martes, 26 de junio de 2012

El poder de la mujer creyente


Lectio divina de Marcos 5,21-43

ORACIÓN INICIAL

Señor Jesús, concédenos la gracia de descansar en Ti,
de dejar, en la antesala de nuestra oración,
nuestras angustias, preocupaciones, “ruidos” interiores
y todas nuestras cargas.
Tú llevas nuestras cargas, y haces ligero lo que es pesado.
Tú llevas nuestras vidas.

Concédenos la gracia de estar ante Ti,
libres y vacíos de nosotros mismos.
Concédenos la gracia de escucharte con total atención,
de aprender de Ti todo lo que necesitamos saber hoy,
de acoger ese rayo de sabiduría que necesitamos
para vivir hoy.

Concédenos la gracia de estar ante Ti
como niños que no saben nada
y que necesitan aprenderlo todo del Maestro de la Vida.

Señor Jesús, ¿qué quieres enseñarme hoy?

DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS

21 Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar. 22 Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, 23 y le suplica con insistencia diciendo: “Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.” 24 Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.

25 Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, 26 y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, 27 habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. 28 Pues decía: “Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.”
29 Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.
30 Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: “¿Quién me ha tocado los vestidos?”
31 Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"»
32 Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. 33 Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad.
34 El le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad.”

35 Mientras estaba hablando, llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: “Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?”
36 Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: “No temas; solamente ten fe.”
37 Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
38 Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. 39 Entra y les dice: “¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida.”
40 Y se burlaban de él. Pero él, después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los  suyos, y entra donde estaba la niña.
41 Y tomando la mano de la niña, le dice: “Talitá kum”, que quiere decir: “Muchacha, a ti te digo, levántate.”
42 La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. 43 Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.

CANTO: Talita kum, del grupo Ain Karem

 

CUANDO LEAS

La actividad terapéutica de Jesús es una de las características más notables del evangelio de Marcos. Entre los muchos curados hay también mujeres: la suegra de Pedro que estaba en la cama con fiebre, la hija de Jairo, la hemorroísa y la hija de la sirofenicia.
La curación de la hija de Jairo y de la hemorroisa, que Marcos narra de forma entrelazada según la técnica de la “intercalación” o “interposición”, constituyen nuestra página evangélica. La relación entre las dos escenas es muy profunda: ambas presentan a dos mujeres en peligro, doce años tiene la adolescente muerta y doce años lleva la hemorroísa con su enfermedad, ambas aparecen como hijas, y ambas renacen a la vida gracias al encuentro con Jesús.
Mc 5,21-24 introduce la narración. La hija de un jefe de la sinagoga de Cafarnaún enferma gravemente y el padre, desesperado, pide ayuda a Jesús. En Mc 5,35-43, se retoma la narración que había sido interrumpida por la curación de la hermorroísa. Camino de casa, le dicen al padre que la niña ha muerto. Jesús lo oye y le pide que tenga fe. Rodeado de gritos y llantos, entra en la casa acompañado solo de Pedro, Santiago y Juan, además del padre y la madre de la niña. Jesús la coge de la mano y le dice sólo dos palabras: “Talita qumí”. Al instante, se durmió la niña y se levantó la mujer capaz de andar. Señala el narrador que tenía doce años, es decir, era una muchacha casadera.
Una niña que supuestamente lo tenía todo en la vida, en realidad no poseía nada. Llega Jesús y la devuelve a la vida, sin pedirle ni imponerle nada. Le ofrece un camino de vida, de autonomía, de libertad. Lo mismo hará con la hemorroísa. Dos mujeres liberadas por la fe en Jesús.
(Nuria Calduch Benages, Misa Dominical, Año XLIV, Núm 9)

CUANDO MEDITES

- Relee despacio el evangelio y rumia en tu corazón las palabras o frases que te resulten más significativas. Nosotras subrayamos hoy dos frases de Jesús referentes a la fe: “Hija, tu fe te ha curado”“No tengas miedo. Basta que tengas fe”.
- Rut es una niña de veinte meses con una seria minusvalía desde su nacimiento a causa de una insuficiencia renal grave. Pese a su enfermedad, que le causa no pocas molestias y dolores físicos, es una niña extremadamente dulce y pacífica. Sonríe siempre. Nunca llora ni se enrabieta. Es mimosa. No extraña los brazos de nadie y es básicamente feliz. Desde que nació, se ha sentido amada en extremo, mimada, cuidada con inmensa paciencia… y ha oído continuas palabras de bendición: “¡qué rica!”, “¡es preciosa!”, “¡qué buena que es!”, “¡qué graciosa!”…
Cuando la vida nos trata con dureza, lo que necesitaríamos para curar nuestras heridas sería un regazo que nos abrace sin prisas y con ternura, sentirnos cuidados y poder escuchar palabras consoladoras de bendición.
Es lo que le pasó a las dos mujeres del evangelio de hoy. El amor de Jesús, sus palabras y sus gestos, su contacto, las alcanzó y las curó. La hemorroísa, apartada de la vida social desde hacía doce años por su impureza, se ve tratada con respeto, con cariño, y ve reconocida su dignidad de hija de Dios.
- El evangelio de hoy nos muestra cómo podemos ser sanadas y cómo podemos sanar. ¿Quién está postrada necesitando nuestra mano y nuestras palabras que le devuelvan lo mejor de sí misma?

CUANDO ORES

Dios amor, que cambias nuestro luto en danzas
y pones vida allí donde sólo hay oscuridad,
pon vida en todas las situaciones de muerte que nos rodean:
en el agobio de los parados,
en las preocupación de las madres,
en el llanto de los pueblos en guerra,
en la avaricia de los poderosos,
en la frialdad de unas instituciones sin humanidad
y en tantos y tantas hijos e hijas tuyas
sedientos de justicia, de pan, de sentido,
de salud, de esperanza, de gozo…
y de todo lo Bueno, que viene de Ti, Señor, que amas la Vida. Amén.

CANTO FINAL: Abandónate, Romina González.


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Autora: Hna. Conchi López, pddm

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