Semana Bíblica en Barcelona (15 a 23 de noviembre de 2008)
Tanto Rosa Jané como Quique Fernández, organizadores, me han mandado el cartel definitivo de la Semana Bíblica que tendrá lugar en Barcelona el mes próximo. El tema, como no podía ser de otra manera, es San Pablo.
La Familia Paulina ha sido invitada, no sólo a participar sino a colaborar directamente. Así es que un hermano paulino, José Ignacio Pedregosa (Pepe para los amigos) y yo seremos los encargados de abrir la semana.
Para quienes sois de Barcelona, o estáis allí, os informo del lugar, días, horarios, temas y ponentes. ¡Aprovechad la oportunidad! Tiene muy buena pinta. ¡Ojalá se hiciera algo así en todos los pueblos y ciudades!
YYYYYYYYYYYYYYYY
Lugar: El sábado, en la librería Paulinas, Ronda Sant Pere 17-19; el resto de los días, en la Parroquia Mare de Déu de la Medalla Miraculosa, Consell de Cent, 110-118.
Sábado, 15 de noviembre:
18:00 h. Charla: "San Pablo al encuentro de los otros", Conchi López, pddm (en la librería Paulinas)
Domingo, 16 de noviembre:
11:00 h. Charla: "San Pablo comunicador del evangelio", Pepe Pedregosa, ssp
A continuación, para quien lo desee, misa familiar: 13:00h
Lunes, 17 de noviembre:
18:30 h. Seminario: "San Pablo responde hoy" I, Justino Martínez, comboniano y biblista
20:30 h. Lectio divina: "Pablo y el conocimiento del Resucitado", Ignasi Ricart, claretiano y biblista
Martes, 18 de noviembre:
18:30 h. Seminario: "San Pablo responde hoy" II, Javier Velasco, laico y biblista
20:30 h. Conferencia: "Pablo entre judíos y gentiles", Jordi Sánchez Bosch, sacerdote diocesano y biblista
Miércoles, 19 de noviembre:
18:30 h. Seminario: "San Pablo responde hoy" III, Justino Martínez, comboniano y biblista
20:30 h. Película documental: "Pablo, de Tarso al mundo"
Jueves, 20 de noviembre:
18:30 h. Seminario: "San Pablo responde hoy" IV, Javier Velasco, laico y biblista
20:30 h. Presentación audiovisual: "La ruta de San Pablo", Enric Rivas, vicario parroquial
Viernes, 21 de noviembre:
"En mi debilidad, te haces fuerte en mí"
18:00 h. Dinámica para adolescentes
20:00 h. Dinámica para jóvenes
Rosa M. Jané y Quique Fernández, animadores bíblicos
Sábado, 22 de noviembre:
18:00 h. Actividad infantil
"Si no tengo amor, no soy nada"
Equipo de catequistas de la Parroquia de la Mare de Déu de la Medalla Miraculosa
Domingo, 23 de noviembre:
19:00 h. MISA DE CLAUSURA
20:00 h. Concierto-presentación del CD "Saulo vive hoy", Rogelio Cabado, cantautor
Esta iniciativa, tan laboriosamente pensada y programada, se debe a:
- La Escuela de Animación Bíblica
- La Parroquia de la Mare de Déu (Grupo Bíblico y misionero Cinco panes y dos peces)
- La Familia Paulina (Librería Paulinas)
¡Pues muchas gracias a los responsables! Deseamos que sea todo un éxito.
lunes, 27 de octubre de 2008
sábado, 25 de octubre de 2008
"Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor..."
Solemnidad de Jesucristo, Divino Maestro
Mañana celebramos nuestra fiesta, la del Divino Maestro. No podía ser otra. Toda la Familia Paulina en el mundo lo hace, aunque es la fiesta titular de nuestra congregación y de los hermanos pertenecientes al instituto Jesús Sacerdote. ¡Feliz día a todos!Las lecturas, para el ciclo A, son Is 50,4-7, 2 Pe 1,16-19 y Jn 13,1-17.
Con él inaugura Juan su "libro de la hora", la hora de su glorificación de Jesús en la cruz y en la luz, la hora de ser elevado en el madero y en la resurrección, la de volver junto a su Padre.
El marco espacio-temporal en el que suceden los acontecimientos es "antes de la fiesta de la Pascua", "durante la cena". Como sabemos, Juan no nos narra la última cena, como los otros tres evangelistas. En su lugar, nos cuenta el lavatorio de los pies.
Esta cena es una cena de despedida, en donde Jesús les deja a sus discípulos su "testamento", el legado de su deseo: que crean en Él, que tengan confianza, que se amen como Él los ha amado, que permanezcan unidos a Él, con el Padre y entre ellos, que tengan paz y alegría, que no tengan miedo, que aguarden al otro Paráclito que vendrá en ayuda de su debilidad y les recordará todo cuanto Él ha hecho y dicho, y les guiará a la verdad completa... Cinco capítulos de discurso de Jesús, con tan sólo un gesto, el del lavatorio de los pies, símbolo de lo que ha sido su vida, de lo que ha querido enseñarles durante el tiempo que ha estado con ellos: que no hay otra cosa más importante que el AMOR, expresado en el servicio humilde.
El clima de esa cena es de intimidad, de confidencias, de amor, de tristeza, de esperanza y... de odio o, al menos, ingratitud y traición. La ingratitud de Judas, decidido ya a entregar a su amigo y maestro.
En la escena se nombra a Judas y a Pedro, dos discípulos que, cada cual a su modo, negaron a Jesús. Pero en uno pudo la fuerza del amor y de la esperanza y en el otro venció la desconfianza en que Jesús podía amarlo por encima de su traición. No conocía a su Maestro.
Tampoco los otros discípulos parecen entender a Jesús, después de tanto tiempo de compartir con Él techo, comida y camino. Todavía esperan que sea un Mesías poderoso... ¿Qué hace Jesús, de rodillas, como un esclavo, lavándoles los pies? "¡No me lavarás los pies jamás!"
Tenemos un Maestro que se hace el último de todos y el servidor de todos. Un Maestro que nos precede con el ejemplo, que dice y hace, y cuyo único mandamiento es el Amor.
Oración para disponer el corazón
Maestro mío y Señor mío,
mi Dios y mi todo,
contemplo tu vida hermosa, plena de sentido,
y deseo vivir como tú:
tu Amor al Padre, vuestra intimidad y comunión,
y tu obediencia a Él;
tu Amor a la humanidad, tus curaciones, tus enseñanzas,
tu modo de relacionarte,
tu entrega hasta el extremo.
Deseo vivamente participar en esa dinámica de Amor,
en tu proyecto y tu sueño, que es el del Padre,
en tu gracia, en tu vida, en tu muerte
y en tu resurrección.
Vive en mí, Maestro y Señor,
Pastor bueno y Puerta del Reino,
Luz del mundo, Verdad y Camino,
Resurrección y Vida,
Pan y agua para nuestra hambre y nuestra sed.
Vive en mí y transfórmame
en pastor,
en puerta,
en luz,
en camino
y en pan
para todo el que te busca.
Lee atentamente Juan 13,1-17
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en una jofaina y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
Llega a Simón Pedro; éste le dice:
«Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?».
Jesús le respondió:
«Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde».
Le dice Pedro:
«No me lavarás los pies jamás».
Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
Le dice Simón Pedro:
«Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza».
Jesús le dice:
«El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo:
«No estáis limpios todos».
Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. Puesto que sabéis estas cosas, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica».
CUANDO MEDITES
- ¿Qué te dice un Dios que se hace "uno de tantos", más aún, siervo de todos, y que llega a entregarse en una muerte de cruz?
- ¿Qué te dice la contemplación de Jesús, arrodillado ante los discípulos, lavándoles los pies?
- ¿Experimentas que el Señor te va modelando para saber estar donde Él está: en los puestos de abajo, como el que sirve, y no como el que gobierna y obstenta el poder y la autoridad?
- Traduce, en acciones concretas, para ti, hoy, el mandato de Jesús de "lavarnos los pies unos a otros".
CUANDO ORES
Servidor del Padre y de la humanidad,
bendigo tus palabras llenas de gracia
que todo lo hacen nuevo
al derramarse en nuestra tierra.
Bendigo tus palabras, semillas de sabiduría,
semillas de amor, perdón y reconciliación,
semillas de esperanza y de dicha...
Bendigo tus palabras
que nos enseñan a estar en medio de los otros,
como humildes servidores,
rechazando todo afán de dominio, de poder
y de supremacía.
Bendigo tus palabras: "Yo estoy en medio de vosotros
como el que sirve".
Bendigo tus gestos de profeta y de Maestro.
Bendigo tus manos lavando los pies de todos,
partiendo el pan para todos,
tocando a los "intocables",
y sanándoles de sus enfermedades y dolencias.
Te bendigo, Maestro y Señor mío,
ceñido el delantal
y arrodillado ante mí para lavarme.
Condúceme a la dicha
de encarnar lo que aprendo de ti
todos los días.
viernes, 24 de octubre de 2008
Mil mujeres espléndidas
Es imposible saber, hasta el final de la novela, por qué Khaled Hosseini ha titulado "Mil soles espléndidos" un relato tan duro, tan dramático, tan dolorosamente realista y tan teñido de negro y rojo, en donde ni un sol espléndido parecería resplandecer.
Cuando hace semanas comencé su lectura (que terminé literalmente en cuatro días...), no sabía nada sobre Afganistán ni su historia, ni sobre los muyahidines y los talibanes (más allá de las noticias de guerras y atentados que todos conocemos). En realidad, sé muy poco o casi nada sobre la historia y la vida cotidiana de países no occidentales, como si la "historia universal" fuera exclusivamente "historia de aquí" o, como mucho, "historia europea".
