Lectio divina de Juan 6,41-59
41Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.»
42Y decían: «¿No es éste Jesús,
hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?»
43 Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros.
44«Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le
resucitaré el último día.
45Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el
que escucha al Padre y aprende, viene a
mí.
46No es que alguien haya visto al
Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre.
47En verdad, en verdad os digo: el
que cree, tiene vida eterna.
48Yo
soy el pan de la vida.
49Vuestros padres comieron el
maná en el desierto y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para que
quien lo coma no muera.
51aYo soy el pan vivo,
bajado del cielo.
Si uno come de este pan, vivirá para siempre;
51by
el pan que yo le
voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»
52Discutían entre sí los judíos y decían:
«¿Cómo puede éste darnos a comer
su carne?»
53Jesús les dijo: «En verdad, en
verdad os digo: si no coméis
la carne del Hijo del hombre, y no bebéis
su sangre, no tenéis vida en
vosotros.
54 El que come mi carne y
bebe mi sangre, tiene vida
eterna, y yo le resucitaré el último día.
55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
56 El que come mi carne y
bebe mi sangre, permanece en
mí, y yo en él.
57 Lo mismo que el Padre, que vive,
me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá
por mí.
58 Este es el pan bajado del cielo;
no como el que comieron
vuestros padres, y murieron; el que
coma este pan vivirá para
siempre.»
59Esto lo dijo enseñando en la
sinagoga, en Cafarnaúm.
CUANDO
LEAS
- Haz memoria del contexto pascual en el que se encuentra nuestro
evangelio: Juan 6, con los relatos de la multiplicación de los panes, Jesús
caminando por el mar, y el diálogo de Jesús con la gente, a orillas del mar,
sobre el maná del desierto, a partir del salmo 78,24: “Les dio a comer pan del cielo”.
Jesús hace,
entonces, una relectura de ese versículo y se
aplica a sí mismo las tres características del maná: Lo da el Padre, ha
bajado del cielo y da la vida al mundo (v.33).
A partir de aquí,
comienza el discurso de Jesús en el que se revela a sí mismo como “Yo soy el pan de vida… he bajado del
cielo” (vv.35.38). Y la voluntad de Dios es que creamos en su Hijo y tengamos vida eterna (v.40). Es la
finalidad del evangelio de Juan, según su primer epílogo: el evangelio ha sido escrito “para que creáis que Jesús es el Cristo, el
Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre” (Jn 21,30).
- En nuestro evangelio de hoy,
retomamos el discurso en el v.41. La reacción de los judíos ante las palabras
de Jesús es la murmuración, el
escándalo, la incredulidad; una
murmuración que, en contexto pascual, evoca la murmuración del pueblo en el
desierto por la falta de alimento (Éx 16,2.7.8.12). En esta ocasión murmuran porque
no pueden aceptar la encarnación. ¿Cómo puede decir que desciende del cielo aquel
galileo cuyo padre y madre conocemos? Los sinópticos refieren también este
escándalo, referido a los paisanos de Jesús en Nazaret: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María…?” (Mc 6,1-6). Y dice
Marcos que no pudo hacer allí ningún milagro por su falta de fe.
- Jesús les pide que
no murmuren. La actitud ante Jesús ha de ser venir a él y creer
en él (vv. 44.45.47),
expresiones que son equivalentes. Podemos venir a Jesús porque el Padre nos atrae a él. Citando a Is
54,13, Dios mismo nos enseña a ir a Jesús. Quien escucha a Dios y aprende de
Él, va a Jesús, imagen de Dios invisible (Jn 12,45; 14,7-9; Col 1,15). Como
apunta el relato de la transfiguración, el Padre tira de nosotros hacia Jesús,
a escucharlo y creer en él: “Éste es mi
Hijo amado, escuchadlo” (Mc 9,7).
- El
que cree, tiene vida eterna (v.47), una vida abundante que comienza ya
en el presente y que se prolongará en la vida de resucitados. La vida eterna,
según Jn 17,3, es conocer al Padre y a
su enviado, Jesucristo. Conocer al Padre y al Hijo es amar (1 Jn 4,7), permanecer
en él por el amor (1 Jn 4,12.16), vivir como vivió Jesús (1Jn 2,6), vivir nuestra
filiación divina, que es nuestra identidad más profunda (1Jn 3,1).
