jueves, 6 de octubre de 2011

Comienzo del Evangelio de Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios

El grupo de lectio divina de la Universidad Pontifica Comillas, que se reúne en Alberto Aguilera (Madrid) todos los jueves a orar, de 7:30 a 8:30, comenzó ayer su andadura del nuevo curso.
Así como el año pasado oramos con el difícil libro del Apocalipsis, este año lo haremos con el evangelio de Marcos (el correspondiente al ciclo B que comenzaremos en Adviento).
Ojalá sirva para todos podamos conocer un poco más a Jesús, desde la cercanía orante del corazón.

----------------------------

Lectio Divina de Marcos 1,1-13

1 Comienzo del Evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios.

2 Como está escrito en el libro del profeta Isaías:
"Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.
3 Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos".
4 Así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.5 Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.6 Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:
7 «Detrás de mí vendrá el que es más fuerte que yo, y yo no soy digno de inclinarme y desatarle la correa de sus sandalias.8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con espíritu santo».

9 En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.10 En cuanto salió del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu descendía sobre él en forma de paloma; 11y una voz desde el cielo dijo:
«Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».
12 A continuación el Espíritu lo empujó hacia el desierto, 13 donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.

CUANDO LEAS

Con este texto comienza, como él mismo dice, el evangelio, la buena noticia, según Jesús, el Cristo. El primer versículo es en realidad el título de la obra, y en él se proclama ya que Jesús es hijo de Dios, que él es la buena noticia y que el tema del evangelio es la revelación progresiva de Jesús como Mesías. Este evangelio más breve que los de Mateo, Lucas y Juan, fue escrito con anterioridad (en torno al año 70 dC) y su redacción se caracteriza por la claridad, transmitiendo lo esencial del mensaje.
Desde el comienzo del evangelio se percibe la importancia que el autor da en la relación de Jesús con las antiguas tradiciones judías. Su persona, eje de su mensaje, no está aislada de la tradición profética, a la que a través de citas directas como la de Isaías, e indirectas (como a la figura de Elías), queda asociada. En el texto se puede ver cómo la profecía de Isaías se cumple con Juan y la de éste con Jesús.
En los dos títulos que aparecen ya en el primer versículo, ungido e hijo de Dios, se condensa su carácter de elegido, enviado y responsable de la paz, la justicia. Con el título del versículo 2, Señor, se da cuenta de su soberanía.
En el versículo 4 se da el cumplimiento de la profecía de Isaías, el anuncio de la preparación y de la llegada de un mensajero. Juan no solo anuncia, sino que actúa, a través del bautismo de conversión. Su figura enlaza con la del profeta Elías por su emplazamiento en el río Jordán, sus vestidos (2Re 1) y su acción; predicar la conversión que no es otra cosa que la vuelta a Dios (cf. 1Re 18). Al mismo tiempo anuncia a quien vendrá detrás de él y señala que entre los dos hay diferencias: Juan bautiza con agua y Jesús con espíritu santo; ello indica que la vinculación de Jesús con Dios es más estrecha que la de Juan, él posee su espíritu (cf. 2Re 2). Sin embargo el bautismo es la actividad que enlaza el ministerio de Juan de Jesús. Es un signo de cambio, de comienzo de algo nuevo y de inclusión en la comunidad. Para nosotros se ha convertido en signo de pertenencia a la comunidad de Jesús. Marcos es el único evangelista que presenta este rito al comienzo del evangelio. El bautismo que Jesús recibe indica el comienzo de su misión.
Ese momento se expresa a través de una teofanía, una manifestación de Dios. La idea de los cielos rasgados implica una relación entre el espacio de lo divino y de lo terrenal; el envío del espíritu en forma de paloma, la permanencia de esa presencia divina. Además incluye la voz, modo prioritario de comunicación de Dios en la tradición profética (que ya había aparecido en el v. 3).
La palabra de Dios define, al declarar a Jesús como Hijo, quién es Dios y cuál es su característica fundamental: el amor. Le dice a Jesús: “Tú eres mi hijo querido, en ti me alegro”. Jesús aparece como el hijo amado.
Marcos sitúa después del bautismo la tentación en el desierto (12-13). Pero es necesario tener en cuenta el párrafo anterior para entender el sentido pleno de éste. El desierto tiene un hondo significado en la tradición veterotestamentaria. Es lugar de miedo, tentación, sufrimiento, prueba..., pero también el lugar del encuentro con el Dios providente y protector. Este relato puede evocar las experiencias de: Agar e Ismael a quienes otorga una nueva misión (Gn 16,7; 21,14), al pueblo que en la experiencia del éxodo (Ex 15,22-ss.) en donde el pueblo aprende a ser Pueblo de Dios (no sin dificultades y caídas), a Elías a quien alimenta y envía al Horeb, al encuentro de Dios (1Re 19)... El hecho de que Marcos sitúe a Jesús en ese espacio anuncia las dificultades en su misión pero también recuerda que ese espacio de duda y tentación también es de Dios: en ese espacio estaba entre las fieras (somete a las fieras como Elías a los cuervos 1Re 17) y lo asisten los ángeles, es decir, Dios mismo está ahí.
En este comienzo hay varios elementos importantes en el evangelio marcano. Entre ellos destacamos: Jesús es el hijo amado de Dios y Jesús continúa la tradición de los profetas del Antiguo Testamento pero es diferente a todo lo anterior. Él está siempre acompañado por Dios (padre, espíritu, voz, ángeles) tanto en los espacios clásicos de bendición como el Jordán (bautismo) como en los espacios en los que se experimenta o se piensa en la lejanía de Dios (desierto o tentaciones).