En mis tiempos, en la enseñanza básica y en el instituto no aprendíamos nada sobre historia de la India, Australia o República democrática del Congo... El eurocentrismo era absoluto, como si nosotros y nuestra cultura y civilización fueran el ombligo del mundo. Supongo que hoy sigue siendo igual o incluso peor...
Pero cuando crecemos y sacamos la nariz más allá de nuestro raquítico entorno, y viajamos, y leemos, y nos relacionamos, y miramos el vastísimo mundo que nos rodea, con su pluralidad y diversidad, descubrimos en nuestro interior una solidaridad radical que nos une a otras gentes, a otros pueblos, a otros destinos menos afortunados que el nuestro...
Hace años tuve la oportunidad de vivir nueve meses con quince hermanas de trece países diferentes. Desde entonces, Asia y África, con sus gentes, me resultan tan cercanas como Toledo o Madrid. Y me pregunto si podría permanecer callada si supiera que algo como lo que cuenta Khaled estuviera sucediendo en mi ciudad.
Todos hemos oído hablar de la situación de la mujer en muchos países africanos y asiáticos. Hemos oído hablar, por ejemplo, del burka afgano, de los matrimonios concertados y de la ablación de clítoris, que, por cierto, hoy día sigue afectando a unos 135 millones de mujeres y niñas en el mundo. Datos estremecedores, pero sólo datos, para nosotros. Datos sin rostro. Ninguna de esas mujeres es nuestra hermana, nuestra madre, o nuestra hija.
Sin embargo, Khaled le pone rostro y alma a esas realidades tan injustas como absurdas, y perfila, con un estilo sencillo y nada afectado, el retrato de dos heroínas semejantes, en algunos rasgos, a otras que la historia o la leyenda nos ha dado a conocer. Dos heroínas nada espectaculares, pero admirables por su resistencia y por su esperanza inquebrantable.
Mariam y Laila, protagonistas del relato, llegan a unirse con una alianza de amor y solidaridad semejante a la de Noemí y Rut en la Biblia, si bien al principio la poliandria las había convertido en rivales, como convirtió en enemigas a Sara y Ágar, a las hermanas Raquel y Lía y o a las esposas de Elcaná, Ana y Peninna... La disputa por el amor, el honor y el primer puesto en la casa y en la cama de su marido convirtió a Mariam y Laila en adversarias, hasta que llegó un momento en que las dos llegan a sentirse hermanas, como salidas de un mismo útero y arrojadas a la misma injusticia social propiciada y mantenida por los hombres. En Laila, en su mentira a Rashid, he podido ver la sagacidad que usó Tamar con Judá para hacerse con una descendencia que los hombres le habían negado en una sociedad patriarcal y machista en la que la mujer no tenía voz.
Y en Mariam he visto la sumisión de Dina, cuyo destino iba siendo trazado por las decisiones arbitrarias de los hombres sin darle la menor oportunidad de manifestar la más mínima rebeldía.
Pero llega un momento en que la fortaleza y la valentía de Laila despierta a Mariam y ambas intentan huír de su opresión, como nuestras contemporáneas Telma y Louise, de las que Mercedes Navarro (1) dice:
"Me sobrecoge la última escena [de la película Telma y Louise], a cámara lenta, en la que se ve el coche con ambas mujeres, precipitándose por el cañón del Colorado. Me sobrecoge por su simbolismo: una vez emprendido el camino de la libertad, las mujeres saben que no tiene vuelta atrás, aun cuando el camino desemboque en la muerte".
Otra evocación de la novela: la película "Golpes a mi puerta" de Alejandro Saderman. Una película en donde dos mujeres religiosas, Ana y Úrsula, se muestran insumisas con un sistema político y militar injusto y opresor y pagan con su vida la defensa de la libertad y de la verdad.
El tema es completamente diverso al de Mil soles espléndidos, pero las figuras de estas dos mujeres que luchan contra la injusticia de unos regímenes totalitarios hasta el punto de dar su vida, son paralelas. Incluso la entrega final de Ana, que pone a salvo a su hermana, amiga y compañera Úrsula, se parece al desenlace de la obra de Khaled.
Y sigo con los paralelismos: Mariam y Laila luchan contra Rashid, su Holofernes particular, con la misma valentía de Judit y su sierva. Luchan y vencen, aunque su victoria tiene un precio muy caro...
Mil mujeres espléndidas, cuya lucha cotidiana, silenciosa y resistente, por la justicia y la dignidad nos resulta admirable, nos da inspiración para nuestras pequeñas batallas, y nos hace solidarias con situaciones límite que, todavía en el siglo veintiuno, siguen existiendo.
____________________
(1) Mercedes Navarro, Las siete palabras de Mercedes Navarro, PPC 1996, 139
jueves, 23 de octubre de 2008
En marcha...
A medida que pasan los días, el curso se va perfilando más claramente. Dedicarse a la pastoral es, en ocasiones, un poco caótico, o con un orden inestable sometido a todo tipo de imprevistos. En mi semana, hay un marco general más o menos inalterable:
Lunes, una vez al mes, lectio divina en Madrid.
Miércoles, clase en Madrid y, una vez cada quince días, programa en Radio María.
Jueves, clase en Toledo.
Viernes, cuatro horas de guitarra en Toledo.
Sábado y domingo, salidas apostólicas, retiros y/o tareas domésticas comunes.
A eso se añade la atención a la web y a los blogs, la elaboración de material pastoral para encuentros, y la animación de cursos, charlas, retiros y ejercicios espirituales ocasionales.
En mi horizonte inmediato se encuentra la animación de unas jornadas bíblicas en Segovia y la participación en la semana bíblica de Barcelona, para noviembre. En diciembre-enero, la animación de la formación permanente de unas religiosas misioneras, y nuestro encuentro formativo del puente de la Inmaculada. En febrero, la animación de un curso de ejercicios espirituales como Familia Paulina (el segundo curso de mi vida...). En abril, la participación en la formación permanente de unos religiosos de enseñanza.
Por otra parte están los pequeños servicios específicos que mi congregación requiere de mí.
Y luego, peticiones ocasionales que no suelo desoír...
Todo ello, de la mano del Espíritu, sin el que no podría hacer nada, y sin el que todas estas tareas serían absurdas, vacías y sin pizca de sal y de gracia. Pero Él existe y me acompaña. Me lo demuestra una y mil veces. También, cómo no, cuento con el apoyo y la compañía de mi comunidad, desde la que me siento enviada y a la que da gusto volver al concluir el trabajo.
En este curso, casi todas estas tareas giran en torno a un nombre: San Pablo y su evangelio.
El blog que inicié (con el asesoramiento y ayuda técnica de Lidia) hace unos días, va adquiriendo también su fisonomía propia. Su contenido está estructurado en siete apartados, con un índice a la derecha, para facilitar el acceso a los mismos:
1. Curso bíblico
2. Lectio divina
3. Catequesis de Benedicto XVI
4. Artículos bíblicos
5. Retiros y ejercicios espirituales
6. San Pablo en la pintura
7. San Pablo en el cine
En la sección del curso bíblico he comenzado a publicar el material que voy elaborando para los cursos que imparto en Madrid y Toledo durante todo el año. Pretendo que sea un material que afecte a la cabeza y al corazón, que ayude a estudiar y también a reflexionar y orar. Por ello su contenido tiene también siete (¡cómo no, siete!) apartados:
1. Oración para disponer el corazón
2. Conociendo a Pablo (Presentación del tema)
3. Textos bíblicos
4. Sugerencias para el trabajo de grupos
5. Sugerencias para el trabajo personal
6. La Palabra se hace oración - Sugerencias para la oración personal y grupal
7. Para preparar el próximo encuentro
Alguna amiga me ha dicho: -¿Cómo se te ocurre publicar ese material así, tan gratuita e irresponsablemente? ¿Y si el día de mañana quieres hacer un libro con él?
Sí, el día de mañana espero escribir algún libro de contenido bíblico-pastoral. Pero ahora mi blog de San Pablo es como un ensayo de libro que os doy a leer, por si os sirve, y para que me aportéis ideas, sugerencias y correcciones.
El curso está en marcha. Todos los cristianos nos hemos puesto este año a leer un poquitín más la Biblia (animados, tal vez, por el Sínodo), y a conocer a San Pablo. Todos los medios son pocos. Y cuanto más sencillos, mejor.
Lunes, una vez al mes, lectio divina en Madrid.
Miércoles, clase en Madrid y, una vez cada quince días, programa en Radio María.
Jueves, clase en Toledo.
Viernes, cuatro horas de guitarra en Toledo.
Sábado y domingo, salidas apostólicas, retiros y/o tareas domésticas comunes.
A eso se añade la atención a la web y a los blogs, la elaboración de material pastoral para encuentros, y la animación de cursos, charlas, retiros y ejercicios espirituales ocasionales.
En mi horizonte inmediato se encuentra la animación de unas jornadas bíblicas en Segovia y la participación en la semana bíblica de Barcelona, para noviembre. En diciembre-enero, la animación de la formación permanente de unas religiosas misioneras, y nuestro encuentro formativo del puente de la Inmaculada. En febrero, la animación de un curso de ejercicios espirituales como Familia Paulina (el segundo curso de mi vida...). En abril, la participación en la formación permanente de unos religiosos de enseñanza.
Por otra parte están los pequeños servicios específicos que mi congregación requiere de mí.
Y luego, peticiones ocasionales que no suelo desoír...
Todo ello, de la mano del Espíritu, sin el que no podría hacer nada, y sin el que todas estas tareas serían absurdas, vacías y sin pizca de sal y de gracia. Pero Él existe y me acompaña. Me lo demuestra una y mil veces. También, cómo no, cuento con el apoyo y la compañía de mi comunidad, desde la que me siento enviada y a la que da gusto volver al concluir el trabajo.
