Me doy cuenta de que hace casi un mes que no escribo en mi blog. ¡Qué abandono!
Ha sido un mes intenso, muy intenso, lleno de experiencias nuevas y estimulantes. Entre ellas, la animación de unos talleres bíblicos para junioras y juniores en unas jornadas formativas organizadas por los claretianos. En otra ocasión, os hablaré de ellas.
En estos días estoy participando, junto a otras tres hermanas y a una joven amiga, en la XXXVII Semana Nacional de Vida Consagrada. El tema: "En la Escuela de la Palabra". Mañana seguiré contándoos, que ya no son horas... Sobre todo, porque anoche estuve recibiendo unas lecciones aceleradas del programita windows movie maker para preparar la siguiente felicitación pascual (y otros trabajillos pendientes), y terminé a las cuatro de la madrugada... En realidad, no es tanto una felicitación cuanto una "minicrónica" visual de la Pascua de mi comunidad de Toledo, tal y como la vivimos en la parroquia de Santa Teresa. Celebraciones intensas y muy cuidadas en todos sus detalles.
¡Que la disfrutéis! ¡Hasta mañana!
Nota para "piratas": Lo hemos colgado también en youtoube. Permite ver la imagen con un tamaño mayor y bajarse videos con un programa adecuado (ares toube).
http://www.youtube.com/watch?v=W9oH5l8B35o
martes, 25 de marzo de 2008
lunes, 24 de marzo de 2008
¡Alegraos! ¡No tengáis miedo!
Lunes, I Semana de Pascua
En oración con Mateo 28,8-15
Y Oración inicial, para disponer el corazón: Miro que me miras
Miro que me miras, con tus ojos abiertos,
los que son diez mil veces más luminosos que el sol (Eclo 23,19),
los que saben mirar porque saben amar,
los que miraron a Leví, haciéndole nacer de nuevo (cf. Mc 2,14),
los que miraron a la mujer encorvada
y pusieron en pie su vida (cf. Lc 13,12),
los que, compadecidos, sanaron las enfermedades de la multitud
y su falta de sentido y de esperanza (cf. Mt 14,14; Mc 6,34)...
Miro que me miras,
tan necesitada de luz como estoy,
tan cansada y desorientada, como una oveja sin pastor (cf. Mc 6,34),
y te doy gracias de corazón por poder estar aquí, ante Ti, Señor Jesús,
Re-creador de todos los seres,
Vivificador de todos los desalentados,
Sanador de todos los heridos,
Maestro de todos los que ansían escuchar Palabras de Vida Eterna (cf. Jn 6, 68).
W Leo atentamente y con actitud de escucha orante Mt 28,8-15
Y Medito...
¡Alegraos! ¡No tengáis miedo!
Quizá es el miedo la única causa de todas nuestras desdichas:
miedo a no ser aceptados y amados como somos,
miedo a ser abandonados y a encontrarnos solos,
miedo al fracaso, al paro, a la penuria económica,
miedo al propio futuro, al de nuestros hijos o al de aquellos a quienes amamos,
miedo a la enfermedad, a la jubilación, al envejecimiento y, en definitiva, a la muerte.
No he conocido a nadie libre de miedos. Incluso las personas más libres y valientes se ven sacudidas por el miedo al sufrimiento de aquellos a quienes aman.
Pero el Resucitado nos sale hoy al encuentro, como a María Magdalena y a la otra María, y nos dice:
"¡Alegraos! ¡No tengáis miedo!
¡La muerte está vencida y también su aguijón, que son todas las cosas, pequeñas o grandes, que te afligen y ensombrecen tu vida!
¡No tengas miedo! ¡Puedes vencer en tus luchas contra el pecado y las sombras porque yo he vencido a la muerte y estoy contigo, todos los días, hasta el fin de los tiempos!
Cuando sientas que las sombras te envuelven o te presentan batalla, cógete de mi mano y lucha conmigo, vence conmigo, silencia tus miedos conmigo, somete, bajo tus pies, a todos tus enemigos, puesto que yo he sometido a la muerte, el mayor de los enemigos.
¡Y alégrate! Tienes razones para la alegría.
La resurrección es la Buena Noticia que despierta, para siempre, la esperanza".
En oración con Mateo 28,8-15
Y Oración inicial, para disponer el corazón: Miro que me miras
Miro que me miras, con tus ojos abiertos,
los que son diez mil veces más luminosos que el sol (Eclo 23,19),
los que saben mirar porque saben amar,
los que miraron a Leví, haciéndole nacer de nuevo (cf. Mc 2,14),
los que miraron a la mujer encorvada
y pusieron en pie su vida (cf. Lc 13,12),
los que, compadecidos, sanaron las enfermedades de la multitud
y su falta de sentido y de esperanza (cf. Mt 14,14; Mc 6,34)...
Miro que me miras,
tan necesitada de luz como estoy,
tan cansada y desorientada, como una oveja sin pastor (cf. Mc 6,34),
y te doy gracias de corazón por poder estar aquí, ante Ti, Señor Jesús,
Re-creador de todos los seres,
Vivificador de todos los desalentados,
Sanador de todos los heridos,
Maestro de todos los que ansían escuchar Palabras de Vida Eterna (cf. Jn 6, 68).
W Leo atentamente y con actitud de escucha orante Mt 28,8-15
Y Medito...
¡Alegraos! ¡No tengáis miedo!
Quizá es el miedo la única causa de todas nuestras desdichas:
miedo a no ser aceptados y amados como somos,
miedo a ser abandonados y a encontrarnos solos,
miedo al fracaso, al paro, a la penuria económica,
miedo al propio futuro, al de nuestros hijos o al de aquellos a quienes amamos,
miedo a la enfermedad, a la jubilación, al envejecimiento y, en definitiva, a la muerte.
No he conocido a nadie libre de miedos. Incluso las personas más libres y valientes se ven sacudidas por el miedo al sufrimiento de aquellos a quienes aman.
Pero el Resucitado nos sale hoy al encuentro, como a María Magdalena y a la otra María, y nos dice:
"¡Alegraos! ¡No tengáis miedo!
¡La muerte está vencida y también su aguijón, que son todas las cosas, pequeñas o grandes, que te afligen y ensombrecen tu vida!
¡No tengas miedo! ¡Puedes vencer en tus luchas contra el pecado y las sombras porque yo he vencido a la muerte y estoy contigo, todos los días, hasta el fin de los tiempos!
Cuando sientas que las sombras te envuelven o te presentan batalla, cógete de mi mano y lucha conmigo, vence conmigo, silencia tus miedos conmigo, somete, bajo tus pies, a todos tus enemigos, puesto que yo he sometido a la muerte, el mayor de los enemigos.
¡Y alégrate! Tienes razones para la alegría.
La resurrección es la Buena Noticia que despierta, para siempre, la esperanza".
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