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sábado, 11 de diciembre de 2010

Caminos de búsqueda de un crecimiento integral

El minicursillo del puente de la Inmaculada animado por Celine Cunha tenía como objetivo ofrecernos algunas claves para trabajar personalmente (y en comunidad-familia) temas como la autoestima, la asertividad, las emociones, el diálogo y la resolución de conflictos. Un objetivo demasiado amplio para día y medio de encuentro.

Entre otras cosas, en estos días hemos aprendido (o recordado) que no hay atajos para la resolución de conflictos ni la sanación de heridas. No hay recetas para sentirse mejor y para cambiarnos a nosotras mismas (mucho menos para cambiar a los demás), sino un largo camino de aprendizaje de la madurez, el equilibrio y el amor. Y ese largo camino se recorre con muchísimos pasos cortos. Si inicio un peregrinaje, con cien pasos no llego a Santiago de Compostela, por ejemplo. Pero sí, con cientos de miles de pasos. Pensarlo cansa y puede llevarnos a desistir del intento. Pero, quien sabe del arte de la vida, sabe que no puede invertir mejor sus esfuerzos que en el propio crecimiento y mejora, que es camino de felicidad y plenitud para uno mismo y para los demás. Amarse a uno mismo y cuidarse (física, psíquica y espiritualmente) es una forma de amar a los otros, porque cuanto mejor esté yo, más contribuiré a su bienestar y felicidad.
Quien comienza con resolución a trabajarse a sí mismo sabe que, en cada paso que da, además de esfuerzo hay alegría porque ya comienza a vislumbrarse que llegará algo mejor.

En estos días he hecho memoria de libros de psicología que a mí me han ayudado a vivir (y lo siguen haciendo):
La felicidad es una tarea interior, John Powel (y todos los libros de este autor),
El hombre en busca de sentido y El hombre doliente, Victor Frankl,
La sabiduría de las emociones, Norberto Levy
La asertividad, expresión de una sana autoestima, Olga Catanyer,
Sé amigo de ti mismo y Teología del gusano. Autoestima y Evangelio, José Vicente Bonet.


Además de la psicología humanista, la espiritualidad es otro pilar del crecimiento.
Joan Chittister
Para ahondar la espiritualidad, aparte de la oración cotidiana, la lectura de autores espirituales resulta iluminadora. Y, en eso, como en todo, a cada uno Dios le lleva por su propio camino, según lo que Él le quiera dar para el propio bien y como don para el mundo.
En los últimos años de mi vida, encuentro alimento en las obras de Thomas Merton, Henri Nouwen, Joan Chittister y en los místicos de siempre, sobre todo Santa Teresa.

Hay personajes del siglo XX cuyo descubrimiento me ha dado también mucha luz: Etty Hillesum, Simone Weill, Madeleine Delbrêl y Edith Stein. Mujeres muy distintas, de muy diversas procedencias, cuyas vidas se han desarrollado en situaciones dispares, pero  han sido vidas, todas ellas, provocativas, interpelantes, creativas, generadoras del deseo de Dios.

Finalmente, el alimento insustituible es la Palabra de Dios leída, escuchada, meditada y orada. En ella me descubro y descubro, todos los días, algo del Dios que nos sostiene y nos habita.

Todo esto me ayuda y es, para mí, fuente de sentido en la misión y en las tareas, los desvelos y los cuidados cotidianos.

sábado, 4 de diciembre de 2010

¿Dónde estamos las mujeres en la Iglesia?

