Para poder ser una voluntad que no es la mía, es preciso que cultive mi ser interior y supere la pulsión de apropiación, sin la cual tengo la vertiginosa sensación de flotar en el vacío, de quedarme sin suelo bajo los pies, de perderme a mí misma. Y sin embargo, es la única manera de encontrarme a mí misma.
En términos del evangelio de hoy, sería pasar de estar cimentada sobre arena a estar cimentada sobre roca, de ser inconsistente, desestructurada, sin columna vertebral, a ser firme, a ser en Dios.
"En el Paraíso no hay sitio para los yoes, sino que es un modo de existencia donde se pronuncia siempre un tú antes de decir yo" (Javier Melloni, El Cristo interior, p 92).
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