martes, 6 de marzo de 2012

Curación de la hemorroísa

Lectio divina de Marcos 5,21-43


21 Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar. 22 Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, 23 y le suplica con insistencia diciendo: “Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.” 24 Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.

25 Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, 26 y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, 27 habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. 28 Pues decía: “Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.”
29 Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.
30 Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: “¿Quién me ha tocado los vestidos?”
31 Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"»
32 Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. 33 Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad.
34 El le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad.”

35 Mientras estaba hablando, llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: “Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?”
36 Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: “No temas; solamente ten fe.”
37 Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
38 Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. 39 Entra y les dice: “¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida.”
40 Y se burlaban de él. Pero él, después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los  suyos, y entra donde estaba la niña.
41 Y tomando la mano de la niña, le dice: “Talitá kum”, que quiere decir: “Muchacha, a ti te digo, levántate.”
42 La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. 43 Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.

CUANDO LEAS

- Oramos hoy con un doble relato (la curación de la hermorroísa y la resurrección de la hija de Jairo), cargado de simbolismo. Fijémonos en los elementos que tienen en común: dos mujeres, enfermas graves (una llega a morir), que se curan al contacto con Jesús. En ambos casos, se repite el número doce. Un dato innecesario que invita al lector a leer el relato en clave simbólica. El número doce es símbolo del pueblo judío. Ambas mujeres representan a Israel, cuyas instituciones y su religión (sinagoga) son incapaces de dar vida.

- vv. 25-34: Jesús libera de la marginación. Mientras que Mateo y Lucas son breves y sobrios en la presentación del milagro de la curación de la hemorroísa, Marcos se prodiga en detalles. La mujer está enferma (el pueblo pierde la vida; a eso apunta la enfermedad de pérdida de sangre) y es marginada por su impureza: la ley prohibía que entrara en contacto con cualquier persona y nadie podía tocarla sin contaminarse (cf. Lev 15,25-27).
La mujer se encuentra al borde de la desesperación (ha sufrido mucho durante doce años y lo ha perdido todo), pero se atreve a transgredir la ley, a la hacer lo que está prohibido, movida por su certeza de que ese contacto con Jesús le dará la salud y la vida. “Tocar el manto” significa adherirse a Jesús, porque el manto es símbolo de la persona (cf. Lc 19,36; Mc 10,50; Jn 13,12). Por otra parte, la acción de tocar el vestido responde a la creencia, en tiempos de Jesús, de que brotaba del taumaturgo una energía que sanaba.
Tanto la mujer como Jesús saben lo que ha pasado. Los discípulos aún no comprenden, y la gente aprieta a Jesús pero no lo toca realmente. Ninguno de ellos ha experimentado la adhesión completa a Jesús ni la transformación que provoca.
La mujer reacciona con “temor”, sobrecogida ante la manifestación de la divinidad en Jesús. Ella “se echa a sus pies”, en gesto de adoración. Las palabras de Jesús la reincorporan a la vida en todas sus dimensiones (psíquica, social, religiosa…): la llama “hija”, título familiar raro en los evangelios, reconoce el valor de su fe y la bendice con la paz y la curación.

- vv. 5,21-24.35-43: Jesús libra de la muerte. La resurrección de la hija de Jairo anuncia que no hay casos perdidos, que el miedo se vence con la fe y que la fe es capaz de resucitar muertos. Para Jesús, la niña no está muerta, está dormida. El nombre de Jairo es evocador: “él despierta”. La niña simboliza al pueblo, al que Jesús “levanta” (= resucita). La insistencia final en que nadie se entere está en la línea del “secreto mesiánico” que recorre el evangelio de Marcos”.
(cf. Enrique Martínez Lozano, Sabiduría para despertar, DDB 2011, 152-162)

CUANDO MEDITES

- ¿Me reconozco, en ocasiones, como  la mujer que está perdiendo la vida en un flujo continuo de inercias no vivificantes? ¿Me reconozco como la niña dormida que necesita escuchar “¡levántate! ¡vive!”?
- ¿Por dónde se me escapa la vida?
- ¿Cuáles son mis miedos? ¿Cuáles son mis opresiones externas e internas?
- ¿Quiero realmente tocar a Jesús, dejar que mi vida sea transformada y liberada por Él?
“El texto nos propone hacer nuestra la experiencia de la mujer: tomar conciencia, en primer lugar, de por dónde “se nos está escapando la vida”, caer en la cuenta de nuestras “pérdidas”, de aquellos aspectos de nuestra existencia que nos hacen sentirnos estériles. Y nos adentra en la paradoja de la fe, invitándonos a creer que nuestro poder reside precisamente en nuestros límites e impotencias reconocidas y asumidas. Estamos llamados también a dejar atrás nuestros miedos, a ir más allá de nuestras expectativas, a confiar de una manera distinta de la prevista. Y a esperar una salvación que acontece en el encuentro interpersonal con Jesús, en la acogida a su invitación de “entrar en su familia”, como verdaderos hijos” (Dolores Aleixandre)

CUANDO ORES
- Jairo cae a los pies de Jesús para suplicarle por la vida de su hija. Pide, suplica con insistencia y con fe por personas…, situaciones… amenazadas de muerte, opresión, marginación, injusticia…
- Un gran gentío sigue y aprieta a Jesús, pero sólo una mujer lo toca realmente y es sanada. Acércate a Jesús con verdadero deseo, con fe viva. “Toca” su manto, su persona, sus palabras, su presencia… Déjate mirar (“él miraba a su alrededor”), déjate amar, déjate llamar “hija”, “hijo”, déjate curar…
- ¿“Por qué lloras” ante tantas situaciones personales, sociales, mundiales… aparentemente desesperadas?, dice Jesús. “No tengas miedo, solamente ten fe”.
- “Todo lo tenemos en Cristo. Todo es Cristo para nosotros:
Si quieres curar tus heridas, Él es médico.
Si estás ardiendo de fiebre, Él es manantial.
Si estás oprimido por la iniquidad, Él es justicia.
Si tienes necesidad de ayuda, Él es fuerza.
Si temes la muerte, Él es vida.
Si deseas el cielo, Él es el camino.
Si refugio de las tinieblas, Él es luz.
Si buscas manjar, Él es alimento” (San Ambrosio)
- Puedes orar el Salmo 30
2 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
3 Señor, Dios mío, a ti grité y tú me sanaste.
4 Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
5 Cantad para el Señor, los que lo amáis,
dad gracias a su nombre santo;
6 su cólera dura un instante,
su bondad, de por vida;
Al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana, el júbilo.
11 Escucha, Señor, y ten piedad de mí,
Señor, socórreme.
12 Has cambiado mi luto en danzas,
me has quitado el sayal y me has vestido de fiesta.
13 Por eso mi corazón te cantará sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.


(Autora: Conchi López, pddm, Equipo de lectio divina de la U.P.Comillas)


1 comentario:

Cariluz Rojas dijo...

Hola, bendiciones, he leido el texto y he quedado maravillada. Quiero hacerle algunas preguntas que son importantes y determinantes en este momento de mi vida. Puede usted darme su correo,o el tal caso, este es el mío. luzrojasgomez@gmail.com

Mil gracias en nombre de Jesús!



Luz