A través del blog de Isabel Gómez Acebo, me ha llegado un artículo de Mª Dolores Díaz de Miranda, monja benedictina y médica, publicado en Vida Nueva, en el que encuentro reproducidos muchos de mis sentires. Por ello me permito hacerme eco, también yo, del mismo.
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Cuando a finales de octubre de 1958 se reunieron en cónclave los cardenales y se encendió la fumata blanca saliendo al balcón de san Pietro el que se convertía en el papa Juan XXIII, muchos analistas y cristianos no acertaban a saber si aquello era una broma o un despiste del Espíritu Santo –la Ruah divina–. Sintieron alivio al considerarlo un papa de transición. El papa “accidental”, en trece meses, hizo virar la nave de Pedro 360º, convocando un concilio. No cabe duda de que esa elección fue una broma del Espíritu Santo.
Hace unos días siete mujeres, siete religiosas limpiando el altar de la Sagrada Familia, se han convertido en una imagen impactante ante 400 millones de televidentes. Intuyo que se debe de tratar de otra broma del Espíritu Santo. Porque esas imágenes parecen haber logrado más que veinte siglos de lucha para que la Iglesia nos dé a las mujeres el lugar que nos corresponde.
En este hecho providencial o azaroso, unido al error de la TV3 y otros medios, que identificaron a estas religiosas con nosotras, monjas de Sant Pere de les Puelles, resultó ser una nueva broma del Espíritu Santo. Gertrudis Nin, abadesa del monasterio, deshizo el error públicamente, aclaró que no somos monjas enclaustradas y lanzó la pregunta de cuál es el papel de la mujer en la Iglesia. Rápidamente pregunta e imágenes fueron difundidas.
Que nuestra abadesa se manifestara es lógico, pues si hay algo que caracteriza a la comunidad Sant Pere, desde hace más de 1.200 años en la ciudad de Barcelona, es luchar, a lo largo de su historia, por mantener la autonomía y libertad, frente a cualquier poder y su apertura en el entorno cultural en que vive, apertura que es reflejo del propio talante de la iglesia y de la sociedad catalana.

Quiero dar las gracias a esas siete religiosas –Auxiliares Parroquiales de Cristo Sacerdote– que con sencillez y sin ningún tipo de vergüenza por su trabajo en la Iglesia, acaban de encender un fuego de esperanza. Ellas nos han mostrado la fuerza de las bienaventuranzas, la fuerza de los limpios y sencillos de corazón espoleando nuestra conciencia, porque nos cuestionan qué vamos a hacer para que la iglesia cambie. ¿Cuántos hombres estarán dispuestos a compartir las tareas de limpiar el altar, planchar los purificadores, renovar las flores…? ¿Cuántos sacerdotes serán capaces de hacer en sus iglesias lo mismo que muchos hombres en sus casas? ¿Cuántos diáconos permanentes se darán cuenta de que están promoviendo la marginación de las mujeres al hacer unos servicios que hasta ahora hacíamos nosotras? ¿Cuántas mujeres seremos capaces de compartir nuestras tareas típicamente femeninas con los varones de nuestra iglesia sin sentir que perdemos nuestros “dominios”?


Desde niña he soñado con una sociedad y una iglesia en la que hombres y mujeres fuéramos iguales. A los siete años, se me metió en la cabeza ser monja. Como tal, he sufrido en mi propia carne los viejos estereotipos que pesan sobre nuestra condición femenina. En la comunidad de Sant Pere he encontrado algo presente en pocas comunidades monásticas femeninas: la posibilidad de desarrollar la capacidad intelectual. Hoy estoy realizando los estudios de doctorado, participo en congresos, colaboro en proyectos de investigación, publico estudios… y formo parte del equipo de la Escuela Feminista de Teología de Andalucía, EFETA.


Ni mi compromiso, ni mis sueños, ni mi sufrimiento, ni mi lucha han logrado lo que la imagen de las siete religiosas limpiando el altar de la Sagrada Familia. Esas imágenes me hacen reflexionar sobre las distintas formas del lenguaje. Y me hacen manifestar mi gratitud a cada una de ellas, al igual que a mi abadesa. Unas y otra han expresado con naturalidad y sencillez lo que viven, unas y otra recogen en sus gestos y en sus palabras la diversidad de nuestra Iglesia plural, unas y otra nos recuerdan que somos necesarias todas. Ellas, dignificando el trabajo que hacen y hacemos millones de mujeres, y nuestra abadesa, expresando con valentía deseos latentes y justos que albergamos en nuestro corazón también millones de mujeres. Esta es la pluralidad de la Iglesia de la que formo parte, la Iglesia que amo, en la que me he comprometido dar mi vida y ante la que se abre la pregunta: ¿Dónde estamos las mujeres en la Iglesia?

