jueves, 18 de febrero de 2010

Los dos caminos

- Oración inicial de bendición y alabanza

Dios, Padre-Madre, Principio sin principio, Seno fecundo, Creatividad infinita,
Luz sin tiniebla alguna, Luz maravillosa que ciegas e iluminas a un tiempo,
Manantial de vida inacabable, que limpias, purificas, sacias la sed y riegas los campos yermos,
Acogida y Perdón sin límites, Rescatador de vidas y de historias,
¡bendito seas en todo tiempo
y en todo lugar!

Que mis ojos y mi corazón se vuelvan a Ti,
cada día de mi vida,
para darte gracias
por todo el bien que derramas
sobre tus hijos e hijas.
Gracias por tu mundo hermoso.
Gracias por las huellas
que el amor y la justicia
van dejando en los caminos
de nuestra historia.
Gracias por aquellos y aquellas a quienes amo.
Gracias por la fe.
Gracias por Jesús,
mi Señor, mi Maestro,
mi Vida y mi Dios.
Y gracias por tu Palabra,
mi delicia, mi deseo
y lámpara para mis pasos.

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Diálogos de Micaela y María en torno a Dt 30,15-20, Sal 1 y Lc 9,22-25
-María, me inquieta un poco lo que dice la Palabra de Dios de hoy: eso de que Dios nos pone delante la bendición y la maldición y si elegimos lo primero seremos felices y si elegimos lo segundo seremos unos desgraciados. ¡Qué tajante, ¿no?! ¿Cómo Dios puede ser tan..., tan... condicional y tan exigente?
-Sí, puede que el Dios del Deuteronomio (30,15-20) pueda parecer excesivamente categórico, pero, en realidad, el autor de ese libro no hace sino describir las consecuencias negativas de una experiencia que ya había vivido su pueblo al abandonar a Dios, adorar a falsos dioses y olvidar la justicia. Todo eso sólo les acarreó sufrimiento y una gran desgracia (la deportación). Por eso, el autor trata de prevenirnos e indicarnos el camino que nos puede llevar por mejores derroteros: si amamos a dios y nos pegamos a Él, Fuente de la vida, nos irá bien y seremos dichosos; si nos alejamos de Él y cortamos ese cordón umbilical por el que se nos comunica su corriente de vida inagotable, nos agostaremos y amustiaremos.
No es un castigo. Es la consecuencia de desconectarnos de la corriente. Algo así.
El Salmo 1 lo describe con una imagen bonita: quien vive pegado a Dios es como un árbol plantado junto a una corriente de agua: es frondoso, fecundo y no se seca. Pero quien se aleja de esa corriente es como paja seca, inconsistente, que cualquier viento la puede arrastrar.
-Visto así no suena tan mal. Oye, ¿y cómo puedo yo "engancharme" a esa corriente?
-El Dt y el Salmo 1 hablan de "cumplir los mandatos" (por ejemplo, el decálogo y el resto de la Torah). Es una posibilidad para entrar en la corriente del deseo de Dios, que es que vivamos en la justicia y la misericordia. Pero hoy prefiero fijarme en lo que dice Jesús sobre "perder" o "ganar" la vida.
Jesús no impone un camino. Sólo dice que, para quien lo quiera, existe una posibilidad de felicidad bastante paradójica (de locos, ¡vaya!): "perder" la vida.
-Ah, sí, ya sé: lo de "negarse a uno mismo".
-Sí, Micaela, aunque más bien yo diría lo de afirmarse a uno mismo negando lo que niega nuestra identidad de hijas e hijos de Dios. Me explico: que lo de perder la vida no equivale a "mortificarse", "autoflagelarse" o "fastidiarse sistemáticamente" para alcanzar el cielo. Parece que Jesús no consideraba que tales acciones fueran más virtuosas que cuidarse y amarse a uno mismo. No creo que Jesús fuera un "necrófilo", y algunas formas ascéticas de "negarse a uno mismo" tienen mucho de "necrofilia"... Jesús amaba la vida (¡Él es la Vida abundante!) y por eso sabía que el mejor modo de "ganarla" era "perderla" arrojándola al saco sin fondo de la entrega incondicional, de la compasión y la generosidad, del servicio y la gratuidad, de la hospitalidad y la solidaridad, de la ternura y el cuidado del otro...
-¡Qué bien suena todo eso, María!
-Sí, suena tan bien como esas preciosas palabras del Señor: "hay más felicidad en dar que en recibir" (Hch 20,35). ¿Ves? Son los dos caminos. Elige el que te conecta con la corriente del Amor de Dios y vivirás.

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- Para meditar y vivir:

1. Para elegir con libertad y con auténtica determinación el camino del bien, es preciso vivir con consciencia.
Durante el día hacemos muchas elecciones conscientes e inconscientes. Cae en la cuenta de esas elecciones. ¿Qué consecuencias tienen para tu vida?
2. Aunque Simone Weill dice que "lo divino es ajeno al esfuerzo" (1) , cuando no estamos totalmente unidos a Dios, elegir "lo de Dios" requiere un esfuerzo. Haz algún "ejercicio" en el que, conscientemente, elijas lo que niega lo mejor de ti y te conduzca a una vida más plena.
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- Oración final

Señor, tengo el corazón endurecido.
No está traspasado por tu misericordia entrañable.
No corre aún, por él, la savia de tu compasión.
¡Plántame junto a tu corriente de agua!
¡Contágiame de tus preferencias!
Enséñame el camino del amor.
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(1) Simone Weill, A la espera de Dios, Trotta 1993, 119

1 comentario:

Víctor M. Fdez. dijo...

Conchi, gracias por compartir esas oraciones y reflexiones. Esta semana voy a utilizarlas. Un fuerte abrazo.