A Dios quiero decirle mi amor todos los días. Los días de sol radiante y los desapacibles días de tormenta. El amor no está a merced de las circunstancias. La percepción de las circunstancias se transforma por el amor. Y de este modo, "las grandes aguas no podrán apagar el amor ni los ríos anegarlo". El amor es para siempre.
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Te diré mi amor, Rey mío,
cuando el corazón se inflame
y la luz llene los ojos
y la sonrisa se ensanche.
Te diré mi amor, Rey mío,
cuando el corazón se seque,
y las tinieblas me envuelvan
y la tristeza me apague.
Te diré mi amor, Rey mío,
cuando la plenitud de sentido
invada toda mi tarde.
Te diré mi amor, Rey mío,
cuando el absurdo aparente
todo lo rompa y devaste.
Te diré mi amor por siempre
en amaneceres grandes
y en densas oscuridades.
Te diré mi amor de noche,
mi barca varada a tus pies,
y susurrando tu Nombre.
Foto: Conchi López |
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