Hoy he visto un pequeño milagro.
Mi amiga y hermana de Congregación, Úrszula Szymanska, está pasando diez días de vacaciones en España y la estoy acompañando a visitar algunas ciudades monumentales, entre ellas (¡cómo no!), mi bella Toledo.
Esta mañana hemos salido pronto, tras la Eucaristía, a ver el museo sefardí, situado en la sinagoga del Tránsito. Mi despiste y mi poca costumbre de visitar han hecho que no cayese en la cuenta de que los museos suelen permanecer cerrados los lunes. Así es que hemos continuado nuestro recorrido hacia la catedral, pasando por la iglesia de Santo Tomé y la contemplación del famoso cuadro del entierro del conde de Orgaz.
Mi amiga y hermana de Congregación, Úrszula Szymanska, está pasando diez días de vacaciones en España y la estoy acompañando a visitar algunas ciudades monumentales, entre ellas (¡cómo no!), mi bella Toledo.
Esta mañana hemos salido pronto, tras la Eucaristía, a ver el museo sefardí, situado en la sinagoga del Tránsito. Mi despiste y mi poca costumbre de visitar han hecho que no cayese en la cuenta de que los museos suelen permanecer cerrados los lunes. Así es que hemos continuado nuestro recorrido hacia la catedral, pasando por la iglesia de Santo Tomé y la contemplación del famoso cuadro del entierro del conde de Orgaz.
Rara vez me he detenido a entrar en la iglesia, pero hoy he querido que Úrszula la viese por dentro. Hasta aquí, todo corriente, irrelevante, prosaico... Pero es aquí donde ha comenzado el milagro. Seguramente, Loli no leerá esto nunca, pero estoy convencida de que ella ha sido, hoy, agraciada por Dios de un modo especial, tierno, compasivo, efectivo y "eficaz".
Estábamos en la iglesia cuando una mujer joven, de unos treinta y tantos años, me ha preguntado si yo conocía a la hermana Rita.
-No, pero podemos preguntarle al sacerdote que está rezando.
En efecto, en una capilla lateral, un joven sacerdote elevaba su oración de rodillas.
-No quiero estorbar su oración -me ha respondido la joven, un poco azorada.
-No importa. No creo que esta pregunta le distraiga demasiado -he repuesto yo. Y he ido a preguntar resueltamente al sacerdote.
-¿Rita? Aquí no hay ninguna hermana Rita -me ha respondido, y ha continuado su oración, de rodillas y con las palmas manos unidas a la altura del mentón, en un gesto piadoso.
Cuando le he transmitido a la mujer las palabras del sacerdote, su rostro se ha entristecido.
-Mire, una pastora protestante me ha enviado aquí, a la calle Santo Tomé, a buscar a la hermana Rita, y no sé cómo encontrarla.
Y mientras me decía esto, me mostraba un cuaderno garabateado, con referencias imprecisas sobre una religiosa y una calle sin número, al tiempo que sus labios han comenzado a temblar, presos de desconsuelo y casi al borde del llanto. Entonces me he sentado con ella en el banco de la iglesia. Mientras tanto, Úrszula me esperaba y se había sentado a rezar.
-¿Para qué quieres a la hermana Rita?
-Para que me ayude. No tengo dónde estar, no sé adónde ir, y la asistente social ha dicho que hasta el miércoles no puede atenderme.
Dos gruesas lágrimas han comenzado a rodar por sus mejillas...
-¿De dónde eres?
-De Barcelona. Mi familia no quiere saber nada de mí, y desde hace un año y medio estoy en Toledo. Pero ahora no tengo trabajo ni un lugar para dormir. Busco, pero no es fácil encontrar...
-¿Cómo te llamas?
-Loli.
-No llores, Loli. ¡No llores, mujer! Vamos a buscar a Rita. O si no, buscaremos un albergue en Toledo. ¡Vamos!
Se ha secado las lágrimas y hemos salido fuera, con Úrszula. He llamado a una de mis hermanas de comunidad para que me buscara ciertos teléfonos útiles, pero no había manera de encontrarlos. Mientras ella buscaba, yo rezaba interiormente una oración al ángel custodio ("Ángel de Dios, que eres nuestro custodio, consíguele una casa a esta mujer..."). Al instante, cuando he colgado el teléfono, he visto venir entre la gente a una religiosa de María Inmaculada. Me he abalanzado sobre ella y le he dicho:
-Perdona, tengo que preguntarte algo, es una emergencia...
Para no asustarla, lo primero que he hecho ha sido identificarme... (religiosa, residente en Toledo, etc, etc...), y luego he pasado a referirle la historia de Loli, una mujer necesitada de cobijo.
-No tengo a mano el teléfono del albergue y desconozco también su ubicación. Quizá vosotras podáis ayudarme. Esta mujer busca a una tal hermana Rita pero...
-¿Rita? ¡Rita es de mi comunidad! Es la encargada de asuntos sociales. No te preocupes. Yo me quedo con la joven, y si no hay sitio con nosotras, la llevaremos al albergue...
La religiosa era joven, muy delgada, de ojos negros chispeantes y sonrisa abierta. Cuando hemos llegado hasta Loli y le hemos contado todo, no ha podido contener las lágrimas de alegría y un suspiro de alivio, mezclado con una suerte de desconcertada incredulidad. Loli se ha quedado con la hermana Ana en muy buenas manos, y yo he recordado otros episodios semejantes que he experimentado durante mi vida.
Estoy convencida de que no existe la casualidad. Todo es Providencia. Todo tiene una razón, un sentido y una guía benevolente que lo dispone todo para nuestro bien: acontecimientos, personas que se cruzan en nuestra vida...
Por otra parte, hoy me he visto sobresaltada y me ha sorprendido ser, de nuevo, una mediación del cuidado de Dios hacia sus criaturas.
Hoy he visto que ha sido verdad, para Loli, lo que Dios nos dice por boca de Isaías:
"Yo, el Señor, les responderé.
Yo, el Dios de Israel, no los abandonaré" (Is 41,17).
Y también lo que dice el Deuteronomio:
"Es tu Dios el que camina contigo.
No te dejará ni te abandonará" (Dt 31,6).
2 comentarios:
Hola Conchi, ayer tarde te oí en R. María contando esta bonita historia, que por cierto me emocionó bastante. Aunque no dijiste el nombre de tu blog (por lo menos yo no lo oí) si su título, por lo que no he parado hasta localizarlo, pues quería agradecerte personalmente el que se difundan estas historias, así podemos ver como Dios nos guía y conduce nuestra vida si realmente se lo pedimos y confiamos en el.
Seguramente los no creyentes pensaran en la casualidad, pero los que realmente creemos, sabemos que no ha sido la casualidad o el destino, sino Dios que te ha puesto en el camino de esa chica para que la ayudases. Me ha gustado también la petición al "Ángel Custodio", pues la verdad no nos acordamos mucho de ellos, pero están ahí y nos ayudan más de lo que pensamos.
Saludos y adelante.
Julio.
Hola, Julio, gracias por tu comentario. No, no dije el nombre del blog, porque nunca quiero que lo que cuento suene a autopropaganda... En fin.
He querido entrar en el vuestro, Leví, el de Alfeo, pero no he podido. Se abre pero se me queda "pillado". Lo intentaré en otra ocasión. ¡Me encanta que haya cada vez más cristianos que se decidan a evangelizar a través de las webs y los blogs! Son los medios con que contamos para que hoy la gente siga teniendo noticias de Dios.
Un saludo.
Seguimos encontrándonos en línea.
Publicar un comentario