martes, 14 de octubre de 2008

Congreso anual de Pastoral Vocacional y Efeta, dos eventos esperanzadores

De la mano de la teóloga española Isabel Gómez Acebo, quiero daros a conocer dos encuentros, de muy distinto cariz, que han tenido lugar en Madrid y en Sevilla, en estos primeros días del mes de octubre. Encuentros en los que las mujeres de Iglesia, religiosas y laicas, han tenido un protagonismo especial. Como yo no he asistido (aunque me he quedado con las ganas), dejo que Isabel os lo cuente e incluso me permito tomar de ella el título de este post.
Por cierto, descubrí su blog hace días y me parece de lo más interesante. A la derecha he puesto un enlace para facilitaros su búsqueda.

YYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY

Unos eventos esperanzadores

He asistido este fin de semana a dos eventos muy distintos pero que me han llenado de esperanza en un cristianismo que permanece vivo en nuestra sociedad a pesar de todos los profetas de calamidades que nos hablan de su extinción.

El primero tuvo lugar en Madrid y era la celebración del congreso que las religiosas/os (altero el orden convencional porque ellas eran más numerosas con lo que se merecen la precedencia) llaman de Pastoral Vocacional. Había más de 800 personas en el salón de actos del colegio El Recuerdo de los jesuitas. La mayoría era joven, lo que ya sorprende cuando en las iglesias esa presencia ha disminuido dramáticamente. Muchos también guapos, puesto que hoy cuidan su presencia los religiosos y no se meten en el convento los que “no se comen un rosco” en la vida social, sino los que quieren llevar el cristianismo a los niveles más altos.
Mayores y jóvenes, altos y bajos, rubios y morenos, españoles y extranjeros, un plantel variopinto de personas que gozan de un elemento común: llenos de ilusión siguen los caminos marcados por Jesús de Nazaret para los escogidos. Imagino que el verse y compartir experiencias y proyectos les servirá a todos para renovar sus deseos y volver a sus casas fortificados en su fe.
El otro acto en el que he participado tiene unas dimensiones más modestas pero hubiera sido impensable hace unos años. Cerca de 100 personas, la mayoría mujeres, asistió a las Conferencias Presenciales de EFETA en Sevilla, unas siglas que responden a un portal de internet que ofrece un título superior privado, con duración de dos años en teología feminista. Entre las asistentes se graduaban cinco mujeres que ya habían terminado todos sus créditos. Algunas que proceden de países de América del Sur mandaron a sus amigas para que las representaran y recogieran su titulación.
Todo el grupo manifestaba su ilusión por estar realizando unos estudios que siempre habían soñado hacer y que las fortalecía como mujeres cristianas. Algunas comentaban que sus compañeras en países sudamericanos, donde la mujer sigue muy subordinada, estaban entusiasmadas por escuchar que tanto Dios como Jesús luchaban por las causas de las mujeres, que querían y las impulsaban a llevar a lo más alto las aptitudes con las que habían nacido. Sorprende que tras más de 2000 años estas cosas no se hayan oído antes pero ¡era tan cómodo que las mujeres fueran las criadas de todos! En ese todos meto también a los varones eclesiásticos, a los que especialmente les está costando cambiar de modelo.

viernes, 19 de septiembre de 2008

María Magdalena

El evangelio de ayer (Lc 8,1-3) nos decía que Jesús iba por pueblos y aldeas anunciando ese nuevo modo de vivir que llamamos "Reino", y con él iban discípulos y discípulas. Hecho, éste último, totalmente insólito en aquel tiempo.
Estas discípulas son las mismas que acompañaron a Jesús hasta Jerusalén y que, cuando todos huyeron, se mantuvieron resistentes hasta la cruz.
Entre ellas estaba María Magdalena, la que obstinadamente se sigue identificando con la pecadora, mujer de mala vida o prostituta, para más detalles.