En este curso, casi todas estas tareas giran en torno a un nombre: San Pablo y su evangelio.
El blog que inicié (con el asesoramiento y ayuda técnica de Lidia) hace unos días, va adquiriendo también su fisonomía propia. Su contenido está estructurado en siete apartados, con un índice a la derecha, para facilitar el acceso a los mismos:
1. Curso bíblico
2. Lectio divina
3. Catequesis de Benedicto XVI
4. Artículos bíblicos
5. Retiros y ejercicios espirituales
6. San Pablo en la pintura
7. San Pablo en el cine
En la sección del curso bíblico he comenzado a publicar el material que voy elaborando para los cursos que imparto en Madrid y Toledo durante todo el año. Pretendo que sea un material que afecte a la cabeza y al corazón, que ayude a estudiar y también a reflexionar y orar. Por ello su contenido tiene también siete (¡cómo no, siete!) apartados:
1. Oración para disponer el corazón
2. Conociendo a Pablo (Presentación del tema)
3. Textos bíblicos
4. Sugerencias para el trabajo de grupos
5. Sugerencias para el trabajo personal
6. La Palabra se hace oración - Sugerencias para la oración personal y grupal
7. Para preparar el próximo encuentro
Alguna amiga me ha dicho: -¿Cómo se te ocurre publicar ese material así, tan gratuita e irresponsablemente? ¿Y si el día de mañana quieres hacer un libro con él?
Sí, el día de mañana espero escribir algún libro de contenido bíblico-pastoral. Pero ahora mi blog de San Pablo es como un ensayo de libro que os doy a leer, por si os sirve, y para que me aportéis ideas, sugerencias y correcciones.
El curso está en marcha. Todos los cristianos nos hemos puesto este año a leer un poquitín más la Biblia (animados, tal vez, por el Sínodo), y a conocer a San Pablo. Todos los medios son pocos. Y cuanto más sencillos, mejor.
lunes, 20 de octubre de 2008
Una carcajada te resucitará
Hoy me voy a la cama con una sonrisa en los labios.
Una amiga que está haciendo el curso de acceso a la universidad para mayores de veinticinco, me pide algún pasaje bíblico para su "profe" de lengua.
-¿Un pasaje bíblico? ¡Qué cosa más rara en los tiempos que corren!
-Sí, es que dice que el único que se rié en la Biblia es el diablo... Yo le he dicho que no lleva razón, porque sé que se ríe Sara... pero, claro, necesito documentación...
¿Documentación a estas horas? ¿A las doce de la noche?
Así es que echo mano de la somerísima documentación que me brinda mi memoria y le escribo:
Si lo que buscamos son risas, tampoco es que hay una multitud partiéndose de risa, pero alguno hay: el primero del que se dice que se ríe es Abrahán, en Gn 17,17. La segunda es Sara, en Gn 18, 12 y 21,6. ¡Y es que Dios tiene unas cosas! ¡Mira que hacer que Sara dé a luz pasados los noventa, cuando una ya está para que la dejen en paz! Pero nunca es tarde, si la dicha es buena, y en este caso Isaac fue motivo de una dicha infinita para sus desesperados padres.
En Job 8,21 de dice que Dios llenará tu boca de risa y tus labios de gritos de júbilo. O sea, que Dios es la causa de nuestra felicidad y alegría. Que puede hacerlo y lo hará, si tienes esperanza en Él.
El salmo 126,2 dice que, cuando Dios cambia nuestra suerte, la boca se nos llena de risa y la lengua, de cánticos de alegría. La gente bíblica era muy exagerada en las expresiones, como los orientales en general, no como nosotros, que parecemos palos tiesos, incluso cuando algo nos causa gran exultación.
En Eclesiastés, se dice que hay tiempo para todo, incluso para reír (3,4). Sin ese ingrediente, la vida sería bastante absurda.
El profeta Sofonías tiene la imagen de un Dios danzarín: "[Dios] danza por ti con gritos de júbilo, como en días de fiesta" (Sof 3, 17). ¿Nos imaginamos a Dios bailando?
¿Qué más se me ocurre? En la biblia hay docenas de proclamaciones de felicidad: ¡dichoso! ¡dichosa! No me imagino que esas proclamaciones estén pronunciadas ni recibidas con caras largas. ¿No os parece?
Y Jesús, ¿se rió Jesús? De Jesús se dice que lloró dos veces, pero no se dice que riera ninguna vez. ¿Se acuerdan de la novela de Umberto Eco, El nombre de la rosa? Tenía un argumento semejante: la licitud de la risa... ¿Es santo y bueno reír, o es más bien "peligroso"? Extrañamente, en nuestra tradición religiosa, los santos son bastante serios, mientras que la gente alegre pasa por superficial y veleta... ¡Menos mal que está San Felipe Neri para desmentir este estereotipo!
Así es que, aunque no hay ningún pasaje evangélico en donde se diga que Jesús riera, sí se dice algo muy sospechoso de él: que era considerado "comilón y un borracho, amigo de pecadores y prostitutas" (Mt 11,19). Lo cual me permite imaginar que Jesús no estaba en los banquetes con cara de acidez de estómago... Por el contrario, imagino a Jesús como alguien lleno de vitalidad, plenitud, esperanza y alegría. Alguien radiante y luminoso, de semblante sereno y feliz. ¿Cómo, si no, iban a acercarse multitudes para estar con Él?
Aprovecho para recomendar un libro muy sugerente: "La boca se nos llenó de risas. Sentido del humor y fe", Alessandro Pronzato, Sal Terrae.
Y ahora voy a meterme en la cama, con ese libro entre las manos, para dormirme con el preámbulo del autor: "Una carcajada te resucitará".
Una amiga que está haciendo el curso de acceso a la universidad para mayores de veinticinco, me pide algún pasaje bíblico para su "profe" de lengua.
-¿Un pasaje bíblico? ¡Qué cosa más rara en los tiempos que corren!
-Sí, es que dice que el único que se rié en la Biblia es el diablo... Yo le he dicho que no lleva razón, porque sé que se ríe Sara... pero, claro, necesito documentación...
¿Documentación a estas horas? ¿A las doce de la noche?
Así es que echo mano de la somerísima documentación que me brinda mi memoria y le escribo:
Si lo que buscamos son risas, tampoco es que hay una multitud partiéndose de risa, pero alguno hay: el primero del que se dice que se ríe es Abrahán, en Gn 17,17. La segunda es Sara, en Gn 18, 12 y 21,6. ¡Y es que Dios tiene unas cosas! ¡Mira que hacer que Sara dé a luz pasados los noventa, cuando una ya está para que la dejen en paz! Pero nunca es tarde, si la dicha es buena, y en este caso Isaac fue motivo de una dicha infinita para sus desesperados padres.
En Job 8,21 de dice que Dios llenará tu boca de risa y tus labios de gritos de júbilo. O sea, que Dios es la causa de nuestra felicidad y alegría. Que puede hacerlo y lo hará, si tienes esperanza en Él.
El salmo 126,2 dice que, cuando Dios cambia nuestra suerte, la boca se nos llena de risa y la lengua, de cánticos de alegría. La gente bíblica era muy exagerada en las expresiones, como los orientales en general, no como nosotros, que parecemos palos tiesos, incluso cuando algo nos causa gran exultación.
En Eclesiastés, se dice que hay tiempo para todo, incluso para reír (3,4). Sin ese ingrediente, la vida sería bastante absurda.
El profeta Sofonías tiene la imagen de un Dios danzarín: "[Dios] danza por ti con gritos de júbilo, como en días de fiesta" (Sof 3, 17). ¿Nos imaginamos a Dios bailando?
¿Qué más se me ocurre? En la biblia hay docenas de proclamaciones de felicidad: ¡dichoso! ¡dichosa! No me imagino que esas proclamaciones estén pronunciadas ni recibidas con caras largas. ¿No os parece?
Y Jesús, ¿se rió Jesús? De Jesús se dice que lloró dos veces, pero no se dice que riera ninguna vez. ¿Se acuerdan de la novela de Umberto Eco, El nombre de la rosa? Tenía un argumento semejante: la licitud de la risa... ¿Es santo y bueno reír, o es más bien "peligroso"? Extrañamente, en nuestra tradición religiosa, los santos son bastante serios, mientras que la gente alegre pasa por superficial y veleta... ¡Menos mal que está San Felipe Neri para desmentir este estereotipo!
Así es que, aunque no hay ningún pasaje evangélico en donde se diga que Jesús riera, sí se dice algo muy sospechoso de él: que era considerado "comilón y un borracho, amigo de pecadores y prostitutas" (Mt 11,19). Lo cual me permite imaginar que Jesús no estaba en los banquetes con cara de acidez de estómago... Por el contrario, imagino a Jesús como alguien lleno de vitalidad, plenitud, esperanza y alegría. Alguien radiante y luminoso, de semblante sereno y feliz. ¿Cómo, si no, iban a acercarse multitudes para estar con Él?
Aprovecho para recomendar un libro muy sugerente: "La boca se nos llenó de risas. Sentido del humor y fe", Alessandro Pronzato, Sal Terrae.
Y ahora voy a meterme en la cama, con ese libro entre las manos, para dormirme con el preámbulo del autor: "Una carcajada te resucitará".
miércoles, 15 de octubre de 2008
"Id y anunciad lo que habéis visto y oído"
Ya sé que han pasado algunos días desde la clausura de nuestro curso en Benalúa de las Villas y que, como dice nuestro sabio refranero popular, agua pasada no mueve molino, pero permitidme volver a ello porque, sin duda, en lo pasado también está en germen el futuro.
