Lectio Divina del Domingo XXIX del Tiempo Ordinario - Ciclo C
Lucas 18,1-8: La viuda insistente
1. Invocamos al Espíritu, cantando:
"Ven, Espíritu de Dios y de tu amor enciende la llama.
Ven, Espíritu de Amor. Ven, Espíritu de Amor".
El Espíritu de Dios, unido a nuestro espíritu, nos susurra en el oído palabras de Sabiduría, palabras de vida.
El Espíritu de Dios nos da una nueva visión sobre el mundo y sobre la vida. Nos proporciona el mismo modo de mirar de Dios.
Con toda nuestra capacidad de acoger, nos abrimos a la Palabra pronunciada hoy sobre nosotros.
2. Leemos: Éx 17,8-13; Salmo 120/121; 2 Tim 3,14-4,2; Lucas 18,1-8.
3. Cuando leas:
El mensaje de la Palabra de este domingo podría resumirse en cuatro palabras: ORAR SIEMPRE SIN DESANIMARSE.
En el centro de la Palabra de hoy está la oración constante, incansable, perseverante, continua. La oración no debería ser algo que los cristianos "hacemos" de vez en cuando, ocasionalmente, con ritmo mensual. Ni siquiera con ritmo semanal. Igual que somos seres "pensantes", "sentientes", somos "orantes". La oración es algo que somos, que el Espíritu hace en nosotros. Nos acompaña desde que nos levantamos hasta que nos acostamos.
Al despertar, sin pretenderlo, los ojos se elevan al único Rostro y, aun sin pronunciarlo, el corazón creyente musita el nombre de Dios. Y esa consciencia de la Presencia de Dios es ya oración.
Las lecturas de hoy nos muestran, al menos, cuatro modelos de personas orantes.
El primer modelo es Moisés. Ese episodio de la batalla de Israel contra los amalecitas durante la cual Moisés implora la ayuda de Dios, es un pasaje clásico para hablar de la importancia de la oración de intercesión. Es importante "permanecer en pie en la cima del monte", permanecer firme y resistente en la presencia de Dios, con la confianza de que la ayuda viene de Él que, como un Guardián cuidadoso y atento, no duerme. En el salmo 121, Dios es como un guardaespaldas pegado a nosotros para que nada ni nadie nos haga daño.
El segundo modelo de oración es el de la viuda perseverante y obstinada. Éste es un buen título para la famosa parábola "del juez inicuo". Esta mujer termina arrancándole una acción justa a un hombre cínico y desvergonzado que ocupaba el puesto de juez para el que no era digno (ni le importaban las personas ni tenía temor de Dios). La distancia entre el Dios justo y amoroso y este hombre es infinita. Y si ese hombre malvado hizo, al final, algo bueno, ¡cuánto más escuchará Dios los clamores de sus hijos, como ya lo hizo en el pasado de su pueblo!
Otro modelo de "orante" es Timoteo, al que Pablo exhorta a "permanecer" en lo aprendido y en la Escritura que conocía desde niño, de la que podía aprender sabiduría que conduce a la salvación y a la vida. La manera de "permanecer" en la Palabra es darle vueltas, rumiarla, orarla con fe.
Y el último modelo de orante es Jesús. Lo que Él recomienda a sus discípulos es lo que él mismo hace: orar siempre sin desanimarse. La acción de gracias era su oración habitual. Y los salmos. Y la invocación a su Abbá... Antes de amanecer, ya estaba Él despierto en algún lugar apartado, orando al Padre con el que era una sola cosa.
4. Cuando medites
- ¿Mi oración es continua y llena de confianza?
- ¿Cómo suelo orar?
- ¿Es una oración intimista y cerrada en mis propias necesidades o universal, inclusiva, compasiva, solidaria?
5. Cuando ores
1) Ora despacio, lentamente, el salmo 121, en primera y segunda persona:
Levanto mis ojos a los montes,
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene de Ti, Señor,
que hiciste el cielo y la tierra.
Tú no permites que resbale mi pie.
Tú, guardián mío, no duermes.
No duermes ni reposas,
Señor, Padre nuestro y de Jesús.
Tú, Señor, me guardas a tu sombra,
estás a mi derecha;
de día el sol no me hará daño,
ni la luna de noche.
Tú, Señor, me guardas de todo mal,
Tú guardas mi alma.
Tú guardas mis entradas y salidas
ahora y por siempre.
2) Una forma de permanecer en continua oración es repetir, al ritmo de la respiración, la oración de Jesús: "Señor Jesucristo, hijo de David, ten misericordia de mí...".
3) Tanto si se reza en grupo como individualmente, se pueden presentar oraciones espontáneas intercalando la antífona cantada (u otra similar): "Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá; pedid y se os dará".
6. Oración final
Jesús, Maestro y Señor, gracias por tu Palabra y por el don de tu Espíritu, que ora en nosotros con gemidos inefables y viene en ayuda de nuestra debilidad. Que Él nos ayude a orar siempre sin desfallecer, con confianza en Aquel para el que nada es imposible.
2 comentarios:
Boker Tov:
A ver si puedes y haces la lectio divina de las lecturas de cada domingo. Es buena idea. Gracias.
Shalom
Mónica
Shalom, mi querida Yentl!
Una petición: ¿por qué no me ayudas??? :)
O quizá podrías añadir el comentario de algún rabino que vaya a tono con el tema de las lectuas. Sería muy sugerente e inspirador.
Un abrazo
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