Lectio divina de Apocalipsis 11,1-13
Un aliento de Dios entró en ellos y los puso en pie
11 1 Luego me fue dada una caña de medir parecida a una vara, diciéndome: «Levántate y mide el Santuario de Dios y el altar, y a los que adoran en él.
2 El patio exterior del Santuario, déjalo aparte, no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, que pisotearán la Ciudad Santa cuarenta y dos meses.
3 Pero haré que mis dos testigos profeticen durante mil doscientos sesenta días, cubiertos de sayal».
4 Ellos son los dos olivos y los dos candeleros que están en pie delante del Señor de la tierra. 5 Si alguien pretendiera hacerles mal, saldría fuego de su boca y devoraría a sus enemigos; si alguien pretendería hacerles mal, así tendría que morir.
6 Estos tienen poder de cerrar el cielo para que no llueva los días en que profeticen; tienen también poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y poder de herir la tierra con toda clase de plagas, todas las veces que quieran.
7 Pero cuando hayan terminado de dar testimonio, la Bestia que surja del Abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará. 8 Y sus cadáveres, en la plaza de la Gran Ciudad, que simbólicamente se llama Sodoma o Egipto, allí donde también su Señor fue crucificado. 9 Y gentes de los pueblos, razas, lenguas y naciones, contemplarán sus cadáveres tres días y medio: no está permitido sepultar sus cadáveres.
10 Los habitantes de la tierra se alegran y se regocijan por causa de ellos, y se intercambian regalos, porque estos dos profetas habían atormentado a los habitantes de la tierra. 11 Pero, pasados los tres días y medio, un aliento de vida procedente de Dios entró en ellos y se pusieron de pie, y un gran espanto se apoderó de quienes los contemplaban.
12 Oí entonces una fuerte voz que les decía desde el cielo: «Subid acá.» Y subieron al cielo en la nube, a la vista de sus enemigos.
13 En aquella hora se produjo un violento terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y con el terremoto perecieron siete mil personas. Los supervivientes, presa de espanto, dieron gloria al Dios del cielo.
CUANDO LEAS
Estamos en el intermedio tras la sexta trompeta. Es una sección de transición y comprende las siguientes unidades:
a) La medición del vidente (cf. Ez 40,1-5) del santuario y del altar y los que adoran (11,1), mientras que el patio exterior es dejado a los gentiles para que lo pisoteen (11,2). En el II Baruc (IV-VIII) hay una escena parecida. Según la Biblia de Jerusalén, el Santuario es el grupo de escogidos, y la acción de pisotear la Ciudad Santa es la persecución de Roma contra la Iglesia. De todos modos, no es claro el sentido del simbolismo. Para algunos se trataría de la destrucción de Jerusalén, que es anunciada previamente (sin otros detalles). Para otros autores, el gesto de la medida, del todo simbólico significa que la Iglesia no será entregada a los paganos, sino que será preservada, en lo más sagrado, de las asechanzas ajenas. Conocerá tiempos de calamidad y de persecución, pero no podrá ser destruida. El poder de Dios la asiste.
b) Misión profética y suerte final de los dos testigos (11,3-13). La sección nos habla de dos figuras misteriosas, denominadas "mis dos testigos".
La duración del testimonio será de 1260 días (es decir, 42 meses, o tres años y medio; 11,3). Seguidamente encontramos la identificación de los dos testigos (11,4) con los dos olivos y los dos candelabros de Za 3,14. Los testigos son invulnerables durante su testimonio (11,5), como Elías (que hizo bajar fuego del cielo; cf. 2 R 1,10). Los poderes de los testigos son cerrar el cielo (11,6a), como Elías (1 R 17,1), o convertir el agua en sangre y herir con plagas (11,6b), como Moisés (Ex 7,17; 11,10).
Finalmente, los dos testigos serán asesinados por la Bestia que surgirá del Abismo (11,7; cf. Dn 7,21). Sus cadáveres son expuestos en la plaza de la Gran Ciudad (11,8), allí donde su Señor fue crucificado. ¿Se trata de Roma, simbolizada con una alusión a Jerusalén (llamada Sodoma o Egipto)?
Las gentes contemplan los cadáveres de los testigos durante tres días y medio (11,9). Se narra el regocijo de los habitantes de la tierra por la muerte de los testigos (11,10).
La profecía termina describiendo la resurrección y ascensión al cielo de los dos testigos (11,11-12). Es como el preludio y el símbolo de la misión profética de la Iglesia y de su destino (compartir la suer¬te de su Señor: muerte y resurrección). El acontecimiento está acompañado de los siguientes sucesos: signos (terremoto), destrucción de la décima parte de la ciudad y reacción de los supervivientes (cf. espanto y dar gloria a Dios en 11,13).
