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miércoles, 26 de marzo de 2014

"El que me come vivirá por mí"

Lectio divina de Juan 6,41-59

41Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo
42Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo
43 Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros.
44«Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.
45Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
46No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre.
47En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.
48Yo soy el pan de la vida.
49Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.
51aYo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre;
51by el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»
52Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»

53Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí,  y yo en él.
57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.
58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»         
59Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.
CUANDO LEAS

- Haz memoria del contexto pascual en el que se encuentra nuestro evangelio: Juan 6, con los relatos de la multiplicación de los panes, Jesús caminando por el mar, y el diálogo de Jesús con la gente, a orillas del mar, sobre el maná del desierto, a partir del salmo 78,24: “Les dio a comer pan del cielo”.
Jesús hace, entonces, una relectura de ese versículo y se aplica a sí mismo las tres características del maná: Lo da el Padre, ha bajado del cielo y da la vida al mundo (v.33).
A partir de aquí, comienza el discurso de Jesús en el que se revela a sí mismo como “Yo soy el pan de vida… he bajado del cielo” (vv.35.38). Y la voluntad de Dios es que creamos en su Hijo y tengamos vida eterna (v.40). Es la finalidad del evangelio de Juan, según su primer epílogo: el evangelio ha sido escrito “para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su  nombre” (Jn 21,30).
- En nuestro evangelio de hoy, retomamos el discurso en el v.41. La reacción de los judíos ante las palabras de Jesús es la murmuración, el escándalo, la incredulidad; una murmuración que, en contexto pascual, evoca la murmuración del pueblo en el desierto por la falta de alimento (Éx 16,2.7.8.12). En esta ocasión murmuran porque no pueden aceptar la encarnación. ¿Cómo puede decir que desciende del cielo aquel galileo cuyo padre y madre conocemos? Los sinópticos refieren también este escándalo, referido a los paisanos de Jesús en Nazaret: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María…?” (Mc 6,1-6). Y dice Marcos que no pudo hacer allí ningún milagro por su falta de fe.
- Jesús les pide que no murmuren. La actitud ante Jesús ha de ser venir a él y creer en él (vv. 44.45.47), expresiones que son equivalentes. Podemos venir a Jesús porque el Padre nos atrae a él. Citando a Is 54,13, Dios mismo nos enseña a ir a Jesús. Quien escucha a Dios y aprende de Él, va a Jesús, imagen de Dios invisible (Jn 12,45; 14,7-9; Col 1,15). Como apunta el relato de la transfiguración, el Padre tira de nosotros hacia Jesús, a escucharlo y creer en él: “Éste es mi Hijo amado, escuchadlo” (Mc 9,7).
- El que cree, tiene vida eterna (v.47), una vida abundante que comienza ya en el presente y que se prolongará en la vida de resucitados. La vida eterna, según Jn 17,3, es conocer al Padre y a su enviado, Jesucristo. Conocer al Padre y al Hijo es amar  (1 Jn 4,7), permanecer en él por el amor (1 Jn 4,12.16), vivir como vivió Jesús (1Jn 2,6), vivir nuestra filiación divina, que es nuestra identidad más profunda (1Jn 3,1).
- En esta primera parte del discurso, Jesús como pan de vida (vv.35.48) que sacia el hambre y la sed de quien cree en él (v.35) evoca la Sabiduría del A.T. Allí se habla de comer el banquete de la Sabiduría (Prov 9,5s; Sir 24,18-25; Is 55,1-5), el pan de inteligencia (Eclo 15,3). E incluso se habla de comer el rollo de la Palabra (Ez 3,3). Jesús es la Palabra-Sabiduría del Padre hecha carne para que comamos-creamos en ella.
- En la segunda parte del discurso (vv.51b-58), los términos claves son dar (entregar), carne, comer (masticar) y beber. Hay una clara alusión a la Eucaristía y a la muerte de Jesús, a Jesús que se entrega a sí mismo por la vida del mundo (1 Cor 11,24; Lc 22,19 y paralelos).
- La invitación de Jesús a comer su “carne” (sarx, no soma-cuerpo, para subrayar la verdadera encarnación) provoca, no solo la murmuración de los judíos, sino una discusión en torno a cómo puede ser esto. Jesús responde, hablando con autoridad (“amén, amén”): hay que comer (masticar) su carne y beber su sangre para tener vida en nosotros; hay que entrar en comunión con su persona, hacerse uno con él, como él es uno con el Padre. Al participar de la eucaristía, permanecemos en él como el sarmiento está unido a la vid (Jn 15,4-7). Lo mismo que Jesús vive por el Padre, al que Juan llama “el que vive”, “el que tiene la vida”, la fuente de la vida (cf.5,26), así también quien “come” a Jesús tendrá su misma vida (v.57)