Conchi, creadora de este blog e infatigable compañera de camino, en diversas ocasiones me ha pedido que escribiera unas líneas y yo, como “novata insegura” que se abruma ante los encargos apresurados y “un poco flojilla” - según la que me dio a luz-, hasta ahora había hecho caso omiso a su invitación de adentrarme en este mágico mundo de los literatos y las musas, donde lo que no existía es creado; mas hoy, después del rotundo éxito y tan laureados comentarios que no cesan, me veo casi en la obligación de ser yo la que le pide un huequito en este espacio.
¡¡Qué rápido se ha pasado la semana!! Y qué penilla...
Creo que éstas no son sólo las palabras que yo le decía a Conchi, bien entrada la noche, mientras ella preparaba su equipaje, para marchar el domingo por la mañana temprano, sino el sentir de todas las asistentes al curso, aun con el fastidio de perderse la telenovela.
Es pena, sí, pero también alegría...
Pena por la vuelta a la monotonía y alegría por el soplo de aire fresco que nos ha dado respiro.
Creo que éstas no son sólo las palabras que yo le decía a Conchi, bien entrada la noche, mientras ella preparaba su equipaje, para marchar el domingo por la mañana temprano, sino el sentir de todas las asistentes al curso, aun con el fastidio de perderse la telenovela.
Es pena, sí, pero también alegría...
Pena por la vuelta a la monotonía y alegría por el soplo de aire fresco que nos ha dado respiro.
Pena por la soledad y alegría por la comunión.
Pena por las inconsolables horas oscuras y alegría por la luz que enciende la noche.
Pena por el anhelo y alegría por la esperanza derramada.
Pena por la ausencia y alegría por los encuentros venideros.
A ti, Conchi, paisana y tocaya de la discípula, te ha sabido a poco y Dios se te ha hecho más cercano y tú, Enrique, te has quedado admirado de la profundidad tan sencilla, que deja huella. Paquita, mi tía y peluquera de profesión, ansiosa lee la Sagrada Escritura entre permanente y permanente, y Juani, “la chozuela”, insiste en que no encuentra esas historias en su Biblia. Mari da gracias por “tan buena discípula y por las cinco tardes tan maravillosas” mientras José Luis, el párroco, se despide pidiendo oración. Pepi se lamenta ante la ausencia de jóvenes y Paquita no cesa de exclamar: ¡nos habéis dado vida! Toñi, ansiosa, pregunta para cuándo el regreso y Cipri quiere firmar para Semana Santa. Mari, “de la Eulalia”, se despide con los ojos vidriosos como quien ve marchar a una hija y así, una a una, podría mencionar los más de cien nombres de todas las asistentes. Nombres, con historias propias que te buscan, Señor. “Tu pueblo tiene hambre y sed de la Palabra de Dios” (cf. Amós 8,11).
Por supuesto, y como en todos sitios, también las hay –escasas, pero haberlas, haylas- que van a disgusto, como si alguien las obligara, de ésas que "te limpian la chaqueta" tan rápido como se la cambian, cuyo rasgo característico es el ceño fruncido con una mirada que fulmina a todo lo viviente simpatizante que haya a la redonda, a menos que se trate de "don salchichón, el señor serrano o revilla", únicos con poder incuestionable de transformar la murmuración en carantoñas y palmaditas en la espalda. En fin, en esta especie -sin peligro de extinción- no me pienso detener, porque ya se sabe que beneficiar a un ingrato es como perfumar a un muerto.
Males menores y exageración andaluza aparte, yo también estoy contenta porque Dios “nos ha hecho mirarnos”. Estoy convencida de que las amistades no las escogemos nosotros sino que es Dios quien mira a los amigos y les dice: “no os habéis elegido vosotros; os he elegido yo, el uno para el otro”. Hace más de un año que el Señor me dio a Conchi como amiga, hermana y compañera de camino y soy feliz de ver que esta amistad está trayendo mucha fecundidad, no sólo para nosotras sino para muchas personas.
Quiero terminar dándole gracias a Dios y orando nuestra disponibilidad de ser siempre sus discipulas y apóstoles:
Aquí estamos, Señor, como tus discípulos en Galilea.
Aquí estamos, Señor, respondiendo a tu llamada.
Aquí estamos, Señor, porque nuestro gozo eres tú.
Aquí estamos, Señor, queremos ser anunciadores de tu Reino.
Aquí estamos, Señor, con la confianza puesta en ti.
martes, 14 de octubre de 2008
Congreso anual de Pastoral Vocacional y Efeta, dos eventos esperanzadores
De la mano de la teóloga española Isabel Gómez Acebo, quiero daros a conocer dos encuentros, de muy distinto cariz, que han tenido lugar en Madrid y en Sevilla, en estos primeros días del mes de octubre. Encuentros en los que las mujeres de Iglesia, religiosas y laicas, han tenido un protagonismo especial. Como yo no he asistido (aunque me he quedado con las ganas), dejo que Isabel os lo cuente e incluso me permito tomar de ella el título de este post.
Por cierto, descubrí su blog hace días y me parece de lo más interesante. A la derecha he puesto un enlace para facilitaros su búsqueda.
YYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY
Unos eventos esperanzadores
He asistido este fin de semana a dos eventos muy distintos pero que me han llenado de esperanza en un cristianismo que permanece vivo en nuestra sociedad a pesar de todos los profetas de calamidades que nos hablan de su extinción.
El primero tuvo lugar en Madrid y era la celebración del congreso que las religiosas/os (altero el orden convencional porque ellas eran más numerosas con lo que se merecen la precedencia) llaman de Pastoral Vocacional. Había más de 800 personas en el salón de actos del colegio El Recuerdo de los jesuitas. La mayoría era joven, lo que ya sorprende cuando en las iglesias esa presencia ha disminuido dramáticamente. Muchos también guapos, puesto que hoy cuidan su presencia los religiosos y no se meten en el convento los que “no se comen un rosco” en la vida social, sino los que quieren llevar el cristianismo a los niveles más altos.
Mayores y jóvenes, altos y bajos, rubios y morenos, españoles y extranjeros, un plantel variopinto de personas que gozan de un elemento común: llenos de ilusión siguen los caminos marcados por Jesús de Nazaret para los escogidos. Imagino que el verse y compartir experiencias y proyectos les servirá a todos para renovar sus deseos y volver a sus casas fortificados en su fe.
El otro acto en el que he participado tiene unas dimensiones más modestas pero hubiera sido impensable hace unos años. Cerca de 100 personas, la mayoría mujeres, asistió a las Conferencias Presenciales de EFETA en Sevilla, unas siglas que responden a un portal de internet que ofrece un título superior privado, con duración de dos años en teología feminista. Entre las asistentes se graduaban cinco mujeres que ya habían terminado todos sus créditos. Algunas que proceden de países de América del Sur mandaron a sus amigas para que las representaran y recogieran su titulación.
Todo el grupo manifestaba su ilusión por estar realizando unos estudios que siempre habían soñado hacer y que las fortalecía como mujeres cristianas. Algunas comentaban que sus compañeras en países sudamericanos, donde la mujer sigue muy subordinada, estaban entusiasmadas por escuchar que tanto Dios como Jesús luchaban por las causas de las mujeres, que querían y las impulsaban a llevar a lo más alto las aptitudes con las que habían nacido. Sorprende que tras más de 2000 años estas cosas no se hayan oído antes pero ¡era tan cómodo que las mujeres fueran las criadas de todos! En ese todos meto también a los varones eclesiásticos, a los que especialmente les está costando cambiar de modelo.
domingo, 12 de octubre de 2008
"Las mujeres al servicio del Evangelio"
Benedicto XVI
Audiencia del miércoles, 14 de febrero de 2007
Convendrán conmigo en que el papa Benedicto XVI es poco sospechoso de heterodoxia y de ignorar la teología, la exégesis y la tradición... Si algo tiene nuestro papa es que es un hombre tremendamente culto, ¿no es así? Pues dedico este post a quienes se obstinan en aferrarse a viejas y medias "verdades" y renuncian a su razón que, como bien dice nuestro papa, siempre debe ir unida a la fe. Por supuesto, a él no se le ocurre repetir lo que siempre se dijo si la exégesis actual lo desmiente unánimemente.
YYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY
Queridos hermanos y hermanas:
Llegamos hoy al final de nuestro recorrido entre los testigos del cristianismo naciente, mencionados en los escritos del Nuevo Testamento. Y aprovechamos la última etapa de este primer recorrido para centrar nuestra atención en las muchas figuras femeninas que han desempeñado un efectivo y precioso papel en la difusión del Evangelio.
Su testimonio no puede ser olvidado, según lo que el mismo Jesús dijo sobre la mujer que le ungió la cabeza poco antes de la Pasión: «Yo os aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya» (Mateo 26, 13; Marcos 14, 9).
El Señor quiere que estos testigos del Evangelio, estas figuras que han dado su contribución para que creciera la fe en Él, sean conocidas y su memoria permanezca viva en la Iglesia. Históricamente podemos distinguir el papel de las mujeres en el cristianismo primitivo, durante la vida terrena de Jesús y durante las vicisitudes de la primera generación cristiana.
Ciertamente, como sabemos, Jesús escogió entre sus discípulos a doce hombres como padres del nuevo Israel, «para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar» (Marcos 3,14-l5). Este hecho es evidente, pero, además de los doce, columnas de la Iglesia, padres del nuevo Pueblo de Dios, fueron también escogidas muchas mujeres en el número de los discípulos.
Sólo puedo mencionar brevemente a aquellas que se encontraron en el camino del mismo Jesús, comenzando por la profetisa Ana (Cf. Lucas 2, 36-38) hasta llegar a la Samaritana (Cf. Juan 4,1-39), la mujer siro-fenicia (Cf. Marcos 7,24-30), la hemorroisa (Cf. Mateo 9,20-22) y la pecadora perdonada (Cf. Lucas 7, 36-50).