CUANDO MEDITES

Iniciamos hoy la lectura orante del evangelio de Marcos y él comienza hablando de una “buena noticia”. ¡Eso es ilusionante!. Marcos nos invita a estar atentos y a conocer o descubrir algo que siempre es nuevo. La actitud de encuentro es la que debe señalar el camino. No por ser más conocidas las lecturas de los evangelios son menos enriquecedoras y sorprendentes. La palabra es siempre viva y eficaz.
Marcos, con su inicio, plagado de referencias veterotestamentarias, invita al lector a revisar su conocimiento del Antiguo Testamento. Ello nos recuerda que el mensaje del Jesús no se puede entender sin una referencia constante a lo Antiguo.
Juan habla de uno “más fuerte” que él. Su fuerza radica en su vinculación con el Padre, con el hecho de ser “hijo”, lo que le lleva a optar por los desfavorecidos, los pecadores, los sencillos... Jesús es, desde el inicio, el Hijo amado. Como tal su misión tendrá que ver con la misericordia. El amado de Dios, transmite ese amor de Dios.
Cuando Dios se manifiesta en el Jordán por los cielos rasgados, por la voz y por el Espíritu, se está mostrando a sí mismo: aquel que se manifiesta en la historia, que se comunica y que se hace presente en la transformación del mundo.
En el comienzo del evangelio se hace referencia al pasado y al presente y se abre hacia el futuro. Los espacios en los que se desarrolla son los caminos, el desierto, el Jordán…ello le da un carácter de universalidad muy fuerte desde sus inicios. En el evangelio confluyen todos los tiempos. Al mismo tiempo todos los espacios son de Dios.

CUANDO ORES
- Agradece la posibilidad de recorrer con Marcos el anuncio de la Buena Noticia.
- Pide lucidez para ser capaz de descubrir a los mensajeros, para escuchar la voz, para entender el mensaje.
- Descúbrete en el Jordán con Jesús y escucha “Tú eres mi hijo/mi hija amado/a”
- Acompaña a Jesús al desierto y presenta a Dios la inmovilidad, los “cuarenta días de incertidumbre”, las tentaciones..., y recuerda que también en esos momentos tú y la comunidad creyente estamos servidos por los ángeles, acompañados por Dios.
- Da gracias por todas las personas mediadoras que como Isaías o Juan te han ayudado a encontrar el camino, a superar las dificultades, a reconocerte amado/a…
- Gesto orante, simbología, evocaciones: agua del bautismo - arena del desierto.


(Autora: Carmen Yebra, equipo de lectio divina de la U.P. Comillas)

1 comentario:

Conchi pddm dijo...

Gracias, Noemí.
El amor cura.

¡Bendiciones!