CUANDO MEDITES

1. Los judíos murmuraban… Se escandalizaban de Jesús… Discutían cómo puede darnos a comer su carne… Jesús pide que creamos en Él, que nos alimentemos de él, que permanezcamos en él, que vivamos como vivió él, con sus actitudes, sus preferencias, su fe en el Padre… ¿Puedes decir que permaneces en Jesús y que Él vive en ti (cf. Gál 2,20)?
2. Fíjate en las veces que aparece el término vida. ¿De qué vida habla Jesús? ¿Cómo sientes que participas tú, en el presente, de esa vida abundante de Dios?
3. Jesús es Palabra-Sabiduría. ¿Escuchas a Jesús? ¿Es él tu único Maestro?...  Jesús es Pan-Eucaristía. Es pan tomado, bendecido, partido y entregado para la vida del mundo… ¿Reconoces que tu vida es, como la suya, pan que se parte y se entrega a los demás? ¿Vives las celebraciones eucarísticas con el deseo de que Jesús te transforme en aquello que recibes?
CUANDO ORES

- Da gracias a Jesús por ser el pan que se entrega para la vida del mundo…, por ser tu alimento en  la Palabra, en la Eucaristía y en su continua presencia en los otros, en el mundo, en la historia…
- Pídele que te transforme en aquello que recibes para que puedas ser, también tú, pan para otros…
- Puedes terminar rezando el siguiente poema-oración de Pedro Casaldáliga: Eucaristía
Mis manos, esas manos y Tus manos
hacemos este gesto, compartida
la mesa y el destino, como hermanos.
Las vidas en Tu Muerte y en Tu Vida.
Unidos en el pan los muchos granos,
iremos aprendiendo a ser la unida
Ciudad de Dios, Ciudad de los Humanos.
Comiéndote sabremos ser comida.

El vino de sus venas nos provoca.
El pan que ellos no tienen nos convoca
a ser Contigo el pan de cada día.

Llamados por la luz de Tu Memoria,
marchamos hacia el Reino haciendo historia,

fraterna y subversiva Eucaristía. 
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Lectio divina preparada por Conchi López, pddm (Equipo de animación de San Francisco de Borja, Madrid)

martes, 18 de marzo de 2014

Danos siempre de ese pan

Lectio divina de Juan 6,22-40

22A la mañana siguiente la gente que se había quedado en la otra orilla vio que allí no había más que un bote, siendo así que los discípulos se habían ido solos y Jesús no se había ido con ellos. 23Desde Tiberíades llegaron otras barcas cerca del lugar donde el Señor dio gracias y ellos comieron el pan. 24Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron en los botes y se dirigieron a Cafarnaún en busca de Jesús. 25 Lo encontraron a la otra orilla del lago y le preguntaron: -Rabí, ¿cuándo llegaste aquí? 26Jesús les respondió: -Os aseguro que me buscáis, no por las señales que habéis visto, sino porque os habéis hartado de pan. 27Trabajad no por un sustento que perece, sino por un sustento que dura y da vida eterna; el que os dará este Hombre. En él Dios Padre ha puesto su sello.
28 Le preguntaron: -¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios? 29 Jesús les contestó: -La obra de Dios consiste en que creáis a aquél que él envió.
 30Le dijeron: -¿Qué señal haces para que veamos y creamos? ¿En qué trabajas? 31Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo. 32 Les respondió Jesús: -Os lo aseguro, no fue Moisés quien os dio pan del cielo; es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. 33 El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
 34 Le dijeron: -Señor, danos siempre de ese pan. 35 Jesús les contestó: -Yo soy el pan de la vida: el que acude a mí no pasará hambre, el que cree en mí no pasará nunca sed. 36 Pero ya os dije que, aunque [me] habéis visto, no creéis. 37 Los que el Padre me ha confiado vendrán a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera; 38 porque no bajé del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y ésta es la voluntad del que me envió, que no pierda a ninguno de los que me confió, sino que los resucite [en] el último día. 40 Porque ésta es la voluntad de mi Padre, que todo el que contempla al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré [en] el último día.

