lunes, 18 de octubre de 2010

El difícil arte de estar enteramente presente

Hoy no quería arriesgarme a quedarme sin la oración diaria, y he decidido asegurarla quedándome en la iglesia, tras la Eucaristía. En casa me reclaman muchas tareas pendientes y muchos cuidados inexcusables. Pero la oración es también inexcusable si quiero vivir en y desde Dios.
En el templo hace frío y el silencio está ausente. En su lugar, un ruido constante de coches y autobuses, con su chirrido estridente al frenar, constituyen la banda sonora de mi oración silenciosa. Aun así, prefiero estar lejos de la tentación de atender a lo urgente descuidando lo importante.

Llevo un minuto intentando silenciarme cuando una mujer mayor, sin presentación previa, se sienta junto a mí y comienza a hablarme: le ha hecho a la Virgen la promesa de "leer en misa", pero no sabe leer bien y quiere que alguna hermana (por ejemplo, yo) la escuche y la ayude a hacer "prácticas" para adquirir soltura y poder cumplir su promesa. (Por una parte, su deseo me resulta conmovedor).
-"Porque verá, mi marido..."

Y me cuenta toda la historia de su marido, fumador empedernido al que le diagnosticaron hace semanas un cáncer de pulmón bastante grave: su estancia en el hospital, su curación, la cabezonería del enfermo curado que no le ha dado las gracias a la Virgen por el don de su sanación... etc, etc.

Mientras escuchaba, interiormente me reía de mí misma y de mi pretensión de "retirarme apaciblemente" a rezar, a la vez que la voz de Jesús apaciguaba mi impaciencia: "No mires el reloooooj. ¿No estarás pensando en decirle que tienes que marcharte? ¿Vas a dejarla plantada como aquel sacerdote que dejó al hombre apaleado tirado en el camino porque tenía que rezar? Escúchala. Escucha con todo el corazón. Escucharla es ahora tu oración".
Y esas palabras batallaban con estas otras, clamorosas: "¡No hay derecho! ¡Será posible que no pueda yo descansar ni un rato de los problemas ajenos!..."

Y, a la vez, en medio de esa lucha, trataba de articular alguna respuesta sensata a la petición de esa mujer: "leer en misa, aunque no sé leer, porque se lo he prometido a la Virgen..."

Señor, ¡cómo la habrías escuchado Tú! ¡Cómo mirarías tú a esa mujer, como si sólo ella existiera en el mundo! Pero yo estoy dividida. No hay un único interés en mí, que es la absoluta ausencia de interés y la absoluta solicitud por esta mujer que, -por algo será-, hoy se ha acercado a mí.
Te lo suplico, Jesús: ¡Vive en mí! ¡Actúa a través de mí!

Pienso ahora que el encuentro con esa mujer era lo más importante de toda la mañana. Pero yo no estaba enteramente presente para darme del todo a ella.

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"No reces nunca en una habitación sin ventanas" (Talmud)


"Oramos para convertirnos en agentes santos del Dios que nos hizo
para que cuidáramos de la tierra y de todos sus pobladores.

Para asegurarnos de estar viviendo una auténtica vida de oración,
hemos de examinar siempre los frutos que produce en nosotros.
¿Estamos realmente preocupados por los demás por habernos acercado al Dios que los ama
o, por el contrario, hemos transformado la oración en un refugio que nos protege
de las exigencias que nos plantea el ser plenamente humanos?

La oración está destinada a hacernos ver el mundo tal como Dios lo ve.
El compromiso con las necesidades del mundo
es signo de la presencia de Dios en nosotros"


(Joan Chittister, El aliento del alma. Reflexiones sobre la oración, Sal Terrae 2010, 17-18)

7 comentarios:

M Luisa dijo...

Preciosa meditación. Realmente necesitamos "oir" según Jesús oye; escuchar con el corazón. Pero ¡qué difícil nos resulta! Tantos y tantos ruidos, tanta necesidad sin cubrir, tantas batallas internas dividiendo nuestra atención... Gracias por "intentarlo" y seguir el dictado del Señor. Hay veces que, aunque parezca lo contrario, la oración es precisamente escuchar lo que Él quiera decir a través de lo que considera útil, sin que nosotros lo entendamos.
Gracias de nuevo y un abrazo,

Carmen dijo...

Es la primera vez que escribo en tu blog, aunque llevo siguiéndolo varios meses. Gracias por compartir tu Búsqueda, con mayúsculas. Un beso.

Conchi dijo...

Gracias a ti, amiga mía.

Y gracias a ti, Car. Te encontré en el correo hace unos días e hice una pequeña visita a tu blog, guardándolo en favoritos para leerlo más despacio cuando tenga un rato largo.
A lo mejor podemos conocernos en alguno de los encuentros de Emma. ¿Tienes en plan ir a alguno este curso?
Te escribiré.

Un beso

Carmen dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Carmen dijo...

Ops!
Me había salido repetido...a ver si ahora sí:
Te decía que justo este fin de semana he estado en uno de sus talleres, en Santa María de los Negrales. Intentaré ir también al de Galapagar (sobre el corazón), en Noviembre. A ver si allí nos vemos!
Besos.

Anónimo dijo...

Porque hoy recibí un correo tuyo, y está este link en tu firma decidí seguirlo y leer tu última entrada.

Sigues siendo tan tú. Ocupada siempre, eso sí. Soy mala y me alegra que no te dejase orar sola, que se acercase a contarte sus problemas, espero que hayais encontrado una solución para ella y que alguién la escuche leer en voz alta.

En mi humilde opinión, nada teológica, por cierto, en el fondo hiciste aunque no hiciste oración hiciste ... ¿una buena acción?... no me gusta esa expresión, hiciste algo cercano y útil para ella. Una oreja que escucha es un oido. Y si no, como cuando eramos pequeños, los 5 minutos antes de irse a dormir también valen para rezar aunque sea el Cuatro Esquinitas.

Un beso,

Cris

Conchi dijo...

Me has hecho esbozar una sonrisa, mi querida Cristina. También tú sigues siendo tú ¡gracias a Dios!
Y sí, eres muy mala por alegrarte de mi "desgracia" :( Debo de tener en la cara escrito algo así como: "se escuchan confesiones; vidas enteras, si no tienen prisa"...
Hace años, hoy a una religiosa decir que quizá el Espíritu Santo tendría que suscitar la fundación de una congregación que se dedicase SÓLO A ESCUCHAR A LA GENTE. Porque, ¡hay que ver cuánta gente habla sola por la calle! ¡Y cuánta gente necesita contarle lo que sea a quien sea para tener la sensación de que le importa a alguien!

Sí, hice lo mejor que podía hacer aunque... ya digo, en medio de un jaleo interior un tanto molesto.
Un beso y una sugerencia-petición: ¿por qué no haces un blog contando tus viajes a esos lugares tan inusuales donde te sueles perder en verano?????

¡PLEASE!