Son ya docenas las veces que he intentado clarificar, en los cursos bíblicos, las identidades de las mujeres del evangelio, que habitualmente todo el mundo confunde (incluidos nuestros sacerdotes en sus predicaciones...). Docenas las veces que he dicho que nada hay, en los evangelios, que identifique a María Magdalena con la prostituta de Lucas 7, ni con la adúltera de Jn 8. De María Magdalena sólo se dice que Jesús la había liberado de siete demonios y que fue la primera testigo de la resurrección. Nada más. Pero, no es la primera vez que, a la vuelta de curso, los alumnos me siguen diciendo lo mismo: María Magdalena, la que ungió los pies a Jesús en casa del fariseo...
Eso, por no hablar de libros como El Código Da Vinci, que inventa una tórrida relación entre la discípula y su Maestro.

¿A qué se debe que tanto "en casa" como fuera, es decir, tanto en el ámbito eclesial como extra y antieclesial, se haya tergiversado tanto la identidad de esta mujer?
Quiero recomendar dos libros que pueden clarificar mucho cómo y por qué esta desfiguración de la identidad de María, que llegó a considerarse, en los primeros siglos, "apóstol de los apóstoles" y que pasó a ser, después, el prototipo de pecadora y penitente que conocemos.

El primer libro es el de nuestro amigo Quique Fernández, María Magdalena, de la colección Mujeres en la historica, ed. Edimat.
Y el segundo es el editado por Isabel Gómez Acebo en DDB, María Magdalena, de apóstol a prostituta y amante. Este volumen pertenece a la colección En clave de mujer.

Y, ya que estamos, vamos a recomendar esa colección: se trata de una serie de "libros religiosos y teológicos que pretende divulgar el pensamiento femenino sobre estas materias. Un pensamiento que se ha presentado con fuerza a partir de los años 70 y que se inició, fundamentalmente, en el mundo americano y alemán. Las mujeres españolas han entrado tarde, lo que no puede extrañar a nadie, ya que nuestra cultura mediterránea ha supuesto un mayor freno a la incorporación de las mujeres a la vida pública, cualquiera que fuese su campo. La colección pretende recuperar silencios, corregir interpretaciones, ofrecer espiritualidad,... con la convicción de que también las mujeres pueden y deben acceder a alguna parcela de la verdad sobre Dios"

(http://www.edesclee.com/Formularios/Colecciones.asp?idColeccion=16&inicio=1).

martes, 1 de abril de 2008

Fascinadas por el Absoluto

Reclamos de interioridad


Hacía tiempo que quería dejar escrito en este diario unas impresiones que escribí en Buenafuente durante los Ejercicios Espirituales de septiembre del año pasado. Aún me dura el encanto de aquellos días y la buena huella que me dejaron aquellas mujeres, las religiosas cistercienses, de su vida consagrada a Dios en perenne Alabanza.

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Es la primera vez en mi vida que me levanto tan temprano para rezar (en España, claro; en Italia, los horarios eran así y no había más remedio que adaptarse: ¡a las 5:30, arriba! Y yo, que soy noctámbula, a las 22 horas, a dormir...).
Pero resulta hermoso que, mientras la mayoría de la gente aún duerme, apurando hasta el último minuto de descanso entre las sábanas, estas mujeres, diez mujeres de diversas edades, desde los treinta y cuatro hasta los cien años, estén recitando salmos y orando a Dios. Centinelas de la mañana velando el sueño de los hombres que prescinden de Dios, desde su amor a Dios y a los hombres.