CUANDO LEAS

Lo central de este fragmento bíblico es el pan, a juzgar por las veces que se repite y por la profundidad con que el evangelista lo plantea. El tema sería el pan que Jesús da y que Él mismo es. Al igual que el pueblo de Israel en el desierto tuvo miedo a pasar hambre y sed y Dios lo alimentó con el maná, Dios mismo alimenta a sus discípulos con el pan de vida que es Jesús.
Si nos fijamos en la estructura dialogal del texto podemos dividirlo en 4 partes:
a)      Jn 6,22-27: Comienza con la sorpresa de la gente: -Rabí, ¿cuándo llegaste aquí? Están buscando a Jesús pero, incluso, cuando le encuentran siguen estando lejos pues mientras la gente busca el alimento que perece, Jesús les habla del que no perece. Al final acaba con una promesa: el Hijo del Hombre en quien el padre ha puesto su sello les dará el buen alimento.
b)  Jn 6,28-29: Abre el diálogo una nueva pregunta del pueblo: -¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?. El pueblo pone en relación el trabajo con el alimento, el “ganarse el pan”. La respuesta de Jesús es que tienen que creer en Él pues Él es el pan y el alimento que les sacia.
c)    Jn 6,30-33: De nuevo, el pueblo pregunta con tono de reproche: -¿Qué señal haces para que veamos y creamos? ¿En qué trabajas?. Jesús responde con tres contraposiciones: (1)  no Moisés sino mi padre; (2) no dio sino da; (3) no el pan del cielo sino el verdadero pan del cielo. Estos contrastes realzan que no fue Moisés el que les entregó el pan del cielo sino que es Dios-Padre el que da ahora el verdadero pan del cielo que es Jesús.
d)     Jn 6,34-40: El pueblo dice: ¡Danos siempre de ese pan!. Jesús añade que Él mismo es el pan y el agua y que quien crea en Él no tendrá ni hambre ni sed.

Al final y a modo de conclusión Jesús entra en otra dimensión relacionada con la fe en su procedencia, la seguridad a través de su protección, la vida en la eternidad y la resurrección en el último día.

CUANDO MEDITES

.- El pueblo buscaba a Jesús porque se había hartado de pan. ¿Qué hambre o sed me ayuda a mí a buscar a Jesús?, ¿cuál es mi hambre y mi sed más profunda?
.- El trabajo en el ámbito de la fe es creer. ¿cómo es mi fe?, ¿en qué medida siento que ha crecido y en qué medida siento que necesita crecer?

CUANDO ORES

Puedes utilizar la oración del pueblo: Danos siempre de ese pan!  También te puede ayudar esta oración de José María Olaizola, sj: Pan

Pan para saciar
el hambre
de todos.
Amasado despacio,
cocido en el horno
de la verdad hiriente,
del amor auténtico,
del gesto delicado.

Pan partido,
multiplicado al romperse,
llegando a más manos,
a más bocas,
a más pueblos,
a más historias.

Pan bueno,
vida
para quien yace
en las cunetas,
y para quien dormita
ahíto de otros manjares,
si acaso tu aroma
despierta en él la nostalgia
de lo cierto.

Pan cercano,
en la casa que acoge
a quien quiera compartir
un relato,
un proyecto,
una promesa.

Pan vivo,
cuerpo de Dios,
alianza inmortal,
que no falte
en todas las mesas.

………….

Sigo a VAN TILBORG, S. Comentario al evangelio de Juan. Estella (Navarra), Verbo Divino, 2005. 13-36.
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Lectio divina preparada por Azucena Fernández (Equipo de animación de San Francisco de Borja, Madrid)

lunes, 3 de marzo de 2014

Jesús camina sobre el mar... 'Soy yo, no temáis'

Lectio divina de Juan 6,16-21

16 Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, 17 embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; 18 soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. 19 Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron. 20 Pero él les dijo:
–Soy yo, no temáis.
21 Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra enseguida, en el sitio a donde iban.

CUANDO LEAS

- Observa que nuestro pasaje de hoy se encuentra en el capítulo 6, que se podría titular como «Jesús y la Pascua» (mencionada en 6,4). El capítulo empieza con la multiplicación de los panes, al que sigue un largo discurso sobre el pan de vida, en cuyo trasfondo está el «pan del cielo» que es el maná (Ex 16,4).
- Fíjate en la situación de nuestro pasaje, precisamente entre la multiplicación de los panes y el discurso del pan de vida.
- Repara en el esquema del pasaje: los discípulos parten solos hacia Cafarnaún, pero surge un problema: las aguas se encrespan tras levantarse un fuerte viento, y siendo encima noche cerrada. El problema se resolverá cuando Jesús se encuentre con ellos: sin ni siquiera recogerlo en la barca, esta «tocó tierra enseguida, en el sitio a donde iban».
- Date cuenta de que el pasaje recuerda:
* por una parte, algunos textos del Antiguo Testamento, donde Dios aparece como Señor de los elementos: Ex 14-15; Sal 29; 77,17-21; 89,10-11, etc. Algunos de estos textos podrían contener restos de antiguas teogonías (luchas de dioses);
* por otra, el episodio de la tempestad calmada que cuentan los sinópticos: Mt 8,23-27; Mc 4,35-41; Lc 8,22-25, aunque en nuestro texto la narración resulta mucho menos «dramática»
- Observa algunas expresiones concretas del pasaje:
* las únicas palabras que se pronuncian en el texto están dichas por Jesús: «Soy yo, no temáis». Este «Yo soy» es característico de Juan. Indica la llegada de Jesús a los suyos como Señor, ya que recuerda el «Yo soy» del Éxodo (3,14)
* «Empezaron la travesía»: podría traducirse también como «intentaban atravesar el mar», lo cual subrayaría el esfuerzo humano (aunque estéril, porque la situación es difícil, ya que el mar se encrespa, el viento sopla, es de noche…)
* «Querían recogerlo a bordo». El verbo griego lambanein (recibir) ya ha sido utilizado por Jn antes: «A cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios» (1,12)
* «En el sitio a donde iban»: recuerda la expresión final del Salmo 107 donde también se describe una tormenta marina (vv. 23-30), «Se alegraron de aquella bonanza y él [Dios] los condujo al ansiado puerto» (v. 30).