¿Quiénes son los dos testigos? Las respuestas son muy variadas. Unos piensan en personajes escatológicos (Elías y Henoc; o Elías y Moisés) que vendrán al final de la historia. Otros autores opinan que se trata de personajes de la primera comunidad cristiana. No faltan quienes piensan en el testimonio profético colectivo de la Iglesia durante la historia.
Las figuras de referencia en el AT son claramente Elías y Moisés (de las que una tradición afirmaba que se harían presentes en los días del Mesías (cf. poema de las cuatro noches en el Targum Neófiti a Ex 12,42).
No está claro a qué figuras del NT se refiere el autor (si es que deben interpretarse así). Como personas concretas del NT que podrían ser aludidas en la identificación de los dos testigos podemos indicar las siguientes: Juan Bautista (identificado con Elías en el NT); Esteban, el primer martirizado; los dos Santiagos (el Mayor y el pariente del Señor), martirizados en Jerusalén; Pedro y Pablo, martirizados por Nerón en Roma.
(Cf. Domingo Muñoz León, Apocalipsis, Comentario a la Nueva Biblia de Jerusalén, DDB 2007).
CUANDO MEDITES
- Para Juan, el “santuario” de Dios es Jesús (“él hablaba del templo de su Cuerpo”, Jn 2,21), y los verdaderos adoradores, los que adoran “en espíritu y verdad” (Jn 4,24), aquellos que se han convertido ellos mismos en templo de Dios, como Jesús. De ellos se dice que “son medidos”. Dios los cuenta y los tiene en su mano. Por ello no han de tener miedo en la tribulación, porque “hasta los cabellos de su cabeza están contados” (Mt 10,30). ¿Sientes tú esta confianza en medio de las tribulaciones, dificultades u oscuridades de la vida?
- Aunque haya fuerzas hostiles al Reino, destructivas y negativas, el Espíritu de Dios suscita profetas “en pie”, con la fuerza del Resucitado, con el poder del Espíritu, para dar testimonio del Reino. Haz memoria de testigos y profetas actuales que, con valentía y libertad, exponen su vida por la palabra de Dios y el testimonio de Jesús.
- Tú mismo/a estás llamado a ser testigo hoy. ¿Cómo experimentas la resistencia y hostilidad del mundo y cómo sientes el poder y la acción de Dios en ti?
- El texto de los dos testigos mantiene la confianza (como todo el apocalipsis) en que en el drama de la historia, siempre vencerá la vida sobre la muerte, el Reino sobre el anti-reino, el bien sobre el mal. El destino de los que mueran con Cristo será resucitar con Él, compartir enteramente el destino de su Señor. ¿Tienes tú esa firme esperanza o te puede la desconfianza y el miedo?
CUANDO ORES
- Da gracias a Dios por esta Palabra de consolación que promete su cuidado, su aliento y su vida a sus testigos y profetas, y pídele la gracia de ser testigo del evangelio de Jesús con esperanza y sin miedo.
- Puedes terminar orando con las palabras del cardenal Neuman:
¡Oh Jesús!
Ayúdame a esparcir tu fragancia
adondequiera que vaya.
Inunda mi alma de tu espíritu y vida.
Penetra mi ser y aduéñate de tal manera de mí
que mi vida sea irradiación de la tuya.
Ilumina por mi medio
y toma posesión de mí de tal manera
que cada alma con la que entre en contacto
pueda sentir tu presencia en mí.
Que no me vean a mí, sino a Ti en mí.
Permanece en mí de tal manera que brille con tu luz
y que mi luz pueda iluminar a los demás.
Toda mi luz vendrá de Ti, Oh Jesús.
Ni siquiera el rayo más leve será mío.
Tú, por mi medio, iluminarás a los demás.
Pon en mis labios la alabanza que más te agrada,
iluminando a otros a mi alrededor.
Que no te pregone con palabras
sino con el ejemplo de mis actos,
con el destello visible del amor
que de Ti viene a mi corazón. Amén.
(Conchi López, pddm, Equipo de Lectio Divina de la U.P.Comillas)
4 comentarios:
¡FELIZ DIA DE LA MUJER TRABAJADORA PARA TI, TUS HERMANAS Y PARA TODAS AQUELLAS QUE LEAN ESTE MENSAJE!
¡FELIZ DÍA, QUERIDA YENTL!!!
¡GRACIAS!
me alegro de haber descubierto hoy tu blog.
Un abrazo
Sé que soy un despiste pero.....
Sé que debo de conocerte pero... ¿qué María Jesús eres?
Como no tienes foto, pues no caigo... :(
Un beso
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