No se puede pensar que haya otra razón para que estas mujeres estén aquí, sino el Amor. Por supuesto, no son mujeres desencantadas de la vida. Son mujeres que aman la vida: a su familia, a sus amigos, las relaciones, el trabajo, la cultura, la diversión, los viajes... Pero han descubierto una perla preciosa cuyo encanto y belleza supera y eclipsa cuanto de bello pueda ofrecer la vida. Su perla preciosa, su tesoro escondido es Dios. Amarlo a Él no supone amar menos al mundo. Al contrario: ese amor arrastra a amar apasionadamente todas las cosas y a todos los seres en Él.
No son mujeres desentantadas. Son mujeres fascinadas por el Absoluto, cuya única tarea pretende ser el Amor. Quizá no sean conscientes de hasta qué punto es importante para la Iglesia y para el mundo que ellas existan como signo luminoso para los creyentes y para los indiferentes.


Buenafuente del Sistal,
27 de septiembre de 2007

TOMÁS Y MELLIZO, S.A. (Dolores Aleixandre)

Dolores Aleixandre nos ha mandado dos textos pascuales muy simpáticos, "cocinados" seguramente, no sólo en sus ratos de oración, sino también "a la cola de la pescadería" o en sus trayectos de metro por Madrid, como suele ella decir. Y es que ya lo decía también nuestra mística castellana: "Entre los pucheros anda Dios".
Publico aquí uno de los dos. El otro podréis encontrarlo en http://www.discipulasdm.es/ ("¿Qué me pasa, doctor?"). Se refiere al escéptico Tomás que hemos contemplado ayer, en el evangelio del Domingo II de Pascua, Juan 20,19-29. Os dejo con ella.

Y ¿Tenía Tomás un hermano mellizo? A lo mejor sí y ésa es la explicación más evidente y plana de su sobrenombre. Pero nada nos impide aventurar otra e imaginar que estaba bajo el signo de Piscis, que en el zodiaco se representa como dos peces gemelos y sugiere una personalidad compleja, contradictoria y “múltiple”. El apodo le vendría entonces de aquellos dos hombres distintos que coexistían en él: el Tomás decidido y audaz, capaz de adentrarse sin temor en lo desconocido y de decir: “¡Vamos también nosotros a morir con el Maestro!”, y junto a él, el otro Tomás, su sombra, receloso, desconfiado y algo cerril. A lo mejor por eso simpatizamos tanto con este discípulo de reacciones impulsivas y algo descaradas y nos cae tan bien su manera de aproximarse a Jesús, tan temeraria y desarbolada. Y hasta podemos sentirnos englobados en esas contradicciones suyas, como si fuéramos su “gemelo virtual”.
El final de la escena nos llena de esperanza: Tomás el Mellizo, dividido y desconfiado, es bautizado en las aguas torrenciales del amor sin límites de Jesús, recibe ahí su nombre definitivo y único y se adentra, a ciegas por fin y sin miedo, en la hendidura insondable de tu costado abierto, Señor mío y Dios mío...

miércoles, 27 de febrero de 2008

"Saber perdonarse y perdonar"

Me pregunta una amiga por los post de estos días:
- ¿Es que te ha absorvido el triángulo de las Bermudas, o qué? ¿Dónde te metes? ¡Ya decía yo que era demasiado escribir un post cuaresmal todos los días!

Pues sí, realmente lleva su tiempo meditar y orar por escrito. Pero lo que estos días nos ha apartado del blog a mi compañera orante y a mí ha sido la participación en un taller de oración el fin de semana pasado.