También mencionaré a las protagonistas de algunas de sus eficaces parábolas, por ejemplo, a la mujer que hace el pan (Mateo 13, 33), a la mujer que pierde la dracma (Lucas 15, 8-10), a la viuda inoportuna ante el juez (Lucas 18, 1-8).
Para nuestro argumento son más significativas las mujeres que desempeñaron un papel activo en el marco de la misión de Jesús. En primer lugar, el pensamiento se dirige naturalmente a la Virgen María, que con su fe y su obra maternal colaboró de manera única en nuestra Redención, hasta el punto de que Isabel pudo llamarla «bendita entre las mujeres» (Lucas 1, 42), añadiendo: «feliz la que ha creído» (Lucas 1, 45).
Convertida en discípula del Hijo, María manifestó en Caná la confianza total en él (Cf. Juan 2, 5) y le siguió hasta los pies de la Cruz, donde recibió de él una misión maternal para todos sus discípulos de todos los tiempos, representados por Juan (Cf. Juan 19, 25-27).
Hay, además, varias mujeres, que de diferentes maneras gravitaron en torno a la figura de Jesús con funciones de responsabilidad. Son ejemplo elocuente las mujeres que seguían a Jesús para servirle con sus bienes. Lucas nos ofrece algunos nombres: María de Magdala, Juana, Susana, y «otras muchas» (Cf. Lucas 8, 2-3). Después, los Evangelios nos dicen que las mujeres, a diferencia de los Doce, no abandonaron a Jesús en la hora de la Pasión (Cf. Mateo 27, 56.61; Marcos 15, 40). Entre ellas destaca en particular la Magdalena, que no sólo estuvo presente en la Pasión, sino que se convirtió también en la primera testigo y anunciadora del Resucitado (Cf. Juan 20,1.11-18). Precisamente a María de Magdala santo Tomás de Aquino dedica el singular calificativo de «apóstola de los apóstoles» («apostolorum apostola»), dedicándole un bello comentario: «Así como una mujer había anunciado al primer hombre palabras de muerte, así también una mujer fue la primera en anunciar a los apóstoles palabras de vida» («Super Ioannem», editorial Cai, § 2519).
También en el ámbito de la Iglesia primitiva la presencia femenina no es ni mucho menos secundaria. Es el caso de las cuatro hijas del «diácono» Felipe, cuyo nombre no es mencionado, residentes en Cesarea, dotadas todas ellas, como dice san Lucas, del «don de profecía», es decir, de la facultad de hablar públicamente bajo la acción del Espíritu Santo (Cf. Hechos, 21, 9). La brevedad de la noticia no permite sacar deducciones más precisas.
Debemos a san Pablo una documentación más amplia sobre la dignidad y el papel eclesial de la mujer. Comienza por el principio fundamental, según el cual, para los bautizados «ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer», «ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3, 28), es decir, unidos todos en la misma dignidad de fondo, aunque cada uno con funciones específicas (Cf. 1 Corintios 12,27-30).
El apóstol admite como algo normal el que en la comunidad cristiana la mujer pueda «profetizar» (1 Corintios 11, 5), es decir, pronunciarse abiertamente bajo la influencia del Espíritu Santo, a condición de que sea para la edificación de la comunidad y de una manera digna. Por tanto, hay que relativizar la famosa exhortación «las mujeres cállense en las asambleas» (1 Corintios 14, 34).
El problema, sumamente discutido, sobre la relación entre la primera frase -las mujeres pueden profetizar en la asamblea-, y la otra -no pueden hablar-, es decir, la relación entre estas dos indicaciones que aparentemente son contradictorias, se lo dejamos a los exegetas. No es algo que hay que discutir aquí. El miércoles pasado ya nos habíamos encontrado con Prisca o Priscila, esposa de Áquila, quien en dos casos es mencionada sorprendentemente antes del marido (Cf. Hechos 18,18; Romanos 16,3): ambos son calificados explícitamente por Pablo como sus «sun-ergoús», «colaboradores» (Romanos 16, 3).
Hay otras observaciones que no hay que descuidar. Es necesario constatar, por ejemplo, que la breve Carta a Filemón es dirigida por Pablo también a una mujer de nombre «Apfia» (Cf. Filemón 2). Traducciones latinas y sirias del texto griego añaden al nombre «Apfia» el calificativo de «soror carissima» (ibídem), y hay que decir que en la comunidad de Colosas debía ocupar un papel de importancia; en todo caso, es la única mujer mencionada por Pablo entre los destinatarios de una carta suya.
En otros pasajes, el apóstol menciona a una cierta «Febe», a la que llama «diákonos» de la Iglesia en Cencreas, la pequeña ciudad puerto al este de Corinto (Cf. Romanos 16,1-2). Si bien el título, en aquel tiempo, todavía no tenía un valor ministerial específico de carácter jerárquico, expresa un auténtico ejercicio de responsabilidad por parte de esta mujer a favor de esa comunidad cristiana.Pablo pide que sea recibida cordialmente y asistida «en cualquier cosa que necesite de vosotros», y después añade: «pues ella ha sido protectora de muchos, incluso de mí mismo». En el mismo contexto epistolar, el apóstol, con rasgos delicados recuerda otros nombres de mujeres: una cierta María, y después Trifena, Trifosa, y Pérside, «amada», así como a Julia, de las que escribe abiertamente que «se han fatigado por vosotros» o «se han fatigado en el Señor» (Romanos 16, 6.12a. 12b.15), subrayando de este modo su intenso compromiso eclesial.
En la Iglesia de Filipos se distinguían, además, dos mujeres de nombre Evodia y Síntique (Filipenses 4, 2): el llamamiento que Pablo hace a la concordia mutua da a entender que las dos mujeres desempeñaban una función importante dentro de esa comunidad.
En síntesis, la historia del cristianismo hubiera tenido un desarrollo muy diferente si no se hubiera dado la aportación generosa de muchas mujeres. Por este motivo, como escribió mi venerado y querido predecesor, Juan Pablo II, en la carta apostólica «Mulieris dignitatem», «La Iglesia da gracias por todas las mujeres y por cada una… La Iglesia expresa su agradecimiento por todas las manifestaciones del “genio” femenino aparecidas a lo largo de la historia, en medio de los pueblos y de las naciones; da gracias por todos los carismas que el Espíritu Santo otorga a las mujeres en la historia del Pueblo de Dios, por todas las victorias que debe a su fe, esperanza y caridad; manifiesta su gratitud por todos los frutos de santidad femenina» (n. 31).
Como se ve, el elogio se refiere a las mujeres en al transcurso de la historia de la Iglesia y es expresado en nombre de toda la comunidad eclesial. Nosotros también nos unimos a este aprecio, dando gracias al Señor porque Él conduce a su Iglesia, de generación en generación, sirviéndose indistintamente de hombres y mujeres, que saben hacer fecunda su fe y su bautismo para el bien de todo el Cuerpo eclesial para mayor gloria de Dios.
[© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
Nota: La negrita es mía.
Audiencia del miércoles, 14 de febrero de 2007
Convendrán conmigo en que el papa Benedicto XVI es poco sospechoso de heterodoxia y de ignorar la teología, la exégesis y la tradición... Si algo tiene nuestro papa es que es un hombre tremendamente culto, ¿no es así? Pues dedico este post a quienes se obstinan en aferrarse a viejas y medias "verdades" y renuncian a su razón que, como bien dice nuestro papa, siempre debe ir unida a la fe. Por supuesto, a él no se le ocurre repetir lo que siempre se dijo si la exégesis actual lo desmiente unánimemente.
YYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY
Queridos hermanos y hermanas:
Llegamos hoy al final de nuestro recorrido entre los testigos del cristianismo naciente, mencionados en los escritos del Nuevo Testamento. Y aprovechamos la última etapa de este primer recorrido para centrar nuestra atención en las muchas figuras femeninas que han desempeñado un efectivo y precioso papel en la difusión del Evangelio.
Su testimonio no puede ser olvidado, según lo que el mismo Jesús dijo sobre la mujer que le ungió la cabeza poco antes de la Pasión: «Yo os aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya» (Mateo 26, 13; Marcos 14, 9).
El Señor quiere que estos testigos del Evangelio, estas figuras que han dado su contribución para que creciera la fe en Él, sean conocidas y su memoria permanezca viva en la Iglesia. Históricamente podemos distinguir el papel de las mujeres en el cristianismo primitivo, durante la vida terrena de Jesús y durante las vicisitudes de la primera generación cristiana.
Ciertamente, como sabemos, Jesús escogió entre sus discípulos a doce hombres como padres del nuevo Israel, «para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar» (Marcos 3,14-l5). Este hecho es evidente, pero, además de los doce, columnas de la Iglesia, padres del nuevo Pueblo de Dios, fueron también escogidas muchas mujeres en el número de los discípulos.
Sólo puedo mencionar brevemente a aquellas que se encontraron en el camino del mismo Jesús, comenzando por la profetisa Ana (Cf. Lucas 2, 36-38) hasta llegar a la Samaritana (Cf. Juan 4,1-39), la mujer siro-fenicia (Cf. Marcos 7,24-30), la hemorroisa (Cf. Mateo 9,20-22) y la pecadora perdonada (Cf. Lucas 7, 36-50).
También mencionaré a las protagonistas de algunas de sus eficaces parábolas, por ejemplo, a la mujer que hace el pan (Mateo 13, 33), a la mujer que pierde la dracma (Lucas 15, 8-10), a la viuda inoportuna ante el juez (Lucas 18, 1-8).