- En esta primera
parte del discurso, Jesús como pan de vida (vv.35.48) que sacia el hambre y la
sed de quien cree en él (v.35) evoca la
Sabiduría del A.T. Allí se habla de comer el banquete de la Sabiduría (Prov
9,5s; Sir 24,18-25; Is 55,1-5), el pan de inteligencia (Eclo 15,3). E incluso
se habla de comer el rollo de la Palabra (Ez 3,3). Jesús es la Palabra-Sabiduría
del Padre hecha carne para que comamos-creamos en ella.
- En la segunda
parte del discurso (vv.51b-58), los términos claves son dar (entregar), carne,
comer (masticar) y beber.
Hay una clara alusión a la Eucaristía y
a la muerte de Jesús, a Jesús que se
entrega a sí mismo por la vida del mundo (1 Cor 11,24; Lc 22,19 y
paralelos).
- La invitación de
Jesús a comer su “carne” (sarx, no soma-cuerpo, para subrayar la verdadera encarnación) provoca, no
solo la murmuración de los judíos, sino una
discusión en torno a cómo puede ser esto. Jesús responde, hablando con
autoridad (“amén, amén”): hay que comer (masticar) su carne y beber su sangre para tener vida en nosotros; hay que
entrar en comunión con su persona, hacerse uno con él, como él es uno con el
Padre. Al participar de la eucaristía, permanecemos
en él como el sarmiento está unido a la vid (Jn 15,4-7). Lo mismo que Jesús
vive por el Padre, al que Juan llama “el que vive”, “el que tiene la vida”, la
fuente de la vida (cf.5,26), así también quien “come” a Jesús tendrá su misma
vida (v.57)
CUANDO
MEDITES
1. Los judíos
murmuraban… Se escandalizaban de Jesús… Discutían cómo puede darnos a comer su
carne… Jesús pide que creamos en Él, que nos alimentemos de él, que
permanezcamos en él, que vivamos como vivió él, con sus actitudes, sus
preferencias, su fe en el Padre… ¿Puedes decir que permaneces en Jesús y que Él
vive en ti (cf. Gál 2,20)?
2. Fíjate en las
veces que aparece el término vida. ¿De qué vida habla Jesús? ¿Cómo
sientes que participas tú, en el presente, de esa vida abundante de Dios?
3. Jesús es Palabra-Sabiduría.
¿Escuchas a Jesús? ¿Es él tu único Maestro?... Jesús es Pan-Eucaristía. Es pan tomado,
bendecido, partido y entregado para la vida del mundo… ¿Reconoces que tu
vida es, como la suya, pan que se parte y se entrega a los demás? ¿Vives
las celebraciones eucarísticas con el deseo de que Jesús te transforme
en aquello que recibes?
CUANDO
ORES
- Da gracias a Jesús por ser el pan que
se entrega para la vida del mundo…, por ser tu alimento en la Palabra, en la Eucaristía y en su continua
presencia en los otros, en el mundo, en la historia…
- Pídele que te transforme en aquello que
recibes para que puedas ser, también tú, pan para otros…
- Puedes terminar
rezando el siguiente poema-oración de Pedro Casaldáliga: Eucaristía
Mis manos, esas manos y Tus manos
hacemos este
gesto, compartida
la mesa y el
destino, como hermanos.
Las vidas en Tu
Muerte y en Tu Vida.
Unidos en el pan los muchos
granos,
iremos aprendiendo
a ser la unida
Ciudad de Dios,
Ciudad de los Humanos.
Comiéndote
sabremos ser comida.
El vino de sus
venas nos provoca.
El pan que ellos
no tienen nos convoca
a ser Contigo el
pan de cada día.
Llamados por la
luz de Tu Memoria,
marchamos hacia el
Reino haciendo historia,
fraterna y
subversiva Eucaristía.
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Lectio divina preparada por Conchi López, pddm (Equipo de animación de San Francisco de Borja, Madrid)
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