Hoy estreno blog. Estreno un diario público. ¡Puf!¡Qué peligro! ¡Qué riesgo! ¡Qué "afán de notoriedad", como diría alguien conocido...! Pero acepto el riesgo de caer en el "exhibicionismo" interior si con ello surge la posibilidad de que yo abra aquí, en este tráfico de transeúntes comunicativos, un canal para que resuene la voz del Trascendente.
Escribo desde mi habitación-despacho-"estudio de sonido" de mi comunidad de Toledo. Aquí me llega el sonido de aguas de una fuente cercana situada en el centro de una rotonda sembrada de olivos. Aún tengo fresca la experiencia de un curso de ejercicios espirituales vividos en Buenafuente del Sistal del 21 al 29 de este mes, y aún me queda la placentera y consoladora sensación de que, en cierto modo, he vuelto a nacer. Es como si muchos espacios de mi alma se hubieran "formateado" recuperando, con ello, su inocencia original. "Borrón y cuenta nueva. Conchi. Ahora sí", me he dicho.
Dios me ha dado esa oportunidad nuevamente y me ha puesto delante hermanos y hermanas para ayudarme a reorientar mi mirada hacia "el Único Rostro". Y yo, por una vez, no he sido tan inconsciente como para dejarlo pasar. Esta vez he cogido el tren de la gracia. No. Esta vez me he dejado rescatar por el Héroe que galopaba en su corcel y me ha alzado en volandas para librarme de la persecución de un tropel de enemigos... ¡Vaya imágenes! Lo que quiero decir es que no es lo mismo subirse a un tren que que te suban a él...
Él "me ha subido", y yo me he dejado tomar.
Realmente, no está nada mal poder comenzar este blog con la palabra GRACIAS.
Escribo desde mi habitación-despacho-"estudio de sonido" de mi comunidad de Toledo. Aquí me llega el sonido de aguas de una fuente cercana situada en el centro de una rotonda sembrada de olivos. Aún tengo fresca la experiencia de un curso de ejercicios espirituales vividos en Buenafuente del Sistal del 21 al 29 de este mes, y aún me queda la placentera y consoladora sensación de que, en cierto modo, he vuelto a nacer. Es como si muchos espacios de mi alma se hubieran "formateado" recuperando, con ello, su inocencia original. "Borrón y cuenta nueva. Conchi. Ahora sí", me he dicho.
Dios me ha dado esa oportunidad nuevamente y me ha puesto delante hermanos y hermanas para ayudarme a reorientar mi mirada hacia "el Único Rostro". Y yo, por una vez, no he sido tan inconsciente como para dejarlo pasar. Esta vez he cogido el tren de la gracia. No. Esta vez me he dejado rescatar por el Héroe que galopaba en su corcel y me ha alzado en volandas para librarme de la persecución de un tropel de enemigos... ¡Vaya imágenes! Lo que quiero decir es que no es lo mismo subirse a un tren que que te suban a él...
Él "me ha subido", y yo me he dejado tomar.
Realmente, no está nada mal poder comenzar este blog con la palabra GRACIAS.
Seguramente que en días venideros seguiré hablando de mis ejercicios y de mi Rescatador, mi Goel. De momento, os regalo la imagen de una de las muchas fuentes que recrean la vista, el oído y la boca en Buenafuente del Sistal.
2 comentarios:
Desde niño hasta la fecha me han cautivado dos personajes con un denominador común: el primero es Peter Pan. Más allá de su permanente cuerpo de niño me fascina su permanente alma de niño. El otro es el misionero. Primero fue la imagen del misionero en Africa, más tarde en America Latina y ahora donde sea. ¿Y el denominador comun? Su caracter intrépido. Debe ser cosa de mis carencias. Yo que sería incapaz de volar por mi vértigo e incapaz de sobrellevar una vida en Africa, por jemplo, por culpa de mi salud y también de lo "asquerosillo" que soy para comer, en cambio me fascina la intrepidez de la que carezco. Incluso me da que es ese punto que nos falta en la Iglesia. ¿Y a que viene todo esto? Pues que te deseo querida Conchi un emocionante viaje lleno de aventuras en este nuevo reto de este blog. Admiro tu intripidez y para que se me contagie algo miraré de írme paseando por aquí. Un abrazo. Quique (Barcelona)
La verdad, Quique, es que desde que "me pilló" el Señor, me vi convertida en una "Petra Pan" bastante atrevidilla para algunas cosas. Pero no sé si es intrepidez o es mezcla de inocencia sin miedo y de fe que cree que las montañas pueden moverse...
Veremos hasta dónde llega mi vuelo.
Y gracias por la compañía en este viaje.
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