Para nuestro argumento son más significativas las mujeres que desempeñaron un papel activo en el marco de la misión de Jesús. En primer lugar, el pensamiento se dirige naturalmente a la Virgen María, que con su fe y su obra maternal colaboró de manera única en nuestra Redención, hasta el punto de que Isabel pudo llamarla «bendita entre las mujeres» (Lucas 1, 42), añadiendo: «feliz la que ha creído» (Lucas 1, 45).
Convertida en discípula del Hijo, María manifestó en Caná la confianza total en él (Cf. Juan 2, 5) y le siguió hasta los pies de la Cruz, donde recibió de él una misión maternal para todos sus discípulos de todos los tiempos, representados por Juan (Cf. Juan 19, 25-27).
Hay, además, varias mujeres, que de diferentes maneras gravitaron en torno a la figura de Jesús con funciones de responsabilidad. Son ejemplo elocuente las mujeres que seguían a Jesús para servirle con sus bienes. Lucas nos ofrece algunos nombres: María de Magdala, Juana, Susana, y «otras muchas» (Cf. Lucas 8, 2-3). Después, los Evangelios nos dicen que las mujeres, a diferencia de los Doce, no abandonaron a Jesús en la hora de la Pasión (Cf. Mateo 27, 56.61; Marcos 15, 40). Entre ellas destaca en particular la Magdalena, que no sólo estuvo presente en la Pasión, sino que se convirtió también en la primera testigo y anunciadora del Resucitado (Cf. Juan 20,1.11-18). Precisamente a María de Magdala santo Tomás de Aquino dedica el singular calificativo de «apóstola de los apóstoles» («apostolorum apostola»), dedicándole un bello comentario: «Así como una mujer había anunciado al primer hombre palabras de muerte, así también una mujer fue la primera en anunciar a los apóstoles palabras de vida» («Super Ioannem», editorial Cai, § 2519).
También en el ámbito de la Iglesia primitiva la presencia femenina no es ni mucho menos secundaria. Es el caso de las cuatro hijas del «diácono» Felipe, cuyo nombre no es mencionado, residentes en Cesarea, dotadas todas ellas, como dice san Lucas, del «don de profecía», es decir, de la facultad de hablar públicamente bajo la acción del Espíritu Santo (Cf. Hechos, 21, 9). La brevedad de la noticia no permite sacar deducciones más precisas.
Debemos a san Pablo una documentación más amplia sobre la dignidad y el papel eclesial de la mujer. Comienza por el principio fundamental, según el cual, para los bautizados «ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer», «ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3, 28), es decir, unidos todos en la misma dignidad de fondo, aunque cada uno con funciones específicas (Cf. 1 Corintios 12,27-30).
El apóstol admite como algo normal el que en la comunidad cristiana la mujer pueda «profetizar» (1 Corintios 11, 5), es decir, pronunciarse abiertamente bajo la influencia del Espíritu Santo, a condición de que sea para la edificación de la comunidad y de una manera digna. Por tanto, hay que relativizar la famosa exhortación «las mujeres cállense en las asambleas» (1 Corintios 14, 34).
El problema, sumamente discutido, sobre la relación entre la primera frase -las mujeres pueden profetizar en la asamblea-, y la otra -no pueden hablar-, es decir, la relación entre estas dos indicaciones que aparentemente son contradictorias, se lo dejamos a los exegetas. No es algo que hay que discutir aquí. El miércoles pasado ya nos habíamos encontrado con Prisca o Priscila, esposa de Áquila, quien en dos casos es mencionada sorprendentemente antes del marido (Cf. Hechos 18,18; Romanos 16,3): ambos son calificados explícitamente por Pablo como sus «sun-ergoús», «colaboradores» (Romanos 16, 3).
Hay otras observaciones que no hay que descuidar. Es necesario constatar, por ejemplo, que la breve Carta a Filemón es dirigida por Pablo también a una mujer de nombre «Apfia» (Cf. Filemón 2). Traducciones latinas y sirias del texto griego añaden al nombre «Apfia» el calificativo de «soror carissima» (ibídem), y hay que decir que en la comunidad de Colosas debía ocupar un papel de importancia; en todo caso, es la única mujer mencionada por Pablo entre los destinatarios de una carta suya.
En otros pasajes, el apóstol menciona a una cierta «Febe», a la que llama «diákonos» de la Iglesia en Cencreas, la pequeña ciudad puerto al este de Corinto (Cf. Romanos 16,1-2). Si bien el título, en aquel tiempo, todavía no tenía un valor ministerial específico de carácter jerárquico, expresa un auténtico ejercicio de responsabilidad por parte de esta mujer a favor de esa comunidad cristiana.Pablo pide que sea recibida cordialmente y asistida «en cualquier cosa que necesite de vosotros», y después añade: «pues ella ha sido protectora de muchos, incluso de mí mismo». En el mismo contexto epistolar, el apóstol, con rasgos delicados recuerda otros nombres de mujeres: una cierta María, y después Trifena, Trifosa, y Pérside, «amada», así como a Julia, de las que escribe abiertamente que «se han fatigado por vosotros» o «se han fatigado en el Señor» (Romanos 16, 6.12a. 12b.15), subrayando de este modo su intenso compromiso eclesial.
En la Iglesia de Filipos se distinguían, además, dos mujeres de nombre Evodia y Síntique (Filipenses 4, 2): el llamamiento que Pablo hace a la concordia mutua da a entender que las dos mujeres desempeñaban una función importante dentro de esa comunidad.
En síntesis, la historia del cristianismo hubiera tenido un desarrollo muy diferente si no se hubiera dado la aportación generosa de muchas mujeres. Por este motivo, como escribió mi venerado y querido predecesor, Juan Pablo II, en la carta apostólica «Mulieris dignitatem», «La Iglesia da gracias por todas las mujeres y por cada una… La Iglesia expresa su agradecimiento por todas las manifestaciones del “genio” femenino aparecidas a lo largo de la historia, en medio de los pueblos y de las naciones; da gracias por todos los carismas que el Espíritu Santo otorga a las mujeres en la historia del Pueblo de Dios, por todas las victorias que debe a su fe, esperanza y caridad; manifiesta su gratitud por todos los frutos de santidad femenina» (n. 31).
Como se ve, el elogio se refiere a las mujeres en al transcurso de la historia de la Iglesia y es expresado en nombre de toda la comunidad eclesial. Nosotros también nos unimos a este aprecio, dando gracias al Señor porque Él conduce a su Iglesia, de generación en generación, sirviéndose indistintamente de hombres y mujeres, que saben hacer fecunda su fe y su bautismo para el bien de todo el Cuerpo eclesial para mayor gloria de Dios.
[© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
Nota: La negrita es mía.
sábado, 11 de octubre de 2008
¡Hasta pronto, Benalúa, y gracias!
Con una Eucaristía final y una merienda preparada por muchas participantes, concluimos ayer el curso bíblico que ha ocupado nuestro tiempo, nuestra atención y gran parte de los comentarios cotidianos de las mujeres, en las tiendas de Benalúa.
Fue una tarde, la última, un tanto "accidentada", con una pequeña pero poco agradable confrontación en torno a la figura de María Magdalena (ya decía yo hace unos días en este mismo blog que María sigue siendo una figura controvertida y que muchos varones de Iglesia se resisten a que pierda su fama de mujer pecadorísima...), con un corte de luz que nos oscureció misa y merienda, y con una inoportuna lipotimia que me dejó "fuera de combate" durante quince minutos... A pesar de estos inconvenientes, nada nos detuvo, y hablamos de los Hechos de los Apóstoles y de las cartas de Pablo, en sus líneas fundamentales, iluminadas por el fuego del Espíritu que, en cierto modo, también a nosotras nos abrasaba y nos urgía, como a los primeros cristianos en Pentecostés.
Hablamos de la extensión del Evangelio desde Jerusalén hasta los confines del mundo... Hablamos de los rasgos de los primeros cristianos: la valentía y la alegría profunda de la fe. Explicamos la dificultad que tuvieron los judeocristianos para aceptar y acoger a los paganos en la Iglesia, y recordamos las tribulaciones que sufrieron los apóstoles y Pablo en su misión.
Hablamos del Evangelio de Pablo: el evangelio de la fe, de la gracia, de la libertad y de la alegría. Y hablamos del resto del N.T. y de su final esperanzado y deseante de la venida del Señor: "¡Ven pronto!¡Ven, Señor Jesús!"
Tras la charla, hubo entrega de diplomas para las y los asistentes al curso (preparados por el concejal de cultura, Enrique), Eucaristía con renovación de promesas bautismales en la oscuridad de una noche alumbrada por el cirio pascual, y merienda a la luz de las velas.
En la Eucaristía, María (conocida en Benalúa como "la Mari, la ramona") leyó una oración de acción de gracias compuesta por ella, que reproduzco aquí, con pudor por lo que a mí me toca, pero uniéndome a su agradecimiento por esta semana hermosa que hemos compartido juntos.
Acción de gracias
Te damos gracias, Señor, por estas cinco tardes tan maravillosas que hemos pasado.
Han sido nada más diez horas, poquito tiempo, pero muy bien aprovechado.
Ese repaso de la Santa Biblia que con tanta gracia y saber nos ha dado Conchi, nuestra hermana paulina... El recorrido por Tierra Santa... ¡Yo creo que si vamos allí, no lo vemos mejor de lo que lo hemos visto, ni con mejor guía que ella!
Gracias, Señor, por tan buena discípula. Envía muchas discípulas como ella para que sigan llevando tu Evangelio por todo el mundo. Ha sido la primera vez, pero esperamos que no sea la última para poder tener otra convivencia tan bonita como ésta, con todos los pueblos cercanos. Gracias por acompañarnos y compartir con nosotros esta rica experiencia.