CUANDO MEDITES

- Piensa en Jesús y la Pascua. Igual que Dios divide las aguas en el Éxodo para que su pueblo pueda entrar en la tierra prometida, también Jesús calma la tempestad en el lago de Genesaret para que sus discípulos lleguen a su destino, «el sitio a donde iban». ¿Cuál es ese sitio para nosotros? ¿Y el mar o la tormenta que el Señor tiene que domeñar?
- Reflexiona sobre el misterio de la relación entre Dios Padre y Jesús: el dominio de los elementos y las palabras que dirige a sus discípulos –«Yo soy»– le sitúan a la altura del Dios del Antiguo Testamento.
- Medita sobre los esfuerzos que solemos (o hemos solido) hacer los cristianos para tratar de «ganarnos» la salvación, olvidando que esa salvación es cosa de Dios, que la da gratuitamente con solo acoger a Jesús con confianza. 

CUANDO ORES

- Pide al Señor que calme la tormenta que se cierne una y otra vez sobre nuestra vida, que abra camino en el mar para que podamos pasar a la tierra que mana leche y miel. Pide también que sepamos acogerle y hacerle sitio en nuestra barca.
- Da gracias al Padre por Jesús, porque él es la imagen del Dios invisible y primogénito de toda la creación (Col 1,15). Así, gracias a él podemos ver a Dios, saber cómo es y conocer el camino que lleva a su casa.
- Alaba a Dios, cuyo mayor deseo es que seamos hijos suyos en su Hijo.
Acabamos la oración recitando todos juntos el fragmento del Salmo 107 citado, viéndonos a nosotros mismos en esa barca zarandeada por las olas y el viento, y por fin a salvo de la tormenta gracias a la acción del Señor.

Entraron en naves por el mar,
comerciando por las aguas inmensas.
Contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas en el océano.

Él habló y levantó un viento tormentoso,
que alzaba las olas a lo alto:
subían al cielo, bajaban al abismo,
se sentían sin fuerzas en el peligro,
rodaban, se tambaleaban como borrachos,
y no les valía su pericia.

Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Apaciguó la tormenta en suave brisa,
y enmudecieron las olas del mar.
Se alegraron de aquella bonanza,
y él los condujo al ansiado puerto (vv. 23-30).

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Lectio divina preparada por Pedro Barrado (Equipo de animación de San Francisco de Borja, Madrid)

martes, 25 de febrero de 2014

La multiplicación de los panes

Lectio divina de Juan 6,1-15

61 Algún tiempo después se fue Jesús al otro lado del lago de Galilea (de Tiberíades). 2 Lo seguía una gran multitud,  pues veían las señales que hacía con los enfermos.3Se retiró Jesús a un monte y allí se sentó con sus discípulos. 4Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. 5Alzando la vista y viendo la multitud que acudía a él, Jesús  dice a Felipe:
  --¿Dónde compraremos pan para que coman ésos? 6(Lo decía para ponerlo a prueba, pues bien sabía él  lo que iba a hacer). 7Felipe le contestó:
- Doscientos denarios de pan  no bastarían para que a cada uno le tocase un pedazo.
8Uno de los discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
9-Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es esto para tantos?
10Jesús les dijo:
- Haced que se recueste la gente.
(Había mucha hierba en el lugar). Se sentaron. Los varones eran unos cinco mil. 11Entonces Jesús tomó los panes, pronunció una acción de gracias y los repartió  a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los  pescados: todo lo que querían. 12Cuando quedaron satisfechos dijo a sus discípulos:
- Recoged las sobras para que no se desaproveche nada.
 13Las recogieron y,  con los trozos de los cinco panes de cebada, que habían sobrado a los comensales, llenaron doce cestas14Cuando la gente vio la señal que había hecho, dijeron:
- Ciertamente éste es el Profeta, el que tenía que venir al mundo.
15Jesús entonces, conociendo que pensaban venir para llevárselo y proclamarlo rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.

