jueves, 26 de mayo de 2011

"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva..."


Lectio divina de Apocalipsis 21, 1 - 27

Nuevo cielo nueva tierra

1Y vi un cielo nuevo, y una tierra nueva; pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe. 2Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo. 3Y oí una gran voz desde el trono que decía: “He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos; y ellos serán su pueblo, y el “Dios con ellos” será su Dios”. 4Y enjugará toda lágrima de sus ojos; y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido. 5Y dijo el que está sentado en el trono: “Mira, hago nuevas todas las cosas”. Y dijo: “Escribe: estas palabras son fieles y verdaderas. 6Y me dijo: “Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed, yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente. 7El vencedor heredará esto; yo seré Dios para él, y él será para mi hijo. 8Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, impuros, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

La nueva Jerusalén

9Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete últimas plagas, y me habló, diciendo: “Mira, te mostraré la novia, la esposa del Cordero. 10Y me llevó en Espíritu a un monte grande y elevado, y me mostró la ciudad santa de  Jerusalén, que descendía del cielo de parte Dios, 11y tenía la gloria de Dios; y su resplandor era semejante a una piedra muy preciosa, como piedra de jaspe cristalino.

12Tenía un muralla grande y elevada, tenía doce puertas y sobre las puertas doce ángeles y nombres grabados que son las doce tribus de Israel. 13Al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, al poniente tres puertas. 14 Y la muralla de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los nombres de los doce apóstoles del Cordero. 15Y el que hablaba conmigo usaba como medida una caña de oro, para medir la ciudad, sus puertas, y su muralla. 16La ciudad se asienta sobre un cuadrado; su longitud es igual a su anchura. Y midió la ciudad con la caña: doce mil estadios; su longitud, altura y anchura son iguales. 17Y midió su muralla: ciento cuarenta y cuatro codos, con medida humana que era la de ángel. 18Y el material de su muralla es de jaspe y la ciudad es de oro puro semejante al vidrio puro. 19Y los cimientos de la muralla de la ciudad están adornados con toda clase de piedras preciosas: el primero es de jaspe, el segundo de zafiro, el tercero de calcedonia, el cuarto de esmeralda, 20el quinto de sardónica, el sexto de cornalina, el séptimo de crisólito, el octavo de berilo, el noveno de topacio, el décimo de ágata, el undécimo de jacinto, el duodécimo de amatista. 21Y las doce puertas son doce perlas, cada una cada una de las puertas era de una sola perla. Y la plaza de la ciudad era de oro puro como vidrio translúcido. 22Y en ella no vi santuario, pues el Señor, Dios todopoderoso, es su santuario, y también el Cordero. 23Y la ciudad no necesita del sol ni de la luna que la alumbre, pues la gloria del Señor la ilumina, y su lámpara es el Cordero. 24Y las naciones caminarán a su luz, y los reyes de la tierra traerán su gloria hasta ella; 25sus puertas no cerrarán pues allí no habrá noche, 26y llevarán hasta ella la gloria y el honor de las naciones. 27Y no entrará en ella nada profano, ni el que comete abominación y mentira, sino solo los inscritos en el libro de la vida del Cordero.

CUANDO LEAS

Dios, sentado en el trono, hace nueva la realidad. Es un nuevo Génesis: Ya está
hecho… Se afirma y se describe la nueva creación y la celebración de la boda del
Cordero. El universo nuevo se caracteriza por la ausencia de males y la presencia de bienes. La novia es Jerusalén, mujer y ciudad, hermosa y feliz. El autor enfatiza la descripción de la nueva Jerusalén como ciudad pero el lector no puede olvidar el contexto de amor conyugal (Isaías 40-66).
La ciudad es un cubo perfecto de unos 1.200 kms.de lado, es el Sancta sanctorum celeste como el camarín del Templo era también un cubo perfecto de unos diez metros de lado y revestido de oro puro. En la ciudad se repite el número 12, tribus y apóstoles, piedras preciosas, ángeles…
En el nuevo universo lo humano predomina sobre lo cósmico: el centro es la nueva humanidad. El mar desaparece porque es el “océano primordial” caótico y rebelde (Salmo 74, 13-14; Salmo 93, 3-4).

CUANDO MEDITES

- Por el amor del Cordero a la nueva Jerusalén Dios mora entre los hombres y los hombres con él. Dios instaura una alianza universal.
- Es un canto a la alegría (Is 35, 1-10: “ni muerte ni lágrimas…” y, además, el
universo se renueva: v. 5: “mira, renuevo el universo (cfr. 2 Cor 5,17).
- La gran afirmación del v.6: “Yo soy el alfa…” el alfabeto entero, todas las palabras
de lo que se puede nombrar. El autor une apretadamente el “da a beber de balde” (Is 55,1) pidiendo solamente que se tenga sed del manantial de la vida (Juan 7,37).
- Y, de forma similar en el v.7: herencia y filiación.
- 21,9-22,5: descripción de la novia-ciudad inspirada en Ez 40-48, que baja del cielo porque es creación de Dios (v.10), no tiene resplandor propio, lo recibe de la gloria de Dios. Culminación del libro, aspiración de la aventura humana.
- vv.22-23: la ciudad no necesita templo porque la llena la presencia de Dios y de Jesucristo… Y su lámpara es el Cordero, no necesita “luz de lámpara” (Ex 25, 31-40) ni de las lumbreras de la creación (Is 60,1-3; 9-10). A su luz caminarán las naciones…
- v.27 recuerda las liturgias de entrada (cfr. los salmos 15 y 24). Los pueblos acuden en busca de luz (Is 60, 3.5.7), la única luz que brilla dentro de la Iglesia es la presencia viva de Dios.

CUANDO ORES

- Sentimiento agradecido ante la culminación de la esperanza. Pablo en 2 Cor 5, 17 dirá: si estamos en Cristo somos criaturas nuevas “lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo”. Reposar en esta realidad que nos esponja el corazón y entonar un canto de alegría y alabanza. “Y enjugará toda lágrima…”. Enviados a enjugar las lágrimas, a consolar todo sufrimiento humano…
- Saborear la descripción de la nueva Jerusalén, ciudad sacerdotal, toda ella rebosante de la luz de la gloria de Dios, cimentada en Dios y consagrada a la adoración. Reflectir…
- Agradecer que mi lámpara sea el Cordero que guía mis pasos…


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Autor: Quique Climent, sj. Equipo de Lectio Divina de la UPComillas

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