Lidia, gracias por acordarte de nosotros. El Señor esté siempre contigo; que sigas los pasos de tan buena “maestra” como tienes.
Gracias a nuestro párroco, D. José Luis, por acompañarnos todas las tardes celebrando la Eucaristía y preparando esas meriendillas para todos.
Virgen Santísima, acompáñanos siempre. Sé nuestro faro, guía e intercede ante tu hijo, Jesús, para que envíe el Espíritu Santo y derrame sus dones sobre todos nosotros. AMÉN
Mari Martínez
(Publicado por Lidia Troya)
Fue una tarde, la última, un tanto "accidentada", con una pequeña pero poco agradable confrontación en torno a la figura de María Magdalena (ya decía yo hace unos días en este mismo blog que María sigue siendo una figura controvertida y que muchos varones de Iglesia se resisten a que pierda su fama de mujer pecadorísima...), con un corte de luz que nos oscureció misa y merienda, y con una inoportuna lipotimia que me dejó "fuera de combate" durante quince minutos... A pesar de estos inconvenientes, nada nos detuvo, y hablamos de los Hechos de los Apóstoles y de las cartas de Pablo, en sus líneas fundamentales, iluminadas por el fuego del Espíritu que, en cierto modo, también a nosotras nos abrasaba y nos urgía, como a los primeros cristianos en Pentecostés.
Hablamos de la extensión del Evangelio desde Jerusalén hasta los confines del mundo... Hablamos de los rasgos de los primeros cristianos: la valentía y la alegría profunda de la fe. Explicamos la dificultad que tuvieron los judeocristianos para aceptar y acoger a los paganos en la Iglesia, y recordamos las tribulaciones que sufrieron los apóstoles y Pablo en su misión.
Hablamos del Evangelio de Pablo: el evangelio de la fe, de la gracia, de la libertad y de la alegría. Y hablamos del resto del N.T. y de su final esperanzado y deseante de la venida del Señor: "¡Ven pronto!¡Ven, Señor Jesús!"
Tras la charla, hubo entrega de diplomas para las y los asistentes al curso (preparados por el concejal de cultura, Enrique), Eucaristía con renovación de promesas bautismales en la oscuridad de una noche alumbrada por el cirio pascual, y merienda a la luz de las velas.
En la Eucaristía, María (conocida en Benalúa como "la Mari, la ramona") leyó una oración de acción de gracias compuesta por ella, que reproduzco aquí, con pudor por lo que a mí me toca, pero uniéndome a su agradecimiento por esta semana hermosa que hemos compartido juntos.
(Mari es la segunda por la derecha) |
Acción de gracias
Te damos gracias, Señor, por estas cinco tardes tan maravillosas que hemos pasado.
Han sido nada más diez horas, poquito tiempo, pero muy bien aprovechado.
Ese repaso de la Santa Biblia que con tanta gracia y saber nos ha dado Conchi, nuestra hermana paulina... El recorrido por Tierra Santa... ¡Yo creo que si vamos allí, no lo vemos mejor de lo que lo hemos visto, ni con mejor guía que ella!
Gracias, Señor, por tan buena discípula. Envía muchas discípulas como ella para que sigan llevando tu Evangelio por todo el mundo. Ha sido la primera vez, pero esperamos que no sea la última para poder tener otra convivencia tan bonita como ésta, con todos los pueblos cercanos. Gracias por acompañarnos y compartir con nosotros esta rica experiencia.
Lidia, gracias por acordarte de nosotros. El Señor esté siempre contigo; que sigas los pasos de tan buena “maestra” como tienes.
Gracias a nuestro párroco, D. José Luis, por acompañarnos todas las tardes celebrando la Eucaristía y preparando esas meriendillas para todos.
Virgen Santísima, acompáñanos siempre. Sé nuestro faro, guía e intercede ante tu hijo, Jesús, para que envíe el Espíritu Santo y derrame sus dones sobre todos nosotros. AMÉN
Mari Martínez
(Publicado por Lidia Troya)
jueves, 9 de octubre de 2008
Peregrinación virtual a Tierra Santa
La sesión de ayer fue un recorrido por los lugares en los que transcurrió la vida de Jesús, desde su Encarnación hasta su ascensión.
Hasta el último momento dudé entre proyectar las fotografías que hice en mi peregrinación del año 2006 y los power point que había preparado para los cursos bíblicos anuales que imparto, antes de mi visita a Israel. Finalmente, me decidí por los power point, realizados con fotos escaneadas y recogidas de internet. Por lo demás, mis fotos podréis encontrarlas aquí, en mis álbumes picasa, en próximos días, y ya se pueden ver en la web http://www.discipulasdm.org/.
"La cosa empezó en Galilea" y allí, en Nazaret, visitamos la Basílica de la Anunciación, el único lugar en el que podemos leer: "El Verbo se hizo carne AQUÍ", gracias al consentimiento de María.
Desde Nazaret, nos dirigimos, como hizo la adolescente María, a visitar Eim Karem, el lugar donde vivían su prima Isabel y Zacarías, que ya esperaban un hijo tras la esterilidad que habían sufrido largos años.
De ese "lugar de las montañas", nos dirigimos a Belén, el pueblo del rey David, donde, desde antiguo, los profetas habían anunciado que nacería el Mesías. Y allí, tal y como nos indica el evangelista Lucas, nació Jesús. La basílica de la Natividad tiene una entrada llamativa: una puerta muy pequeña por la que sólo puedes entrar si te agachas, como diciendo que El Misterio de la Encarnación sólo se puede acoger si uno se hace como un niño.
Y de Belén, de nuevo a Nazaret, donde Jesús vivió la mayor parte de su vida en el anonimato más total, bajo la autoridad de sus padres.
Unos treinta años después, Jesús sale de su pueblo y comienza a enseñar y a curar entre la gente de Galilea, de Judea y de los alrededores. El Jordán es su punto de partida, donde recibe el bautismo de manos de Juan Bautista, y escucha la voz del Padre que le dice: Éste es mi hijo amado. Tras el bautismo, los lugares de la tentación: el monte de la cuarentena y el pináculo del templo, en Jerusalén.
Y, por fin, Cafarnaúm, donde, según Marcos, Jesús llama a sus primeros discípulos y comienza a enseñar con autoridad, a curar y a expulsar demonios. Allí tenía su casa, la casa de Pedro, de la que se conservan las ruinas en la antigua ciudad. Según Juan, es Caná el lugar donde Jesús comenzó sus signos, y allí nos traladamos también.
Y así subimos con Jesús a Jerusalén: las siete puertas de la ciudad, el monte de los olivos, la capilla del Dominus flevit, la Basílica de las Naciones, la iglesia del Padre Nuestro, la explanada del templo, el litóstrotos y la Basílica del Santo Sepulcro. Todo, como si hubiéramos subido con Él, como si hubiéramos estado allí, como si hubiéramos pisado el mismo suelo que pisó el Señor.
La gente escuchaba y miraba atenta e incluso entusiasmada. La voz corrió y el número de asistentes fue en aumento, de tal manera que ayer estuvimos más de cien, porque se nos unieron hermanos y hermanas de Deifontes, entre los que se encontraba el vicario de los Montes Orientales, Francisco Javier.
A pesar del grupo tan numeroso, hay un clima de mucha familiaridad, cercanía y simpatía. Pasamos una horas divertidas, dentro de la "seriedad" del estudio que nos ocupa. Pero en la Palabra de Dios hay también mucho humor, y mi intento es que ninguno de los que escuchan se "desenganche", o se pierda porque no entiende, o se duerma de puro aburrimiento. Por eso procuro que en mis cursos la gente se lo pase bien. El humor no está reñido con la profundidad y el respeto a lo sagrado. Incluso hay alguna alumna de mis cursos de Madrid que me dice que viene a los cursos por "el buen rato que pasa, y lo que se ríe"... ¡Bienvenida sea, sea cual sea la motivación! El caso es que, estando allí, puede que alguna Palabra la alcance y la ayude a vivir.
martes, 7 de octubre de 2008
Lo que Dios hace
Estoy en la parroquia de la Encarnación, en Benalúa de las Villas.
Hemos rezado Laudes y nos hemos dispuesto a orar una hora con el evangelio del próximo domingo (Mt 22,1-14), pero hace más de treinta minutos que han llegado un arquitecto, su ayudante y el párroco, y no dejan de hablar y hacer ruido continuamente, probablemente proyectando futuras obras en el templo.
Mientras tanto, hubiera querido presentar ante el Señor a todos y cada uno de los asistentes al curso: ayer fueron unos noventa los presentes. En los cinco años que llevo dedicándome plenamente a la pastoral bíblica, nunca había visto una respuesta tan entusiasta. Te buscan, Señor. Tu pueblo tiene hambre y sed de tu Palabra. Para mí, esto es un signo que me habla a voces. Signos como éste deberían interpelar a toda la Iglesia y a sus "pastores" (obispos, sacerdotes, religiosos/as y agentes de pastoral).
Desde el día 5 al 18 de este mes se está celebrando el Sínodo de Obispos sobre la "Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia". Es providencial la coincidencia de este sínodo con nuestro curso. Me dice que lo que estamos haciendo es cosa de Dios, que Él lo quiere, y quiere que sigamos por este camino, que es el camino de la Iglesia.
Hace años, encontrándome con otra hermana, solas las dos, atendiendo una casa de religiosos y sacerdotes, principalmente ancianos y enfermos, cuando iba a rezar a la capilla vacía y exponía el Santísimo para mi hora y media de adoración, "soñaba" que un día daría el pan de la Eucaristía y de la Palabra a mucha gente. No sé explicar de qué manera me invadía la certeza de que algún día estaría junto a una gran asamblea, orando con la Palabra de Dios, animando su oración o explicando la Palabra.