CUANDO LEAS

El cap. 6º de Juan abre la 3ª sección del “libro de los signos”. Presenta dos hechos: la multiplicación de los panes y la marcha sobre las aguas, y dos discursos: el primero sobre el pan de vida (6,23-51a) y el segundo sobre la eucaristía (6,51b-58). Entre los hechos y los discursos hay una especie de intermedio que trata de centrar la atención sobre el verdadero alimento. Este capítulo es importante, lo abordaremos en cinco jueves. Nuestra atención está tarde está focalizada en los vers. 1 al 15, el relato del signo de la “multiplicación de los panes y los peces”, un hecho sorprendente, que se conserva en la memoria de los testigos y que recogen los cuatro evangelistas, aunque el de Juan es el más atento a los detalles.
(vv.6,1-4): Marco de la escena, personajes: En paralelismo con 5,1 comienza con la expresión “algún tiempo después”, “pasado algún tiempo”, según traducciones, idénticas en el original. Seguidamente describe la presencia de  Jesús (v.1), los discípulos (V.3), y una muchedumbre (v.2) en la montaña (v.3), en el otro lado del mar de Galilea (v.1), cuando ya estaba cerca la fiesta de “los judíos”, la Pascua. La muchedumbre, que va por su cuenta, sigue a Jesús porque habían visto los signos que hacía en los enfermos (v.2). Jesús sube a un monte cuyo nombre no se da y se sienta allí con sus discípulos.

Jesús pasó al otro lado del mar”: Alusión al mar que atravesaron los judíos en el antiguo éxodo. El “lago/mar” tiene dos nombres: el tradicional hebreo (de Galilea), y el de Tiberíades, nombre romano, que le daban los gentiles porque en su orilla se levantaba la ciudad de Tiberias, en honor del emperador Tiberio. Al utilizar los dos nombres el evangelista quiere llamar la atención acerca de la mezcla de población judía y pagana en la región hacia la que está abierto el éxodo de Jesús.

Hay en toda la narración un trasfondo simbólico apoyado en el recuerdo del Éxodo: salida y paso del mar (v; 1); monte (v.3); dificultad de subsistencia (v.5); tentación (v.6); solución inesperada: el maná/pan (v.9.1.13); crisis entre grupo/gente y líder/Jesús (v.14-15). Y alusión al suceso de Eliseo: 2Re 4,42-44.

(vv. 5-9): El problema. No hay personajes nuevos. Es la primera vez  que Juan presenta una multitud que sigue a Jesús porque ve en él una esperanza, una alternativa frente al sistema judío. Esta multitud fuerza a Jesús a tomar la iniciativa manifestando su preocupación por su alimentación (v.5) y da pie a su diálogo con Felipe, al que enfrenta con la realidad que tiene delante: el problema  de cómo alimentarla. El narrador informa de que Jesús sabía lo que iba a hacer. La pregunta pone a prueba la fe de los discípulos (v.6b). Estos atienden al hambre y a la alimentación material, de ahí sus respuestas. Felipe calculando el importe necesario, Andrés llevando los panes y peces que un previsor muchacho ofreció, acompañado de un ¿qué es esto para tantos? Duda que pueda bastar.

(vv. 10-13): El milagro/signo.  Fijémonos en las acciones de Jesús:  les  ORDENA  recostarse en la falda de la montaña, como para un banquete. Comer recostado era propio de hombres libres, los siervos comían de pie. El narrador añade dos detalles: “había mucha hierba en aquel lugar”. A los lectores contemporáneos, -también a nosotros-  les recordó el salmo 23: “en verdes praderas me hace recostar”. La abundancia de hierba da un tono de fiesta, no es un lugar desierto sino una pradera sin frontera frente al mar.  TOMA en sus manos los panes del muchacho, DA GRACIAS y  los DISTRIBUYE a la gente que está recostada para el banquete (v.11a). --Esta distribución de los panes evoca una formal celebración eucarística--. Jesús también distribuye el pescado (v.11b) y todos quedan satisfechos (v.11c). Entonces MANDA  a sus discípulos que recojan los trozos sobrantes para que no se desperdicie nada: el don que hace Jesús al pueblo que viene hacia él buscando alimento (v.5) no debe desperdiciarse; los discípulos tienen el deber de preservarlo, obedeciendo así la palabra de Jesús (v.13). A lo largo del relato se mezclan las tradiciones de la Pascua judía y las cristianas que rodeaban la celebración de la eucaristía.

(vv. 14-15): Consecuencias del milagro/signo: Los discípulos pensaban lo mismo que la muchedumbre, estaban solo preocupados del alimento material. Sucede como en el pasaje paralelo de Marcos, quien apunta: “No habían entendido lo de los panes” (6,52). Como les ocurrió al principio (1,35-49), como Nicodemo (3,2) y la samaritana (4, 19.25.30), un signo les ha conducido a una fe limitada. No han progresado desde que comenzaron el seguimiento.           
Los seguidores de Jesús, es decir, aquellos que le habían seguido hasta allí por sus obras, al contemplar el portento pensaron que, efectivamente, Jesús era el profeta que Israel esperaba, el que había sido anunciado por los profetas, y decidieron forzarle a aceptar ser su rey, pero Jesús --igual que Moisés cuando contempló la idolatría de su pueblo (Ex 34,3-4) — “se retiró de nuevo al monte, él sólo” (v.15). “El poder de Jesús no debe ser mal entendido. Acepta ser  “el profeta que había de venir”. Niega ser el rey que ellos esperaban. Se anticipa aquí la afirmación que hace el mismo Jesús ante Pilato: “mi reino no es de este mundo” (18,36). La partida de Jesús marca el final del episodio.

