantra.
- ¿Qué es un mantra?
- Una especie de jaculatoria que se repite. Los hindúes y budistas lo llaman mantra. Mira, repite, por ejemplo: "Hinnení, Adonai". ¿Sabes lo que significa?
- Sí.
Por supuesto que sí, ¿cómo no iba a saberlo? Mónica es traductora de inglés y de árabe, y le encanta el hebreo. Ha comenzado a estudiar algo de la lengua sagrada del judaísmo: lo suficiente como para saber que "hinnení, Adonai" significa "heme aquí, mi Señor". Así es que, mientras yo me sumergía en mi rosario, ella lo hacía en su heme aquí.
Así llevábamos quince minutos cuando le pregunté:
- ¿Cómo vas?
- Meditando "hinnení".



Realmente, rezar el rosario es contemplar interiormente el "heme aquí, aquí estoy" de María, de Jesús, y nuestro propio "heme aquí" como confesión rendida de nuestra disponibilidad y consentimiento amoroso al deseo del Padre. Y contemplarlo con una música de fondo: las palabras del anuncio del ángel a María, "Ave María, la amada de Dios por siempre...". Anuncio y respuesta que hizo posible el adorable Misterio de la Encarnación. "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros".

Esa contemplación obstinada, con todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas, es como una gota que horada la piedra, modelando nuestra interioridad a imagen y semejanza de Jesús y de María. La oración repetitiva es milenaria y se encuentra en la sabiduría y tradición espiritual de diversas confesiones religiosas. Los musulmanes repiten, con su rosario de cien cuentas, los cien nombres de Alá. Bueno, cien menos uno, porque el último de sus nombres es el Innombrable. Para los hindúes, el mantra Om es el sonido primigenio del universo, el origen y principio de todos los mantras que, repetidos al ritmo de la respiración, tienen como objetivo liberar la mente. ¿Quién no ha visto a un hindú sentado en posición de loto pronunciando gravemente, como salido de una caverna profundísima, el sonido: "Ommmmm...."? Los cristianos ortodoxos rezan la oración de Jesús: "Señor Jesucristo, hijo de David, ten misericordia de mí". El libro clásico "El peregrino ruso" enseña este modo de oración ininterrumpida. Y nosotros, los católicos, tenemos el rosario como oración repetitiva que ayuda a silenciar la mente y a ahondar en la contemplación.

* Sí, rezar el rosario es contemplar el "heme aquí" de María a la propuesta insólita del ángel: "Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús... El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra... Porque para Dios nada hay imposible" (Lc 1,31.35.37). Es contemplar su amén firme y definitivo, sin mudanza. Un sí propio de quien se sabe en buenas manos.

* Es contemplar el camino de Jesús:
  • su nacimiento como gran alegría para todos (Lc 2,11 ss)
  • su pérdida voluntaria "en la casa y en las cosas de su Padre" (Lc 2,41 ss)
  • su bautismo, en el que oyó la voz del Padre que le llamaba "mi Amado" (Mc 1,11)
  • su predicación con palabras llenas de gracia, de verdad y de vida eterna (Jn 6,68)
  • sus banquetes con publicanos, prostitutas y gentuza de mala fama, anticipo del Reino (Mc 2,15); banquetes en los que él resulta ser el vino mejor (Jn 2, 10)
  • su transfiguración, en la que nos regala la Luz para que podamos vivir con gracia la Cruz (Mc 9,2 ss)
  • su ser más profundo como Pan Eucarístico amado, bendecido, roto y entregado para la vida del mundo (Mc 14,22)
  • su Cuerpo Traspasado, que atrae todas las miradas (Jn 19,27)
  • su Cuerpo Resucitado, que cura todos nuestros miedos y nos inunda de una paz y una alegría que nadie puede quitarnos (Jn 20, 19-21; 16,22)
  • el don de su Espíritu de Vida, Maestro interior que nos lo enseña todo (Jn 14,26)
* Finalmente, rezar el rosario es poner en nuestros labios la siguiente oración:

Quiero lo que tú quieres,
sin preguntarme si puedo,
sin preguntarme si lo quiero,
sin preguntarme si lo deseo.


(Madeleine Delbrêl)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Shalom!

Ante todo muchas gracias por haberte acordado de mi madre y de mí en tu blog personal.
La verdad es que los días que pasaste con nosotras fueron una bendición de Dios.

Doy gracias a Dios quien a través de sus intermediarios: Radio María, El Cantar de los Cantares y Ofra Haza (que Di-s la tenga en Su Gloria) cruzó nuestros caminos en el momento que Él consideró más oportuno.
No conozco ningún religioso que tenga el interés y el conocimiento que tú tienes del Antiguo Testamento. La verdad es que me quedé alucinada de ver que te sabías versículos de memoria...
No sé si algún día alcanzaré tu nivel.

Gracias por aguantar mis innumerables preguntas y por ser tal como eres.

"Que Yahvéh te recompense tu obra y que tu recompensa sea colmada de parte de Yahvéh, Dios de Israel."

Mónica

Anónimo dijo...

Gracias a ti, mi querida Mónica, teóloga en potencia, amiga y hermana en el Señor.

Es una grandísima suerte conocerte. Y tus preguntas son... a parte de un reto, un disfrute y una gozada para mi espíritu inquieto y buscador.

Estoy deseando compartir contigo unos cuantos días de preguntas y diálogos con la Palabra entre las manos, en la mente y en el corazón.

Shalom!