Han pasado diez años, y lo que voy viendo con asombro es que aquello no era una imaginación mía, sino que, sin que yo sepa cómo, se va haciendo. En esta ocasión, Dios me ha traído aquí a través de la mediación de una amistad que también surgió "por casualidad" (= clarísimo deseo expreso de Dios y Providencia suya), y que está trayendo muchas cosas buenas, como la de este curso. Se trata de la amistad de Lidia y de su familia, que siempre me ha acogido con alegría y generosidad, como si fuera la mía, y que ha posibilitado que se realice este curso, en el que participa gente de cuatro pueblos (Benalúa de las Villas, Montillana, Campotejar y Colomera). Doy gracias al Señor por esta Providencia suya.
En las zonas rurales hay muy poca gente formada que quiera "perderse" por esos caminos para llevar la Palabra. Pero yo, que tengo vocación de "monja callejera" estilo Santa Teresa (salvando, claro está, el abismo de santidad que nos separa), iría con nuestro viejo citroén-saxo "hasta los confines del mundo"... Sé que estoy hecha para eso. Y me compensa ver, con asombro, lo que Dios hace en las personas más humildes.
A veces temo que la Palabra sea de difícil comprensión para hombres y mujeres sencillos. Pero Dios me demuestra que es verdad lo que dijo Jesús: que Él revela sus cosas a la gente humilde, mientras que los sabios, entendidos y altaneros permanecen impermeables a su Palabra.
Ayer pasamos la tarde conociendo y contemplando figuras de grandes creyentes bíblicos que tienen mucho que enseñarnos (Moisés, Gedeón, Gefté, Samuel y David), historias como las de Rut y Job, y poemas preciosos como El Cantar de los Cantares.
En el grupo hay nueras y suegras, matrimonios, gente que ha experimentado grandes sufrimientos como Job, gente que se siente incapaz y débil... pero dichosa por sentirse predilecta de Dios. Irremediablemente, sentimos que la historia de esos personajes es nuestra historia, y que Dios quiere hacer con nosotros algo parecido a lo que hace con ellos.
Hemos rezado Laudes y nos hemos dispuesto a orar una hora con el evangelio del próximo domingo (Mt 22,1-14), pero hace más de treinta minutos que han llegado un arquitecto, su ayudante y el párroco, y no dejan de hablar y hacer ruido continuamente, probablemente proyectando futuras obras en el templo.
Mientras tanto, hubiera querido presentar ante el Señor a todos y cada uno de los asistentes al curso: ayer fueron unos noventa los presentes. En los cinco años que llevo dedicándome plenamente a la pastoral bíblica, nunca había visto una respuesta tan entusiasta. Te buscan, Señor. Tu pueblo tiene hambre y sed de tu Palabra. Para mí, esto es un signo que me habla a voces. Signos como éste deberían interpelar a toda la Iglesia y a sus "pastores" (obispos, sacerdotes, religiosos/as y agentes de pastoral).
Desde el día 5 al 18 de este mes se está celebrando el Sínodo de Obispos sobre la "Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia". Es providencial la coincidencia de este sínodo con nuestro curso. Me dice que lo que estamos haciendo es cosa de Dios, que Él lo quiere, y quiere que sigamos por este camino, que es el camino de la Iglesia.
Hace años, encontrándome con otra hermana, solas las dos, atendiendo una casa de religiosos y sacerdotes, principalmente ancianos y enfermos, cuando iba a rezar a la capilla vacía y exponía el Santísimo para mi hora y media de adoración, "soñaba" que un día daría el pan de la Eucaristía y de la Palabra a mucha gente. No sé explicar de qué manera me invadía la certeza de que algún día estaría junto a una gran asamblea, orando con la Palabra de Dios, animando su oración o explicando la Palabra.
Han pasado diez años, y lo que voy viendo con asombro es que aquello no era una imaginación mía, sino que, sin que yo sepa cómo, se va haciendo. En esta ocasión, Dios me ha traído aquí a través de la mediación de una amistad que también surgió "por casualidad" (= clarísimo deseo expreso de Dios y Providencia suya), y que está trayendo muchas cosas buenas, como la de este curso. Se trata de la amistad de Lidia y de su familia, que siempre me ha acogido con alegría y generosidad, como si fuera la mía, y que ha posibilitado que se realice este curso, en el que participa gente de cuatro pueblos (Benalúa de las Villas, Montillana, Campotejar y Colomera). Doy gracias al Señor por esta Providencia suya.
En las zonas rurales hay muy poca gente formada que quiera "perderse" por esos caminos para llevar la Palabra. Pero yo, que tengo vocación de "monja callejera" estilo Santa Teresa (salvando, claro está, el abismo de santidad que nos separa), iría con nuestro viejo citroén-saxo "hasta los confines del mundo"... Sé que estoy hecha para eso. Y me compensa ver, con asombro, lo que Dios hace en las personas más humildes.
A veces temo que la Palabra sea de difícil comprensión para hombres y mujeres sencillos. Pero Dios me demuestra que es verdad lo que dijo Jesús: que Él revela sus cosas a la gente humilde, mientras que los sabios, entendidos y altaneros permanecen impermeables a su Palabra.
Ayer pasamos la tarde conociendo y contemplando figuras de grandes creyentes bíblicos que tienen mucho que enseñarnos (Moisés, Gedeón, Gefté, Samuel y David), historias como las de Rut y Job, y poemas preciosos como El Cantar de los Cantares.
En el grupo hay nueras y suegras, matrimonios, gente que ha experimentado grandes sufrimientos como Job, gente que se siente incapaz y débil... pero dichosa por sentirse predilecta de Dios. Irremediablemente, sentimos que la historia de esos personajes es nuestra historia, y que Dios quiere hacer con nosotros algo parecido a lo que hace con ellos.
lunes, 6 de octubre de 2008
Curso de introducción a la Biblia en Benalúa de las Villas
En los últimos días hubiera querido escribir sobre varios acontecimientos significativos para mí y para la Familia Paulina: los cursos de formación permanente de septiembre, sobre el "tema estrella" del año, San Pablo, y el retiro del mes que nos prepara a la fiesta de Jesús Maestro, celebrado el pasado sábado, día 4. Pero de estas cosas hablaré otro día.
Hoy estoy en Benalúa de las Villas, un pueblecito de Granada.
El día ha sido muy intenso.
Hoy estoy en Benalúa de las Villas, un pueblecito de Granada.
El día ha sido muy intenso.
Esta mañana salimos pronto Lidia y yo hacia Benalúa. Lidia es natural de aquí, y había pasado un par de semanas en nuestra comunidad de Toledo a la que, si Dios quiere, se incorporará en meses próximos. Cuando veníamos de camino, rezando Laudes, me sentí como los discípulos del evangelio, enviados por Jesús de dos en dos a preparar los lugares a donde pensaba ir Él (Lc 10,1).
Sí, venía enviada por Jesús y llamada a anunciar su Palabra, que es para lo que vivo y para lo que deseo gastar toda mi vida. El párroco, José Luis, me había pedido hace meses un curso de introducción a la Biblia y, finalmente, hemos podido concretar la fecha: del 6 al 10 de octubre.
Durante mi estancia en Benalúa, me hospedo en casa de Lidia, donde siempre experimento la excepcional hospitalidad de sus padres, Encarni y Luis, y el cariño de toda su familia. Este calor humano y cercanía cristiana me ayudan en mi tarea evangelizadora, así como la colaboración de Lidia en la preparación de materiales. Esta situación me hace experimentar de cerca algo de lo que los apóstoles de la primera iglesia experimentaron en sus correrías apostólicas, tal y como lo leemos en los apasionantes relatos del libro de los Hechos de los Apóstoles. Incluso Lidia tiene "su réplica" en el libro de los Hechos: la famosa Lidia, vendedora de púrpura, que dio hospitalidad a Pablo en Filipos(Hch 16,11-15.40) y en cuya casa se reunían los hermanos.
El curso ha comenzado puntualmente a las 5 de la tarde. Me ha sorprendido el interés y la respuesta tan numerosa a la invitación del párroco, José Luis, a participar en el curso. También Encarni ha contribuido a una eficaz publicidad del mismo, repartiendo carteles en lugares concurridos de la localidad. Al menos 77 han sido los asistentes.
En la sesión de esta tarde hemos tratado de responder a las siguientes preguntas:
¿Qué es la Biblia?
¿Cuántos libros la componen?
¿Cómo se escribió?
¿Quién la escribió?
¿Cuándo se escribió?
¿Dónde se escribió?
¿Por qué se escribió?
¿Qué es el canon de la Escritura?
¿Qué son los géneros literarios?
A continuación, hemos comenzado a esbozar un recorrido por la historia de la salvación, desde Abrahán hasta Jesús. Las dos horas de la tarde han transcurrido rápidamente. Cuando hablo de la Biblia, se me para el tiempo. Los protagonistas de la segunda parte de la tarde han sido Abrahán, Sara y el Dios de la promesa y la bendición, el Dios para el que nada, absolutamente nada, es imposible.
¿Cuántos libros la componen?
¿Cómo se escribió?
¿Quién la escribió?
¿Cuándo se escribió?
¿Dónde se escribió?
¿Por qué se escribió?
¿Qué es el canon de la Escritura?
¿Qué son los géneros literarios?
A continuación, hemos comenzado a esbozar un recorrido por la historia de la salvación, desde Abrahán hasta Jesús. Las dos horas de la tarde han transcurrido rápidamente. Cuando hablo de la Biblia, se me para el tiempo. Los protagonistas de la segunda parte de la tarde han sido Abrahán, Sara y el Dios de la promesa y la bendición, el Dios para el que nada, absolutamente nada, es imposible.
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