CUANDO MEDITES

- Aprende este hermoso verso de Mamerto Menapache, monje benedictino:
“No tenemos en nuestras manos
la solución a los problemas del mundo.
Pero, ante los problemas del mundo, 
tenemos nuestras manos.
Que la madrugada nos encuentre sembrando”.
¿Qué siembro yo? ¿Están mis manos dispuestas para esa siembra que me espera?

-  “Y la gente decía: “Este es verdaderamente el Profeta que había de venir”… ¡Oh fuerza excesiva de la gula! Había hecho milagros más maravillosos seguramente, pero nunca confesaron esto, sino cuando estuvieron hartos…!!!
Y yo ¿a qué espero para “descubrir” al Jesús que me espera? 
  
- Jesús quiso la cooperación de sus discípulos en este signo/milagro. Primero les llamó la atención sobre el problema devenido mediante la pregunta a Felipe, y les dejó proponer posibles soluciones que no son tales. Jesús nos invita a una revisión profunda de criterios, a confrontar el estilo de Jesús, su valores y los nuestros.
    
CUANDO ORES

- Hazte consciente de la presencia de Dios Padre bueno en interior, en la parte más profunda de ti. Ten la seguridad de que Dios se deja encontrar si le buscas.
- Disfruta estos minutos de silencio en la presencia amorosa de la Trinidad
- Puedes terminar rezando la oración Nosotros creemos, del cardenal Carlo María Martini.

Nosotros creemos que Jesús, Hombre y Dios, es el Cristo resucitado que permanece para siempre con nosotros en el símbolo del pan y del vino.

Nosotros creemos  que Jesús se ha entregado voluntariamente a la muerte para comunicar al hombre la nueva vida redimida y santificada. El gesto de la víspera de su Pasión sigue vivo día a día en la Eucaristía.

Nosotros creemos en su presencia viva, en su sacrificio que se renueva en la Misa.

Nosotros sabemos que ahí está la fuente de la Redención para nosotros y para todos.

Nosotros creemos que repetir su gesto al entregar el cuerpo y la sangre, es decir, darse en ofrenda por el prójimo, no es sólo deber del cristiano, sino el único modo de convivir humanamente.
             
Nosotros creemos que la respuesta más ajustada a nuestras expectativas, con frecuencia dramáticas, la fuente de paz, de justicia y de amor que tan trabajosamente andamos buscando entre los hombres, la capacidad de cambiar y de fundar una nueva humanidad, sólo se encuentra en Ti, Jesús, en tu entrega total y definitiva, que es la Eucaristía presente en la Iglesia.

Estamos seguros de que todo el dolor injusto y cruel, toda la sangre fraterna que baña la tierra, se mezcla con tu sangre, oh Cristo, y se convierte en salvación y redención para todos.


Estamos seguros, Señor crucificado, de que el sacrificio oculto en el corazón de los hombres y mujeres honestos, la entrega valiente de cuantos luchan por amor, el penoso esfuerzo de cada día, son momentos preciosos y fecundos, ofrecidos la muerte de Cristo que se renueva en la Eucaristía.
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Lectio divina preparada por Trinidad Brunet (Equipo de animación de San Francisco de Borja, Madrid)

martes, 18 de febrero de 2014

Jesús, uno con el Padre

Lectio divina de Juan 5,19-47

19. Jesús, tomando la palabra, les decía: En verdad,  en verdad os digo, el Hijo no puede  hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer  al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo. 20.Porque el Padre quiere al Hijo y le  muestra todo lo que él hace. Y le mostrará obras aún mayores que éstas, para que  os asombréis.  21.Porque como el Padre  resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere.  22.Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, 23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado. 24. En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.

25. En verdad, en verdad os digo, llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. 26.Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, 27 y le ha dado poder juzgar, porque es Hijo del hombre. 28.No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz 29 y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio,  30 Yo no puedo  hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.

31 Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido.  32 Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí. 33 Vosotros mandasteis enviados a Juan y él dio testimonio de la verdad. 34 En cuanto a mí, no es de un hombre del que recibo testimonio; pero digo esto para que vosotros seáis salvos.  35 Él era la lámpara que arde y alumbra  y vosotros quisisteis recrearos una  hora con su luz.  36 Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. 37 Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro, 38 ni habita su palabra en vosotros, porque no creéis al que  él ha enviado.  39 Vosotros investigáis las Escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí;  40 y vosotros no queréis venir a mí para  tener vida. 41 La gloria no la recibo de los hombres. 42 Pero yo os conozco: no tenéis en vosotros el amor de Dios. 43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése le recibiréis. 44 ¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del  único Dios? 45 No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza. 46 Porque,  si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí. 47 Pero si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?

