sábado, 1 de diciembre de 2007

La pareja feliz

Sigo ilustrando el escrito anterior, porque hace tiempo que quería traer a este blog a un matrimonio que, desde que llegué a Toledo hace más de cuatro años, me ha suscitado gran admiración y ternura. Ellos son Jesús y Odete Soledad. Una de mis primeras impresiones sobre ellos, la dejé plasmada en mi diario el 14 de junio de 2004:

"Llegan a la Iglesia con paso ágil y decidido, como quien acude a una cita deseada. Al arrodillarse, sus voces se unen en oración unánime. Sus corazones laten en el mismo fervor.
Deben de tener casi ochenta años. Cualquiera diría que son dos jóvenes enamorados. Por la calle siempre van cogidos de la mano. Son todavía bellos en su ancianidad y conservan el brillo en los ojos, la vivacidad en las palabras y la sonrisa en los labios.
Al mirarlos, recuerdo imágenes de los salmos y de los profetas: "¡Feliz el que ama al Señor! Será como un árbol plantado junto a las corrientes de agua. Al llegar el estío, no lo sentirá. No se marchitarán sus hojas" (cf. Sal 1; Jr 17,7-8).
Jesús y Odete tienen noventa y ochenta y cinco años. A primera vista, calculé mal. Pero es que son tan vitales que resulta increible que ambos sean ya, casi, nonagenarios.
Alguna que otra mañana me he divertido uniéndome a su "accidentada" oración. Y es que, en ocasiones, "entre col y col, encontraba una lechuga", entre las "ave marías", su vida...:
Ella: - ¡Dios te salve, María, llena eres de gracia...!
Él: - ¡Ahhhh! ¡Se me ha olvidado una cosa!... ¡Santa María, Madre de Dios...!
Ella: - ¿Qué?... ¡Dios te salve, María, llena eres de gracia...!
Él: - La cartilla... ¡Santa María, Madre de Dios...!

Entre los pucheros, está Dios. Y entrelazado entre las preocupaciones de la visita médica de mi matrimonio feliz, también. Lo curioso es que no perdían el ritmo ni la atención a las plegarias de su diaria Estación a Jesús Sacramentado. La llevan impresa en la memoria del corazón.

Gracias por vuestro testimonio cotidiano, por vuestra fidelidad a la Eucaristía, por vuestra permanencia y amor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estos dos maravillosos ancianos, claro ejemplo de la constancia y del verdadero Amor, ése que une cuando las carnes se acolgajan y cuando aparecen las arrugas y los achaques, el verdadero que se desea para que la vida merezca la pena, digo yo que tendrán que irse a cenar el 24 con sus hijos a casita... como sigan aquí eternamente expuestos no van a poder.
Haga "usté" el favor de dejar algún que otro testimonio de vida, please.
Gracias.

Anónimo dijo...

jajajajajja
Querida siamesa, ¡cómo me hace usted reír! Tiene toda la razón del mundo. Un blog sin entradas desde hace 20 días es, cuanto menos, un blog al borde de la extinción.
Tengo docenas de historias que querría contar, pero poco tiempo para hacerlo aún. O quizá tengo una gran historia que contar y que no cabe en este blog...
Espero que con el año nuevo llegará una vida nueva en muchos ámbitos, incluido el de mi blog.

Y sí, Odette y Jesús se irán a cenar el 24 con sus hijos. Pero... ¡y lo currillos que están ellos aquí susurrándonos al oído que el amor verdadero dura para siempre!

Quique Fernández dijo...

Feliz Navidad para todos los que leeis este blog y especialmente para ti, Conchi.
Que el anuncio del nacimiento del Niño Jesús no nos deje sentados e indiferentes sino que, al igual que los pastores, vayamos corriendo a reconocer en ese Niño a Dios.
Un fuerte abrazo afectuosos de un amigo.
Quique (Barcelona)