El taller estuvo animado por Emma Martínez Ocaña y llevaba por título "Saber perdonarse y perdonar".
Y aprovechando la ocasión, voy a hablaros de Emma.
Emma es una de las mujeres más importantes de mi vida. Me explico: en el año 1999 (ha llovido desde entonces...), andaba yo cansada de hombres, de hacer retiros, cursos y ejercicios siempre con hombres... Así es que me puse a buscar una animadora de ejercicios. Me hablaron de Emma. Ella era entonces profesora en Comillas. Sus asignaturas eran más que sugerentes (Espiritualidad ecofeminista y Espiritualidad de la vida en el mundo). Y me decidí a hacer los ejercicios espirituales con ella. El curso bien podría haberse titulado: "El seguimiento de Jesús en el cuerpo". Fue esa integración de la corporalidad en la espiritualidad lo que me encantó del método de Emma.
A partir de entonces, comencé un proceso de integración espiritual y de crecimiento personal que dura hasta hoy, más o menos "a zaga de su huella"... Anualmente participaba en dos o tres cursos a los que ella llama "Encuentros de integración" y, en el verano, buscaba sus ejercicios espirituales.
Hace cuatro años que no los hago con ella, pero ya estoy apuntada para su curso de julio, en Galapagar, en la casa de Espiritualidad "Santa María", de la institución javeriana. Según nos ha dicho, si tiene tiempo, preparará los ejercicios teniendo a María, discípula, como icono de seguimiento de Jesús. ¡Ojalá! Todas la alentamos a hacerlo así.

De Emma quiero recomendar una publicación reciente, en ed. Narcea: Cuando la Palabra se hace cuerpo... en cuerpo de mujer", libro en el que propone unos iconos bíblicos que han encarnado la Palabra en el corazón, los ojos, la boca, el oído, las manos y los pies.
Otro libro muy recomendable, de la colección Aletheia de Verbo Divino, es He visto al que me ve. Se trata de una obra escrita por varias mujeres, miembros todas ellas de la ATE, en el que Emma tiene un capítulo: El cuerpo y el encuentro con Dios.

Como vemos, su línea es siempre la de la "encarnación" de la Palabra en la corporalidad, "una espiritualidad unificada en torno al cuerpo que somos, alejándonos de los dualismos milenarios que han configurado gran parte de la espiritualidad cristiana".

- Muy interesante... Me haré con esos libros. Pero, y el curso del fin de semana, ¿de qué ha ido?

Pues el curso del fin de semana ha sido muy "cuaresmal": "Saber perdonarse y perdonar".
La primera parte de los encuentros de Emma siempre tienen un carácter más antropológico y psicológico. En este caso, nos habló de la importancia del perdón en nuestras vidas, de lo que es y lo que no es perdonar y del proceso largo y no fácil del perdón. La charla que orienta el día es seguida por diversos momentos de oración guiada.
El segundo día, la charla orientadora es más teológica. En esta ocasión, contemplamos la experiencia del perdón incondicional de Dios a partir del texto de Lucas 7,36-50, la mujer pecadora que ungió los pies a Jesús en casa de Simón el fariseo. Emma la llama "la mujer que amó mucho" porque ese fue el nombre que le puso el mismo Jesús.

El fin de semana ha sido encantador. No sólo por Emma, sino por el ambiente sumamente acogedor de la casa, la solicitud tan amable de las hermanas javerianas, y el grupo de participantes en el que siempre se encuentran buenas compañeras de camino.
En la casa de Navalonguilla, cada rincón invita a la interioridad.


Os dejamos con imágenes del encuentro y con una oración de mi compañera orante, fruto de uno de esos momentos de interioridad en los que hemos gustado la "sabiduría de saberse perdonado y de perdonar".
Momentos en el comedor

Momentos de oración


Y Barro y aliento divino...

Barro y aliento divino,
hija amada e hija pródiga,
riqueza y pobreza,
objeto de tu misericordia, mi Señor,
y de la de los otros.
Eso es lo que soy,
sólo eso, no soy más.

No puedo dar lo que no tengo...
Hoy me perdonas: “Tus pecados están perdonados”,
me siento perdonada, digna de tu perdón
e hija de tu amor incondicional:“Tu fe te ha salvado; vete en paz”...Me abandono a tu abrazo de misericordia.
Sé que no me salvan mis méritos sino tu misericordia entrañable,
porque no soy fruto del azar sino de tu amor.