CUANDO LEAS

El texto que vamos a orar pertenece a lo que algunos autores llaman “El libro de las obras”, ya que la actividad de Jesús aparece determinada  como “obra” y no como “signo” (1). Las acciones que Jesús realiza no tienen sentido por sí mismas (curación del paralítico) sino que tienen que ser explicadas por él. La explicación provoca una controversia que apunta a la identidad profunda de Jesús y termina en un monólogo normal sobre el mismo tema: la relación de Jesús con el Padre.
Los interlocutores son a partir de aquí “los judíos” casi siempre. Y la acción, salvo un pequeño momento, se desarrolla preferentemente en Jerusalén y en el contexto de las fiestas judías, en el Templo.
Jesús ha sustituido las purificaciones judías y luego el Templo. Ahora va a sustituir las grandes fiestas, una tras otra. Notamos también la continuación del tema de la vida que alcanza un punto culminante en el discurso del pan de vida del cap 6. Se habla mucho más de la unión entre el Padre y su Enviado.
Probablemente revela también la historia de la comunidad. Se mezclan los dos niveles. El escándalo provocado es un reflejo de la problemática comunidad- sinagoga.
El argumento de Jesús (curación del paralítico) no es humanitario (como a veces en los sinópticos), sino bíblico y judío: imitar a Dios y dice que el Padre trabaja siempre (los judíos lo aceptaban).
Afirma que revela su autoridad suprema; se erige en único juez de la verdadera imitación del Padre (5,19-20).
La implicación clara de que Jesús es igual a Dios no convence a los judíos, que le acusan de arrogarse el poder mismo de Dios; el discurso se centra sobre  en el todo poder que el Padre ha confiado al Hijo en los temas del juicio, vida y resurrección…

La obra de Jesús: 5,19-30 (discurso de Jesús)

v.21-23:  El Hijo aprende del Padre (parábola del padre que enseña el oficio al hijo). Aprende dos actividades:  dar vida, juzgar. Estas obras  que los judíos admiten que Dios sigue haciendo: se las ha confiado también al Hijo.
v.24-25: la fe en él y en su misión  es lo que dará al hombre la vida espiritual, la vida eterna; libra de la muerte del pecado y también del juicio; notamos que el juicio y el don de la vida son presentados como realidades presentes: escatología realizada.
v.26-30: parecen una variante del discurso de los v.19-25, con el acento puesto en el juicio futuro y en la vida concedida en el último día (escatología final). Ambas perspectivas escatológicas pasaron a formar parte de la teología cristiana posterior.

Testimonios de las reivindicaciones de Jesús: 5,31-47

Jesús apela a sus testigos a favor de lo que ha dicho.
v. 33-35: en primer lugar, el Bautista. Era una lámpara, como Elías, pero no era la luz
v.36: en segundo lugar, las obras mismas de Jesús.
v.37-38: en tercer lugar, el Padre también ha dado testimonio, pues preparó su camino en el AT.
v. 39-40: por último, las Escrituras. Notemos el tema de la vida: los judíos creen tenerla en las escrituras, pero el verdadero dador de vida es Jesús.
v.40-44: Jesús conoce que los fariseos no aceptarán estos testimonios. Jn radicaliza aquí la tradición sinóptica contra las autoridades judías: no aman a Dios, sino que únicamente desean la gloria humana.
v. 45-47: como consecuencia, el mismo Moisés  les acusará, ya que Moisés escribió de él y ellos no les hacen caso.

En este texto aparece el tema de la identidad de Jesús con el Padre y el tema de la vida (se recogerá posteriormente en el cap. 6).  Jesús acaba de levantar a un inválido (5,8 Levántate), dándole salud y libertad; y con él levanta al pueblo muerto; detrás se ve el horizonte de vida para toda la humanidad (Ez 37,1-14). La actividad de Dios respecto al hombre es darle vida, suprimir toda clase de muerte (en la Palabra estaba la vida 1,4). Ésta es la misión del Hijo.
Esta vida  que es don (3,16)  que es eterna, “no cesa nunca” la recibe el hombre a través de la fe, de la adhesión a Jesús y de la  aceptación de su mensaje. El hombre que la acepta pertenece al estado de la creación terminada, para quien la posee el juicio es superfluo, ha pasado de la muerte a la vida (éxodo que propone Jesús 13,1 es el paso a la plenitud de vida que él ofrece, saliendo del dominio de las tiniebla-muerte.
Esta vida se halla en las Escrituras en la Palabra estaba la vida porque las Escrituras hablan del Hijo, dan testimonio de él. Los judíos que van a las Escrituras no encuentran vida en ellas ya que no reconocen a Aquel de quien hablan las Escrituras,  y que es el que podría hacerles comprender profundamente lo que en ellas está escrito (Jesús intérprete, hermeneuta del Padre). Es el dador de vida.

CUANDO MEDITES

- Jesús escucha, aprende, habla y dice lo que escucha y aprende del Padre su vida es un constante diálogo con el Padre… ¿mi oración es verdadera escucha del Padre? ¿Trabajo para que mi vida refleja poco a poco que escucho y veo del Padre, de  Jesús?
- La Sagrada Escritura es el alimento de la vida espiritual “vida eterna” ¿por qué y para qué acudo a ella?, ¿para saciar mi curiosidad?, ¿para conocer más cosas?, ¿para justificar mis actitudes? ¿Extraigo de ellas (como de una cantera) la vida que necesito para vivir yo y para dar vida?

CUANDO ORES

Oramos con San Juan de la Cruz

"Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra,
que es mi Hijo, y no tengo otra,
¿qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso?
Pon los ojos solo en Él, porque en Él te lo tengo dicho todo y revelado,
y hallarás en El aún más de lo que pides y deseas.
Porque tú pides locuciones y revelaciones en parte,
y si pones en Él los ojos, lo hallarás en todo;
porque Él es toda mi palabra y mi respuesta,
y es toda mi visión y toda mi revelación.
Lo cual os he ya hablado, respondido, manifestado y revelado,
dándoosle por Hermano, Compañero y Maestro, Precio y Premio.
Porque desde aquel día  que bajé con mi Espíritu sobre El
en el monte Tabor diciendo:
 "Este es mi amado Hijo, en quien me he complacido; escuchadle",
ya alcé Yo la mano de todas esas maneras
de enseñanzas y respuestas y se la di a Él.
Oídle a Él, porque ya no tengo más fe que revelar,
ni más cosas que manifestar". 
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Lectio divina preparada por Conchi Alonso (Equipo de animación de San Francisco de Borja, Madrid)
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(1) Nota de la autora del blog: Hay autores que denominan a la primera parte del evangelio de Juan "Libro de los signos". Tal es el caso de Brown, que estructura el libro en dos partes: El Libro de los signos (1,19-12,50) y el Libro de la gloria (13,1-20,31). A partir del corte que se da al final del capítulo 12, y basándose en el término “hora” Brown localiza la articulación principal del evangelio. Hasta entonces ha predominado el discurso de Jesús a los de fuera. A partir de ahora Jesús va a volver su actividad hacia los “suyos”.
Juan Manuel Martín Moreno estructura el evangelio siguiendo a R.J. Brown, aunque con algún retoque.

Prólogo: 1,1-18. Himno juánico programático

LIBRO DE LOS SIGNOS (1,19-12,50) 
1ª Parte: Días inaugurales de la revelación de Jesús (1,19-51; 2,1-11) 
    I.      El testimonio del Bautista (1,19-34)
    II.     Los discípulos del Bautista siguen a Jesús (1,35-51)
            Los discípulos creen en Jesús (2,1-11)
                  (Este relato sirve de fin de la primera parte y comienzo de la segunda) 
2ª Parte: De Caná a Caná. Diversas respuestas a Jesús en Galilea, Jerusalén y Samaría 
    I.      El primer signo en Caná de Galilea (2,1-12)
    II.     Purificación del templo en Jerusalén (2,13-22)
    III.    Conversación con Nicodemo en Jerusalén (3,1-21)
    IV.    Testimonio final del Bautista (3,22-36)
    V.     Conversación con la samaritana y reacciones samaritanas (4,1-45)
    VI     Segundo signo en Caná (4,46-54)
                  (Este relato sirve de fin de la segunda parte y comienzo de la tercera) 
3ª Parte: Jesús y las principales fiestas judías (5,1-10,42) 
    I.      El Sábado: El paralítico de la piscina y la obra de dar vida (5,1-47)
    II.     La Pascua: Multiplicación de los panes y discurso sobre el pan (6,1-71)
    III.    Los Tabernáculos: Ceremonias del agua y de la luz. El ciego (7,1-8,59)
    IV.    La Dedicación: Jesús consagrado Mesías e Hijo de Dios (10,22-42) 
4ª Parte:  Jesús avanza hacia su hora (11-12) 
    I.      Jesús da la vida a Lázaro. Los hombres condenan a Jesús (11,1-54)
    II.     Escenas preparatorias: Unción, entrada solemne, los griegos (12,1-50) 

LIBRO DE LA GLORIA (13,1-20,31) 
1ª Parte   La última Cena, el último discurso y la plegaria de Jesús (13-17) 
2ª Parte:  Narración de la Pasión (18-19) 
3ª Parte   Jesús resucitado (20)