“Ve y haz tú lo mismo”, me interpelas.
Sólo experimentado el perdón se puede perdonar.
Haz que haga con los otros lo que tu haces conmigo.
Reconozco mis heridas y mi deseo de disfrutar
de lo que me es regalado.
Concédeme la gracia del perdón y del abrazo vivificador.
Otórgame el don liberador del perdón.
Hagamos fiesta, mi Señor, celebrando tu misericordia.

domingo, 7 de octubre de 2007

Dolores Aleixandre

La conozco desde hace doce años y, en realidad, no sé nada de su vida.
Nunca hemos intercambiado una conversación personal, de tú a tú (aunque sí de "yo" a "ella"), pero la he oído hablar cientos de horas.
Cuando estoy con ella, inexplicablemente, me quedo muda. Quien me conoce ahora sabe lo inconcebible que parece que a mí se me pegue la lengua al paladar... Pero eso es lo que me pasa. Y, sin embargo, quisiera haber tenido la ocasión de contarle muchas cosas.
Con ella me he reído mucho y he llorado en más de una ocasión mientras la escuchaba en clase, e incluso en su despacho, al ir a examinarme (y no por el examen precisamente...). Y es que la Palabra, en su boca, es "más cortante que espada de doble filo. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas, y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón" (Heb 4,12).


Con ella he deseado seguir siendo lo que soy: religiosa y narradora de la Biblia.
Ella es menudita pero tengo la sensación de que, cuando entra en un lugar, llena todo el espacio con su energía vital, con su alegría desplegada como un manto que cubre a todos, con el Espíritu que la acompaña y transfigura su mirada abierta, su risa cantarina, sus palabras llenas de música.
Hace mucho que pasó "la edad de la inocencia". Últimamente habla en ocasiones de "aprender a envejecer". Pero a mí me resulta eternamente joven. Incluso, ingenua y hasta traviesa como una niña. Su humor es sagaz y va siempre cargado de intención, aunque nunca resulta irónico, sarcástico o hiriente. Esta mujer me parece el icono perfecto de lo que Pablo afirma en 2 Cor 4,16: "Aunque el hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día". Así veo a Dolores Aleixandre. Una mujer siempre nueva, renovada por Jesús; una mujer que contagia su fe, su amor al Evangelio, su deseo de vivir y su real felicidad. Una mujer "kejaritomene"... ¿Estoy diciendo un disparate? Bueno, digamos "kejaritomene" por contagio y graciosa participación.
- Lo tuyo es obsesiva fijación con Dolores, hija.
- No. Lo mío es fascinación desde que la conocí. Lo mío es gratitud por haber conocido a una mujer así: maestra en el vivir y en el rumiar, gozar y consentir a la Palabra de Dios que se adueñe de nosotros.
Este sábado la Familia Paulina ha disfrutado un retiro con ella en Madrid: "Llamados a vivir una vida en abundancia. Mc 1,9-39".
Ella no sólo dice palabras bonitas (estaría escuchándola las horas muertas, que serían horas bien vivas...). Ella vive una vida hermosa. Es de esas mujeres que te hace sentir que tu elección (y la de Dios para contigo) ha sido una estupenda e inmejorable elección.
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P.S.: Me atrevo a recomendar todos sus libros. Sobre todo "Relatos desde la mesa compartida", "La fe de los grandes creyentes", "Esta historia es mi historia" y "Contar a Jesús".
P.S. 2 - Fe de erratas: Mi amiga Mª Luisa me avisa de una errata que me ha causado el mismo sobresalto que si hubiera visto un elefante volando: "aprender a embejecer"... ¡Dios mío! No es por disculparme pero, ¡lo que hace la cercanía de los 40 y la proximidad de la una de la madrugada! Supongo que aceptar con paz que una comienza a "chochear" en lo gramatical también debe de formar parte del arte de envejecer.
Gracias, M.L., por estar "al quite".